Imagen. La Marea / Pilar Primo de Rivera representada en 'Cartasvivas' |
"Dos prestigiosas universidades han puesto su sello en un proyecto que invoca la 'historia de la mujer' –sí, esa que empieza con Eva– para 'rescatar la memoria de Pilar Primo de Rivera'. Cuidado", reflexiona la autora sobre 'Cartas vivas', que promueve la Fundación Santander.
Noelia Adánez | La Marea, 2019-09-17
https://www.lamarea.com/2019/09/17/pioneras-y-olvidadas/
Estos días se ha hecho público un proyecto/producto audiovisual titulado 'Cartas Vivas', que promueve la Fundación Santander, y en el que participan las Universidades de Exester y la de Barcelona. Lo encabezan la escritora e historiadora Nuria Capdevilla-Argüelles y la directora Paula Ortiz. Se trata de una serie de vídeos de factura impecable en el que distintas actrices encarnan a personajes femeninos de la historia, mujeres españolas y de América Latina, a través de la lectura de fragmentos de sus cartas. En estas cartas se volcaron pensamientos íntimos, reflexiones e ideas que, sin duda, sirven para comprender mejor a las mujeres seleccionadas y sus contextos. De momento se han presentado tres mujeres: Hildegart Rodríguez, Pilar Primo de Rivera y Carmen Laforet.
En la breve presentación que aparece en la web del proyecto, leemos:
«Las 'cartasvivas' son voces de la historia de la mujer. Este proyecto nace de nuestro interés por acercarnos a mujeres que jugaron un papel importante en el siglo pasado o vivieron activamente la vanguardia social y literaria tanto en España como Iberoamérica. Presentamos sus pensamientos y palabras en un formato nuevo y pedagógico. En 'Cartasvivas' encontraréis ideas, emociones y logros de mujeres que participaron en la tensa modernidad del siglo XX. Esperamos que os gusten estos retazos de memoria”.
Sorprende toparse con la expresión “historia de la mujer”. Así, en singular. ¿La mujer una y eterna? Sorprende el uso de una denominación tan alejada de los planteamientos historiográficos actuales, donde el pasado, analizado desde una perspectiva de género, arroja una visión de las mujeres como sujetos plurales, inestables, contestados y diversos. Suponemos que se ha utilizado esta expresión por razones de marketing y comunicación, porque lo cierto es que a continuación se explica lo que a todas luces el proyecto es: un acercamiento a los planteamientos de mujeres “relevantes”, mujeres que vivieron activamente la vanguardia social y literaria; mujeres por otra parte muy distintas, a juzgar por la nómina escogida. En este punto quiero hacer notar: se habla de mujer y de mujeres; no se utilizan en ningún momento ni las palabras género ni, por supuesto, feminismo. Ni en la web del proyecto ni en la nota de prensa que la Fundación Santander ha colgado en su propia web.
El proyecto tiene su lógica interna y sin duda alguna su interés. Cabe esperar que, en las cartas, estas mujeres conocidas, relevantes, interesantes, pusieran de manifiesto pensamientos íntimos y complejos que en sus textos públicos quizá no anotaran, lo que sin duda contribuirá a que sepamos más de ellas. Y digo más, porque al menos de las tres primeras que nos han presentado, ya sabemos. Hildegart Rodríguez, Pilar Primo de Rivera o Carmen Laforet son mujeres conocidas, lo que no resta interés al proyecto, ni mucho menos, pero contradice bastante el espíritu con el que se está comunicando su sentido a la sociedad. Un artículo de El País titulado 'Al rescate de las pioneras y olvidadas' produce cierta perplejidad en quien escribe, especialmente cuando leo que: “La iniciativa pretende enseñar a través de sus misivas la memoria y el pensamiento de mujeres clave del siglo XX español y latinoamericano, a menudo condenadas al olvido exclusivamente por su sexo”.
