Mikel Martin, militante de EHGAM y referente en el activismo transmaribibollo, entre otros, falleció el pasado 2 de marzo. En este artículo, Julen Zabala, amiga y compañera en EHGAM de Mikel/a, quiere recordar su personalidad, su activismo y su lucha por la liberación sexual. En esta lucha comenzaron allá por 1979, saliendo a las calles donostiarras por primera vez en junio de ese año con el lema ‘Aquí estamos y no nos ocultamos’. Quedar con
Mikel/a era una aventura. Quienes le conocíamos sabíamos perfectamente que al quedar con él/ella/elle (lo que cada una/o/e prefiera) lo de menos era el motivo de la quedada, pues tras ello habría una interminable lista de nuevas ideas, planteamientos, cuestiones, informaciones, proyectos, asuntos, todos expuestos con tal pasión que pareciera que fueran lo más importante del mundo. Y, sí, así eran al menos en ‘nuestro’ mundo, ese pequeño mundo en el que perpetrábamos las más diversas conspiraciones para nuestra/s luchas/s por la liberación (homo)sexual... También sabíamos que cada encuentro acabaría con una interminable lista de tareas pendientes y con el compromiso de llevarlas a cabo cuanto antes.
Bueno, hay que decir que resultaba imposible afrontar todo lo que incansablemente nos indicaba. Pero una de sus grandes virtudes era que también sabía escuchar a las demás, sus propuestas e iniciativas, y, acercando posturas y sensibilidades, establecer consensos y aceptar cuanto fuera o nos pareciera más razonable para abordar en ese momento.
Y, de igual modo, sabíamos que alguna bronca nos esperaba si nuestro compromiso se hubiera quebrado o no hubiéramos logrado los objetivos deseados en alguna de las acciones llevadas a cabo. Sin embargo sabía dar la vuelta a esas situaciones y cualquier enfado no le duraba más que el tiempo necesario para recomponerse/nos, dando un giro al asunto en cuestión con un nuevo planteamiento o proponiendo una nueva actividad que resultara más eficaz.
Incansable y pertinaz, Mikel/a estaba hecho/a de otra pasta y su manera de afrontar el activismo era de otra época, la de la lucha antifranquista y de la llamada transición, un modo de hacer que prácticamente casi nadie mantuvo. Por eso y por su forma de entender que la lucha era global, que no se limitaba a un único aspecto, Mikel/a es irrepetible. Y, bueno, no olvidemos tampoco su capacidad de estar en todas partes, en las que se cocía algo que pareciese interesante y en las que se fraguaba un nuevo hito para nuestra lucha.
Dar un pequeño paseo con él, no solo por Errenteria, sino por (casi) cualquier pueblo/ciudad de Euskal Herria era imposible sin pararse cada dos pasos, pues siempre se topaba con alguien a quien saludar, preguntar por esto o aquello, interesarse por su compañera/o/e o dar, sin más, una muestra de afectividad.
En su lucha nada le era ajeno y tanto le preocupaba la situación de las personas migrantes como la de las sintecho o las enganchadas a lo que fuera; se implicaba en todo lo trans, por supuesto, y también le interesaba lo relativo a lo no binario; las vivencias de chaperos y demás trabajadoras del sexo; las seropositivas; las precarias; las desfavorecidas; las marginadas; las personas en situación de discapacidad; y, claro, cuantas sufrían acoso por su orientación o identidad sexo-genérica; siempre pendiente de las recién llegadas e interesándose por el destino de las que partían...; todas las gentes, las más cercanas y las más lejanas (incluso aunque fueran desconocidas), y todas sus luchas le importaban. Luchaba por un mundo mejor, en el que todas tuvieran cabida y pudieran vivir sin sufrimiento alguno por mostrar su manera de ser, de estar y de sentir.
La trayectoria de Mikel/a es inabarcable en un texto como el presente. Por ello, solo quiero recordar aquí algunos momentos que nos acerquen, de uno u otro modo, a recordar esbozos de su (peculiar e irrepetible) forma de ser.
