domingo, 30 de abril de 2023

#hemeroteca #vih #cine | Elvira Lindo y Daniela Fejerman: "Las mujeres que contrajeron el VIH en los 80 han sido invisibilizadas durante años"

Noticias de Navarra / Daniela Fejerman y Elvira Lindo //

Elvira Lindo y Daniela Fejerman · Directoras de 'Alguien que cuide de mí': "Las mujeres que contrajeron el VIH en los 80 han sido invisibilizadas durante años"

'Alguien que cuide de mí’ es el debut en la dirección de cine de la escritora Elvira Lindo, que comparte responsabilidad con Daniela Fejerman. La película, rodada en parte en Pamplona, ya está en salas.
Ana Oliveira Lizarribar | Noticias de Navarra, 2023-04-30
https://www.noticiasdenavarra.com/cultura/2023/04/30/mujeres-contrajeron-vih-80-han-6744090.html

Tres generaciones de mujeres de la misma familia. Abuela, hija, nieta. Las tres actrices de distinta época y estilo. Las tres con dificultades para relacionarse entre sí. Comparten reproches, secretos, dolores... Y también amor, aunque a veces no lo parezca. Magüi Mira, Emma Suárez y Aura Garrido dan vida a estas tres mujeres que protagonizan ‘Alguien que cuide de mí’, en la que también podemos ver a Pedro Mari Sánchez, Víctor Clavijo y Francesc Garrido como tres personajes cruciales en la historia.

La música de esta cinta producida por Tornasol corre a cargo de la pamplonesa Paula Olaz, que también acaba de estrenar ‘Las buenas compañías’, de Silvia Munt. Asimismo, en pantalla aparecen varias actrices y actores navarras/os, además de localizaciones como el Teatro Gayarre y la Escuela Navarra de Teatro, entre otras.

Ha participado en varias películas como guionista e incluso ha aparecido como actriz en algunos títulos, ¿por qué Elvira Lindo decide dar el paso y dirigir en este momento?

Elvira Lindo: –Ha sido particularmente por esta historia. No es que haya decidido dar un paso, es más, a lo mejor este paso después no conlleva otro. Esta era una historia especial para mí y el hecho de que Daniela y yo colaboráramos tan estrechamente en el guión hizo que igual que yo le propuse a ella que dirigiera la película, ella me propuso que la codirigiera. Pasó así, de una manera natural. Esto no va a cambiar mi vida.

¿No va a iniciar una etapa como directora?

E: –No, no. Sinceramente, creo que estas cosas hay que empezarlas más joven (ríe). Hay veces que tienes proyectos puntuales como este y te involucras, nada más.

¿Cómo ha sido la experiencia, qué es lo que más le ha sorprendido, gustado o disgustado? ¿Las repeticiones, las esperas...?

E: –Eso ya lo sabía. Había estado en suficientes rodajes como para conocer lo de las esperas, las repeticiones, la necesidad de trabajar la paciencia... Quizá sí me ha sorprendido mi capacidad de resistencia, de estar ahí trabajando tanto tiempo tan intensamente. Los horarios, el trabajo físico, tomar tantas decisiones, el trabajo colectivo de más de 50 personas coordinadas en todo momento... Creo que hay que tener mucho temple para no perder los nervios y para saber elegir en un momento dado.

¿Qué opina Daniela? ¿La clave para dirigir es tener mano izquierda, es decir, comunicar de una determinada manera?

Daniela Fejerman: –Creo que la clave está en comunicar de manera clara al principio qué historia estamos contando. Porque cuando todo el mundo lo sabe, cada equipo empieza a trabajar creativamente y a dar lo mejor. Y tengo que decir que lo del temple está bien, pero es propio de un estilo de dirección, que es el nuestro, porque luego hay directores que hacen todo lo contrario y su estilo es más autoritario.

¿Cómo ha sido la experiencia de dirigir ‘a dos cabezas’?

E: –Diría que muy natural y con la capacidad para entender, si había que tomar una decisión, quién tomaba la correcta o la que venía mejor. Cuando no tienes un ego patológico que te impide ver que lo que se le ocurre al de al lado es mejor que lo que se te ocurre a ti, es fácil ir en la misma dirección. A mí me parece que ha sido así...

D: –Totalmente.

Este es un proyecto de mujeres, con dos directoras, dos guionistas, tres actrices protagonistas...

E: –Y la autora de la música, del vestuario, la script...

¿Eso se nota?

E: –No sabría cómo decirlo... Tal vez hasta ahora vivíamos una profesión que era muy, muy masculina y ahora se está abriendo a que participen las mujeres desde muy distintos ámbitos, tanto técnicos y creativos. Y está claro que el hecho de que seamos dos mujeres las autoras del guión y las directoras supone que aportamos un punto de vista que tiene algo que ver con nuestra condición, pero creo que una vez que estás metida en un proyecto tienes que colaborar con todo el mundo y ya está.

D: –Cierto. Una cosa es que nos parezca bien y defendamos que los oficios del cine dejen de estar tan masculinizados y entren compositoras, directoras de arte, de fotografía... y la presencia de las mujeres no se limite al vestuario, al maquillaje a la peluquería. Pero más allá de esto, lo que le da una mirada particular a esta historia es que haya una señora que decidió fijarse en un asunto del que no se había hablado, y es qué pasa con las mujeres que en los años 80 contrajeron el VIH.

¿Es ahí donde está la mirada femenina?

E: –Eso es. Como decimos, es justo que las mujeres entren en todos los oficios del cine, eso está claro, pero, en este caso, donde está el punto de vista femenino es en fijarte concretamente en una mujer que vivió intensamente los 80, que ha tenido que pagar las consecuencias de una vida disipada y que al cabo de los años descubre que tiene VIH. Y nosotras nos detenemos ahí porque estas mujeres han sido invisibilizadas durante años, ya que se atendió mucho más a lo que les ocurría a los hombres. Y sí que creo que esto tiene que ver con que somos dos mujeres las que hemos hecho este trabajo.

Es una historia que Elvira tenía escrita, pero no publicada. ¿Era un asunto pendiente?

E: –Siempre pensé en hacer algo sobre una mujer que había contraído el VIH. Yo empecé a trabajar en la radio a los 19 años y me acuerdo perfectamente que a los 20 escuché por primera vez una noticia sobre el virus. Creo que llegó de Estados Unidos y decían que la enfermedad afectaba sobre todo a los homosexuales. Luego se conocieron los primeros casos en España y con llegó ellos el estigma. Si tenías el VIH, o eras drogodependiente o eras gay. Entonces, se relacionaba con el sexo y el vicio y con ese tipo de vida en la que la gente se lanzaba a vivir las experiencias sin ninguna clase de protección. He conocido a gente que ha muerto y gente que ha sobrevivido, y las personas que probablemente no han contado lo que les pasaba por el estigma, la vergüenza son las mujeres.

En la película, Emma Suárez da vida a esta mujer que, además, está inmersa en una relación muy difícil con su madre (Magüi Mira) y con su hija (Aura Garrido). ¿Por qué decidieron que las tres fueran actrices?

D: –En el planteamiento de Elvira ya estaba no solo que fueran actrices, sino también que cada una perteneciera a una época diferente. La abuela había tenido su momento de gloria en el pasado y se siente satisfecha y sin cuentas pendientes en ese sentido. La hija, a la que da vida Emma, ejerció la profesión en unos años, los 80, en los que vivió su juventud a tope, rompiendo la tradición familiar del teatro burgués de repertorio. Ella era muy macarra, salvaje y cañera e hizo cabaret, apostó por los espectáculos provocadores. Y su hija decidió retomar la tradición, aunque con el baño de la modernidad, de manera que el personaje de Emma se queda algo descolgado y le cuesta encontrar su lugar.

E: –Y el hecho de que sean actrices quiere decir que son personas expuestas continuamente al juicio del público. Cualquier profesión creativa lo está, pero en el caso de las actrices esto es mucho más exagerado porque ponen su cuerpo para que las alaben, para que las juzguen o para que las critiquen. Y todo eso genera sus propias ilusiones, fracasos, neurosis y las convierte en interesantes como personajes.

D: –Si todas las mujeres decimos que nos volvemos invisibles a partir de determinada edad, imagínate en el caso de una actriz, que siente que rechazan su cara y su cuerpo.

A la hora de hacer el casting, seleccionaron a tres mujeres de tres generaciones con gran relevancia en sus respectivos momentos.

E: –Con ellas tardamos un poco más porque queríamos que de verdad representaran lo que queríamos mostrar. Magüi representa a esa mujer por un lado burguesa y por otro, excéntrica. Emma conoce perfectamente esa época de explosión de las libertades porque lleva trabajando desde los 15 años. Y en el caso de Aura encarna muy bien a ese tipo de actriz joven, muy solvente y con una preparación más completa. Dicho todo esto, no hay que olvidar que no aflorarían los conflictos que hay entre ellas de no ser por los tres hombres que hay en la historia.

¿Cuál es su peso en la historia?

E: –Tienen mucho peso. A Emma la conocemos porque conocemos al personaje de Pedro Mari Sánchez; a Aura, a través del de Víctor Clavijo, y Francesc Garrido también interviene en la historia de una manera decisiva.

D: –Curiosamente, su parte la escribimos pensando en estos actores en concreto. Y luego tuvimos algunas sorpresas. Por ejemplo, el papel de Pedro Mari Sánchez lo pensamos para él, pero no sabíamos que él había hecho ‘La Gaviota’ de jovencito, que es la obra que Francesc, Aura y Víctor están ensayando en el presente, ¡y tenía una grabación! En general metimos cosas que sabíamos de ellos, como que Víctor tocaba el piano...

E: –Pero no sabíamos que Aura lo tocaba, y resulta que tiene una formación clásica musical. La verdad es que nos hemos encontrado con actores y actrices con muchas capacidades y muy buenos. Y eso ha facilitado mucho las cosas, porque la historia tiene muchos diálogos, muy intensos y muy emocionales y no los podía hacer cualquiera.

¿Y qué me cuentan de la presencia del teatro en la película?


E: –Que el teatro fuera una manera de contar la personalidad y los conflictos de estos personajes era algo muy buscado. Y nos gustaba mucho rodar de esta forma tan pura donde lo que estás viendo es el interior de las personas. Estamos muy satisfechas con esta decisión.

