Imagen: El Mundo / Inauguración de la escuela de instructoras de la Sección Femenina, 1951 |
Las mujeres de Falange defendían una feminidad dócil pero vivían como pioneras. Belén Barrera indaga en su paradoja en un amplio estudio.
Luis Alemany | El Mundo, 2019-09-30
https://www.elmundo.es/cultura/laesferadepapel/2019/09/30/5d8cf473fdddff6d158b4615.html
Un dato no muy conocido: cuando las mujeres españolas "cabezas de familia" adquirieron el derecho al voto en 1924, fueron los partidos de derechas los que más se esforzaron por atraerlas, por crear para ellas "una nueva identidad cívica" que "las convirtiera en guardianas del ultranacionalismo y catolicismo, principios consustanciales a estas culturas políticas".
Los dos entrecomillados pertenecen a ‘La sección femenina. 1934-1977 Historia de una tutela emocional’ (Alianza Editorial), el libro que Begoña Barrero, profesora de la Universidad de Sevilla, ha dedicado a la historia de las mujeres de Falange, desde las cinco pioneras que acompañaron a José Antonio Primo de Rivera en el Cine Europa (sus hermanas Pilar y Carmen, sus primas Inés y Dolores y su amiga Luisa María Aramburu), hasta 1977.
Primera pregunta: ¿quiénes eran aquellas mujeres? ¿Eran burguesas, de clase media, aristócratas...? ¿Eran educadas, cosmopolitas...? "El falangismo era una cultura política profundamente masculina y masculinizante", explica Begoña Barrero. "Por eso las mujeres no tuvieron un papel importante cuando Falange nació en 1933. Pilar Primo de Rivera y otras pocas mujeres cercanas a la familia, íntimamente comprometidas, trataron de hacerse un hueco en el partido, ser útiles a la causa. Colaboraban en las tareas de propaganda, por ejemplo. Ahí tenemos dos características de estas falangistas: eran muy cercanas si no miembros de la familia Primo de Rivera y estaban profundamente comprometidas. Yo no las consideraría cosmopolitas, pero sí con un nivel educativo medio/alto. Estoy pensando, por ejemplo, en Marichu de la Mora, amiga de José Antonio Primo de Rivera y de Dionisio Ridruejo".
Y continúa la autora: "La Guerra Civil les dio la oportunidad de convertirse en una organización poderosa a cargo del encuadramiento de las mujeres. Y así se presentan ante su propia organización y ante el mundo, como una suerte de heroínas, de mujeres valientes y sacrificadas por la causa falangista. Sin esta auto-narración, no se entiende la historia de la SF ni la imagen que tenemos de ella".
Ésa es la gran paradoja de la historia de la Sección Femenina: sus líderes promovían una idea de mujer dócil y conformista; sin embargo, sus vidas eran individualistas, desafiantes, nada convencionales. Ellas mismas fueron conscientes de esa contradicción: "Para mí, lo más importante está en el ámbito de lo emocional. Las falangistas creían que la feminidad consistía en pulir y desarrollar una serie de características congénitas, innatas en todas las mujeres. Entre ellas, un estilo emocional caracterizado por la entrega desinteresada, el sacrificio por los demás (físico y sentimental), la alegría y el voluntarismo. La mujer falangista era, para la SF, el modelo más perfecto de feminidad, porque potenciaba al máximo esas cualidades. Por tanto, más allá de promover entre las españolas un tipo de vida y censurar con matices algunas ocupaciones (la profesionalización, la actividad intelectual), las falangistas trataron de moldear a las españolas en un espíritu, en un carácter, en una emocionalidad puramente femenina. Un espíritu/carácter emocional que las reunía a todas, falangistas y tuteladas, en una comunidad".
En paralelo, las mujeres de la Sección Femenina asistieron a la derrota de Falange ante el franquismo, la renuncia a su proyecto revolucionario. "La experiencia fue una mezcla de recelo y desengaño desde principios de los años 40. Pero se preocuparon mucho de no hacer visible este sentimiento y siempre mostraron una lealtad inquebrantable a la figura de Franco aunque fue una prueba difícil que les obligó a hacer continuos ejercicios de equilibrio con los diferentes grupos en el poder".
"En una entrevista al diario ‘Arriba’, en 1971, Pilar Primo de Rivera afirma que sigue 'siendo leal a todo lo fundamental de José Antonio, por encima de las cosas circunstanciales de su pensamiento. Y bueno, soy leal al 18 de julio, a lo que representa Franco y al futuro de España'. Ahí tiene sus lealtades perfectamente explicadas, y en un orden bastante elocuente", explica Barrero.