Como es bien conocido, en enero de 2005 sufrió una brutal agresión. Como cada jueves, habíamos tenido una reunión del grupo de EHGAM de Gipuzkoa. Normalmente solía quedarme con Mikel/a para ir a cenar y a tomar luego algo por el ambiente. Pero aquel día, por algún motivo que no recuerdo, no le acompañé, algo de lo que siempre me he arrepentido, pues, tal vez, aquel ataque no se hubiera producido.
|
Mikela en Errenteria, en la concentración del 17-M //
|
A la mañana del día siguiente, todavía muy malherido, me llamó (sería la primera llamada del día, aún no había trascendido nada) y me estuvo repasando diferentes temas de la reunión: “Haz ese cartel para el cine fórum tal, llamo a fulana, voy a quedar con mengana para no se qué, etcétera”. Pero, notando que no estaba del todo bien, le pregunté si le pasaba algo y tras bastantes “no, nada” e insistir me relató lo que le había sucedido la noche anterior. Así era Mikel/a: por encima de cualquier circunstancia, incluso personal y de aquella gravedad, está la acción colectiva y el compromiso con cualquier cosa que requiriese la militancia y el propio activismo.
De hecho, cuando lo recordábamos, siempre daba mayor importancia a las agresiones y ataques que recibieron militantes de EHGAM de Oarsoaldea en 1983, coincidiendo con el juicio al policía nacional por el asesinato de Vicente Vadillo ‘Francis’. En aquella ocasión se organizó un encierro en la iglesia donostiarra de Santa María, bajo el lema “los ‘incontrolados’ no nos moverán”. Un ejemplo más de que Mikel/a pensaba más en el sufrimiento ajeno que en el propio.
En el juicio, cinco años y nueve meses después, la jueza, antes de que testificara, le preguntó si podía declarar de pie, pues la brutal paliza tuvo serias consecuencias en una pierna. Mikel/a le contestó: “Bueno, la verdad es que sentada estaría más cómoda”. La jueza, haciéndose la sueca, le dijo que tenía por costumbre que las declaraciones se hicieran en pie. Y así estuvo Mikel/a, más tiesa que una vela...
Cuando se aprobó el cambio en el Código Civil que permitía el matrimonio entre parejas del mismo sexo, el 30 de junio de 2005, estaba con Mikel/a en Arrasate formando parte de una charla/debate sobre homosexualidad, iglesia y derechos civiles. Una más de las innumerables ocasiones en las que compartíamos nuestras cuestiones (para combatir prejuicios y desenmascarar la homo/lesbo/transfobia) allí donde nos lo solicitaban.
Recuerdo con especial cariño aquella vuelta de Arrasate a Donostia por la inmensa satisfacción que le produjo el derecho que lográbamos con aquel reconocimiento al matrimonio igualitario, no tanto por tratarse del matrimonio (institución del ‘patrimonio’ hetero/patriarcal que siempre habíamos criticado) sino por la igualdad con la que se reconocía el derecho mismo. Atrás quedaba una década que inició Cuerda en Gasteiz y en la que el asociacionismo asimilacionista, institucional y/o reformista había apostado por leyes de pareja que seguían considerándonos (a bollos y maris) de segunda categoría y de forma totalmente discriminatoria.
El PP, liderando las posturas reaccionarias contra la igualdad de derechos, intentó aguarnos la fiesta con la tramitación del recurso de anticonstitucionalidad, por considerar que la reforma “desnaturaliza la institución del matrimonio” y que llamar matrimonio a las uniones homosexuales “es un fraude de ley”.
La resolución tardó más de siete años en resolverse y, cuando empezó a anunciarse que estaba al caer, muchas parejas decidimos acogernos al derecho, por si acaso, no fuera que lo que tanto había costado conseguir nos fuera negado, al menos en idénticos términos de igualdad. Fue nuestro caso y cuando me casé con Manu en enero de 2013, Mikel/a, por supuesto encantado/a, asistió como ‘testigo/a’ a nuestra boda en el juzgado de Tolosa.
