Imagen: El Español / Laura y Alex, pareja de asexuales |
Son pareja desde hace un año, viven juntos, pero no recuerdan la última vez que tuvieron sexo. Forman parte del 1% de la población que no siente atracción sexual.
Ana Delgado | El Español, 2017-03-19
http://www.elespanol.com/reportajes/grandes-historias/20170317/201480434_0.html
Son novios, viven juntos, pero no recuerdan la última vez que tuvieron sexo. Forman parte del 1% de la población que carece de deseo sexual.
Laura y Alex viven juntos desde hace nueve meses. Desde que se conocieron hace un año no se han separado. Tienen 23 años y sus amigos dicen que cuando están juntos son muy cursis. Se miran como si no existiera nadie más que el otro. Caminan de la mano por la calle. Están siempre juntos, pero no recuerdan la última vez que tuvieron sexo. Y eso no es un problema. Son asexuales.
El 1% de la población carece de deseo sexual, según recabó en un amplio estudio el sexólogo Anthony F. Bogart. Laura y Alex forman parte de ese porcentaje, aunque hasta hace muy poco tiempo no lo sabían. Son asexuales, un vocablo desconocido para la gran parte de la población, según cuentan. “La gente asume que es algo que te inventas para llamar la atención o te dicen que es normal que no sientas atracción sexual por todo el mundo, no entienden que no es atracción por nadie”, sentencia Laura. “El comentario más habitual -interrumpe Alex- es que somos feos o que lo que nos hace falta es un buen polvo”.
Pero Laura y Alex pueden echar todos los polvos que quieran, aunque no lo hagan. La asexualidad, explica la psicóloga Martina González, no es una ni una patología, ni una disfunción. “Nosotros podemos follar, pero no queremos”, afirma la pareja. La asexualidad se define como la ausencia de atracción sexual, pero “no es una elección”, sentencia González, “es una orientación, como tantas otras que hay en el espectro sexual”.
“Antes me sentía forzada”
Antes de conocer a Alex, Laura tuvo otros novios con los que sí mantenía relaciones sexuales: “No me sentía a disgusto, pero sí me sentía forzada, era mi pareja y tenía que complacerla”.
Cuando Laura hablaba con sus amigas se daba cuenta de que algo fallaba. “No entendía cómo le daban tanta importancia a las relaciones sexuales en una relación. Me decían que el sexo suponía más del 60% y para mí era simplemente un añadido; no era ni de lejos algo primordial”. Pero un día, por casualidad, la palabra asexual apareció en la pantalla de su televisión y le llamó la atención. Fue a “preguntarle a Google” y comenzó a leer definiciones. “Cuando te encuentras con esa información comienzas a pararte a pensar en cosas que antes habían pasado desapercibidas, yo jamás me había preguntado qué era la atracción sexual y llegué a la conclusión de que en mi vida había sentido eso por nadie”.
Ahora se siente liberada. “Cuando supe qué era la asexualidad entendí que no me pasaba nada, que soy así y punto. Y que no tengo que dar explicaciones a nadie ni fingir que soy una persona que no soy”.
“Tenía que ser el macho dominante”
Alex afirma que su caso fue “más dramático”. “Tuve una relación con una chica y para ella el sexo era muy importante y para mí no, esto me frustraba mucho y buscaba por todos los medios lo que me estaba pasando. Quería respuestas”.
Pero la frustración no solo le pasaba factura a él, también a la que entonces era su novia: “Como yo no quería sexo nunca o casi nunca, ella se sentía obligada a tomar el papel activo, pero no le hacía gracia porque no estaba acostumbrada. Aún se mantiene el estereotipo de que el hombre es el macho dominante que tiene que estar dispuesto a tener sexo salvaje 24 horas al día, siete días a la semana y que es la mujer la que se tiene que dejar o, si no, decir que le duele la cabeza”, afirma.
¿Por qué? “Porque la educación sexual es inexistente. En pleno siglo XXI sigue siendo un tema tabú y el patriarcado nos ha marcado y nos marca mucho. Nos enseñan como máximo cómo se pone un condón, no se habla de orientaciones, de identidades de género y por ese desconocimiento vienen los problemas”.
¿Qué problemas? “Hay quien va al psiquiatra y le dan medicación o cree que es por algún trauma -explica Laura-. Esa situación genera mucha angustia porque el sexo está presente en la sociedad a todas horas y uno no entiende por qué”.