La película llegó el pasado viernes, 28 de abril, a las salas. Es el momento en que sueltan la criatura y la ponen en manos del público. ¿Qué esperan y desean?


D: –Una de verdad lo que desea es que a los primeros que vayan a verla les guste, les emocione, les llegue al corazón, ría, llore y se vayan a casa con la historia dándole vueltas en la cabeza. Y que eso les lleve a hablar de ella. Porque lo que pasa ahora en el cine es que los tiempos de esta cosa tan bonita del boca a boca se han reducido muchísimo. Todo va muy rápido y si el primer fin de semana no va mucho público, fuera.

E: –Las películas se acaban viendo en plataformas, en la tele, pero esperamos que se viva la experiencia en una pantalla grande.

D: –Como espectadores, todos sabemos íntimamente que no es lo mismo ver una película en una sala que en una pantalla de televisión o de ordenador.

E: –¡O de teléfono!

D: –Cuántas veces habremos oído la frase ‘es que esto si yo lo veo en casa, igual no lo acabo’. Porque en casa no tienes la atención ni la concentración necesarias. Puedes parar, levantarte...

E: –Así que lo que esperamos es que tengamos en nuestros primeros espectadores a los prescriptores que lleven a otras personas a las salas de cine. De cualquier manera, las experiencias de tres pases multitudinarios con público que ya hemos tenido han sido muy enriquecedoras y satisfactorias.

D: –La posibilidad de hablar con el público es una experiencia especial y muy bonita.

Elvira, está a la vez con la promoción de su nueva novela, ‘En la boca del lobo’. ¿Cómo hace para compaginar ambas campañas?


–No lo sé (ríe). Desde luego, cuando me concentro en algo pongo toda mi atención ahí y no pienso en la otra. Lo más difícil es que estoy todo el rato con una maleta de aquí para allá. Y hay días en que no sé ni qué ponerme (ríe), me pregunto si habré metido el cepillo de dientes... Son cosas muy prosaicas, pero muy agotadoras, porque es estar como una viajante de tu propia obra.

En la novela también aborda la relación entre una madre y una hija.


–Sí, pero no tiene nada que ver con las relaciones que se ven en la película. Claro, si todo lo categorizamos como relaciones familiares, pues sí, pero es que es la misma vida de los seres humanos. Es como si habláramos de los animales y mencionáramos las camadas. La novela tiende a la fantasía para explicar la realidad y en la película tendemos al teatro, que es otro tipo de fantasía.

#hemeroteca #gais #deportes | Alberto Lejárraga, el primer futbolista español que hace pública su homosexualidad

El beso de Alberto (d) con su pareja //
Alberto Lejárraga, el primer futbolista español que hace pública su homosexualidad
El jugador del Marbella Club de Fútbol es discreto y lleva su relación desde hace años con total normalidad, un beso celebrando el ascenso de Marbella dio a conocer su condición sexual
J.J. Madueño | ABC, 2023-04-30
https://sevilla.abc.es/andalucia/malaga/alberto-lejarraga-primer-futbolista-espanol-publica-homosexualidad-20230430210252-nts.html

Alberto Lejárraga nació en Madrid hace 28 años. En Marbella se convirtió hace unos días en el primer futbolista español que se ha declarado abiertamente homosexual. El portero del Marbella Club de Fútbol lo hizo de una forma natural, sin estridencias, con un simple mensaje lleno de naturalidad, como lleva su vida. No hubo grandes mensajes sobre la libertad, ni sobre el orgullo, ni tampoco reivindicaciones sobre condición sexual. 'Leja', como le llaman dentro del club, sólo subió un post a sus redes sociales de agradecimiento y la foto de un beso. Eso bastó. No hizo falta nada más. Y después de eso, la vida siguió igual.

Hubo aluvión de peticiones de entrevista, pero el club lo protegió. No se quieren circos alrededor del jugador. Es su vida privada y siempre la ha llevado con discreción. «No es una cosa del club. Hará lo que él decida y nosotros lo apoyaremos. Es una decisión personal y hablará con los medios sobre este tema sólo si él quiere», señalaron desde el Marbella Club de Fútbol.

Decisión que va en consonancia con la forma en la que el jugador dio a conocer que es homosexual. «¡Muchas gracias por estar siempre a mi lado, en las buenas y en las no tan buenas! ¡Esta vez nos tocó vivir lo bonito de esto! Gracias», escribió el portero sobre un conjunto de imágenes en las que se le veía abrazado a su pareja, que vestía su camiseta, y un beso entre ambos a pie de césped.

Ahí comenzó todo. Esa imagen lo ha hecho pasar a la historia del fútbol español como el primero de nuestros jugadores que se reconoce abiertamente homosexual mientras está en activo. Porque 'Leja' sigue bajo los palos y, este año, siendo uno de los mejores de su categoría. El menos goleado. Sólo 13 goles en 26 partidos. Cerrojo en el arco del Marbella que ha sido uno de los pilares sobre los que se ha sustentado el ascenso a Segunda Federación hace una semana.

Éxito sellado con un beso durante la invasión de campo de los aficionados en la Dama de Noche, que ha llenado sus redes sociales de reacciones. Felicitaciones, corazones, mensajes de gratitud... Sus redes sociales están repletas estos días de interacciones que destacan su éxito deportivo y su «valentía» a la hora de publicar su orientación sexual. «Gracias Alberto por inspirarnos. Sigamos construyendo un fútbol cada vez más diverso y tolerante», contesto en la publicación del jugador el perfil oficial de Twitter de La Liga. Un corazón le puso Esteban Granero, que fuera estrella del Marbella y ahora se destaca como hincha.

Alberto copa ahora el interés de los medios por su vida privada, pero siempre ha sido un chico especial, querido allí por donde ha pasado y jugador con una amplia trayectoria profesional. Desde su debut ha pasado por la portería del Navalcarnero, Alcorcón, Granada B, Real Murcia y Las Rozas. En su perfil de Twitter ya avisa que es más que un jugador de fútbol, puesto que también es ingeniero informático.

El ascenso con el Marbella es una de las grandes mieles de este jugador, que llegó a debutar en Segunda División con el Granada en la temporada 2018-2019. En esa época en la ciudad nazarí es donde conoció a su actual pareja. Dos jóvenes acostumbrados a llevar una vida tranquila en pareja con total normalidad, sin que haya nada extraño en ello, que pasean de la mano por Marbella cuando Lejárraga no tiene puestos los guantes.

Dos hombres que ahora están delante de los focos por haber roto una barrera que quedaba inquebrantable en el fútbol español. No lo era así en otros países. Justin Fashanu en 1990 fue de los primeros que dijo que era homosexual. Más actuales son Collin Martin o David Testo en Estados Unidos, Thomas Hitzlsperger en Alemania, Josh Cavallo en Australia, Jake Daniels en Reino Unido o el jugador del Getafe Jakub Jankto, ahora cedido en el Sparta de Praga.

Este último sí lo hizo con reivindicaciones mediante un pequeño video en las redes sociales. «Soy homosexual y ya no quiero esconderme más tiempo», aseguró el jugador, que señalaba que quería vivir su vida «en libertad, sin violencia, y con amor».

jueves, 27 de abril de 2023

#hemeroteca #lgtbifobia | El presidente de Uganda no ratifica de momento el proyecto de ley anti-LGBTIQ

Google Imágenes / Yoweri Museveni //

El presidente de Uganda no ratifica de momento el proyecto de ley anti-LGBTIQ
EFE | Swissinfo, 2023-04-27

https://www.swissinfo.ch/spa/uganda-lgbtiq_el-presidente-de-uganda-no-ratifica-de-momento-el-proyecto-de-ley-anti-lgbtiq/48467682

El presidente de Uganda, Yoweri Museveni, rechazó ratificar de momento el polémico proyecto de ley aprobado el pasado 21 de marzo por el Parlamento contra la "homosexualidad" en el país, y pidió que el texto se modifique para que no condene la identidad de las personas de este colectivo, sino sus actos.

"El proyecto de ley propuesto debería ser claro para que lo que se criminalice no sea el estado de alguien que tiene una tendencia desviada, sino las acciones de alguien que materializa esa desviación o promueve la misma de cualquier manera", dijo Museveni en una carta leída ante el Parlamento este miércoles por el vicepresidente de la cámara, Thomas Tayebwa, según recogen hoy medios locales.

En este sentido, el mandatario pidió a los parlamentarios que incluyan un artículo en la propuesta legislativa que "establezca claramente (...) para evitar cualquier duda, que una persona que es acusada o sospechosa de ser homosexual y no ha cometido un acto sexual con otra persona del mismo sexo, no ha cometido un delito".

Según Museveni, la norma debería contener también una disposición que "facilite a quienes han estado involucrados previamente en la homosexualidad presentarse ante las autoridades sanitarias pertinentes u otras autoridades con el objetivo de buscar ayuda".

El mandatario ugandés advirtió asimismo que el artículo del proyecto de ley que exige denunciar a las personas homosexuales puede generar "contradicciones" y "problemas constitucionales" con la disposición que condena las "falsas acusaciones sexuales".

"Esto podría presentar desafíos para la implementación del proyecto de ley y podría ser una fuente de conflicto en la sociedad", afirmó Museveni, al remitir el texto legal de nuevo al Parlamento para su "reconsideración".

Después de leer la carta, Tayebwa despachó la norma al Comité de Asuntos Legales y Parlamentarios de la cámara para su revisión, tras lo que deberá ser discutida y votada de nuevo por los diputados.

"Lo que está claro es que nuestra sociedad no acepta la conducta y las acciones homosexuales", subrayó Museveni en su misiva, a pesar de sus objeciones al proyecto legislativo.

Más del 70% de los parlamentarios ugandeses votaron a favor de este proyecto legislativo contra las personas LGBTIQ (lesbianas, gais, bisexuales, transgénero, intersexuales y queers), que busca castigar con la pena de muerte lo que considera como "homosexualidad agravada".

La "homosexualidad agravada" es un término amplio usado en el texto para referirse al hecho de mantener relaciones íntimas con un menor de edad u otros grupos vulnerables.

Además, la norma propone penar con 20 años de prisión a los que mantengan relaciones íntimas con personas del mismo sexo, anuncien, publiquen o brinden apoyo financiero a cualquier acto, privado o público, de la comunidad LGBTIQ o simplemente quien se identifique como "lesbiana, gay, transgénero, 'queer' o cualquier otra identidad sexual o de género contraria a las categorías binarias de hombre y mujer".