Tras aquella ‘ceremonia’, los/as tres pasamos unos días en Gran Canaria, siendo para Mikel/a la primera vez que iba. ¡Cómo lo disfrutó! Siempre que lo recordábamos hacíamos el comentario de que tras sus idas y venidas casi deja sin arena las dunas de Maspalomas. Como ya conocíamos el hotel en el que nos íbamos a alojar, antes de emprender el viaje tuve que advertir a nuestro/a Mikel/a que allí mantenían alguna rancia costumbre, como era no permitir acudir a la cena si no era con pantalón largo (únicamente a ‘los hombres’, claro).
A Mikel/a, que siempre tuvo presente todas las reivindicaciones de la COFLHEE (Coordinadora de Frentes de Liberación Homosexual del Estado Español) y muy especialmente los puntos 8 (derecho a vestirse como se quiera) y 18 (derecho al propio cuerpo) de su plataforma de 1978, no le quedó más remedio que comprarse un pantalón largo para aquel viaje. Y debió ser el primero.
Siempre lo tuvo claro, la vestimenta también era una forma de expresar la reivindicación del derecho a la diferencia. Cuando ocurrió el asesinato de ‘Francis’ los medios se referían a “un hombre vestido de mujer” y eso nos causó especial indignación a quienes ya participábamos en EHGAM, pues no era sino una manera de disculpar el crimen y revictimizar a la persona asesinada. Así lo recordó, hace un par de años, Mikel/a: “Me cabreó mucho, me dolió, porque se ponía el peso en cómo iba vestida esa persona, como si ello pudiera justificar un crimen”.
Resulta imposible enumerar cuanto Mikel/a ha promovido en su/s lucha/s a lo largo de toda su vida: actividades para dar visibilidad a la diversidad sexual y acciones para denunciar cualquier signo de trans/homo/lesbofobia y otras discriminaciones. Quiero destacar una de las que más satisfacción le produjo: en mayo de 2006, un par de meses después de que el cineasta Eloy de la Iglesia falleciera entre el olvido y el ostracismo, EHGAM organizó en Zarautz, su localidad natal, a modo de homenaje una sesión de cine fórum.
Contactamos con el entorno del ‘gaztetxe’ de entonces (Putzuzulo) y pudimos emitir allí (en una enorme sábana blanca a modo de pantalla) su película ‘El diputado’, de 1978. Mikel/a, como no podría ser de otra forma, lio a alguien para que hiciera la oportuna presentación, que en este caso fue el apasionado cinéfilo Xabier Portugal. Los aplausos de la juventud asistente al finalizar la proyección del filme (28 años después de su estreno) fue el mayor homenaje y reconocimiento que Eloy podría recibir en ‘su’ Zarautz y así lo sentimos.
Del mismo modo, apenas un año después, cuando EHGAM estaba organizando con los colectivos Medeak y Garaipen el ciclo de cine ‘Otros amores..., otros tiempos...’ para el mes de junio de 2007, nos impactó recibir la noticia del suicidio de Aimar/Moio en Hernani. Y decidimos, con rapidez, incluir una sesión allí, que tuvo lugar en Sandiusterri. Mikel/a no tuvo ninguna duda en tirar de sus contactos, traer el documental ‘El camino de Moisés’ e invitar a dar sus testimonios como trans al propio Moisés Martínez, desde Barcelona, y a Iván Garde, del colectivo Ilota Ledo de Iruñea. Fue la excusa perfecta para tributar un espontáneo homenaje a Moio y acompañar a su familia. Y, una vez más, con la satisfacción del deber cumplido.
Los contactos de Mikel/a han marcado, sin duda, nuestro activismo. Si no conocía a alguien, ya se encargaba de mover los hilos adecuados para llegar a él/ella/elle. De igual modo sus aficiones y pasiones también nos han dejado huella: nada le era ajeno, pero sentía especial estima por las actividades culturales, lecturas y publicaciones, cine y teatro, espectáculos y cabaret... En todo ello cualquier manifestación de la diversidad afectivo-sexual y del homoerotismo le fascinaba.
Y aún más si provenía de los márgenes, del ‘underground’ o de la contracultura. Recuerdo cómo enloquecía al encontrarse con un grafiti con alguna connotación erótico/festiva. Cualquier descubrimiento de este tipo lo compartía con sus compañeros/as, al igual que cualquier noticia que apareciese en (toda) la prensa que tuviera relación con ‘nuestras cosas’, por muy pequeña o marginal que fuera. Las fotos que hacía de esas noticias, sus recortes, sus notas y sus apuntes... ¡cómo vamos a echar de menos todo eso!