La asexualidad no aparece en la RAE
El día que Alex supo que su falta de apetencia sexual tenía un nombre se fue a su ordenador y tecleó ‘asexualidad’ -un vocablo que no recoge la RAE-. El primer resultado fue AVENes, la red para la Educación y la visibilidad de la Asexualidad, a partir de Asexuality Visibility and Education Network, una plataforma que funciona a nivel mundial y que proporciona información. Pero sobre todo es un foro que “hace que te sientas parte de algo y que no eres raro”.
Hay perfiles de todo tipo. “Sobre todo mucha gente joven, pero también gente mayor, hay un grupo considerable de personas de más de 40 años. Hay quien lleva casado 20 años y ha tenido hijos, su situación es más complicada. ¿Cómo se lo dices a tu pareja? Yo te puedo decir que con mis parejas anteriores no me sentía a gusto, pero no es lo mismo”, explica Laura.
“Aunque es más probable que descubras que eres asexual con 20 años que con 40 -dice Alex-, los jóvenes estamos continuamente en internet y en las redes sociales, investigas porque tienes las herramientas para hacerlo. Sin embargo, la gente mayor casi no tiene perfiles en las redes sociales, probablemente sólo se entere por la tele o los periódicos, tienen menos probabilidades. Aunque cada vez que sale un artículo sobre nosotros siempre hay una oleada de personas que van al foro y se registran”. Hoy la red no sólo se limita al foro, hoy cuentan con todo tipo de vías: grupos de Facebook, Whatsapp, Telegram… y quedadas.
La vida sexual de un asexual
El año pasado ambos fueron, por separado, a la quedada anual que AVENes celebra en Madrid. “Allí comenzó todo”, dice Alex mirando a Laura mientras sonríe. Él llegó a España desde Rusia con su familia hace diez años y se dedica a la seguridad informática. Ella nació y creció en Valdemoro y es estudiante. En julio Alex tenía que cambiar de piso, Laura quería dejar de vivir a las afueras y “excusas aparte, nos apetecía vivir juntos”.
¿Hace cuánto que no tenéis relaciones sexuales?
“Yo no me acuerdo la última vez que lo hicimos…”, dice Laura.
“Creo que las hemos tenido pero hace mucho tiempo... quizá vuelva a ocurrir”, afirma Alex.
“Tenemos un vago recuerdo, es cada muchísimo tiempo, en un año se puede contar con los dedos de una mano -sentencia Laura-. Pero eso no significa que no seamos cariñosos, nosotros nos abrazamos muchísimo porque nos encanta a los dos. Es algo que está alejado de la orientación sexual”.
¿Os besáis?
“Besos no nos damos tantos, nos podemos dar uno pero no es lo habitual… Pueden ser besos con labios o en la mejilla, pero ni con lengua ni con nada, no somos muy apasionados”.
Laura y Alex comparten casa y cama y para ellos el sexo ha dejado de ser un tema tabú: “Yo lo que más agradezco, en comparación a mis otras relaciones donde se daba por hecho que había que tener relaciones sexuales, es que para nosotros existe la pregunta de ¿te apetece?”, dice Laura. “No querer tener sexo ha dejado de ser un drama, antes conllevaba las típicas discusiones de es que ya no te gusto, no te atraigo o me estás poniendo los cuernos. Preguntas a las que uno no sabía qué contestar”, dice Alex.
Ninguno siente atracción sexual, lo que no significa que no respondan a estímulos físicos, explica Alex: “Porque la fisiología no tiene nada que ver con la cabeza. De la misma manera una persona homosexual puede querer tener sexo todos los días, una vez a la semana o una vez al año con su ser más querido, no deja de ser homo por eso. Un asexual se puede masturbar todos los días y no pasa nada”.
¿Vosotros os masturbáis?
“Regularmente no, de vez en cuando sí”, dice Laura.
“Sí -dice Alex-. Pero en mi caso y creo en que el de otros asexuales la masturbación se puede considerar más que un acto sexual un medio para conseguir un fin como, por ejemplo, relajarse, dormirse más rápido o desestresarse. No es solamente como algo placentero e inherentemente sexual, sino como tomar un baño caliente con burbujas”.
¿Una persona asexual se excita con la pornografía?
