miércoles, 20 de marzo de 2019

#hemeroteca #feminismo #trabajosexual | Participar como trabajadora sexual en el 8M: “Sentí el peso del estigma”

Imagen: El Salto / Ilustración de Ana Barbudo. Albert Rivera, Carmen Calvo y Beatriz Gimeno frente a las aliadas Silvia Federici y Angela Davis
Participar como trabajadora sexual en el 8M: “Sentí el peso del estigma”.
“Había miradas, algunas de desprecio. Escuché risas y comentarios de mujeres y hombres”. “No sentí que fuera un espacio seguro”. Varias trabajadoras sexuales cuentan sus experiencias en la manifestación de la huelga feminista en Madrid.
El Salto, 2019-03-20
https://www.elsaltodiario.com/opinion/participar-como-trabajadora-sexual-en-el-8m

Este texto está escrito por algunas de las trabajadoras sexuales que marchamos juntas en la huelga feminista del 8M de Madrid. Procedemos de distintos bagajes, experiencias y grupos de trabajo. Nuestras opiniones son plurales y consideramos enriquecedor compartir sensaciones y pensamientos sin tener por ello que presentarnos bajo una única voz. En este texto hablan Belén, del sindicato OTRAS, Beyoncé, de Afemtras, y Esperanza, trabajadora independiente.

Marchando juntas


Belén. A punto estuve de no ir, pero fui. El peso del estigma estaba acechándome más que nunca últimamente. Encontré calor, arrope, alegría, determinación, sabiduría, generosidad. Nunca el símbolo del paraguas rojo me pareció tan acertado. Un paraguas donde cabemos todas, que nos abraza, nos protege y da coraje para seguir. Para mí, lo mejor del 8M. 

Beyoncé. Han pasado algunos años desde mi primer 8M. El 2018 fue muy especial, tenía más conciencia de cómo el feminismo es importante en mi vida como trabajadora sexual, mujer trans y migrante. Semanas antes del 8M 2019 hablé con compañeras sobre sororidad, estigma y de cómo influye el feminismo en nuestras vidas. Les conté mis experiencias en años pasados y eso animó a algunas. Me alegró que se sumaran.

El estigma

Beyoncé. A pesar de que cada vez estoy liberándome más de los estigmas que la sociedad y sus lastres me hacen llevar, este 8M ha sido el que más me ha pesado. Había miradas, algunas de desprecio. Escuché risas y comentarios de mujeres y hombres. No me sentí cómoda según íbamos avanzando y gritando nuestras consignas. Cada vez iban reforzándose más mis estigmas. Sentí que este año no debí haber salido y que ese no era mi espacio. Parecía que éramos unas apestadas mis compañeras trabajadoras y aliadas. No quise contestar a nadie. No había ido a buscar ningún enfrentamiento, no era el lugar.

Esperanza.
Es la primera vez que marchaba con compañeras y aliadas con pancartas y proclamas en torno al trabajo sexual. Y no fue como otras veces. Fue, además de la alegría por ver un movimiento que se expande, desolador. Sentí el peso del estigma por las miradas y comportamientos de muchas personas. Pienso en las marchas LGTBIQ+ y de trabajadoras y trabajadores sexuales bajo la Ley sobre peligrosidad y rehabilitación social. Las políticas actuales no van en torno a dialogar con nosotras, no aceptan que tenemos una verdad que narrar. No nos reconocen como personas válidas. Hay quienes nos quieren rescatar de algo que ni entienden ni respetan. Solamente apoyan a quienes se consideran víctimas y no todas lo somos. Otros grupos pretenden legislar sin contar con nosotras. La exclusión y la invisibilización no hacen que algo desaparezca, generan violencia a muchos niveles y parte de ella la sentí en esta marcha.

Hombres y 8m


Belén.
Escuché los comentarios que unos hombres soltaron con total naturalidad e impunidad: “Ah, que son trabajadoras sexuales”. “Pues yo estoy bastante necesitado”. Y no sentí en absoluto que fuese un espacio seguro (no por mis compas, sino por el entorno, por el estigma) como para darme la vuelta y decirles a esos dos que se fuesen ahora mismo de nuestra marcha, que no hay ya tolerancia para sus residuos machistas. Pero no lo hice. Preferí quedarme callada. Terrible que en mi marcha y en mi movimiento no estuviese en absoluto segura de que el resto de mujeres fuesen a apoyarme. 

Beyoncé. Otra cosa que este año me sorprendió fue que había más presencia de hombres cis acompañando a mujeres. Entiendo que buscamos la igualdad y que es positivo que estén, pero desde otro ángulo. Me sorprendió ver a algunos llevando el mando. Tampoco le di mucha importancia. Esa mayor asistencia de hombres la relacioné con la visibilización de la ultraderecha que estamos viviendo. 

Esperanza.
Me gustó ver más hombres que en anteriores ocasiones. Me pregunto si el hecho de que haya mujeres que nos cuestionan y nos apartan, cómo no va a dar pie a que ellos también lo hagan. Dicen que somos nosotras, las trabajadoras sexuales, quienes provocamos parte de la violencia sobre la colectividad de mujeres. De nuevo me pregunto si la marginación y el desprecio que nos dedicáis no es lo que genera gran parte de esa violencia. Creo que mientras no dejemos de invalidarnos entre nosotras va a ser complicado que ellos no actúen igual. Está en nuestra mano que se sumen para cambios reales o para promover exclusión, estigma y violencia.

¿Qué esperamos como feministas?

Belén. Vi cada vez más probable que el año próximo una gran marca patrocine el 8M y que muchos colectivos montemos un 8M alternativo, como el Orgullo Crítico. Eso, a mi juicio, es una derrota, una fagocitación del capital, de las ideas liberales, partidistas y eurocéntricas. Descargaría de contenido y crítica al movimiento. Porque, de pronto, el feminismo es divertido, vende, genera votos y te ayuda a ligar. Será un espacio que ya no es nuestro, ni seguro, ni reivindicativo, pero que lo parecerá.

Si no luchamos por un movimiento que incluya, visibilice y de soporte a todas las realidades, cuidado con lo que se nos viene. Eso supondrá escuchar a aquellas personas o colectivos con los que estamos en desacuerdo, tendremos que mirarnos dentro y ver qué guardamos aún de clasistas, racistas, homófobas, tránsfobas, putófobas, machistas, etc. Si no hacemos estas introspecciones, si no alentamos estos diálogos, ¿de qué feminismo estamos hablando? 

Esperanza. Considero que se puede desear la abolición de la prostitución. Al igual que considero oportuna la búsqueda del placer y la dotación de derechos. No todo vale, desde luego. No vale la pobreza, la precariedad, las faltas de respeto, el odio. No vale la marginación, el menosprecio. No vale si no aceptamos las diferencias, si no creemos en distintos modos de vivir. Hay personas que nos llaman “mujeres prostituidas” a quienes hemos decidido acceder al trabajo sexual desde diferentes situaciones. Dicen que nos dejamos violar. De ninguna manera se puede pedir respeto y hablar así por y de nosotras.

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