El proyecto legislativo ha sido duramente criticado por las Naciones Unidas, la Unión Europea (UE) y Estados Unidos, así como organizaciones de derechos humanos.

En 2014, Museveni ya aprobó una ley que pedía la cadena perpetua para los "homosexuales reincidentes", pero el Tribunal Constitucional ugandés acabó anulándola tras argumentar que no hubo suficiente cuórum durante su votación en el Parlamento.

En la actualidad, en Uganda prevalece una ley de 1950 -el país se independizó del Reino Unido en 1962- que penaliza hasta con cadena perpetua las relaciones íntimas entre personas del mismo sexo, si bien no suele aplicarse.

miércoles, 26 de abril de 2023

#hemeroteca #memoria #represion | Piro Subrat: «La Brigada 26 daba tanto asco que tenía que escribir esto»

Wikipedia / La Brigada 26 en pleno cacheo //

«La Brigada 26 daba tanto asco que tenía que escribir esto»

Piro Subrat | Editorial Imperdibles, 2023-04-26

https://editorialimperdible.com/2023/04/26/la-brigada-26-daba-tanto-asco-que-tenia-que-escribir-esto-piro-subrat/ 

Hace unos meses me ofrecí a que me entrevistaran para el programa ‘Informe: La Brigada 26’ que se emitió este lunes 24 a la noche en àPunt. Para quien no conozca qué era la Brigada 26, se trataba de una sección especial nocturna de la Policía Local de Valencia que actuó entre 1972 y 1986, y que ha sido objeto de mis trabajos de investigación por la fijación que tenían por maltratar, torturar, acosar, detener y agredir sexualmente a sectores vulnerabilizados de la sociedad; en particular a la comunidad gay y travesti y más en particular aún a las trabajadoras sexuales. Yo acepté pvorque pensé que sería una oportunidad idónea para colaborar en una potencial reparación histórica a las víctimas de esta brigada, y porque no era capaz de concebir un resultado audiovisual que no fuera en una línea absolutamente condenatoria hacia sus prácticas y dinámicas.

A la mañana del martes me desperté con mensajes y llamadas telefónicas de compis maricas indignadas con el documental, en algunos casos habiendo participado en él. Y la indignación siguió por la tarde cuando llegué a l’Espai de Lliure Aprenentatge El Punt –que sale en los agradecimientos del documental, por cierto–, centro documental autogestionado donde milito desde hace años. Allí compis comenzaron a hablar de las atrocidades que vivieron de parte de esta brigada y de lo poco que encajaba el relato del documental a sus propias experiencias.

Es lamentable que un documental sobre uno de los cuerpos policiales más terroristas y criminales de la historia del Reino de España le haya dado tantísimo espacio a los miembros de este cuerpo para expresar lo que sufrían haciendo su trabajo, que ayudaban a señoras a bajar la basura, para que justificasen actos de violencia policial y les sirviera para lavarse la cara bajo el halo de la supuesta “democratización” o de la incorporación de mujeres en la policía. No soy capaz de explicar esto sin tener presente que vivimos en un régimen político continuista con las estructuras de poder del franquismo, donde la policía es una de las menos depuradas y que goza de mayores privilegios. Y por tanto sigue siendo intocable.

Los señores policías han gozado de infinitamente mucho más tiempo que el que se le ha dado a las víctimas de esta gentuza. Puedo entender que no me sacaran diciendo que hay que abolir la policía en àPunt, pero omitir las diversas agresiones que narré durante la entrevista a la vez que se permite a estos especímenes enaltecer crímenes de estado me parece cuanto menos un acto de homofobia institucional. Conté una ocasión en que las activistas Rampova, Greta Guevera y Miquel Alamar ‘La Panocha’ fueron asaltadas por la 26 mientras estaban charlando en la zona de cruising del río Turia. En otra ocasión, Rampova y Greta fueron golpeadas por unos neonazis en pleno centro de Valencia, y cuando apareció en la escena una patrulla de la Brigada 26, les amenazaron con darles sus datos a los nazis y a Greta le dijeron que iban a hacer que se enterara todo Paiporta de que era una maricona de mierda. Conté asaltos y redadas a locales de ambiente y pubs travestis y expresé por qué pienso que a día de hoy las escasas supervivientes con vida tienen reparos a hablar de ello, ya que las detenciones policiales dejan traumas profundos y no todo el mundo tiene una red en la que apoyarse en estas situaciones. Y también consideré que el hecho de que gran parte de las travestis valencianas de los 70 estén muertas, cuando ahora deberían rondar los 65-70 años, tiene que ver entre otras razones con las actuaciones de la Brigada 26 en estos años. Todo esto quedó con el material desechado y no se emitió.

También se han omitido los vínculos de la Brigada 26 con grupos fascistas de la época, que eran reclutados en ambientes ex-legionarios y profranquistas, que algunos trabajaban vigilando mítines y escoltando a miembros del partido ultraderechista Fuerza Nueva… Pero lo que más me ha dolido ha sido que omitieran la descripción que realicé de las estrategias de resistencia y supervivencia que tenían las travestis, en colaboración con las prostitutas cis, en la Avenida del Oeste: cuando veían aparecer a estos criminales de uniforme, se pasaban la voz lo suficientemente rápido como que para cuando se bajaran del coche ya se había enterado de su presencia casi toda la avenida, por lo que se salvaban de acabar detenidas la inmensa mayoría. Y para retrasar la actuación de estos matones, tenían botellas de vidrio, cascotes de obra y piedras enormes listas para lanzárselos y retrasar su repugnante actuación. Estoy hasta las narices de ver cómo las personas LGTBI a menudo aparecemos en los productos culturales sólo como objetos pasivos que recibimos violencia sin que seamos capaces defendernos, lo que nos sitúa en un marco de vulnerabilidad permanente que finalmente asumimos en nuestra cotidianidad y nos hace más proclives a sufrir violencia. Que quede bien claro: las personas LGTBI podemos lanzar piedras a las cabezas de los policías de mierda que nos hacen la vida imposible hoy como hacían nuestras hermanas contra la Brigada 26 en los 70 y 80. Esos mismos policías que asesinaron a Juan Andrés Benítez en Barcelona en 2013, a Zak Kostopoulos en Atenas en 2018, o hace tres meses a Tortuguita en Atlanta. O a cualquiera de esos policías que nos agredieron, nos agreden y nos seguirán agrediendo por muchos documentales que intenten mostrar que la policía de antes era criticable pero la de ahora ya es buena, “democrática” y hasta feminista y progay, aunque para ello se obvien algunos de los testimonios que ofrecí en la entrevista, citando varias agresiones LGTBIfóbicas a manos de la policía y una en concreto que sufrí yo hace 5 años a manos de la Policía Local de Valencia. Y eso sin olvidar el racismo, el clasismo y la ilegalidad de gran parte de sus actuaciones de manera sistemática, que deja muchas de las intervenciones de los señores policías como lo que son: falsedad y mentiras.

Por si no ha quedado claro, de saber que iba a servir de lacito rosa para un documental que en último término sirve a los intereses de la policía hubiera rechazado la propuesta, pero con medios de comunicación como àPunt las cosas son siempre así: están en manos de poderes que tienen intereses bastante horribles normalmente, así que de normal la balanza está en tu contra, pero a veces tienes suerte y les puedes meter un gol, como cuando hace poco más de un año àPunt habló de una “ruta transmaricabibollo por el cementerio de Valencia” y conseguí que le dedicaran un espacio en el reportaje a un activista tan olvidado como merecedor de reconocimiento como fue Miquel Alamar ‘La Panocha’. Además, muchas veces hay buena gente trabajando en estos medios, pero sometida a una jerarquía y unas decisiones superiores que exceden su control. Y a esta gente le debemos que en ocasiones estos medios ofrezcan contenido de calidad y, sobre todo, verídico y acorde a la realidad.

En cualquier caso, lo que me gustaría dejar claro es que, por mucha rabia que nos dé que pasen estas cosas, aquí tenemos un ejemplo del tipo de “memoria histórica” o “memoria democrática” que hacen las instituciones del Reino de España. La memoria histórica la debemos preservar las personas de la base, disidentes sexuales y no, y difundirla mediante nuestros propios medios. Un trabajo que puede ser arduo y estresante, pero que deja unos resultados excelentes y muy valiosos. Las instituciones de un régimen político heredero del franquismo nunca podrán explicar de manera veraz cómo fueron el Franquismo y la Transición: esta tarea nos corresponde a les activistas, militantes, investigadoras, afinidades y a las personas que vivieron estos hechos que nos los trasmiten a quienes somos más jóvenes. Y las editoriales, las distribuidoras, las librerías, los locales de los colectivos, los archivos autogestionados, los ateneos, los centros sociales okupados, las radios libres y las publicaciones en papel son los mejores medios donde poder difundir nuestra memoria histórica. Porque, parafraseando a Machado, “hagamos memoria histórica, porque si no la hacemos, alguien la hará por nosotres, y probablemente contra nosotres”.

#hemeroteca #memoria | Las víctimas olvidadas por la memoria histórica

Archivo de Andrea Momoitio / Protesta 'puta' por la muerte de María Isabel //

Las víctimas olvidadas por la memoria histórica

Las políticas de memoria han dado un tratamiento muy distinto a la represión política y sindical frente a la “social”, la que el régimen franquista impuso, sobre todo, por razones de orientación sexual, de etnia y de pobreza.
Sergio Campo | Pikara Magazine, 2023-04-26
https://www.pikaramagazine.com/2023/04/las-victimas-olvidadas-por-la-memoria-historica/ 

Repasando unas notas de una entrevista que realicé hace un par de años a una travesti visible durante el franquismo me encontré con una frase que debe hacer reflexionar. Afirmaba —no sin su necesaria dosis de teatralidad— que si en el bolso en vez de un pintalabios hubiera llevado un arma, eso no habría cambiado mucho la represión que sufrió, pero probablemente hoy tendría más reconocimiento social y unos últimos años de su vida con menos estrecheces materiales.

