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Andrea Momoitio: “Seguramente, yo me apartaría de María Isabel si me la cruzase en la calle”.
La periodista Andrea Momoitio ha publicado el libro ‘Lunática’ (Libros del KO, 2022) en el que recupera una historia que tiene todos los ingredientes para emocionar.
Gessamí Forner | El Salto, 2022-03-28
https://www.elsaltodiario.com/trabajo-sexual/andrea-momoitio-seguramente-yo-me-apartaria-de-maria-isabel-si-me-la-cruzase-en-la-calle
La periodista feminista bilbaína Andrea Momoitio pidió el pasado año unos meses de excedencia de su lugar de trabajo, la revista Pikara, para escribir un libro. En ‘Lunática’ (Libros del KO, 2022) aborda temas que le apasionan: su barrio, lo quinqui, la salud mental, el incipiente movimiento feminista de los años 70, los márgenes. Su protagonista es una vecina que murió en comisaría con 23 años. Era prostituta, la detuvieron por robar en El Corte Inglés y su fallecimiento conmocionó a sus compañeras, que se organizaron en un comité y propiciaron una huelga. No desea mitificar a María Isabel ni a esa huelga que no consiguió ninguna de sus reivindicaciones, pero recupera una historia que tiene todos los ingredientes para emocionar. Como sus reportajes, está maravillosamente escrita y no le falta rigor. “En periodismo, el rigor es un valor seguro”, asegura.
¿Por qué María Isabel?
Conocía la historia a través de la gente del barrio y echando una mano a la Asamblea de Mujeres de Bizkaia, ayudándoles a transcribir las primeras entrevistas que hicieron a las primeras activistas de la Asamblea, que también la nombraban. En 2018, Pikara preparó un especial de otras huelgas y escribí un reportaje titulado “Las putas que clamaron por María Isabel”. Me quedé más o menos satisfecha, porque pude entender a grandes rasgos qué quería el Comité de prostitutas de Cortes y por qué convocaron la huelga, pero me quedé con curiosidad por saber quién era ella. Se muere quemada, dicen que por un pastel, tiene un hijo pequeño…
Para un reportaje no había lugar a indagar más, pero poco a poco empecé a mirar cosas: un día fui a Basauri para ver si conseguía su partida de defunción y, al leerla pensé, “mira, es de Santander”. Y fui a Santander a ver si me daban la de nacimiento, donde aparecían el nombre de su madre y su padre. Tiré del hilo y conociéndola comprobé que había historia. Se lo propuse a Libros del KO y les encajó.
Dices en el libro que te obsesionaste.
Sí, es una tipa que para hablar de ella tenía que hablar de cosas que me gustan y me interesan mucho: este barrio, el barrio chino de Santander, mucha cárcel, presos sociales, la locura, la Ley sobre peligrosidad y rehabilitación social [entró en vigor en 1971 y no fue derogada completamente hasta 1995], el Patronato de Protección a la Mujer, el incipiente movimiento feminista. María Isabel reunía todos los temas que me interesaban. Todo puede vincularse con ella o su momento. Y luego, lo quinqui, que también me llama mucho la atención.
Has sido muy meticulosa.
Sí, porque de las cosas que nos enseñaron en la carrera de Periodismo con lo único que me quedé es con el rigor. Me parece un valor absoluto, por eso me gusta leer periodismo, porque hay una confianza importante con lo que te cuenta entre quien escribe y quien lee. Y yo quería eso, una historia contrastada para que quien lee el libro confíe en mí, y que sepa que cada cosa que digo ha sido comprobada y que, cuando no he podido comprobarla, así lo digo, para que no se rompa esa relación.
Yo confío en ti. ¿Qué dirías que significó esa huelga de prostitutas?
Poca cosa.
¿Por qué?
De hecho, me da miedo que el libro la distorsione y haga que parezca más de lo que fue y, aunque no le quiero restar valor, ni muchísimo menos, porque fue importante, lo cierto es que no consiguieron ninguna de sus reivindicaciones y que el Comité prácticamente desapareció un mes después de su creación. Entendemos que surge con la muerte de María Isabel, el 9 de noviembre de 1977, en el funeral, probablemente, donde se juntan y se constituyen. Pero un mes después, en diciembre y en Leioa, donde se organizan las jornadas feministas de Euskadi, ya han desaparecido. Cosa que a mí lo que me hace pensar es que es muy atrevido afirmar que llegaron a constituirse.