Y continúa: "En términos generales, creo que la SF fue una gran estratega en esta labor de diplomacia interna, por llamarla así. También es normal que las falangistas se esmeraran, pues de ello dependía su propia supervivencia como organización". ¿Y su fama de rebeldes dentro del régimen? "Yo no hablaría de rebeldía, sino de casos concretos de crítica interna y, puede, que de disidencia. El libro aborda la SF como un todo, como un proyecto global de formación, y no se centra tanto en trayectorias concretas. En todo caso, hay que pensar que a lo largo de 40 años es razonable que alguna de ellas se descolgara del proyecto: muchas contrajeron matrimonio y abandonaron sus cargos; otras se desencantaron con el abandono de los principios de la primera Falange, otras evolucionaron a posiciones más abiertas... Pero hay un grupo numeroso, y sobre todo poderoso, de fundadoras y de primeras falangistas que se mantuvo fuerte y que durante la Transición fundó una asociación para proteger el legado de la SF: la Asociación Nueva Andadura".
Última pregunta: ¿para qué le sirvió la SF al franquismo cuando ya estuvo consolidado? "La SF fue fundamental para la estabilidad interna del régimen. Cualquier régimen dictatorial aspira a la homogeneidad de los individuos que lo integran. Por eso las organizaciones de encuadramiento (de mujeres, de trabajadores, de juventudes) son tan importantes: encuadrar es educar bajo un mismo patrón identitario a las masas con el propósito de crear adhesiones y actitudes dóciles. La SF tenía esta misión de homogeneización identitaria, aplicada a las mujeres. Por eso elaboró un discurso tan cerrado, tan pretendidamente coherente consigo mismo, sobre qué era ser mujer, y después trató de imponerlo".
"La SF", continúa Barrera, "fue beneficiosa para el Franquismo en muchos otros aspectos: la dedicación de la mujer a la familia iba en consonancia con la política natalista del régimen, por poner el ejemplo más evidente. Y hasta los Coros y Danzas, gracias a los cuales la SF viajó por toda Latinoamérica, fueron un instrumento muy eficaz en el establecimiento y/o reforzamiento de relaciones diplomáticas. Otro buen ejemplo de apoyo al régimen fue la campaña antifeminista que la SF inició en los años 70. El movimiento de mujeres que surgió en España a finales de los años 60 suponía una amenaza manifiesta al equilibrio interno del Franquismo, y la SF intentó debilitarlo mediante campañas de difamación".
Los dos entrecomillados pertenecen a ‘La sección femenina. 1934-1977 Historia de una tutela emocional’ (Alianza Editorial), el libro que Begoña Barrero, profesora de la Universidad de Sevilla, ha dedicado a la historia de las mujeres de Falange, desde las cinco pioneras que acompañaron a José Antonio Primo de Rivera en el Cine Europa (sus hermanas Pilar y Carmen, sus primas Inés y Dolores y su amiga Luisa María Aramburu), hasta 1977.
Primera pregunta: ¿quiénes eran aquellas mujeres? ¿Eran burguesas, de clase media, aristócratas...? ¿Eran educadas, cosmopolitas...? "El falangismo era una cultura política profundamente masculina y masculinizante", explica Begoña Barrero. "Por eso las mujeres no tuvieron un papel importante cuando Falange nació en 1933. Pilar Primo de Rivera y otras pocas mujeres cercanas a la familia, íntimamente comprometidas, trataron de hacerse un hueco en el partido, ser útiles a la causa. Colaboraban en las tareas de propaganda, por ejemplo. Ahí tenemos dos características de estas falangistas: eran muy cercanas si no miembros de la familia Primo de Rivera y estaban profundamente comprometidas. Yo no las consideraría cosmopolitas, pero sí con un nivel educativo medio/alto. Estoy pensando, por ejemplo, en Marichu de la Mora, amiga de José Antonio Primo de Rivera y de Dionisio Ridruejo".
Y continúa la autora: "La Guerra Civil les dio la oportunidad de convertirse en una organización poderosa a cargo del encuadramiento de las mujeres. Y así se presentan ante su propia organización y ante el mundo, como una suerte de heroínas, de mujeres valientes y sacrificadas por la causa falangista. Sin esta auto-narración, no se entiende la historia de la SF ni la imagen que tenemos de ella".