Más allá de su literalidad, esta afirmación pone de manifiesto el tratamiento tan asimétrico que las políticas de memoria han dispensado a la represión política y sindical frente a la “social”, es decir, la que el régimen franquista realizó fundamentalmente a través de la Ley de Vagos y Maleantes y la Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social. No hay ganancia alguna en señalar el agravio comparativo entre unas y otras, ni en argumentar algo sabido, como es que todas las víctimas de vulneraciones de derechos merecen verdad, justicia y reparación. Pero sí es imprescindible identificar qué se puede hacer para solventar la deuda pendiente que tenemos tantas décadas después con estas víctimas que, aún hoy, siguen siendo de segunda.

Aunque en este artículo realizo una argumentación más de tipo sociopolítica para justificar la necesidad de reconocer a estas víctimas, también caben otras diferentes. En todo caso, coinciden con ese mismo objetivo. Y ahí es donde está la finalidad de escribir estas líneas: su inclusión explícita, efectiva y completa en las políticas de memoria.

Desde mi punto de vista, la primera cuestión que debemos plantearnos tiene que ver con repensar la diferenciación entre unas víctimas y otras, entre las políticas y las sociales, porque estas últimas, aunque diferentes, también tienen un componente político. Como veremos más adelante, en aquella época la homofobia (hoy, LGTBIfobia), el antigitanismo y la aporofobia (rechazo y desprecio por las personas en situación de pobreza) no eran exclusivas del franquismo y estaban extendidas en todo Europa. Sin embargo, el elemento diferencial del régimen se encuentra en la intensidad, extensión y continuidad en el tiempo con el que las represalió.

Como muestra de ello durante las cuatro largas décadas que duró la dictadura estuvo en vigor legislación para perseguirlas. Así, por ejemplo, en julio 1954, coincidiendo con el aniversario del golpe militar, se publicaba en el Boletín Oficial una reforma de la Ley de Vagos y Maleantes con el fin de endurecer el castigo a la homosexualidad, que pasó a ser incluida expresamente como supuesto perseguible y no por escándalo público como ocurría hasta ese momento. Del mismo modo, en 1970 esta ley fue sustituida por la Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social que profundizó y amplió su contenido. Pero también hay que citar el Reglamento de la Guardia Civil que jugó un papel clave contra la población gitana.

Es importante destacar —tal y como señala Andrea Momoitio— que la ideología nacionalcatólica y el Estado totalitario encontraron en esta legislación un arma poderosa para disciplinar a la sociedad e imponer su proyecto político. Así, estamos ante víctimas de un régimen que las definía como enemigas de la patria y un peligro para la sociedad.

En este sentido, es importante señalar que esta legislación no castigaba delitos, es decir, actos, sino simplemente el hecho de ser. Estas leyes persiguieron a colectivos de personas a los que se presumía peligrosidad criminal por algunas de sus características sexuales, étnicas —en el caso del Pueblo Gitano— o económicas. Además, eran reprimidas con gran dureza, consistiendo las penas bien en la privación de libertad —ya fuera en prisiones o en campos de trabajos forzados—, en el destierro de su lugar de origen o de residencia o bien en su vigilancia a manos de miembros de Falange o de los delegados del Gobierno.

En el caso de las lesbianas hubo importantes particularidades. Más allá del debate de si su supuesta invisibilidad a ojos del régimen las evitó ser represaliadas con este tipo de legislación —aunque hay algunos casos documentados— parece que la persecución que realizó el franquismo —tal y como apunta Lucas R. Platero o Estefanía Sanz Romero en 'Silenciadas'— se realizó desde instancias como la psiquiatría y las órdenes religiosas. Esta realidad específica sumaba la discriminación de ser mujeres a la de su deseo sexual y como apunta María Giralt (fundadora del Col·lectiu de Lesbianes dentro del FAGC) devino para muchas de ellas en la vivencia del terror a ser descubiertas.

A pesar del escasísimo trabajo de investigación que se ha realizado en España y en Euskadi sobre estas vulneraciones de derechos, es posible identificar tres grandes vectores de persecución a través de esta legislación: la homofobia, el antigitanismo y la aporofobia. Se trata de vectores complejos, pues no solo emplean conceptos actuales con los que identificar la motivación de una persecución que en aquel momento histórico se expresaba en otros términos, sino que la represión se llevaba a cabo a través de unos supuestos que en muchos casos eran intercambiables entre sí. No era infrecuente que un “invertido” fuese castigado por el supuesto de prostitución o escándalo público en vez del de homosexualidad, o que personas gitanas lo fueran sistemáticamente por “vagos habituales” —el más frecuente según la asociación de mujeres gitanas ROMI y el investigador Xavier Rothea—, “mendicidad”, carecer de domicilio fijo o su “inclinación al delito”. Por si fuera poco, además, el Reglamento de la Guardia Civil (artículos 4, 5 y 6) hacían referencia directa a la vigilancia escrupulosa de las personas gitanas, el cuestionamiento de sus desplazamientos, sus actividades y modo de vida, o a su detención en caso de no tener documentación.

A la hora de abordar el vector aporofóbico de esta represión es relevante destacar que el mero hecho de carecer de medios y mendigar era un supuesto de persecución, así como no poder justificar el origen de un bien, pero sobre todo que se hacía a partir del concepto de “pobrezas desviadas”. Los investigadores Aarón Suarez y Javier Márquez lo proponen para explicar cómo el franquismo no perseguía toda pobreza, sino que diferenciaría entre una que sería legítima y tolerada de otra pobreza desviada que contravenía los valores del nacionalcatolicismo. Para el primer tipo de pobreza, la dictadura ofrecía algunos escasos recursos benéfico-asistenciales. Para el segundo reservó un duro disciplinamiento con el que trataba de invisibilizar y ocultar a estas vidas perturbadoras para la retórica del régimen.

Llegados a este punto es importante hacer una aproximación desde la interseccionalidad a estas realidades, puesto que existía un importante sesgo de clase social en esta represión. Toni Ruiz, presidente de la Asociación de Ex Presos Srociales, y también Arturo Arnalte —autor de 'Redada de violetas'—, explican cómo había un claro trato de favor cuando se trataba de personas homosexuales vinculadas al régimen o con alto poder adquisitivo. También cómo la propia sanción de la ley implicaba la pérdida del empleo, abocando en muchos casos a la prostitución y a la pobreza. Por su parte, en el caso del Pueblo Gitano, la sobrerrepresentación de las mujeres en las cárceles tenía implicaciones de represión de género muy específicas.

Para dar cuenta de la intensidad y extensión de la represión que representó este derecho del enemigo, la obra 'El látigo y la pluma', de Fernando Olmeda, es una gran referencia. A nivel cuantitativo las fuentes son escasas, pero ofrecen cifras significativas. Por ejemplo, los autores de la obra 'Verdugos impunes' señalan que solo con la ley de peligrosidad social, entre 1974 y 1975, se instruyeron en toda España 58.000 expedientes con 21.000 condenas asociadas. Por su parte, la Asociación de Ex Presos Sociales cifró en 5.000 los homosexuales represaliados con estas leyes a lo largo de todo el franquismo y en 1.000 los encarcelados. En el caso del Pueblo Gitano, el historiador Javier Gómez Calvo señala su altísima presencia en las 5.661 fichas que ha estudiado de personas reclusas que cumplieron pena en establecimientos penitenciarios únicamente de Araba entre 1958 y 1970. La labor de la historia, el derecho o la criminología está llamada a ser clave para identificar a estas víctimas dentro de ese enorme volumen de expedientes en base a criterios claros y justos.

Si las cifras citadas dan una idea aproximada de la enorme magnitud de la represión social durante el franquismo, al ponerlas en relación con las políticas de memoria implementadas para atender esta realidad hallamos una contradicción grave y una enorme deuda pendiente con estas víctimas. Y ello a pesar de la reivindicación que de esta causa realizaron, sobre todo durante los primeros años de la democracia, colectivos sociales como EHGAM en Euskadi, CNT, COPEL o el impulso para derogar esta legislación realizado por parte del diputado gitano Juan de Dios Ramírez Heredia.

En el año 2007 la Ley de Memoria Histórica (artículo 2.2) reconoció como víctimas de la represión a las personas LGTBI junto a otros colectivos —no así al Pueblo Gitano— y abrió la puerta a que se creara la Comisión de indemnizaciones a expresos sociales. Sin embargo, la realidad es que —posiblemente por la inadecuación del procedimiento a las características de estas victimaciones— hasta el año 2012, en que la comisión fue derogada por el Partido Popular, solamente recibió 183 solicitudes de las que tan solo 116 fueron resueltas positivamente. La Ley de Memoria democrática aprobada el año pasado ha habilitado nuevamente esta comisión. Queda por ver con qué resultados.

En Euskadi a diferencia del trabajo realizado con las personas represaliadas durante el franquismo por diferentes causas (personal de las administraciones vascas de la época republicana, personal docente en ikastolas, las colectividades y centros vascos, privación de libertad por supuestos políticos o sindicales, batallones de trabajadores, abusos policiales...), nunca se ha atendido a las represaliadas con las leyes de vagos y maleantes o de peligrosidad social, como tampoco lo hizo en su día la Ley de Amnistía de 1977. Desde el punto de vista del reconocimiento solo consta una actuación en Euskadi: un homenaje el 3 de febrero de 2008 a los homosexuales que pasaron por Nanclares de la Oca.

Por todo lo expuesto es imprescindible y urgente adoptar una serie de medidas desde el ámbito institucional que traten de saldar la enorme deuda que tiene la sociedad vasca con estas víctimas del franquismo. Empezando por el reconocimiento expreso y explícito de todas estas víctimas (LGTBIfobia, antigitanismo y aporofobia), su carácter particular y la deuda existente con ellas aún hoy; siguiendo por garantizar que accedan de forma efectiva a las medidas de reparación económica que les corresponde como víctimas del franquismo, adoptando las instituciones un enfoque proactivo y adaptado al importante estigma que aún pesa sobre estos colectivos y circunstancias; y terminando con el impulso prioritario de estudios e investigaciones que aporten verdad y justicia sobre este conjunto de vulneraciones de derechos. La próxima Ley Vasca de Memoria Histórica y Democrática es una oportunidad inmejorable para todo ello.

martes, 25 de abril de 2023

#hemeroteca #testimonios | Nagore de Arquer: «Sé que hay muchos desistidores y destransicionadores en España, pero no se atreven a hablar»

La Voz de Asturias / Nagore de Arquer //

Nagore de Arquer: «Sé que hay muchos desistidores y destransicionadores en España, pero no se atreven a hablar»

La ovetense que dio marcha atrás en su proceso de cambio de sexo publica «Mamá, soy trans: Una guía para familias de adolescentes con conflictos de género»
Marcos Gutiérrez | La Voz de Asturias, 2023-04-25
https://www.lavozdeasturias.es/noticia/asturias/2023/04/24/nagore-arquer-se-desistidores-destransicionadores-espana-ninguno-atreve-hablar/00031682333623410424482.htm

La ovetense Nagore de Arquer es estudiante de psicología y mujer «desistidora» de un proceso de transición de género. Es, asimismo, una de las impulsoras de Amanda, asociación de madres de niños y niñas trans víctimas de disforia de género de inicio rápido.