¿Ha habido algún otro intento de constitución de algo así?
Que yo conozca en el barrio, no. Las Oblatas es una orden religiosa que está bastante vinculada al mundo de la prostitución y al mundo de la trata; no sé si por ahí ha podido darse alguna iniciativa por parte de las prostitutas. Y lo más parecido quizá es Askabide, que se constituye bastante más tarde y nunca ha sido un espacio de prostitutas autónomas.
¿Por qué ‘Lunática’? Dices que no te gusta hablar de enfermedad mental.
El título viene por varias razones: por un lado, es una palabra que se vincula a menudo a la locura y me parecía que, sin ser evidente, podría ser una palabra bonita. También tiene que ver con que una compañera de María Isabel declaró en ‘Cuadernos para el diálogo’, un periódico de la época, que tenía muy mala luna, pero que cuando estaba con ellas estaba bien. El problema llegaba cuando se la llevaban psiquiatrizada en contra de su voluntad y cuando la detenían. Además, uno de los capítulos es su carta astral, que no sé si es muy riguroso pero sí muy divertido, dice que la luna tiene cierta relevancia, tanto en su nacimiento como en su muerte. Y también por la famosa canción titulada “La luna de Bilbao”.
¿El hermano se ha leído el libro?
No creo. Ni siquiera me ha confirmado que lo ha recibido.
¿Cómo dirías que ha cambiado tu barrio y el de María Isabel de 1977 a ahora?
Muchísimo, tanto que cuando me cuentan como era antes me cuesta creerlo. En la calle San Francisco falta todo el comercio de entonces: joyerías, peleterías, y el cine. Y la calle Cortes prácticamente está desconfigurada, con una calle perpendicular que desapareció. Y faltan los cientos de clubs que había. Los bilbaínos y bilbaínas me dicen que esto era como un París, que debe de ser una exageración, pero debía de ser impresionante. Dicen que era un barrio al que acudían los matrimonios. Eso me hace mucha gracia, parece que si iban matrimonios lo convertían en un lugar más digno. La gente venía a ver espectáculos, los travestis que actuaban, música en directo. Era un lugar con mucha vida, bullicio y luces de neón. Una fantasía que ahora no tenemos.
¿Y los márgenes de hoy se parecen a los de 1977?
Son los mismos. Las personas que se veían afectadas por la Ley de peligrosidad y rehabilitación social son las mismas que hoy siguen completamente reprimidas y oprimidas. Podían aplicártela si tenías problemas de salud mental, si ejercías la prostitución, si eras trans, marika o bollera, si eras un menor de edad rebelde de su familia y, bueno, eso de menores no acompañados nos suena mucho hoy en día.
¿Puedes contarnos brevemente la historia de María Isabel sin hacer spóiler?
Es una chavala que se queda huérfana de padre a una edad temprana y, con su madre y hermanos, se muda de Astillero a Santander, donde empiezan los problemas. Imagino que la madre se encuentra en una situación muy complicada para sacar adelante a sus hijos y empieza a tener problemas para controlar, por decirlo de alguna manera, a María Isabel y su hermano Lolo. Empiezan las detenciones y su custodia cae en manos del Patronato de Protección a la Mujer. De Santander la mandan a Salamanca, de ahí la rebotan y, calculo que a los 19 años, llegó a Bilbao a trabajar de prostituta, como declaró en algunas detenciones.
Y muere por un pastel.
No, ese es el gran mito. Es verdad que ella tuvo una movida con un pastel en el bar Alisas. Cogió un pastel de la barra y al camarero le pareció que no tenía actitud de querer pagarlo, aunque ella siempre afirmó que lo quería pagar, y la detuvieron. No por eso, sino porque reventó el garito. Volvió de manera recurrente a montarles cristos, intentó incluso apuñalar a uno de los camareros. Eso del pastel le hizo mucho daño y quedó como algo recurrente. Por eso cuando apareció muerta, y al estar detenida por robar, sus compañeras pensarían que tenía que ver con el pastel, pero no. Ese día la detuvieron por robar en El Corte Inglés. Me imagino que hablaba tanto de ese pastel que todo el mundo creyó que murió por él.
¿Qué simboliza María Isabel?
