Imagen: El Correo / Julio Guerrero |
«Los padres suelen ser capaces de distinguirlos; cuanto antes se les comience a tratar, mejor», afirma el experto.
Fermín Apezteguía | El Correo, 2015-02-24
Euskadi ha conocido esta semana el caso del primer niño vasco que se somete a terapia hormonal para afrontar su transexualidad. Pero la historia de Leo, el chico de Irún, no es única. El endocrinólogo infantil Julio Guerrero Fernández, especialista del hospital pediátrico La Paz, de Madrid, asegura que a partir de ahora se conocerán «muchos más» y que la sociedad debe estar preparada para verles «salir del armario». «Desgraciadamente, nuestros políticos siempre van por detrás de la sociedad», protesta.
– Muchas personas aún se preguntan si existe en realidad la transexualidad infantil.
– Contestaría mejor un psicólogo o un psiquiatra, pero sí, sin duda.
– ¿Cómo pueden diferenciar los padres a un niño transexual de otro simplemente afeminado?
– Los endocrinólogos pediatras somos la segunda parte en el proceso diagnóstico. Pero normalmente es fácil. Los padres suelen ser capaces de distinguirlo.
– ¿Es realmente conveniente tratar a los niños cuanto antes?
– Ha habido mucha controversia al respecto, pero en los últimos tiempos hemos llegado al convencimiento de que cuanto antes se diagnostique y se trate, mejor. Son personas que a menudo necesitan mucho apoyo psicológico y social.
– ¿A partir de qué edad aconsejaría tratar con medicación a un niño transexual y por qué no antes?
– Al comienzo de la pubertad. Lo que se pretende es que un niño no desarrolle caracteres sexuales secundarios con los que no se identifica. Puede ser la voz más grave, el vello, las mamas...
Hormonas bloqueadas
– Esta primera fase del tratamiento hormonal busca evitar la llegada de la pubertad.
– Sí, con unos fármacos inyectables que se llaman bloqueadores. Todos estos rasgos son algo que les acompleja y genera mucha angustia. En las niñas, serían los nueve o diez años, cuando suele brotar el botón mamario, y en los niños, a los diez u once, la edad del aumento testicular.
– ¿Se han de medicar de por vida?
– En teoría sí, porque si uno deja de tomar la medicación, la pubertad se activa. En realidad, la mantenemos hasta que damos el tratamiento hormonal cruzado, que también actúa como bloqueante. Si se trata de una niña (un varón biológico), se dan estrógenos y a los niños (mujer biológica), testosterona. Después de dos años de tratamiento, la terapia se puede retirar.
– ¿Y ya es definitivo, llegados a este punto no hay marcha atrás?
– Sí, en nuestro país se da a los 16 años que es, como en la mayoría de Europa, cuando se llega a la mayoría de edad sanitaria.
–¿Todo esto no provoca en el organismo un lío hormonal terrible? Unas hormonas reprimidas, otras disparadas...
– Ése es el motivo por el que el bloqueador se mantiene más tiempo. Si administráramos estrógeno a una niña transexual sin bloquearle la testosterona, entonces sí, como dice usted, sería un lío hormonal. De hecho, el tratamiento no es tan bueno si comienza con hormona natural circulante en la sangre.
– ¿El sistema inmune no reacciona ante las hormonas, que son ajenas a su organismo?
– Los preparados hormonales que tenemos son muy similares a los biológicos. No existe ningún tipo de rechazo. Resultan muy seguros.
– ¿Por qué cree que a los gobiernos les cuesta tanto hablar sobre este tipo de programas, que ellos mismos impulsan?
– Por desconocimiento, indudablemente, como pasa en muchas cosas de la vida. La sociedad va siempre por detrás y nuestros representantes políticos, más atrás todavía. La transexualidad es algo con lo que se nace, no es que se vaya gestando o se trate de una moda, sino que hablamos de una realidad mucho más frecuente de lo que parece. Afortunadamente, el progreso social ha permitido que este tipo de prejuicios vaya desapareciendo; y lo que hace falta es que los que nos representan se den cuenta de que esto es una realidad, no un invento.
Distintos desde pequeños
– ¿Hasta qué punto? ¿Puede ser más concreto?
– Los papás acostumbran a contarnos en la consulta que ellos siempre los vieron distintos, pero desde edades muy tempranas. Desde los 2 o 3 años eran diferentes; y los chavales se expresan del mismo modo. Una vez que uno mira atrás en la pubertad, descubre que, efectivamente, lo que le pasaba desde niño, su dolor incluso, tenía una explicación: eran, biológicamente hablando, del sexo contrario.
– Dice usted «más frecuente de lo que parece». ¿Existe algún estudio epidemiológico?
– Los holandeses son los que más experiencia tienen. Hay varios estudios epidemiológicos, pero ninguno definitivo. Lo cierto es que en los últimos años está habiendo un incremento de la incidencia. No es tan baja como parece. Como se decía hace 20 años con la homosexualidad, a partir de ahora saldrán del armario muchos más.