A causa de una situación de burlas y acoso escolar y por el hecho de sentirse diferente, Nagore comenzó a experimentar rechazo por su propio cuerpo. En este contexto decide, con quince años, acudir a una psicóloga para tratar de encontrar una solución a su situación. Este momento es visto por ella como un verdadero punto de inflexión, ya que de las sesiones salió convencida de que su problema era que estaba atrapada en un cuerpo que no era el suyo, sino el de un chico.

Pese al rechazo de su familia, Nagore de Arquer decidió pasar los siguientes tres años de su vida vistiéndose, comportándose e incluso haciéndose llamar como un adolescente. Pero algo cambió después de ese periodo. Tras desarrollar un proceso de autoconocimiento y comprender verdaderamente la naturaleza de lo que le ocurría, Nagore decidió ayudar, a través de su historia y experiencia personal, a todas aquellas mujeres jóvenes que expresan su deseo de transicionar. Recientemente ha escrito, junto a José Errasti y Marino Pérez, el libro «Mamá, soy trans: Una guía para familias de adolescentes con conflictos de género» (Deusto, 2023).

Explica que con quince años se definió como trans «por influencia de una psicóloga, que me vio con aspecto masculino, con rechazo de mi cuerpo y gustos tradicionalmente considerados como masculinos». Esa profesional, explica, decidió que la «solución igual era la transición».

Esta ovetense insiste en que «en Internet y redes sociales se me reforzó esa idea, porque en cuanto buscas algo sobre esa temática se refuerza la idea de que la transición hormonal es la única opción». No obstante matiza que «el caso personal no tiene relevancia, porque puedes encontrar ejemplos de la opinión totalmente contraria con argumentos que son igual de válidos». Sin embargo explica que «hay más de 500 casos en Amanda que dicen lo mismo, que en redes sociales se les muestra la idea de que son trans porque tienen gustos masculinos, porque rechazan su cuerpo, usan sudaderas o les gustan las chicas».

Cuando les comunicó a sus padres su decisión tras acudir a la consulta de esta psicóloga, «no lo aceptaron» y le hicieron abandonar las sesiones. Posteriormente comenzó a acudir a la consulta de otra especialista que sí «trataba los problemas de socialización y autoestima que realmente tenía». «Ahí mi situación mejoró, sin que esa psicóloga me dijera ‘tú no eres trans’», añade.

«Ahí mi relación con mi cuerpo mejoró», constata. Nagore de Arquer señala que «en Amanda están ayudando a las niñas con sus problemas y eso sin negar que son trans o no». En este sentido la perspectiva que se adopta es la de «vamos a hacer terapia antes de tomar una decisión irreversible como la hormonación y la cirugía». Esta estudiante de psicología se decidió a escribir «Mamá soy trans» tras comprobar la repercusión de la obra «Nadie nace en un cuerpo equivocado», de José Errasti y Marino Pérez. En ese momento «surge la idea de hacer una guía más práctica para padres y madres».

Explica que, a día de hoy, «hay estudios que demuestran que las ideas suicidas aumentan tras la transición» y que en Internet, redes sociales y desde diferentes colectivos y asociaciones se somete a una fuerte «presión a los padres para que se haga ese cambio lo más rápido posible». Por eso, «los padres se sienten muy solos, porque la única solución que dan los transactivistas es la hormonación».

Considera que entidades como Amanda «muestran estudios lo que pueden hacer y les proporcionan una comunidad en la que apoyarse». Indica que «hasta hace una temporada en Amanda tenían un 30% de desistimiento en Amanda». «De hecho sé que hay muchos desistidores y destransicionadores en España, pero ninguno se atreve a hablar», comenta. Ella misma ha sido objeto de estas presiones. «En mi facultad tengo amenazas», reconoce.

Casi todas las semanas recibe mensajes de gente que le dice que «como se crucen conmigo me pegan una paliza, otros que me dicen que mi historia no merece la pena y los hay que te dicen incluso que te suicides».

«Imaginemos una destransicionadora que le han destrozado el cuerpo, que no ha mejorado psicológicamente y que, encima, se enfrenta a este acoso. A mí hay gente que me ha dejado de hablar», comenta. Nagore de Arquer cree que uno de los principales errores de la ‘Ley trans’ tiene que ver con el hecho de que «quita la obligatoriedad del acompañamiento psicológico». Esta estudiante de psicología y escritora defiende que «las personas trans no son enfermas», sin embargo, constata que en muchos casos padecen la «presión de gente que no les conoce de nada y mete prisa para la transición». En esta línea insiste en que se trata de «un proceso para el que tienes que estar bien psicológicamente, porque si no puedes arrepentirte».

#hemeroteca #transfobia #politica | La Generalitat multa al lobby ultracatólico Hazte Oír con 20.000 euros por su autobús tránsfobo

El País / El bus tránsfobo de HazteOír en Barcelona //

La Generalitat multa al lobby ultracatólico Hazte Oír con 20.000 euros por su autobús tránsfobo

La entidad hizo una campaña en las calles de Barcelona, en noviembre pasado, en contra de la tramitación de la ley ‘trans’
Camilo S. Baquero | El País, 2023-04-25
https://elpais.com/espana/catalunya/2023-04-25/la-generalitat-multa-al-lobby-ultracatolico-hazte-oir-con-20000-euros-por-su-autobus-transfobo.html

La entidad ultracatólica Hazte Oír tendrá que pagar 20.000 euros a la Generalitat por una violación grave a la ley catalana de igualdad de trato. La portavoz del Ejecutivo, Patrícia Plaja, ha anunciado este martes que el departamento de Igualdad y Feminismos ha optado por imponer esa sanción a raíz de la campaña que el lobby hizo en las calles de Barcelona, en noviembre pasado, cuando hizo circular un autobús que exhibía mensajes tránsfobos. Hazte Oír ha sido multada anteriormente pero no ha tenido que pagar pues la justicia ha resuelto que su actividad está protegida por el derecho a la libertad de expresión.

“Las leyes de igualdad no son recomendaciones. Esta sanción, impuesta en aplicación de la ley de igualdad, es un ejemplo claro. Los discursos de odio no tienen cabida en Cataluña”, ha asegurado Plaja en la rueda de prensa semanal posterior al Consell Executiu. La campaña de Hazte Oír, en noviembre del año pasado, coincidió con la tramitación en el Congreso de la ley trans y consistió en que el vehículo luciera mensajes como “No a la mutilación infantil” o “Les niñes no existen”. Los Mossos detuvieron el autobús, instados por el departamento de Igualdad, que posteriormente les abrió un expediente.

Plaja ha explicado que la acción de la entidad “menoscaba” la dignidad de las personas transexuales y supone un atentado al derecho a la identidad de género. La sanción llega cinco meses después de los hechos e implica que la Generalitat ha tipificado como “grave” la falta a la norma de igualdad de trato. En su día, la consejera Tània Verge advirtió que la asociación que también lideró la protesta contra el matrimonio homosexual se podía enfrentar a una multa de hasta 40.000 euros (la parte superior de la horquilla) pero finalmente el expediente fija en 20.000 euros el dinero que se ha de pagar. Igualdad tuvo en cuenta la intencionalidad, la situación de riesgo, la repercusión social y el hecho de no se haya tenido ningún tipo de voluntad de reparar el daño para decidir la cuantía.

El expediente sancionador también impide que el ‘lobby’ pueda solicitar ayudas públicas de la Generalitat por cinco meses. No es la primera vez que recibe multas por sus actividades aunque en algunas ocasiones decisiones judiciales le han librado de tener que pagarlas. El Ayuntamiento de Barcelona les denunció en 2019 por “atentar contra la dignidad de las personas” por un autobús que circuló contra las leyes de violencia machista. La entidad recurrió la multa ante el juzgado contencioso-administrativo número 9 de Barcelona, que estimó parte de las alegaciones, al considerar que los mensajes utilizados forman parte de la libertad de expresión. La Audiencia Nacional ya les retiró la condición de asociación de “utilidad pública”.

#hemeroteca #feminismo #censura | Difracciones sobre la censura, el control y el pensamiento hegemónico

Huffpost / Mani 8M en Sevilla //

Difracciones sobre la censura, el control y el pensamiento hegemónico

Un feminismo fosilizado que se resiste a pasar página no es un feminismo comprometido con la emancipación.
Mariano Beltrán y Lucía Barbudo | Huffpost, 2023-04-25
https://www.huffingtonpost.es/opinion/difracciones-sobre-censura-control-pensamiento-hegemonico.html

"Los feminismos son un espacio de disenso" es una de las muchas frases que deja tras de sí Georgina Orellano en su paso por varias ciudades del estado español con motivo de la presentación de su libro 'Puta feminista'. Pero la activista y sindicalista argentina, referente feminista en la lucha de las trabajadoras sexuales, no sólo dejó frases, libros firmados y charlas para enmarcarlas, sino que tuvo espacios de encuentros con trabajadoras sexuales y aliades en los que estuvimos reflexionando y debatiendo sobre todo tipo de cuestiones que atraviesan a los colectivos actualmente.

Todas las personas que hemos militado en espacios activistas sabemos de la importancia de darnos el espacio para hablar, para dialogarnos las dudas, para confrontar ideas, para compartirnos las prácticas políticas. En los espacios donde conversamos es donde crecemos políticamente. Crecer políticamente, muchas veces, lleva implícito cambiar de opinión: ese suceso extraordinario al que se llega después de un periodo de formación y reflexión. Persistir en ideas enquistadas es declararse fósil, petrificarse, que es lo opuesto al movimiento y al avance. Hay muchos ejemplos en los feminismos que nos ayudan a entender cómo se han reformulado o reconfigurado distintas reivindicaciones a lo largo de la historia. La propia categoría ‘mujer’, baluarte histórico de las luchas feministas occidentales y eurocéntricas blancas, que tuvo su sentido y razón de ser a finales del S.XVIII, vino a ser problematizada por el empuje de las luchas cuir que, en nuestro contexto español, tomaban más y más fuerza allá por los dos miles. Un feminismo fosilizado que se resiste a pasar página no es un feminismo comprometido con la emancipación.