Otra de las acciones de las que se sentía muy orgulloso/a fue la concentración que realizamos en enero de 2010 en las inmediaciones de la catedral del Buen Pastor, contra Munilla y su apología del odio, en su toma de posesión como obispo de la diócesis de San Sebastián. Dijo entonces Mikel/a: “Estamos hablando de un homófobo que se considera a sí mismo ‘sanador de los impulsos neuróticos que están presentes en el deseo homosexual’, y que afirma que la pandemia del sida se debe a la ‘obsesión pansexualista de las autoridades'”.
Mikel/a consideraba la lucha de una forma global, y todas sus facetas eran caras de un mismo poliedro: por eso apostaba por la apostasía, el laicismo y la separación de las instituciones religiosas y políticas; el antimilitarismo y la insumisión; el derecho a la autodeterminación de naciones y de cuerpos; el feminismo y la liberación sexual; contra el machismo y sus violencias; contra el racismo y sus violencias; contra el capitalismo y el ‘gaypitalismo’ y sus violencias; por la justicia social, los derechos humanos, el desarrollo sostenible, el ecologismo… Nadie como Mikel/a ponía tanta pasión para luchar por cuanto le parecía justo y necesario: cómo olvidar, por ejemplo, su implicación en la recogida de firmas para la Iniciativa Legislativa Popular en defensa del Mar Menor.
El último encargo que me hizo Mikel/a, y como (casi) siempre de forma urgente, fue el cartel para anunciar la última concentración del 1 de diciembre en Donostia, otra fecha clave en nuestro particular calendario, en la que se conmemora el día mundial de lucha contra el vih-sida. Solo me comentó que el lema de este año era “indetectable = intransmisible”. Así lo hice, pero le añadí “¿inVIHsible?”, pues me parece que
todavía está lejos de normalizarse la situación de las personas seropositivas. Por supuesto, le gustó, la idea y el cartel. Y, como cada año, comentamos a ver cuándo conseguiríamos cambiar el nombre de la plaza en la que se hace esta concentración anual: no es de recibo que Donostia dedique una plaza a Teresa de Calcuta, ‘apologeta del odio’ como la que más, y menos aún que en ella se ubique el lazo rojo en recuerdo a las víctimas del sida.
|
Mar y Mikel en Errenteria, 2022-12-01 //
|
Ese 1 de diciembre, por la enfermedad que le iba minando, Mikel/a ya estaba muy cansado/a y con su mirada nos decía lo mismo que a aquella jueza (“bueno, la verdad es que sentada estaría más cómoda”). Ya no puso carteles, con esa visibilidad que le caracterizaba; se limitó a difundirlo por las redes. Y no asistió a la concentración del 1 de diciembre. Pero todavía tuvo fuerza para acudir a otras movilizaciones en defensa de la ley trans.
Se fue, sin duda, con el enorme agrado de ver aprobada esta ley, que tantos disgustos le había producido por el rechazo de compañeras/os en antiguas batallas, y también por haberse encontrado con una persona interesada en escribir la historia de Francis y que había logrado contactar y recoger mucha información de su entorno familiar y de amistades, algo que no habíamos conseguido por nuestros medios. Y, eso, nos dejó algunas tareas y con la satisfacción del deber cumplido.
El 1 de diciembre pasado no asistió, como digo, a la concentración de la lucha contra el vih/sida, pero sí vino, ese mismo día, al acto que Alternatiba (formación en la que también participaba) organizó en Errenteria para desmentir los bulos en torno a la ley trans y en defensa del reconocimiento de los derechos de las personas trans. Entre las invitadas al acto estaba la histórica activista trans Mar Cambrollé. Mikel/a, ¡cómo no!, fue a recibirla y se fotografiaron en el paso de cebra arcoíris contra la trans/lesbo/homofobia que el pueblo dedicó a Francis en 2014, al cumplirse el 35 aniversario de su asesinato. Al revisar esa foto me doy cuenta de lo mal que ya estaba nuestro/a Mikel/a: se había puesto un pantalón largo.