El hartazgo. Imagino que esas mujeres empezaban a ver ciertos cambios. Estamos en el 77, se movían cosas, se empiezan a hacer demandas, como la amnistía, y entiendo que intuyeron rápido que para ellas no iba a haber nada. Que esa democracia, esos cambios y esas reformas que se estaban poniendo en marcha, a priori, con ellas iban a pasar de largo. Y entonces aparece una chavala de 23 años muerta en la cárcel. Una chavala que sus compañeras sabían que era problemática, con problemas de salud mental, que conocían a su niño, que sabían que necesitaba de una protección mayor y dijeron: hasta aquí hemos llegado. María Isabel fue una chispa. Siempre pasan estas cosas. Mi profe Igor Ahedo llamaba a esto “imposición repentina de agravios”. Es habitual.
¿Cómo está yendo la promoción?
Estoy muy contenta porque está teniendo mucha visibilidad y las presentaciones han ido bien. Toca tantos temas que es fácil que pueda llegar a mucha gente.
¿Con qué te quedarías de todo lo que abordas en el libro? ¿Lo quinqui, el ambiente?
Todo eso está. Esa gente, ese ambiente. Es la gente de la que nos avergonzamos hoy también. María Isabel es la típica tía que si la tienes en tu familia te avergüenza. Y probablemente, nadie lo diga con esa crudeza, pero es la gente que da problemas, da la nota, dificulta la vida a su entorno porque con la mierda de estructura de psiquiatría que tenemos, esas personas tienen muchas dificultades. Sigue dándose supongo que de una manera distinta, pero tenemos muchas maría isabeles en el barrio. La típica tía de la que te apartas un poco, porque viene a comerte la oreja y no la entiendes. Y no quiero que parezca otra cosa porque ella tiene un libro. Seguramente, yo me apartaría de ella si me la cruzase.
¿Va a cambiar un poco eso ahora que se habla más de salud mental?
No es lo que están diciendo las personas psquiatrizadas, que tienen muy claras sus demandas y siguen denunciando las mismas violencias. Parece que la psiquiatría franquista era terrible, y lo era, pero en el Hospital de Bilbao seguro que hay personas atadas en contra de su voluntad.
¿Cómo valoras el debate sobre el abolicionismo?
He intentado que mi opinión no esté muy presente, al menos en la promoción del libro, porque me gustaría que lo lea cualquier persona al margen de mi opinión respecto a la prostitución. Espero que el libro sirva para que cometamos errores nuevos, porque creo que he recogido errores que se han cometido sobre cómo abordar la prostitución y espero que conocerlos sirva para cometer otros nuevos.
Errores nuevos es un concepto interesante.
La prostitución es una realidad que no tiene resolución posible, no está en nuestras manos, es un fenómeno muy complejo. Pero ya sabemos que si optamos por una actitud abolicionista, esta no cambia nada, sino que aboca a las mujeres a trabajar en situaciones de vulnerabilidad más grave, porque ya se aprobó un decreto en ese sentido. Y me parece importante que lo conozcamos, porque si la propuesta es un decreto abolicionista, que sea mejorar al que ya hubo. Si la propuesta es esa, que no sé cuál debe ser.
¿Por qué María Isabel?
Conocía la historia a través de la gente del barrio y echando una mano a la Asamblea de Mujeres de Bizkaia, ayudándoles a transcribir las primeras entrevistas que hicieron a las primeras activistas de la Asamblea, que también la nombraban. En 2018, Pikara preparó un especial de otras huelgas y escribí un reportaje titulado “Las putas que clamaron por María Isabel”. Me quedé más o menos satisfecha, porque pude entender a grandes rasgos qué quería el Comité de prostitutas de Cortes y por qué convocaron la huelga, pero me quedé con curiosidad por saber quién era ella. Se muere quemada, dicen que por un pastel, tiene un hijo pequeño…
Para un reportaje no había lugar a indagar más, pero poco a poco empecé a mirar cosas: un día fui a Basauri para ver si conseguía su partida de defunción y, al leerla pensé, “mira, es de Santander”. Y fui a Santander a ver si me daban la de nacimiento, donde aparecían el nombre de su madre y su padre. Tiré del hilo y conociéndola comprobé que había historia. Se lo propuse a Libros del KO y les encajó.
Dices en el libro que te obsesionaste.
Sí, es una tipa que para hablar de ella tenía que hablar de cosas que me gustan y me interesan mucho: este barrio, el barrio chino de Santander, mucha cárcel, presos sociales, la locura, la Ley sobre peligrosidad y rehabilitación social [entró en vigor en 1971 y no fue derogada completamente hasta 1995], el Patronato de Protección a la Mujer, el incipiente movimiento feminista. María Isabel reunía todos los temas que me interesaban. Todo puede vincularse con ella o su momento. Y luego, lo quinqui, que también me llama mucho la atención.