Las feministas que se quedaron en las reivindicaciones de la segunda ola hablan, por ejemplo, del ‘borrado de mujeres’ porque en sus polvorientas trincheras dialécticas rechazan la participación de otros sujetos políticos que se abrieron paso en olas posteriores en los feminismos. Y practican la censura contra todas aquellas que disienten de su cosmovisión, muy parecida en las formas y procesos a la que nos impone el androcentrismo.

La censura no solamente es un elemento que afecta a los procesos de decisión o a los debates mismos, sino que contamina también los productos intelectuales que surgen de esos debates: si despojamos la disidencia de las posiciones de partida en debates que nos atraviesan, no estamos haciendo otra cosa que reforzar la norma androcéntrica que dicta que todo lo que queda en la periferia debe ser o bien cancelado o bien regresado al centro de la norma -sexual, social, reproductiva, etc.-, con toda la violencia simbólica y explícita que ello conlleva.

La académica feminista Donna Haraway reflexiona en su 'Manifiesto para Cyborgs' (1991) acerca del poder, la ciencia y el feminismo, y nos plantea oportunas preguntas que conviene poner en el centro: "¿Tienen las feministas algo nuevo que decir sobre las tormentosas relaciones entre conocimiento y poder? La autoridad feminista y el poder de nombrar, ¿darían al mundo una nueva identidad y una nueva historia? ¿Pueden las feministas dominar la ciencia?".

Esa última pregunta, imprescindible si pretendemos problematizar la reproducción, la sexualidad, la maternidad y los géneros en clave feminista, nos debería llevar a un lugar de reflexión más práctico que teórico: ¿dónde situamos a aquella persona que no piensa como yo? ¿Dónde ubicamos a la disidencia? Para algunos planteamientos teóricos y para algunos medios de comunicación generalistas la disidencia es directamente inubicable: no existe, no puede ser, no tiene cabida, está deslegitimada o no se la reconoce como interlocutora válida. La pluralidad se ha convertido en una amenaza, y la disidencia en un animal mitológico.

La feminista Helene Cixous nos dice en 'La risa de la medusa' (1975/1995) que el pensamiento siempre ha funcionado por oposiciones duales, jerarquizadas. Y el androcentrismo tiene claro que debe seguir reforzando las dicotomías, la lógica del amo y del esclavo, para seguir subsistiendo. Trascendiendo la categoría sexo/genérica del término binarista de ‘androcentrismo’, nos gustaría recalcar que lo usamos para señalar una posición de poder y, por lo tanto lo usamos como categoría política, y no estricta o exclusivamente como una categoría genital correspondiente al sexo/género masculino. Lo que queremos decir con esto es que Margaret Thatcher fue funcional al poder machobélico aunque portara vulva y vagina, así como el feminismo institucional o hegemónico se alinea con el patriarcado copiando y reproduciendo sus lógicas punitivistas y sus estrategias de deslegitimación e invisibilización de determinados discursos y prácticas feministas.

De la misma manera que Paul B. Preciado usa el término ‘minoría’ para referirse, no a una cantidad numérica, sino a una posición de subordinación respecto a una ‘mayoría’ dominante, las disidencias quedan relegadas a una periferia mediática mientras que los centros de poder siguen teniendo los altavoces más potentes y, por ende, los medios de producción de (in)formación y difusión de dicho conocimiento.

De la España franquista aprendimos que hace falta un marco garantista de derechos y libertades para democratizar la información y que, sin la libre accesibilidad a la información, difícilmente se construye una sociedad pensante, una sociedad crítica. Que los principales espacios de la prensa generalista estén cerrados a airear ciertos debates habla más de mordazas que de libertad y de democracia. Podríamos establecer un paralelismo entre la falta de independencia del poder legislativo y el ejecutivo (con el resultado catastrófico que esto tiene para con la justicia) con el hecho de que el periodismo en este país esté supeditado a intereses partidistas y a sus agendas ideológicas.

La censura no puede considerarse una estrategia feminista. ¿Se deduce de esto que todas las opiniones son respetables? ¿O que el feminismo aspira a asimilar toda opinión? Nada más lejos de la realidad. Lo que pretendemos exponer en esta tribuna es que, a la hora de problematizar cuestiones como el trabajo sexual o la gestación por sustitución nuestro marco debería alejarse tanto del positivismo como del relativismo radical para adentrarse en lo que Haraway denominó conocimiento situado.

Seguramente a la hora de emitir opiniones y juicios deberíamos difractar más que reflexionar, deberíamos asumir que ningún concepto puede de facto desligarse de la subjetividad de quien lo enuncia. Y esto también es válido para aquellas personas que censuran los puntos de vista contrarios: asumen que la otra opinión es ‘objetivamente mala’ —y por tanto la propia es la ‘objetivamente buena’—, situándonos así, de nuevo, no sólo en una aburrida y limitante polarización, sino en la lógica de colonizar la mirada ajena, de conquistarla o, en última instancia, de exterminarla. Y qué mejor conocimiento situado que escuchar a las protagonistas hablar en primera persona. Nos ahorramos así caer en discursos victimizantes, infantilizadores, en cuestionar la capacidad de agencia de aquelles que se quieren posicionar como sujetos políticos o entrar en dinámicas de tutelaje, tanto en las prácticas políticas como en las discursivas.

Nos oponemos frontalmente a la censura y al punitivismo. Mirarnos en la mirada de la otra y reconocernos como diferentes debería ampliar nuestra propia cosmovisión, no achicarla. El miedo al disenso y los intentos de cancelación solo significan una cosa: el androcentrismo ha hecho muy bien su trabajo en los espacios políticos, en los medios de comunicación. El andrós y sus procesos siguen conquistando inevitablemente el sistema, el poder y la retórica que lo acompaña.

#hemeroteca #feminismo #punitivismo | Una agenda propia para el feminismo de las de abajo

ctxt / Protesta feminista contra la sentencia de La Manada. Bacelona, 2018 //

Una agenda propia para el feminismo de las de abajo

Tanto la ley de paridad como la del ‘solo sí es sí’ han sido redactadas bajo la óptica que da pertenecer a una determinada capa social privilegiada
Nuria Alabao | ctxt, 2023-04-25
https://ctxt.es/es/20230401/Firmas/42741/Nuria-Alabao-violencia-sexual-ley-paridad-feminismo-punitivismo.htm 

Dos de los logros feministas más recientes en el ámbito institucional han sido la ley de paridad, que fija por ley el tanto por ciento de mujeres que tienen que estar en determinados puestos de poder –como consejos de administración, gobiernos y listas electorales–, y la ley del ‘sí es sí’. Aunque esta nueva norma tenga una parte de reparación y asistencia a las víctimas, no podemos olvidar que también se está utilizando para reforzar el Código Penal: incluye nuevos delitos como el acoso callejero, medidas cautelares más duras y dificulta el acceso a beneficios penitenciarios como el tercer grado. Y aunque parece que en principio no era su objetivo, al final está consolidando también penas más altas; tanto el PSOE como Podemos han acabado confluyendo aquí. Este es el resultado final de una ley que se ha justificado por las movilizaciones feministas de estos años.

En las últimas dos décadas, el derecho penal sexual ha pasado a ser uno de los principales campos de experimentación del populismo penal: cada reforma endurece sistemáticamente las respuestas y las aproxima peligrosamente a los derechos penales excepcionales de los delitos de terrorismo, como señalan muchos juristas. Esta parece que no va a ser la excepción en un país que tiene una de las poblaciones carcelarias más numerosas de Europa mientras mantiene índices de criminalidad muy bajos. De manera que, bajo la bandera de la lucha contra la violencia machista, se está legitimando y reforzando el sistema de encarcelamiento, policial y represivo. También se ha defendido esta norma desde el feminismo de base –que se autodenomina “antipunitivo”– ya que contiene una parte asistencial. Sin embargo, nada impedía aprobar las medidas de asistencia –que necesitan presupuesto para implementarse– sin el penal –de aplicación automática y en principio más “barato”, aunque en definitiva implique la ampliación indirecta del presupuesto para sostener la pata represiva del Estado. En realidad, las cárceles y las fuerzas de seguridad del Estado salen caras si se piensa en todo el dinero que se deja de invertir en derechos sociales –también para las mujeres–. Además, tenemos pendiente una reflexión sobre por qué se tendría que condicionar el acceso a algunos de estos derechos que deberían ser universales –vivienda, renta, etc.– al hecho de ser categorizada primero como víctima.

Se dice que la nueva ley de Libertad Sexual está redactada para “proteger a las mujeres”, pero ¿a qué mujeres? Las que piensan en el sistema penal como una solución son las que tienen una experiencia del Estado como protector antes que opresor. No pertenecen a grupos que han sido categorizados como prescindibles, indignos de protección o no ciudadanos. Muchas de las “víctimas” –este también es un estatuto al que no pueden acceder todas– no se sentirán protegidas por esta ley porque no encajan en los estándares de la clase media blanca. Son las que se encuentran en la base de la pirámide social: las migrantes sin papeles, las trabajadoras sexuales, las mujeres trans o las gitanas pobres, y muchas otras que tienen hijos, compañeros o amigos en prisión –o han sido ellas mismas encarceladas–. Es decir, muchísimas mujeres pobres ni tienen fe en la justicia, ni pueden pagarse una buena abogada, ni la policía representa para ellas una imagen de seguridad. Algunas además dependen económicamente de los hombres que las han agredido o comparten hijos con ellos y por eso no denuncian, como ya expliqué en este artículo. Otras tampoco pueden hacerlo, aunque hayan sufrido violencias por miedo a ser expulsadas del país. Los CIES están llenos de mujeres afectadas por estas violencias a las que se suma la violencia que ejercen sobre ellas las instituciones del Estado. Apelar al sistema criminal, reforzarlo, legitimarlo, tiene impactos en las personas más desfavorecidas –racializadas y migrantes– y en las que están más abajo en general. Es una cuestión de clase, como explica Alison Phipps. Los principales problemas de estas mujeres son no tener papeles, no tener vivienda, no tener trabajo ni dinero, y otros muchos asociados con la pobreza y la falta de recursos. Muchas de ellas dicen que haber sufrido violencia sexual solo es uno más de esos problemas, probablemente no el más importante, como explica por ejemplo Laura Macaya en sus charlas a partir de su experiencia atendiendo a mujeres de barrios marginales como El Raval de Barcelona. Quizás esta óptica es difícil de entender para las que no tienen que enfrentarse a estos problemas.