“Mucha gente asexual tiene fantasías sexuales y cuando se masturba imagina cosas, los estímulos están ahí. Cada uno ve o imagina lo que quiere, porque cada cual tiene sus fetiches, pero no tiene nada que ver con la orientación. Una persona puede ser hetero y que le ponga ver a dos personas del mismo sexo haciéndolo, eso no lo hace menos heterosexual”, explica Alex.
“Hay miles de maneras de vivir el amor -interrumpe Laura-. Cuando la gente me pregunta cómo puede un asexual tener relaciones y seguir siéndolo les pregunto: ¿No os habéis acostado nunca por nadie que no sintierais atracción sexual? Y se calla, porque hacer el amor o acariciarte con alguien no sólo es por pura atracción, los sentimientos cuentan y también puedes acostarte con alguien que no te gusta sólo por echar un polvo, ¿cuántas veces comemos sin hambre?”.
Invisibles
Laura y Alex viven juntos desde hace nueve meses. Desde que se conocieron hace un año no se han separado. Tienen 23 años y sus amigos dicen que cuando están juntos son muy cursis. Se miran como si no existiera nadie más que el otro. Caminan de la mano por la calle. Están siempre juntos, pero no recuerdan la última vez que tuvieron sexo. Y eso no es un problema. Son asexuales.
El 1% de la población carece de deseo sexual, según recabó en un amplio estudio el sexólogo Anthony F. Bogart. Laura y Alex forman parte de ese porcentaje, aunque hasta hace muy poco tiempo no lo sabían. Son asexuales, un vocablo desconocido para la gran parte de la población, según cuentan. “La gente asume que es algo que te inventas para llamar la atención o te dicen que es normal que no sientas atracción sexual por todo el mundo, no entienden que no es atracción por nadie”, sentencia Laura. “El comentario más habitual -interrumpe Alex- es que somos feos o que lo que nos hace falta es un buen polvo”.
Pero Laura y Alex pueden echar todos los polvos que quieran, aunque no lo hagan. La asexualidad, explica la psicóloga Martina González, no es una ni una patología, ni una disfunción. “Nosotros podemos follar, pero no queremos”, afirma la pareja. La asexualidad se define como la ausencia de atracción sexual, pero “no es una elección”, sentencia González, “es una orientación, como tantas otras que hay en el espectro sexual”.
“Antes me sentía forzada”
Antes de conocer a Alex, Laura tuvo otros novios con los que sí mantenía relaciones sexuales: “No me sentía a disgusto, pero sí me sentía forzada, era mi pareja y tenía que complacerla”.
Cuando Laura hablaba con sus amigas se daba cuenta de que algo fallaba. “No entendía cómo le daban tanta importancia a las relaciones sexuales en una relación. Me decían que el sexo suponía más del 60% y para mí era simplemente un añadido; no era ni de lejos algo primordial”. Pero un día, por casualidad, la palabra asexual apareció en la pantalla de su televisión y le llamó la atención. Fue a “preguntarle a Google” y comenzó a leer definiciones. “Cuando te encuentras con esa información comienzas a pararte a pensar en cosas que antes habían pasado desapercibidas, yo jamás me había preguntado qué era la atracción sexual y llegué a la conclusión de que en mi vida había sentido eso por nadie”.
Ahora se siente liberada. “Cuando supe qué era la asexualidad entendí que no me pasaba nada, que soy así y punto. Y que no tengo que dar explicaciones a nadie ni fingir que soy una persona que no soy”.
“Tenía que ser el macho dominante”
Alex afirma que su caso fue “más dramático”. “Tuve una relación con una chica y para ella el sexo era muy importante y para mí no, esto me frustraba mucho y buscaba por todos los medios lo que me estaba pasando. Quería respuestas”.
Pero la frustración no solo le pasaba factura a él, también a la que entonces era su novia: “Como yo no quería sexo nunca o casi nunca, ella se sentía obligada a tomar el papel activo, pero no le hacía gracia porque no estaba acostumbrada. Aún se mantiene el estereotipo de que el hombre es el macho dominante que tiene que estar dispuesto a tener sexo salvaje 24 horas al día, siete días a la semana y que es la mujer la que se tiene que dejar o, si no, decir que le duele la cabeza”, afirma.
¿Por qué? “Porque la educación sexual es inexistente. En pleno siglo XXI sigue siendo un tema tabú y el patriarcado nos ha marcado y nos marca mucho. Nos enseñan como máximo cómo se pone un condón, no se habla de orientaciones, de identidades de género y por ese desconocimiento vienen los problemas”.