Has sido muy meticulosa.
Sí, porque de las cosas que nos enseñaron en la carrera de Periodismo con lo único que me quedé es con el rigor. Me parece un valor absoluto, por eso me gusta leer periodismo, porque hay una confianza importante con lo que te cuenta entre quien escribe y quien lee. Y yo quería eso, una historia contrastada para que quien lee el libro confíe en mí, y que sepa que cada cosa que digo ha sido comprobada y que, cuando no he podido comprobarla, así lo digo, para que no se rompa esa relación.
Yo confío en ti. ¿Qué dirías que significó esa huelga de prostitutas?
Poca cosa.
¿Por qué?
De hecho, me da miedo que el libro la distorsione y haga que parezca más de lo que fue y, aunque no le quiero restar valor, ni muchísimo menos, porque fue importante, lo cierto es que no consiguieron ninguna de sus reivindicaciones y que el Comité prácticamente desapareció un mes después de su creación. Entendemos que surge con la muerte de María Isabel, el 9 de noviembre de 1977, en el funeral, probablemente, donde se juntan y se constituyen. Pero un mes después, en diciembre y en Leioa, donde se organizan las jornadas feministas de Euskadi, ya han desaparecido. Cosa que a mí lo que me hace pensar es que es muy atrevido afirmar que llegaron a constituirse.
¿Ha habido algún otro intento de constitución de algo así?
Que yo conozca en el barrio, no. Las Oblatas es una orden religiosa que está bastante vinculada al mundo de la prostitución y al mundo de la trata; no sé si por ahí ha podido darse alguna iniciativa por parte de las prostitutas. Y lo más parecido quizá es Askabide, que se constituye bastante más tarde y nunca ha sido un espacio de prostitutas autónomas.
¿Por qué ‘Lunática’? Dices que no te gusta hablar de enfermedad mental.
El título viene por varias razones: por un lado, es una palabra que se vincula a menudo a la locura y me parecía que, sin ser evidente, podría ser una palabra bonita. También tiene que ver con que una compañera de María Isabel declaró en ‘Cuadernos para el diálogo’, un periódico de la época, que tenía muy mala luna, pero que cuando estaba con ellas estaba bien. El problema llegaba cuando se la llevaban psiquiatrizada en contra de su voluntad y cuando la detenían. Además, uno de los capítulos es su carta astral, que no sé si es muy riguroso pero sí muy divertido, dice que la luna tiene cierta relevancia, tanto en su nacimiento como en su muerte. Y también por la famosa canción titulada “La luna de Bilbao”.
¿El hermano se ha leído el libro?
No creo. Ni siquiera me ha confirmado que lo ha recibido.
¿Cómo dirías que ha cambiado tu barrio y el de María Isabel de 1977 a ahora?
Muchísimo, tanto que cuando me cuentan como era antes me cuesta creerlo. En la calle San Francisco falta todo el comercio de entonces: joyerías, peleterías, y el cine. Y la calle Cortes prácticamente está desconfigurada, con una calle perpendicular que desapareció. Y faltan los cientos de clubs que había. Los bilbaínos y bilbaínas me dicen que esto era como un París, que debe de ser una exageración, pero debía de ser impresionante. Dicen que era un barrio al que acudían los matrimonios. Eso me hace mucha gracia, parece que si iban matrimonios lo convertían en un lugar más digno. La gente venía a ver espectáculos, los travestis que actuaban, música en directo. Era un lugar con mucha vida, bullicio y luces de neón. Una fantasía que ahora no tenemos.
¿Y los márgenes de hoy se parecen a los de 1977?
Son los mismos. Las personas que se veían afectadas por la Ley de peligrosidad y rehabilitación social son las mismas que hoy siguen completamente reprimidas y oprimidas. Podían aplicártela si tenías problemas de salud mental, si ejercías la prostitución, si eras trans, marika o bollera, si eras un menor de edad rebelde de su familia y, bueno, eso de menores no acompañados nos suena mucho hoy en día.
¿Puedes contarnos brevemente la historia de María Isabel sin hacer spóiler?