Pero ni Hildegart Rodríguez, ni Carmen Laforet ni desde luego Pilar Primo de Rivera han sido mujeres olvidadas y no es justo ni correcto, desde un punto de vista de la construcción de narrativas con criterios historiográficos serios, otorgarles a ellas un estatus que desafortunadamente otras sí tuvieron y tienen. El pacto por el olvido en España ha dejado fuera a muchas mujeres –y hombres– en la recuperación de cuya memoria es preciso trabajar. No parece de recibo que se apele a estas cuestiones para la difusión de un proyecto que, sin embargo, nada tiene que ver con ellas.
Por la misma razón, otorgarles la condición de pioneras, sin hablar de “feminismo” en la historia, palabra que no se emplea ni en la web del proyecto, ni en la nota de prensa que la Fundación Santander tiene en su propia web –perdonad mi elocuente insistencia–, me parece un intento de neutralizar –precisamente– el peso del feminismo en la historia. Pionera en las luchas por la ampliación de derechos de las mujeres pudo serlo en alguna medida la malograda Hildegart Rodríguez, no lo fue Carmen Laforet (quien vivió su condición de mujer en términos muy individuales) y desde luego no lo fue Pilar Primo de Rivera. Primo de Rivera apalancó su inmenso poder en la subordinación y el sometimiento de las mujeres españolas al mandato y las instituciones machistas que asentaron el pacto sexual subyacente a la dictadura de Franco. Llamarla pionera, sacando además al feminismo como fenómeno histórico –discurso y movimiento social y político– de la imagen (nunca mejor dicho en este caso) es hurtarnos el debate histórico, es neutralizar el juicio que demanda la elaboración de la memoria histórica de nuestro pasado reciente. Que Capdevilla-Argüelles afirme que estas mujeres “lucharon por su generación y para las que vendrían después” e incluya en el grupo a Pilar Primo de Rivera es algo que tenemos la obligación de controvertir.
Si este proyecto es sobre mujeres relevantes y conocidas que nos hablan de sus pensamientos y circunstancias vitales a través de sus cartas, lo considero interesante y bienvenido. Cualquier intento de hacerlo pasar por otra cosa diferente no se ajusta a los debates que estamos teniendo en el seno de la sociedad civil española ni sobre la memoria histórica ni sobre los feminismos, ni se integra en ninguna polémica historiográfica vigente. Y, desde luego, cualquier intento de usurpar el lugar de las pioneras y olvidadas o de hacer pasar a quienes no lo fueron por tal cosa, debe encender alertas y generar preocupación. Dos prestigiosas universidades han puesto su sello en un proyecto que invoca la “historia de la mujer” –sí, esa que empieza con Eva– para “rescatar la memoria de Pilar Primo de Rivera”. Cuidado.
En la breve presentación que aparece en la web del proyecto, leemos:
«Las 'cartasvivas' son voces de la historia de la mujer. Este proyecto nace de nuestro interés por acercarnos a mujeres que jugaron un papel importante en el siglo pasado o vivieron activamente la vanguardia social y literaria tanto en España como Iberoamérica. Presentamos sus pensamientos y palabras en un formato nuevo y pedagógico. En 'Cartasvivas' encontraréis ideas, emociones y logros de mujeres que participaron en la tensa modernidad del siglo XX. Esperamos que os gusten estos retazos de memoria”.
Sorprende toparse con la expresión “historia de la mujer”. Así, en singular. ¿La mujer una y eterna? Sorprende el uso de una denominación tan alejada de los planteamientos historiográficos actuales, donde el pasado, analizado desde una perspectiva de género, arroja una visión de las mujeres como sujetos plurales, inestables, contestados y diversos. Suponemos que se ha utilizado esta expresión por razones de marketing y comunicación, porque lo cierto es que a continuación se explica lo que a todas luces el proyecto es: un acercamiento a los planteamientos de mujeres “relevantes”, mujeres que vivieron activamente la vanguardia social y literaria; mujeres por otra parte muy distintas, a juzgar por la nómina escogida. En este punto quiero hacer notar: se habla de mujer y de mujeres; no se utilizan en ningún momento ni las palabras género ni, por supuesto, feminismo. Ni en la web del proyecto ni en la nota de prensa que la Fundación Santander ha colgado en su propia web.