¿Qué problemas? “Hay quien va al psiquiatra y le dan medicación o cree que es por algún trauma -explica Laura-. Esa situación genera mucha angustia porque el sexo está presente en la sociedad a todas horas y uno no entiende por qué”.
La asexualidad no aparece en la RAE
El día que Alex supo que su falta de apetencia sexual tenía un nombre se fue a su ordenador y tecleó ‘asexualidad’ -un vocablo que no recoge la RAE-. El primer resultado fue AVENes, la red para la Educación y la visibilidad de la Asexualidad, a partir de Asexuality Visibility and Education Network, una plataforma que funciona a nivel mundial y que proporciona información. Pero sobre todo es un foro que “hace que te sientas parte de algo y que no eres raro”.
Hay perfiles de todo tipo. “Sobre todo mucha gente joven, pero también gente mayor, hay un grupo considerable de personas de más de 40 años. Hay quien lleva casado 20 años y ha tenido hijos, su situación es más complicada. ¿Cómo se lo dices a tu pareja? Yo te puedo decir que con mis parejas anteriores no me sentía a gusto, pero no es lo mismo”, explica Laura.
“Aunque es más probable que descubras que eres asexual con 20 años que con 40 -dice Alex-, los jóvenes estamos continuamente en internet y en las redes sociales, investigas porque tienes las herramientas para hacerlo. Sin embargo, la gente mayor casi no tiene perfiles en las redes sociales, probablemente sólo se entere por la tele o los periódicos, tienen menos probabilidades. Aunque cada vez que sale un artículo sobre nosotros siempre hay una oleada de personas que van al foro y se registran”. Hoy la red no sólo se limita al foro, hoy cuentan con todo tipo de vías: grupos de Facebook, Whatsapp, Telegram… y quedadas.
La vida sexual de un asexual
El año pasado ambos fueron, por separado, a la quedada anual que AVENes celebra en Madrid. “Allí comenzó todo”, dice Alex mirando a Laura mientras sonríe. Él llegó a España desde Rusia con su familia hace diez años y se dedica a la seguridad informática. Ella nació y creció en Valdemoro y es estudiante. En julio Alex tenía que cambiar de piso, Laura quería dejar de vivir a las afueras y “excusas aparte, nos apetecía vivir juntos”.
¿Hace cuánto que no tenéis relaciones sexuales?
“Yo no me acuerdo la última vez que lo hicimos…”, dice Laura.
“Creo que las hemos tenido pero hace mucho tiempo... quizá vuelva a ocurrir”, afirma Alex.
“Tenemos un vago recuerdo, es cada muchísimo tiempo, en un año se puede contar con los dedos de una mano -sentencia Laura-. Pero eso no significa que no seamos cariñosos, nosotros nos abrazamos muchísimo porque nos encanta a los dos. Es algo que está alejado de la orientación sexual”.
¿Os besáis?
“Besos no nos damos tantos, nos podemos dar uno pero no es lo habitual… Pueden ser besos con labios o en la mejilla, pero ni con lengua ni con nada, no somos muy apasionados”.
Laura y Alex comparten casa y cama y para ellos el sexo ha dejado de ser un tema tabú: “Yo lo que más agradezco, en comparación a mis otras relaciones donde se daba por hecho que había que tener relaciones sexuales, es que para nosotros existe la pregunta de ¿te apetece?”, dice Laura. “No querer tener sexo ha dejado de ser un drama, antes conllevaba las típicas discusiones de es que ya no te gusto, no te atraigo o me estás poniendo los cuernos. Preguntas a las que uno no sabía qué contestar”, dice Alex.
Ninguno siente atracción sexual, lo que no significa que no respondan a estímulos físicos, explica Alex: “Porque la fisiología no tiene nada que ver con la cabeza. De la misma manera una persona homosexual puede querer tener sexo todos los días, una vez a la semana o una vez al año con su ser más querido, no deja de ser homo por eso. Un asexual se puede masturbar todos los días y no pasa nada”.
¿Vosotros os masturbáis?
“Regularmente no, de vez en cuando sí”, dice Laura.
“Sí -dice Alex-. Pero en mi caso y creo en que el de otros asexuales la masturbación se puede considerar más que un acto sexual un medio para conseguir un fin como, por ejemplo, relajarse, dormirse más rápido o desestresarse. No es solamente como algo placentero e inherentemente sexual, sino como tomar un baño caliente con burbujas”.