El aumento de penas, los nuevos delitos, las dificultades para excarcelar o sustituir penas de reclusión, pueden acabar perjudicando a estas mujeres y a su entorno, y a los que ya están en el punto de mira. Por ejemplo, sorprendentemente la nueva ley castiga más a los menores, con una pena mínima de reclusión de un año, ¿a quién van a acabar encerrando, a un alumno de Nuestra Señora del Pilar donde estudia la jet-set o a un niño marroquí que migra solo y que únicamente por eso ya es sospechoso? ¿A qué sujetos se va a aplicar el acoso callejero y cómo se puede utilizar ese delito para reafirmar el control del espacio público? (Aunque se haya insistido en que se llame a todo agresión, hay que recordar que podemos estar hablando de conductas de muy diversa gravedad.) Las leyes penales no impactan sobre todos por igual. Con la excusa de proteger a las mujeres se puede acabar legitimado la violencia contra comunidades marginalizadas, como explica Phipps.

No podemos mirar para otro lado ante cuestiones como la brutalidad policial, la violencia sexual endémica en las prisiones o el racismo sistémico que se materializa en las cárceles, ni pensar que vale todo para “proteger” a las mujeres blancas de clase media de la amenaza sexual. Así, la ley de paridad y la del ‘solo sí es sí’ tienen algo en común: han sido redactadas bajo la óptica que da pertenecer a una determinada capa social privilegiada.

Además, no hay que olvidar que en la violencia contra las mujeres se entrecruzan tanto el patriarcado como el capitalismo y el colonialismo. A partir de elementos como la raza o el género, el capitalismo divide y estratifica a las poblaciones para poder explotarlas mejor, sobre todo en el ámbito del trabajo. La violencia sexual sirve para sujetar a las mujeres a esta posición subordinada. Sin embargo, se suele enfrentar esta cuestión únicamente desde el marco de los comportamientos individuales de determinados hombres “malos” a los que hay que castigar penalmente. Normalmente no se habla de cómo la desposesión capitalista y sus consecuencias sociales –desempleo, problemas de salud mental, explotación, etc.– están vinculadas con la reproducción de esa violencia, como explica Phipps. Además, el sistema penal y carcelario es una herramienta de control –para enfrentar las consecuencias del empobrecimiento o para frenar las propias luchas de transformación– y de reproducción de la violencia estructural. En realidad, la prisión es una escuela de violadores, un espacio donde se reafirman los peores aspectos de la masculinidad y el machismo, y donde cuantos más años se pasan más difícil es la reinserción, y por tanto, aumenta la posibilidad de reincidencia. Acabar con la violencia tiene que ver, pues, con apuntar más lejos: con desarmar este orden de dominación, con cambios culturales y estructurales, y por tanto con la lucha por la justicia social, no penal. Así que poner el acento en este tipo de leyes no solo no va acabar con la violencia sexual, sino que con ello podemos estar apuntalando este régimen de desigualdad. La violencia sexual es terror; también lo puede ser la forma en que se aborda y controla, dice Phipps, sobre todo si acaba, como en este caso, en una subida de penas.

¿Repensar nuestras prioridades?
El feminismo no debería quedar atrapado en la cuestión sexual cuando no hay una mirada de clase, como expliqué con más profundidad en este artículo. Centrar nuestras luchas en la cuestión de la violencia, si no forman parte de un proceso de transformación más amplio, nos enreda en debates que nos despotencian. Además, como hemos visto, estas luchas pueden acabar siendo instrumentalizadas para la aprobación de leyes que van en contra de nuestros objetivos. Tenemos pues un reto enorme a la hora de imaginar líneas políticas y propuestas que se desmarquen frontalmente del clima punitivista imperante y de las lógicas que se han infiltrado entre nosotras mismas. Un objetivo prioritario debería ser la mejora de la autonomía económica de las mujeres –sobre todo de las que más lo necesitan–, ya que aquí convergen la lucha contra las violencias y contra la opresión. Mejorar esta autonomía posibilita tener más posibilidades de huir de la situación de violencia o enfrentarla con mayor capacidad, y también aumenta las posibilidades de organizarnos y de impulsar nuestras luchas contra la propia violencia del sistema. Por tanto, tendríamos que apuntar a las políticas de vivienda, de redistribución de renta, de ampliación de la democracia e incluso por la protección de los derechos civiles –la lucha contra la Ley Mordaza, sin ir más lejos–.

El feminismo antipunitivo pone el foco en eliminar aquello que causa violencia y busca alternativas al modelo existente, acordando y fortaleciendo otras formas de comprender y practicar la justicia. La justicia transformativa no es únicamente reparar el daño que la violencia ha causado a la víctima, sino influir sobre las condiciones (materiales y simbólicas, culturales, sociales, políticas, económicas...) que han posibilitado la violencia misma, con el fin de transformarlas. Aquí entraría la propia cárcel y la cultura del castigo, pero también las condiciones de vida.

Hacerse con el capital político del feminismo e instrumentalizarlo para sus propios fines, como hace el feminismo institucional, es más difícil si está construido en términos materiales: no queremos cuotas en consejos de administración, sino acabar con las diferencias radicales de salario y condiciones entre los distintos trabajos, y también terminar, como fin último, con el trabajo asalariado y la propiedad privada. Solo desde este “feminismo situado” y desde los conflictos concretos –en el sindicalismo social, en las luchas de vivienda, en las luchas laborales, etc.– podremos preservar nuestra autonomía como movimiento, dejar de trabajar para el feminismo institucional y de adoptar su agenda como propia –en tiempos de precampaña electoral–. Aunque el debate sobre el consentimiento y su significado ha sido importante para el cambio cultural, cuando se lleva al terreno de la ley penal, en realidad estamos discutiendo un tecnicismo legal –si tiene que haber dos tipos penales como antes o uno solo donde la pena se module a partir de los agravantes como ahora–, porque por más que se repita la propaganda, la ley no invierte la carga de la prueba –por suerte, ya que esto subvertiría todo el sistema de garantías procesales– y seguiremos teniendo que demostrar la agresión. Por tanto, ¿debería ser la discusión de tecnicismos legales del sistema penal una prioridad del feminismo de transformación? ¿Tenemos que ignorar las subidas de penas que se están produciendo o trabajar por acabar con las cárceles? ¿Hay que salir a la calle a defender una ley penal en vez de manifestarnos a favor de una ley de vivienda más garantista justo cuando esta se está negociando? ¿Hay que privilegiar la violencia sexual por encima de otras violencias como la de ser desahuciada o de que te quiten a tus hijos por no tener casa o con quién dejarlos cuando trabajas? ¿Cuál es nuestra agenda y cuáles son nuestras prioridades?

lunes, 24 de abril de 2023

#hemeroteca #trans | La difícil vida de Sandra Almodóvar: la artista e imitadora de Sara Montiel que vive en Torremolinos

El Español / Sandra Almodóvar //

La difícil vida de Sandra Almodóvar: la artista e imitadora de Sara Montiel que vive en Torremolinos

Fue encarcelada y vejada en los 70 por su condición sexual, aunque ha desarrollado una carrera profesional que le llevó incluso a participar en la película 'La mala educación' de Pedro Almodóvar.
Némesis Fuster | El Español, 2023-04-24
https://www.elespanol.com/malaga/vivir/20230424/dificil-sandra-almodovar-imitadora-sara-montiel-torremolinos/758424171_0.html

¿Qué haría si un policía se acercara a usted mientras charla animadamente con sus amigos y le colocara una pistola en la sien a la vez que le llama pervertido y comenta cuánto asco le provoca? Ella se orinó encima. Posteriormente la llevaron a comisaría.

Le exigieron que firmara un papel bajo el pretexto de que tras hacerlo saldría de allí en 10 minutos, pero lo que ella no sabía es que estaba firmando ‘su sentencia’ para entrar en la cárcel de Extremadura.

Ocurrió a principios de los años 70. Si no la conoce y le pregunta cómo fue aquel año y medio que estuvo en la cárcel por la Ley de Vagos y Maleantes, le dirá que lo pasó bien. Como decía Frida Kahlo aun en sus peores instantes, "nada es más valioso que la risa". Pero la realidad es otra y se esconde entre capas de tormento. Sufrió vejaciones inimaginables por parte de la policía:

—Allí si no dejabas que te violaran te hacían la vida imposible—, recuerda.

Hacía balones de reglamento, limpiaba y fregaba a cambio de tres pesetas. Trabajó durísimo para no llamar la atención y simular ser alguien que metió la pata; que no sabía qué hacía. Fingiendo ser la equivocada en vez del mundo en el que vivía.

Así es ella, está acostumbrada a que la vida le ponga la zancadilla y a levantarse después, aunque no del todo ilesa. Porque las estrellas que más brillan en el firmamento han tenido que pasar por mucho. Y el propósito de esta en concreto, de Sandra ‘Almodóvar’, es hacer que la gente sonría, independientemente de cómo se sienta.

El día a día
A las 12 del mediodía de un domingo cualquiera en Torremolinos puede ver a una señora ataviada con un vestido largo o un traje de chaqueta con un sombrero a juego para protegerse del sol, está realizando los quehaceres diarios. Comprando fruta, pan. Sus gestos son delicados y sus palabras, si te acercas a escucharlas, siempre son correctas. Se define sí misma como "una persona educada" y después, realizada como mujer. En una sociedad que está acostumbrada a poner por encima del individuo el género o su orientación sexual resulta, cuanto menos, extraña esta afirmación.

A simple vista no podría distinguirse de cualquier otra señora ya entrada en años. Tiene más de 70 y comienza a intuirse el paso del tiempo en su manera de andar, aunque, cuando lleva zapatos de tacón su pose cambia y sus pasos se vuelven elegantes, más ágiles, convirtiéndola, de nuevo, en esa estrella, en la chica Almodóvar; protagonista de ‘La mala educación’ (2004); del documental en el que narra sus vivencias, ‘Sandra o Luis’ (2005) y de algún que otro cameo.