El proyecto tiene su lógica interna y sin duda alguna su interés. Cabe esperar que, en las cartas, estas mujeres conocidas, relevantes, interesantes, pusieran de manifiesto pensamientos íntimos y complejos que en sus textos públicos quizá no anotaran, lo que sin duda contribuirá a que sepamos más de ellas. Y digo más, porque al menos de las tres primeras que nos han presentado, ya sabemos. Hildegart Rodríguez, Pilar Primo de Rivera o Carmen Laforet son mujeres conocidas, lo que no resta interés al proyecto, ni mucho menos, pero contradice bastante el espíritu con el que se está comunicando su sentido a la sociedad. Un artículo de El País titulado 'Al rescate de las pioneras y olvidadas' produce cierta perplejidad en quien escribe, especialmente cuando leo que: “La iniciativa pretende enseñar a través de sus misivas la memoria y el pensamiento de mujeres clave del siglo XX español y latinoamericano, a menudo condenadas al olvido exclusivamente por su sexo”.
Pero ni Hildegart Rodríguez, ni Carmen Laforet ni desde luego Pilar Primo de Rivera han sido mujeres olvidadas y no es justo ni correcto, desde un punto de vista de la construcción de narrativas con criterios historiográficos serios, otorgarles a ellas un estatus que desafortunadamente otras sí tuvieron y tienen. El pacto por el olvido en España ha dejado fuera a muchas mujeres –y hombres– en la recuperación de cuya memoria es preciso trabajar. No parece de recibo que se apele a estas cuestiones para la difusión de un proyecto que, sin embargo, nada tiene que ver con ellas.
Por la misma razón, otorgarles la condición de pioneras, sin hablar de “feminismo” en la historia, palabra que no se emplea ni en la web del proyecto, ni en la nota de prensa que la Fundación Santander tiene en su propia web –perdonad mi elocuente insistencia–, me parece un intento de neutralizar –precisamente– el peso del feminismo en la historia. Pionera en las luchas por la ampliación de derechos de las mujeres pudo serlo en alguna medida la malograda Hildegart Rodríguez, no lo fue Carmen Laforet (quien vivió su condición de mujer en términos muy individuales) y desde luego no lo fue Pilar Primo de Rivera. Primo de Rivera apalancó su inmenso poder en la subordinación y el sometimiento de las mujeres españolas al mandato y las instituciones machistas que asentaron el pacto sexual subyacente a la dictadura de Franco. Llamarla pionera, sacando además al feminismo como fenómeno histórico –discurso y movimiento social y político– de la imagen (nunca mejor dicho en este caso) es hurtarnos el debate histórico, es neutralizar el juicio que demanda la elaboración de la memoria histórica de nuestro pasado reciente. Que Capdevilla-Argüelles afirme que estas mujeres “lucharon por su generación y para las que vendrían después” e incluya en el grupo a Pilar Primo de Rivera es algo que tenemos la obligación de controvertir.
Si este proyecto es sobre mujeres relevantes y conocidas que nos hablan de sus pensamientos y circunstancias vitales a través de sus cartas, lo considero interesante y bienvenido. Cualquier intento de hacerlo pasar por otra cosa diferente no se ajusta a los debates que estamos teniendo en el seno de la sociedad civil española ni sobre la memoria histórica ni sobre los feminismos, ni se integra en ninguna polémica historiográfica vigente. Y, desde luego, cualquier intento de usurpar el lugar de las pioneras y olvidadas o de hacer pasar a quienes no lo fueron por tal cosa, debe encender alertas y generar preocupación. Dos prestigiosas universidades han puesto su sello en un proyecto que invoca la “historia de la mujer” –sí, esa que empieza con Eva– para “rescatar la memoria de Pilar Primo de Rivera”. Cuidado.
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