Imagen: El País / Ana y David |
Las aplicaciones de citas ya han superado a los amigos en el papel de celestinas.
Yuly Jara | Verne, El País, 2019-08-16
https://verne.elpais.com/verne/2019/07/24/articulo/1563958036_092169.html
"Ana me dio un ‘match’ porque tenía una foto de Peppa Pig en mi perfil", cuenta entre risas David Medrano, profesor de programación de FP de 33 años, sobre cómo conoció a su pareja. Cuando Ana Mora, arquitecta técnica de 36 años, deslizó su foto hacia la derecha en una aplicación de citas, automáticamente se abrió un chat entre ambos.
A los 15 días de haber iniciado su conversación, cambiaron este mundo virtual por otro de carne y hueso. De eso hace ya tres años. Ahora viven juntos en Madrid y aseguran a ‘Verne’ desde el otro lado del teléfono que si no hubiese sido por Internet, probablemente no se habrían conocido. "Conozco a más gente en relaciones serias después de haberse conocido en Tinder que después de haberlo hecho en el gimnasio", indica Ana.
El porcentaje de parejas heterosexuales que se han conocido virtualmente ha crecido a pasos agigantados en las dos últimas décadas. Si en 1995 ese porcentaje era del 2%, en 2017 esa cifra ya era del 40%. Si cuatro de cada 10 parejas heterosexuales formadas en 2017 se conocieron gracias a Internet, el porcentaje aumenta a seis de cada 10 en el caso de las parejas homosexuales. Son algunas conclusiones del estudio ‘Disintermediating your friends’ (en pdf), publicado por la Universidad de Stanford el 15 de julio y para el que fueron entrevistadas más de 5.000 personas entre 2009 y 2017.
A ojos del sociólogo Francesc Núñez, de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), estos datos referidos a la población estadounidense son perfectamente extrapolables a la española. "Esto es un fenómeno global. Tal vez los países anglosajones nos llevan algunos años de ventaja, pero no muchos. Esta forma de conocer gente se está extendiendo muy rápidamente", explica.
‘Disintermediating your friends’ no solo habla del aumento de citas por Internet, sino también de cómo ese crecimiento ha supuesto la desaparición de los intermediarios a la hora de presentar a personas que acaban formando una pareja. Entre 1995 y 2017, el papel de los amigos como celestinas cayó del 33% al 20%. También el de los compañeros de trabajo, del 19% al 11%. Y lo mismo con los familiares, del 15% al 7% (aunque su papel ya llevaba en declive desde finales del siglo XX).
Los datos del estudio también indican que, desde el año 2010, cada vez más gente se conoce en bares y restaurantes. Pero no se trata de gente que coincida por casualidad en un bar sin haber hablado antes —esta forma de conocerse lleva en declive desde 1995—, sino de personas que ya habían entablado contacto por Internet y que deciden ‘desvirtualizarse’ en estos lugares. Irene Fernández, traductora jurada de 28 años, es de las personas que quedó con su último ligue en una terraza después de haberse conocido por Internet.
"Esa vez opté por comunicarme exclusivamente con ‘gifs’. Quedamos sin haber hablado nada previamente. Fue muy guay y me lo pasé muy bien", indica esta mujer murciana. Gracias a la ayuda de estos memes, ambos concretaron la hora y el lugar: plaza del 2 de mayo, a las ocho de la tarde. Una vez allí, se saludaron con dos besos y, mientras tomaban algo en una terraza, no pararon de charlar durante más de tres horas.
Las razones de este crecimiento
Hay muchas razones para que cada vez más gente se conozca a través de Internet. Por supuesto, la explicación más evidente es que, gracias a los ‘smartphones’, cada vez pasamos más tiempo conectados, lo que ha llevado a la proliferación de webs de citas. "La oferta en términos de mercado es muchísimo más grande", explica Núñez. Pero también hay otras razones menos evidentes.
Por ejemplo, la "asincronía", tal y como menciona el estudio. Esta palabra se refiere a que las personas ya no tienen que estar presentes al mismo tiempo para mantener una conversación, como ocurría antes, sino que pueden diferir sus preguntas y sus respuestas. Ocurre algo parecido con el espacio, de manera que las personas ya no están obligadas a coincidir en el mismo lugar, multiplicando las posibilidades comunicativas.
Otra de las razones que menciona el estudio son las posibilidades tecnológicas de las aplicaciones: "Pese a que haya razones para mantenerse escépticos ante la naturaleza científica de sus algoritmos para emparejar a gente, lo cierto es que estas aplicaciones tienen mayor margen para progresar tecnológicamente, frente a la naturaleza más estática de las redes de amigos".
Núñez también alude a estas cuestiones tecnológicas. "Para conocer a alguien en Internet, previamente has tenido que introducir una serie de gustos y preferencias, así cuando surge el 'match', más o menos, ya has elegido a esa pareja. Lo que pasa entonces es que quemas rápidamente esas etapas del conocimiento sobre el otro", explica.
