martes, 12 de marzo de 2019

#hemeroteca #racismo #controlsocial | Christian Orgaz: “El CIE está cumpliendo una función de maltrato legal”

Imagen: El Salto / Christian Orgaz
Christian Orgaz: “El CIE está cumpliendo una función de maltrato legal”.
El sociólogo y activista antirracista Christian Orgaz lleva muchos años investigando los Centros de Internamiento de Extranjeros (CIE) a los que dedicó su tesis de doctorado. Conversamos con él sobre migración, colonialismo y organización antirracista en el contexto de la Europa fortaleza.
Elena García | El salto, 2019-03-12
https://www.elsaltodiario.com/migracion/christian-ordaz-el-cie-esta-cumpliendo-una-funcion-de-maltrato-legal-

Doctor en Sociología en la UCM con una tesis sobre el dispositivo deportador y los Centros de Internamiento de Extranjeros (CIE), a los que considera “una pieza más dentro de un entramado mayor”, Christian Orgaz es un activista antirracista de larga data. Este sociólogo ha militado en Brigadas Vecinales de Observación de los Derechos Humanos, en la Comisión CIE’s NO de Ferrocarril Clandestino, en la Campaña Estatal por el Cierre de los CIE y en el Observatorio del Racismo Institucional.

Nos sentamos a hablar con él en el Ateneo Cooperativo Nosaltres sobre migraciones, privilegios, nuevas formas de racismo y tolerancia ante la falta de derechos. Con un discurso sólido y estructurado, defiende la necesidad de organizarse de forma colectiva para combatir conjuntamente la maquinaria opresiva de la Europa fortaleza y sus prácticas neocoloniales de diferenciación y racismo institucional.

P. Te has doctorado con una tesis sobre los CIE, ¿qué es un CIE?

R. Desde el punto de vista legal, un CIE es un centro público no penitenciario cuyo fin es retener a las personas a las que se les abren procesos de deportación.

Desde el punto de vista más humano, son centros abominables donde a las personas se les niega el nombre, porque a partir de que entran son llamadas por el número, donde están en unas condiciones de represión y contención muy duras, privados de los derechos más básicos como son, por ejemplo, la comunicación o la higiene, y donde están sometidos a un régimen constante de autoridad en el que predomina el control por encima de cualquier otro principio.

Desde el punto de vista de la deportación, son una pieza más de un entramado de racismo institucional que trata de restringir la movilidad de las personas, al igual que las fronteras europeas, las redadas policiales basadas en el perfil racial o los vuelos de la vergüenza empleados en las deportaciones.

En definitiva, legalmente son unas instituciones muy problemáticas porque se mueven en el ámbito administrativo pero en la práctica se sirven de la privación de libertad, que debería ser algo propio del ámbito penal.

P. ¿Cómo se enfrentan las personas encerradas en los CIE a esa circunstancia?

R. Hay tantas situaciones como personas. Depende también de cuál sea el origen de esas personas desde el punto de vista legal. Hay personas que han sido capturadas en la frontera sur y son derivadas a un CIE, que generalmente no conocen el idioma y suelen estar en una situación de gran confusión, muchas veces ni siquiera saben a lo que se enfrentan y en ocasiones piensan que es un trámite más y que finalmente les van a dejar libres.

Hay otras personas que han sido capturadas en la calle, tienen hijos ya en este país y la expulsión para ellas es especialmente dramática porque fractura su familia.Y finalmente hay quien lleva mucho tiempo en España, chavales que han crecido aquí y no conocen prácticamente el país al que van a ser deportados.

Las personas internadas en ocasiones intentan movilizar todos los recursos a su alcance desde el punto de vista legal. La situación de desesperación puede ser tan fuerte que incluso pueden desarrollar prácticas que ponen el cuerpo como medio de resistencia, hasta el punto de autolesionarse o suicidarse. Gente que se ha tragado pilas, cuchillas, que ha bebido jabón... Digamos que la institución te empuja a hacer de tu cuerpo un espacio de resistencia; aunque la brutalidad es tal que, aún con ingestas de tóxicos, ha habido personas que han sido deportadas.