Ésa es la gran paradoja de la historia de la Sección Femenina: sus líderes promovían una idea de mujer dócil y conformista; sin embargo, sus vidas eran individualistas, desafiantes, nada convencionales. Ellas mismas fueron conscientes de esa contradicción: "Para mí, lo más importante está en el ámbito de lo emocional. Las falangistas creían que la feminidad consistía en pulir y desarrollar una serie de características congénitas, innatas en todas las mujeres. Entre ellas, un estilo emocional caracterizado por la entrega desinteresada, el sacrificio por los demás (físico y sentimental), la alegría y el voluntarismo. La mujer falangista era, para la SF, el modelo más perfecto de feminidad, porque potenciaba al máximo esas cualidades. Por tanto, más allá de promover entre las españolas un tipo de vida y censurar con matices algunas ocupaciones (la profesionalización, la actividad intelectual), las falangistas trataron de moldear a las españolas en un espíritu, en un carácter, en una emocionalidad puramente femenina. Un espíritu/carácter emocional que las reunía a todas, falangistas y tuteladas, en una comunidad".
En paralelo, las mujeres de la Sección Femenina asistieron a la derrota de Falange ante el franquismo, la renuncia a su proyecto revolucionario. "La experiencia fue una mezcla de recelo y desengaño desde principios de los años 40. Pero se preocuparon mucho de no hacer visible este sentimiento y siempre mostraron una lealtad inquebrantable a la figura de Franco aunque fue una prueba difícil que les obligó a hacer continuos ejercicios de equilibrio con los diferentes grupos en el poder".
"En una entrevista al diario ‘Arriba’, en 1971, Pilar Primo de Rivera afirma que sigue 'siendo leal a todo lo fundamental de José Antonio, por encima de las cosas circunstanciales de su pensamiento. Y bueno, soy leal al 18 de julio, a lo que representa Franco y al futuro de España'. Ahí tiene sus lealtades perfectamente explicadas, y en un orden bastante elocuente", explica Barrero.
Y continúa: "En términos generales, creo que la SF fue una gran estratega en esta labor de diplomacia interna, por llamarla así. También es normal que las falangistas se esmeraran, pues de ello dependía su propia supervivencia como organización". ¿Y su fama de rebeldes dentro del régimen? "Yo no hablaría de rebeldía, sino de casos concretos de crítica interna y, puede, que de disidencia. El libro aborda la SF como un todo, como un proyecto global de formación, y no se centra tanto en trayectorias concretas. En todo caso, hay que pensar que a lo largo de 40 años es razonable que alguna de ellas se descolgara del proyecto: muchas contrajeron matrimonio y abandonaron sus cargos; otras se desencantaron con el abandono de los principios de la primera Falange, otras evolucionaron a posiciones más abiertas... Pero hay un grupo numeroso, y sobre todo poderoso, de fundadoras y de primeras falangistas que se mantuvo fuerte y que durante la Transición fundó una asociación para proteger el legado de la SF: la Asociación Nueva Andadura".
Última pregunta: ¿para qué le sirvió la SF al franquismo cuando ya estuvo consolidado? "La SF fue fundamental para la estabilidad interna del régimen. Cualquier régimen dictatorial aspira a la homogeneidad de los individuos que lo integran. Por eso las organizaciones de encuadramiento (de mujeres, de trabajadores, de juventudes) son tan importantes: encuadrar es educar bajo un mismo patrón identitario a las masas con el propósito de crear adhesiones y actitudes dóciles. La SF tenía esta misión de homogeneización identitaria, aplicada a las mujeres. Por eso elaboró un discurso tan cerrado, tan pretendidamente coherente consigo mismo, sobre qué era ser mujer, y después trató de imponerlo".
"La SF", continúa Barrera, "fue beneficiosa para el Franquismo en muchos otros aspectos: la dedicación de la mujer a la familia iba en consonancia con la política natalista del régimen, por poner el ejemplo más evidente. Y hasta los Coros y Danzas, gracias a los cuales la SF viajó por toda Latinoamérica, fueron un instrumento muy eficaz en el establecimiento y/o reforzamiento de relaciones diplomáticas. Otro buen ejemplo de apoyo al régimen fue la campaña antifeminista que la SF inició en los años 70. El movimiento de mujeres que surgió en España a finales de los años 60 suponía una amenaza manifiesta al equilibrio interno del Franquismo, y la SF intentó debilitarlo mediante campañas de difamación".
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