Otra explicación para este crecimiento es la discreción. "Los usuarios prefieren estas aplicaciones antes que compartir sus preferencias a través de amigos o familiares", afirma estudio.
La estigmatización disminuye
La versión oficial para las familias de Beatriz y Antonio, de 27 años cada uno, es que se conocieron en un autobús de Madrid a Toledo en 2011. La historia no oficial, y que solo saben amigos muy cercanos, es que en realidad fue por Internet. Tardaron seis meses en conocerse en persona y la espera les valió la pena porque, siete años después, van a casarse.
¿Estaba estigmatizado conocer gente por Internet por aquel entonces? "Sí, mucho. Ahora hay más ‘apps’ y más facilidades para acceder este tipo de ligue. Hace siete años la gente pensaba que en Internet solo podías buscar relaciones sexuales", señala Beatriz.
La propia investigación se hace eco de lo que Pew Research Center, 'think tank' estadounidense, publicó en 2016: "las citas online han perdido gran parte de su estigma" y cada vez menos personas creen que quienes las usan "están desesperadas".
Cuando Carlos, un toledano de 30 años que trabaja en el área de marketing y ventas, empezó a usar aplicaciones de citas decidió no contárselo a ninguno de sus amigos. Sin embargo, sus dos últimas parejas surgieron gracias a Internet. Con una de ellas estuvo un año y tres meses, y con la otra, dos años y un mes. "No conté eso hasta hace poco, normalmente lo llevaba en secreto".
El próximo mes de diciembre un tocayo suyo, llamado Carlos Castillo, de 28 años e historiador, cumple tres años con su pareja, a la que conoció por Internet. Al principio cuenta que sentía cierta reticencia por este tipo de aplicaciones. "Mi generación ha vivido la transición entre lo analógico y lo tecnológico. Antes yo le daba más peso a conocerse en persona, porque pensaba que las de Internet no eran relaciones verdaderas y que eran una ficción. Pero al final uno se adapta", nos cuenta.
"En las vidas de los nativos digitales, así como de quienes no lo son pero van introduciendo Internet, se comparte con más naturalidad que las relaciones presenciales convivan con otras principalmente virtuales o que aparecen primero en el espacio virtual", señala el sociólogo Francesc Núñez. "La gente ha dejado de considerarlo un tipo de relación menos valiosa y lo considera otra manera de buscar relaciones o pareja".
Mejorar nuestras relaciones
Ante este aumento de las relaciones que surgen primero por Internet, Krizia Nardini, doctora en Antropología y género por la UOC y colaboradora del Centre Jove d'Atenció a Les Sexualitats de Barcelona, cuestiona el papel de estas aplicaciones de citas. "Estas apps funcionan dentro de un sistema de valores que ya existe independientemente de las apps: el patriarcado neoliberal", señala.
De este modo, según la especialista, las interacciones en Internet no escapan a algunas inercias propias del capitalismo avanzado. "Estas herramientas tecnológicas provocan la ilusión de que disponemos de un espacio infinito de posibilidades, lo que se alinea con la idea de que somos más libres cuanto mayor es nuestro margen de elección".
Krizia Nardini añade que, por estas mismas razones, las ‘apps’ para conocer gente en Internet pueden conducir a la desilusión "por la normalización de que podemos seguir buscando ilimitadamente opciones mejores". "Esto no significa que no se puedan encontrar parejas o relaciones satisfactorias. Depende del comportamiento de los usuarios o usuarias".
La experta también considera importante que no dejemos pasar la oportunidad de incorporar una mirada feminista a este cambio tecnológico. "Cabría preguntarse por la calidad de las relaciones que promueven, por la manera en que alientan el deseo femenino y masculino, por la manera en que facilitan la iniciativa de la mujer o por la posibilidad de que reconstruyan unos patrones más antiguos o más patriarcales", explica.
"Engaños hay siempre, ‘online’ y ‘offline’"
La primera vez que Enrique Anarte, un joven onubense de 26 años que vive en Berlín, decidió quedar con alguien por Internet no sabía muy bien cómo actuar. "No sabía ni qué decir porque al final no conoces de nada a esa persona. Tradicionalmente cuando quedabas con una persona había algún tipo de conexión. Aquí no sabes si le gusta hablar mucho o poco, por ejemplo. Y lo normal es sentirse raro".
Pero eso no le impidió ponerlo en práctica. Y ahora reconoce que probablemente jamás habría conocido a su novio de no haber sido por Internet. "No tengo ningún problema en decirlo y me alegro de que este tipo de aplicaciones, como Grindr o Tinder, sean un puente humano tanto para las relaciones de pareja como para la amistad".
Elisenda Ardèvol, antropóloga de la UOC que ha estudiado las relaciones surgidas por Internet en su investigación 'Las relaciones personales en Internet como producto de consumo', considera que la Red es un medio más para llegar a establecer un contacto, pero que es el encuentro físico y la capacidad de establecer una relación duradera lo que determina la continuidad o no de una relación. "Engaños hay siempre, ‘online’ y ‘offline’", sentencia.
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