Digamos que las posibilidades de resistencia y cómo la gente asuma las cosas va a depender de su situación administrativa, de sus recursos, de sus conocimientos y de sus capacidades; pero en general lo que genera el CIE es una situación de indefensión. En la práctica el CIE es una institución que está cumpliendo una función de maltrato social contra una población racializada, irregularizada y empobrecida.

P. ¿Qué es la Europa fortaleza?

R. Tradicionalmente se ha asociado a una tecnología militar en las fronteras externas fundada en la idea de impermeabilización de las mismas, un principio falso según el cual los gobiernos van a poder controlar quién entra y quién sale y que todos los que entren lo van a hacer de forma regular. Es algo que va contra el sentido común y contra la realidad. Es una concepción en la que Europa se ha cerrado sobre si misma porque, por encima de todo, ha primado la esfera económica sobre los derechos y la propia idea de movilidad.

La Europa fortaleza ha dado lugar a una especie de ‘apartheid’ administrativo que hunde sus raíces en toda la tradición colonial europea y lo que hace es generar ciudadanos de segunda que pueden ser sometidos a una práctica de explotación en el plano laboral y de maltrato desde el punto de vista administrativo. La Europa fortaleza ha dado lugar a un sistema de exclusión de las poblaciones en el corazón mismo de la UE en base a un principio de libre movilidad segregada y de racismo institucional.

P. ¿Cómo recibe Europa a las personas que provienen del Sur global?

R. Hay que partir de la base de que la Europa fortaleza es también un imaginario que establece que no todas las personas son iguales, no todas tienen los mismos derechos, y que la sociedad europea puede establecer quién es digno o no de pertenecer a ella.

Sería ficción pensar que la colonización es un proceso que se dio en un momento dado y que terminó. A medida que el propio capitalismo se ha ido transformando, las formas de dominación también han cambiado. En la práctica lo que existe es la influencia de las potencias europeas por otros medios. Los viejos imaginarios coloniales no han desaparecido sino que se han actualizado, ya no se va a excluir socialmente a nadie por ser negro y pobre sino por no migrar de acuerdo a las leyes de extranjería.

Todo se tinta de un barniz legalista pero en el fondo siguen prevaleciendo los discursos coloniales y racistas. Las políticas europeas se pintan como leyes en favor de la libre movilidad pero en la práctica están en funcionamiento representaciones de las personas migrantes que están actualizando las viejas ideas sobre ellas y que están reproduciendo unos discursos que son también muy viejos. Casualmente, los más deportados son aquellas nacionalidades más discriminadas o que cuentan con una menor simpatía entre la población española, según las encuestas del Centro de Investigaciones Sociológicas.

Los estereotipos racistas atraviesan toda la sociedad y esto incluye también a las instituciones del Estado, muy especialmente a los funcionarios de la deportación. Esto ha sido algo muy revelador que he constatado en las entrevistas que he mantenido con jueces, fiscales, agentes de policía o de la Delegación de Gobierno, durante el trabajo de campo.

P. ¿Qué podemos hacer los europeos que sí tenemos papeles frente a estas situaciones?

R. Para mí la mejor apuesta es la organización colectiva. Están bien las acciones individuales, todos podemos en nuestras redes sociales difundir información y tener una posición crítica. Hay un papel de intervención en lo cotidiano que podemos hacer desde nuestra esfera personal, pero lo más interesante es tener prácticas en las que nos articulemos de forma colectiva y veamos dónde vamos a incidir, no desde una lógica caritativa sino desde una lógica en la que todos somos miembros de esta sociedad y yo no quiero que mis vecinos tengan menos derechos que yo.

