El Rijksmuseum de Amsterdam inicia una operación limpieza para borrar palabras como 'negro' o 'mahometano' del título de los cuadros.
Iñaki Esteban | El Diario Vasco, 2015-12-25
http://www.diariovasco.com/culturas/201512/25/blanqueo-museo-20151218003826.html
Una obra de 1900 firmada por Simon Maris, un pintor holandés de segunda fila, ha dejado de titularse 'Joven negra'. A partir de ahora pondrá en el letrero 'Joven con abanico'. Lo de negra sonaba mal, o era «ofensivo», según el término utilizada por Martine Gosselink, la responsable del departamento de Historia del Arte del Rijksmuseum de Ámsterdam, una especie de gemelo del Museo del Prado en los Países Bajos.
Semejante cambio es sólo un ejemplo de un plan más ambicioso para eliminar palabras como 'negro', 'indio', 'mahometano' o 'enano' de 220.000 títulos de obras de arte en la espectacular pinacoteca holandesa, en principio de su catálogo digital aunque ahí no quedará cosa. La cuestión, dice Gosselink, consiste en dejar de nombrar a personas por las descripciones hechas por otros no siempre con buenas intenciones.
«Holandés, cabeza de queso»
«Por ejemplo, a los holandeses nos llaman 'cabezas de queso'. A mí no me gustaría ir a un país extranjero y encontrarme con un título en que apareciese esa expresión», reflexiona la historiadora. Por si fuera poco, hay un millón de personas de antiguas colonias holandesas, de Surinam, las Antillas o Indonesia que viven en el país naranja. Es una operación de limpieza en toda regla. Las acusaciones de pasarse de frenada con la corrección política no se han hecho esperar.
Reescribir la historia para acomodarla a unas ideas y objetivos, quizá a una moda, no tiene un pase científico, dicen los historiadores del arte más beligerantes. Al fin y al cabo, llamar a esas personas con esas palabras es algo fundamental para entender el pasado. ¿Por qué negar al espectador esa posibilidad de entender la historia en toda su dimensión? Ese intento de imponer un lenguaje «¿no suena como a '1984'?», la novela de George Orwell, comentaba un lector del 'Daily Mail' de Londres.
El director de la Tate Britain, el reputado Nicholas Serota, ya ha dicho sin entrar en detalles que él no va a seguir ese camino. Nadie sabe hasta dónde podría llegar la limpieza ya que el número de palabras, imágenes y temas en general que parecen 'ofensivos' -es decir, censurables- sigue creciendo. Podría suceder lo mismo con la creación contemporánea y entonces el mundo del arte quedaría muy limpio, pero sería mortalmente aburrido y sin aliciente crítico.
Sensibilidad e historia
El Rijksmuseum no está solo en esta batalla higiénica. El secretario del comité de ética del Consejo Internacional de los Museos, Raphael Roig, apoya al centro holandés. «Hay que buscar un equilibro entre las sensibilidades de las distintas comunidades y la salvaguarda de la historia», ha declarado.
En este rifirrafe uno de los críticos del británico 'The Guardian', Jonathan Jones, ha esgrimido un argumento a tener en cuenta. Muy pocos pintores, antes de los modernos, titularon sus obras. Los títulos los pusieron después los historiadores, los museos, el público y los escritores.
Nunca Rembrandt llamó 'Ronda de noche' a esa obra maestra que representa una de la cimas del Rijksmuseum. Por tanto, cambiar los títulos no supondría traicionar a los artistas. Si es así, ¿no es ya tiempo de hacerlo?
Semejante cambio es sólo un ejemplo de un plan más ambicioso para eliminar palabras como 'negro', 'indio', 'mahometano' o 'enano' de 220.000 títulos de obras de arte en la espectacular pinacoteca holandesa, en principio de su catálogo digital aunque ahí no quedará cosa. La cuestión, dice Gosselink, consiste en dejar de nombrar a personas por las descripciones hechas por otros no siempre con buenas intenciones.
«Holandés, cabeza de queso»
«Por ejemplo, a los holandeses nos llaman 'cabezas de queso'. A mí no me gustaría ir a un país extranjero y encontrarme con un título en que apareciese esa expresión», reflexiona la historiadora. Por si fuera poco, hay un millón de personas de antiguas colonias holandesas, de Surinam, las Antillas o Indonesia que viven en el país naranja. Es una operación de limpieza en toda regla. Las acusaciones de pasarse de frenada con la corrección política no se han hecho esperar.
Reescribir la historia para acomodarla a unas ideas y objetivos, quizá a una moda, no tiene un pase científico, dicen los historiadores del arte más beligerantes. Al fin y al cabo, llamar a esas personas con esas palabras es algo fundamental para entender el pasado. ¿Por qué negar al espectador esa posibilidad de entender la historia en toda su dimensión? Ese intento de imponer un lenguaje «¿no suena como a '1984'?», la novela de George Orwell, comentaba un lector del 'Daily Mail' de Londres.
El director de la Tate Britain, el reputado Nicholas Serota, ya ha dicho sin entrar en detalles que él no va a seguir ese camino. Nadie sabe hasta dónde podría llegar la limpieza ya que el número de palabras, imágenes y temas en general que parecen 'ofensivos' -es decir, censurables- sigue creciendo. Podría suceder lo mismo con la creación contemporánea y entonces el mundo del arte quedaría muy limpio, pero sería mortalmente aburrido y sin aliciente crítico.
Sensibilidad e historia
El Rijksmuseum no está solo en esta batalla higiénica. El secretario del comité de ética del Consejo Internacional de los Museos, Raphael Roig, apoya al centro holandés. «Hay que buscar un equilibro entre las sensibilidades de las distintas comunidades y la salvaguarda de la historia», ha declarado.
En este rifirrafe uno de los críticos del británico 'The Guardian', Jonathan Jones, ha esgrimido un argumento a tener en cuenta. Muy pocos pintores, antes de los modernos, titularon sus obras. Los títulos los pusieron después los historiadores, los museos, el público y los escritores.
Nunca Rembrandt llamó 'Ronda de noche' a esa obra maestra que representa una de la cimas del Rijksmuseum. Por tanto, cambiar los títulos no supondría traicionar a los artistas. Si es así, ¿no es ya tiempo de hacerlo?
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