¿Una persona asexual se excita con la pornografía?
“Mucha gente asexual tiene fantasías sexuales y cuando se masturba imagina cosas, los estímulos están ahí. Cada uno ve o imagina lo que quiere, porque cada cual tiene sus fetiches, pero no tiene nada que ver con la orientación. Una persona puede ser hetero y que le ponga ver a dos personas del mismo sexo haciéndolo, eso no lo hace menos heterosexual”, explica Alex.
“Hay miles de maneras de vivir el amor -interrumpe Laura-. Cuando la gente me pregunta cómo puede un asexual tener relaciones y seguir siéndolo les pregunto: ¿No os habéis acostado nunca por nadie que no sintierais atracción sexual? Y se calla, porque hacer el amor o acariciarte con alguien no sólo es por pura atracción, los sentimientos cuentan y también puedes acostarte con alguien que no te gusta sólo por echar un polvo, ¿cuántas veces comemos sin hambre?”.
Invisibles
Vida sexual y asexualidad no es una contradicción, según la psicóloga Martina González. “El espectro asexual es muy amplio, hay personas que al no sentir esa atracción hacia otras personas no tienen relaciones sexuales, y hay personas que sí. Lo que ocurre es que la motivación será distinta, y esto es especialmente interesante, porque es probable que se fijen en otras cosas, como en el aspecto lúdico y divertido de las relaciones sexuales o la comunicación”.
Las personas asexuales forman un colectivo heterogéneo y aunque tienen en común muchos valores, cada individuo tiene unas características específicas. La nomenclatura de esta orientación sexual va desde el antisexual -quien cree que el sexo es malo y que se debe evitar-, hasta el panromántico -atracción romántica sin limitación de sexo o género-.
Desde AVENes explican que hay tantas maneras de vivir la asexualidad como personas, pero que la mayoría de personas que sienten esta orientación han sido así siempre. “De igual manera que las personas raramente o inesperadamente pasan de ser heterosexuales a homosexuales, las personas asexuales raramente o inesperadamente se convertirán en alosexuales -heterosexuales- o viceversa. Una pequeña minoría pensará en sí misma como asexual durante un breve período de tiempo mientras exploran y cuestionan su propia sexualidad”.
En este sentido explica la socióloga Mª Teresa López que “la mayoría de nosotros ha conocido alguna vez a alguien que no se ajustaba a lo esperado, en el sentido de que, por ejemplo, nunca se le ha conocido pareja, o que no ha solido hablar o mostrar interés por el sexo”. Sin embargo, los asexuales se consideran un colectivo invisible. En España el anuncio de una conocida marca de colchones que tenía como protagonistas a varias personas asexuales los puso en el punto de mira. “No se trata sólo de ser visibles un día, sino de educar en el respeto -cuenta Laura-, de hecho cada vez que se publica una artículo en algún medio de comunicación los comentarios son horribles, la gente tiene muy mala leche. No hay que educar en no meterse con un gay o una lesbiana, sino en la amplitud de miras”.
Además de pertenecer a AVENes, Laura y Alex forman parte de Asexual Community España (ACE), una asociación que varios amigos formaron en 2006 y que se dedica a hacer activismo. “Nosotros no tenemos ningún problema legal como otros colectivos, pero hay mucha gente que lo pasa mal por puro desconocimiento y no hay necesidad de que pasen por esas situaciones”, dice Laura. “Pero aunque no tengamos problemas legales, el Estado tiene la responsabilidad de fomentar la educación sexual y sobre todo educar en la variedad sexual. La asexualidad dejó de estar categorizada como trastorno en 2013 -como antes estaba considera la homosexualidad- y como país tenemos la responsabilidad de que todos los psicólogos y psiquiatras están debidamente informados”. Laura sentencia que es inaceptable que cuando una persona busque información se le fuerce a tener relaciones.
Laura y Alex dicen no estar enamorados porque hoy se le llama amor a cualquier cosa. “Es difícil de explicar”; dicen mientras ríen. “Entre nosotros hay muchísima sensualidad, a mí Laura me parece guapa, muy guapa y también es mi mejor amiga, en quien más confío”. “Él es la persona en la que más confío y en quien pienso primero para cualquier cosa. Además, hemos tenido la suerte de encontrarnos y comprendernos. ¿Qué le importa a la gente lo que hagamos o dejemos de hacer en la cama?”.
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