—Y también apareció en ‘La Vida Chipén’, de Vanesa Benítez Zamora—, añade José Ramón Fernández Serrano, su mánager, el que le organiza los bolos.

Estamos delante de la mejor imitadora de Sara Montiel.

La duda acecha: ¿por qué imitar a Sara Montiel y no a cualquier otra? Entonces sus ojos se llenan de un amor que no tiene descripción. De alguien que ha tenido algo parecido a una experiencia religiosa o ha presenciado un milagro y, cada vez que lo rememora, vuelve a sentir lo mismo.

—Siempre la he admirado, no había nadie en el mundo como ella—, confiesa.

Su primer encuentro ocurrió hace años, Sandra estaba actuando y entre el océano de asientos Sara se diluía, como si fuera alguien más, como si no lo significase todo para ella.

—Vino a una de mis actuaciones y se me paró el corazón. Cuando recogió el ramo de flores que le di y la tuve tan cerca… Fue mágico.

Quien la conoce la saluda efusivamente, al fin y al cabo es un icono del pueblo, pero mucha gente aparta la vista o susurra vaya usted a saber qué sobre ella. Hay quien simplemente la llama "maricón" o la empuja, como aquella vez que, regresando a altas horas de la madrugada de trabajar, le dieron una paliza. Pero no quiere recordar las cosas malas, los malos momentos.

—Cuando veo que mis canciones o mis chistes hacen que hasta el más gilipollas se ría, sé que merece la pena—, cuenta, mientras se coloca una de sus muchas pelucas y se acicala para zambullirse en la noche. Aunque no le apeteciera hacerlo, tiene que salir, ya que el alquiler de su apartamento no se paga solo. Zeus, su perro, un grandullón mimoso, mueve la cola y se sienta para esperar su regreso.

Esta noche de sábado es fría, probablemente le apeteciera quedarse en casa, calentita, con su bata de satén.

—¿Cómo voy a salir con la bata? No, no. ¿Cuál me pongo hoy? —, pregunta para sí misma, rebuscando en el armario “de trabajo”.

El vestido por el que se decanta es corto y deja entrever sus pechos, los cuales no tiene pudor en mostrar. ¡Sus pechos! Está tan orgullosa de tenerlos. Dice que ya se sentía mujer antes de ponérselos, en 1973, pero hasta entonces habla sobre sí misma en género masculino, por lo que puede leerse entre líneas que significó un antes y un después para ella.

Sandra nació con el nombre equivocado, en el cuerpo equivocado y en el momento equivocado. Visto de esta manera, todo parece una equivocación.

—La vida es una prueba. Ensayo y error, ensayo y error...—, susurra.

Como los vecinos se quejaron del ruido, ya no puede actuar. Hasta hace poco podíamos encontrarla en el bar ‘Pourquoi-Pas?’ de Torremolinos, en todo su esplendor, pero ahora, de miércoles a sábado es su relaciones públicas. Se sienta en un taburete en la entrada o va de aquí para allá contoneándose, arrancando sonrisas a todo aquel que pase por ahí con comentarios subidos de tono. Hablando de su vida. Recolectando monedas para comprarse un paquete de tabaco.

Cuenta que en ocasiones acude al estanco con las monedas que ha reunido y el dueño le pregunta cuánto dinero tiene. Independientemente de lo que tenga, se lo da. Una vez le regaló una camiseta con publicidad por si podía ponérsela cuando saliera y patrocinar el estanco, pero era tan pequeña que le sirve de bufanda.

Se siente muy orgullosa de su trabajo y una amiga que trabaja en un pub cercano enseña un vídeo que oscila entre dos artistas: Sara Montiel y la propia Sandra. ‘La violetera’ es el trasfondo de un recuerdo que permanece tan vivo que parece que de un momento a otro saldrá de la pantalla.

Matías, un amigo que está sentado cerca, comenta: —Y llega un momento en el que se confunden las escenas y no sabes quién es quién.

Ocurre, llega un instante el que ambas artistas se fusionan en una sola. Los mismos gestos, el mismo vestuario.

Un vistazo al pasado
Mientras tanto, Sandra observa el vídeo como si nunca antes lo hubiera visto. Retrocede a otra época, cuando, siendo niña, ya se vestía de Karina; usaba las sábanas para hacerse vestidos o le quitaba la ropa a su madre. Cree que su madre debía saberlo, porque siempre tuvo tendencias femeninas. La apoyó e incluso le enseñaba cómo debía colocar las manos para que no se le notara. Porque Sandra era Luis delante de su padre, capitán de la legión. Tenía que fingir una voz más árida, debía ensayar gestos masculinos y ponerse ropa ‘de hombres’.

Los recuerdos estallan. Su cuerpo permanece aquí, pero su mente está en otra parte.

El desdén de su padre.

El segundo donde la lágrima que nunca emergió se cristalizó en el tiempo.

Unos labios de los que normalmente emergían malas palabras, pidiéndole perdón por cómo la había tratado.

—¿De verdad me estás diciendo que lo sientes, papá? Claro que te perdono…

Al final de su vida, cuando ya estaba muriéndose, le pidió perdón.

—Lo que él no quería era tener un hijo así... de esta manera..., maricón. Para él lo mío era una enfermedad que debía curar a base de hostias. Quería que yo fuera alguien normal. Cuando regresaba del cuartel yo tenía que fingir doble personalidad. En casa ayudaba a mi madre con las tareas del hogar, yo era la niña de su corazón. Pero cuando venía mi padre lo pasaba mal; quería poner la voz adecuada pero no me salía, así que me ponía las manos detrás de la espalda y me quedaba rígida.

Solo tenía ocho años.

—Yo era por aquel entonces un muñeco muy roto y no guardo rencor porque ya pasó. Aun así, lo llevo dentro de mí. Con 14 años dejé la ciudad donde nací, Melilla, abandonando todo eso, y me vine a Málaga para trabajar como camarero, limpiando. Y poco a poco fui haciéndome un hueco como artista.

Se desvanece la sonrisa y sus habituales chistes cuando rememora, pero dura tan poco que parece una ilusión. Enseguida cambia de tema. Las estrellas tienen que seguir brillando y el dolor las impulsa a convertirse en fugaces. Ella no es fugaz. Como reitera, debe permanecer en la vía láctea hasta el último suspiro de esta.

—Y aquí estamos, luchando en la vida, haciendo un trabajo digno. Y estoy ahora feliz. Tengo a mis amigos, gente que me quiere.

Un círculo con el que puede ser ella misma. Sin maquillaje, sin actuar. Sin importar qué es o su estado de ánimo.

Quien la ha conocido aprecia el halo que la rodea. Quien la ha visto actuar ha podido presenciar cuánto puede brillar. Un brillo que no se puede apagar, ni detener; alumbrando las noches más oscuras de muchas personas que necesitan lo que puede aportar: ver el lado bueno de las cosas. Y para eso, solo tiene que sentarse a su lado y dejarse contagiar por su alegría y afán de hacer de este un mundo mejor, lo que no es poco.

Némesis Fuster es estudiante de la facultad de Periodismo en la Universidad de Málaga y participa en la sección 'La cantera periodística de la UMA' a través de la cual El Español de Málaga da su primera oportunidad a los jóvenes talentos.

#hemeroteca #memoria | Rodrigo Cuevas respondió a Miguel Bosé sobre la "libertad" en la Transición: "¿Cómo no saliste del armario hace 40 años?"

El Diario / Rodrigo Cuevas en 'Lo de Évole' //

Rodrigo Cuevas respondió a Miguel Bosé sobre la "libertad" en la Transición: "¿Cómo no saliste del armario hace 40 años?"

El artista fue tajante y respondió a Jordi Évole sobre la tendencia que existe al afirmar que en el pasado había más libertad que en la actualidad
Paula Hergar | verTele, El Diario, 2023-04-24
https://vertele.eldiario.es/noticias/rodrigo-cuevas-respondio-miguel-bose-libertad-transicion-no-saliste-armario-40-anos_1_10145103.html

‘Lo de Évole’ se desplazó hasta Caperea, una aldea asturiana de 13 habitantes, para entrevistar a Rodrigo Cuevas. Músico, showman, artista, agitador folclórico y uno de los últimos iconos de la escena musical española que, como Rosalía o C Tangana, ha apuntalado su carrera en la reinterpretación y actualización de la música tradicional.

Cuevas reflexionó en laSexta sobre cómo ha llevado a escenarios de todo el mundo (París, Miami o Dubai) sus versiones de coplas, fandangos, muñeiras o xiringüelus. Así como agradeció tanto a hipsters como a gente mayor que se dejaran conquistar por su música: “El folklore nos pone a todos en el mismo sitio”.

Pero más allá del arte, Cuevas también reivindicó la vida lejos de la gran ciudad. La de la España vaciada que se resiste a desaparecer y donde vive con su novio, dos burros, algunas gallinas y un perro. Y con sus vecinos, porque como él dice, en un pueblo así tu vecindario es como parte de la familia o como compañeros de piso, la intimidad no existe.

Habló de lo mucho que odia a las “máquinas que nos empeoran la calidad de vida”, aunque sí que tiene televisión porque aseguró haber visto la entrevista de Miguel Bosé en El Hormiguero. Al saberlo, el presentador le preguntó por la afirmación de Bosé sobre que en la Transición había más libertad que en la actualidad. “Eso es mentira”, respondió contundente Cuevas.

Y lo argumentó: “Chico, ¿y por qué no saliste del armario hace 40 años? Y todo lo que cuentas de tu familia, de cuando te pillaron, de que te obligaban a matar un ciervo... ¿te parecía que eso era más libertad que educar normalmente a un hijo en la verdadera libertad? Que ellos vivieran con más libertad porque les daba igual lo que pasara a su alrededor, porque eso es lo que pasa en la juventud, no quiere decir que la sociedad fuera más libre”.

Para zanjar con la siguiente reflexión: “Les jode que, de repente, haya gente que haya dicho 'hasta aquí, ya no te vas a burlar más de mí. Ya no vas a poder hacer un chiste, como hizo Martes y 13 sobre una mujer maltratada, porque esto no es una situación de risa”, aseguró de forma contundente.