Esta es una realidad que constantemente está mutando y constantemente hacen falta análisis para ver qué es lo que está pasando. Eso no se puede hacer desde una teoría pura sino desde el mancharse las manos y estar en el día a día. En cualquier caso, el espectro de la acción lo tienen que definir los colectivos, creo que cuanta más gente se organice y más ámbitos de acción se trabajen, mucho mejor. Hay compañeros que están desarrollando espacios no mixtos de personas racializadas y creo que es muy interesante y necesario y que están cubriendo espacios que hasta ahora no había. Es bueno que haya ámbitos específicos donde la gente pueda trabajar.

P. Te he escuchado decir que las categorías y definiciones que construimos sobre los otros no se borran y que las metáforas se construyen desde el poder, ¿cómo sería esta idea?

R. Si vemos los textos de Fanon, podemos comprobar cómo esas metáforas que representan a los negros en las sociedades blancas siguen estando presentes. Cada momento histórico tiene sus barbaridades. Lo interesante es ver en qué contextos se forman las metáforas de los otros porque nos dicen que los otros tienen teóricamente unas características pero también cuál es la posición del que está hablando. Las metáforas se construyen desde el poder entre otras cosas para legitimar la situación de privilegios. Digamos que esas representaciones tienen una función legitimadora de la asimetría social que va a permitir que esa asimetría permanezca a lo largo de los siglos. Pero además de ello, las representaciones se actualizan. Se da una situación muy perversa y muy curiosa, cuanto más nos acercamos a los límites de la categorización social, mayor violencia hay por la diferenciación entre la gente que está en ese lugar.

P. ¿Cuál es la relación dialéctica que se da entre el turista y el migrante?
R. Esto lo comenta muy bien Alba Rico en “La mirada caníbal”. Lo que ha sucedido con la globalización es una rearticulación de la geopolítica mundial que implica que unas poblaciones, por pertenecer formalmente a un sitio, se consideran con muchos más derechos que el resto. En una matriz de poder donde unos están arriba y otros están abajo, el turista representaría el ámbito del privilegio y el migrante sería el del subalterno. Los turistas son turistas antes de viajar y los migrantes lo son aún en su propio país. Cuando los europeos blancos de clases medias y altas vamos a países exóticos estamos reactualizando la explotación económica y nuestra actitud es la de consumidores que tienen derecho a todo, parece que todo está distribuido para nuestro disfrute pues tenemos los derechos y el capital. Y viceversa, cuando nos ponemos en la situación del migrante parece que todo está establecido para que constantemente estén sometidos a un régimen de explotación.

En definitiva, son dos categorías que van actualizar en las experiencias que vive cada persona una geopolítica colonial de diferenciación y dominio. Por lo tanto, la movilidad del turista no puede ser comprendida si no es en relación con la deportabilidad de las personas extranjeras.

P. Eres hombre y eres blanco, te encuentras en una situación de privilegio, ¿cómo enfrentas este hecho a la hora de militar en colectivos antirracistas?

R. Tirando de las lecturas feministas y de la idea de “conocimientos situados”, o sea la idea de que los hombres o los blancos o cualquiera que produzcamos conocimiento en algún sentido no deberíamos invisibilizar nuestra posición al hablar de un tema. No puedes decir “pasa esto” sino “yo, que hablo desde aquí, considero que está pasando esto”.

La posición que yo he adoptado es la de participar como uno más pero asumiendo en ocasiones tareas que son menos públicas. Creo que las reflexiones que las feministas han hecho se pueden aplicar también desde el punto de vista decolonial o antirracista. En general a los hombres se nos ha insistido en que tenemos que tener menos protagonismo, un papel menos importante y una menor portavocía. Creo que con la cuestión étnica y racial tenemos que tener en cuenta esos mismos principios. Pertenecemos a una posición social que ha tenido privilegios durante mucho tiempo y creo que ahora lo que nos toca es estar un paso por detrás, principalmente en lo que tiene más que ver con la función pública, y tratar de tener una escucha activa que permita entender.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.