Es una chavala que se queda huérfana de padre a una edad temprana y, con su madre y hermanos, se muda de Astillero a Santander, donde empiezan los problemas. Imagino que la madre se encuentra en una situación muy complicada para sacar adelante a sus hijos y empieza a tener problemas para controlar, por decirlo de alguna manera, a María Isabel y su hermano Lolo. Empiezan las detenciones y su custodia cae en manos del Patronato de Protección a la Mujer. De Santander la mandan a Salamanca, de ahí la rebotan y, calculo que a los 19 años, llegó a Bilbao a trabajar de prostituta, como declaró en algunas detenciones.
Y muere por un pastel.
No, ese es el gran mito. Es verdad que ella tuvo una movida con un pastel en el bar Alisas. Cogió un pastel de la barra y al camarero le pareció que no tenía actitud de querer pagarlo, aunque ella siempre afirmó que lo quería pagar, y la detuvieron. No por eso, sino porque reventó el garito. Volvió de manera recurrente a montarles cristos, intentó incluso apuñalar a uno de los camareros. Eso del pastel le hizo mucho daño y quedó como algo recurrente. Por eso cuando apareció muerta, y al estar detenida por robar, sus compañeras pensarían que tenía que ver con el pastel, pero no. Ese día la detuvieron por robar en El Corte Inglés. Me imagino que hablaba tanto de ese pastel que todo el mundo creyó que murió por él.
¿Qué simboliza María Isabel?
El hartazgo. Imagino que esas mujeres empezaban a ver ciertos cambios. Estamos en el 77, se movían cosas, se empiezan a hacer demandas, como la amnistía, y entiendo que intuyeron rápido que para ellas no iba a haber nada. Que esa democracia, esos cambios y esas reformas que se estaban poniendo en marcha, a priori, con ellas iban a pasar de largo. Y entonces aparece una chavala de 23 años muerta en la cárcel. Una chavala que sus compañeras sabían que era problemática, con problemas de salud mental, que conocían a su niño, que sabían que necesitaba de una protección mayor y dijeron: hasta aquí hemos llegado. María Isabel fue una chispa. Siempre pasan estas cosas. Mi profe Igor Ahedo llamaba a esto “imposición repentina de agravios”. Es habitual.
¿Cómo está yendo la promoción?
Estoy muy contenta porque está teniendo mucha visibilidad y las presentaciones han ido bien. Toca tantos temas que es fácil que pueda llegar a mucha gente.
¿Con qué te quedarías de todo lo que abordas en el libro? ¿Lo quinqui, el ambiente?
Todo eso está. Esa gente, ese ambiente. Es la gente de la que nos avergonzamos hoy también. María Isabel es la típica tía que si la tienes en tu familia te avergüenza. Y probablemente, nadie lo diga con esa crudeza, pero es la gente que da problemas, da la nota, dificulta la vida a su entorno porque con la mierda de estructura de psiquiatría que tenemos, esas personas tienen muchas dificultades. Sigue dándose supongo que de una manera distinta, pero tenemos muchas maría isabeles en el barrio. La típica tía de la que te apartas un poco, porque viene a comerte la oreja y no la entiendes. Y no quiero que parezca otra cosa porque ella tiene un libro. Seguramente, yo me apartaría de ella si me la cruzase.
¿Va a cambiar un poco eso ahora que se habla más de salud mental?
No es lo que están diciendo las personas psquiatrizadas, que tienen muy claras sus demandas y siguen denunciando las mismas violencias. Parece que la psiquiatría franquista era terrible, y lo era, pero en el Hospital de Bilbao seguro que hay personas atadas en contra de su voluntad.
¿Cómo valoras el debate sobre el abolicionismo?
He intentado que mi opinión no esté muy presente, al menos en la promoción del libro, porque me gustaría que lo lea cualquier persona al margen de mi opinión respecto a la prostitución. Espero que el libro sirva para que cometamos errores nuevos, porque creo que he recogido errores que se han cometido sobre cómo abordar la prostitución y espero que conocerlos sirva para cometer otros nuevos.
Errores nuevos es un concepto interesante.
La prostitución es una realidad que no tiene resolución posible, no está en nuestras manos, es un fenómeno muy complejo. Pero ya sabemos que si optamos por una actitud abolicionista, esta no cambia nada, sino que aboca a las mujeres a trabajar en situaciones de vulnerabilidad más grave, porque ya se aprobó un decreto en ese sentido. Y me parece importante que lo conozcamos, porque si la propuesta es un decreto abolicionista, que sea mejorar al que ya hubo. Si la propuesta es esa, que no sé cuál debe ser.
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