– Detrás de un niño transexual, ¿hay un niño que sufre?
– ¡Indudablemente! Los psiquiatras utilizan un término que a las asociaciones de pacientes no les gusta. Disforia de género. Alude al malestar y la angustia que tiene un niño sintiéndose de un sexo contrario y no consiguiendo serlo. Sufren mucho.
«Entiendo a los padres, pero necesitamos a los psiquiatras»
La mejora de los servicios asistenciales a la transexualidad pasa en primer término, según Guerrero Fernández, por trabajar la conciencia social. «Tenemos que superar muchos prejuicios».
– ¿Hablamos de terapias caras?
– En absoluto. La terapia bloqueadora sí que es un poquito más cara, pero la incidencia no es tan grande como para que suponga un enorme gasto. Y la terapia cruzada es muy barata. Una receta de estrógenos o testosterona cuesta unos dos euros.
– Los padres no quieren psiquiatras en las consultas. Prefieren ‘endocrinos’ y pediatras. ¿A usted qué le parece?
– Entiendo que el diagnóstico que puede hacer un padre es muchas veces clarísimo, pero yo necesito un informe psiquiátrico que me autorice a empezar un tratamiento hormonal. Podría haber un porcentaje pequeño de niños que no fuesen transexuales y que comenzáramos a tratarles.
Cirugía complicada
– ¿Acaban operándose todos?
– Tampoco soy cirujano, pero sí puedo decirle que el 90% tienen deseos de hacerlo. Las intervenciones quirúrgicas se practican a partir de los 18 años.
– Tengo entendido que la cirugía no siempre queda bien.
– La cirugía de hombre a mujer está más desarrollada, pero al revés es más complicado. La creación de un pene resulta más compleja para un cirujano. Efectivamente, no es algo que resulte fácil.
– ¿Queda más camino por recorrer en la cirugía o en el ámbito social?
– Lo más importante de todo esto, más allá de otras consideraciones, es la concienciación social. En cuanto superemos muchos de los prejuicios que tenemos, como hemos hecho en otras ocasiones a lo largo de la historia, todo esto será mucho más fácil para las personas transexuales. Será, simplemente, una variante de la más absoluta normalidad.
– Muchas personas aún se preguntan si existe en realidad la transexualidad infantil.
– Contestaría mejor un psicólogo o un psiquiatra, pero sí, sin duda.
– ¿Cómo pueden diferenciar los padres a un niño transexual de otro simplemente afeminado?
– Los endocrinólogos pediatras somos la segunda parte en el proceso diagnóstico. Pero normalmente es fácil. Los padres suelen ser capaces de distinguirlo.
– ¿Es realmente conveniente tratar a los niños cuanto antes?
– Ha habido mucha controversia al respecto, pero en los últimos tiempos hemos llegado al convencimiento de que cuanto antes se diagnostique y se trate, mejor. Son personas que a menudo necesitan mucho apoyo psicológico y social.
– ¿A partir de qué edad aconsejaría tratar con medicación a un niño transexual y por qué no antes?
– Al comienzo de la pubertad. Lo que se pretende es que un niño no desarrolle caracteres sexuales secundarios con los que no se identifica. Puede ser la voz más grave, el vello, las mamas...
Hormonas bloqueadas
– Esta primera fase del tratamiento hormonal busca evitar la llegada de la pubertad.
– Sí, con unos fármacos inyectables que se llaman bloqueadores. Todos estos rasgos son algo que les acompleja y genera mucha angustia. En las niñas, serían los nueve o diez años, cuando suele brotar el botón mamario, y en los niños, a los diez u once, la edad del aumento testicular.
– ¿Se han de medicar de por vida?
– En teoría sí, porque si uno deja de tomar la medicación, la pubertad se activa. En realidad, la mantenemos hasta que damos el tratamiento hormonal cruzado, que también actúa como bloqueante. Si se trata de una niña (un varón biológico), se dan estrógenos y a los niños (mujer biológica), testosterona. Después de dos años de tratamiento, la terapia se puede retirar.
– ¿Y ya es definitivo, llegados a este punto no hay marcha atrás?
– Sí, en nuestro país se da a los 16 años que es, como en la mayoría de Europa, cuando se llega a la mayoría de edad sanitaria.
–¿Todo esto no provoca en el organismo un lío hormonal terrible? Unas hormonas reprimidas, otras disparadas...
– Ése es el motivo por el que el bloqueador se mantiene más tiempo. Si administráramos estrógeno a una niña transexual sin bloquearle la testosterona, entonces sí, como dice usted, sería un lío hormonal. De hecho, el tratamiento no es tan bueno si comienza con hormona natural circulante en la sangre.
– ¿El sistema inmune no reacciona ante las hormonas, que son ajenas a su organismo?
– Los preparados hormonales que tenemos son muy similares a los biológicos. No existe ningún tipo de rechazo. Resultan muy seguros.
– ¿Por qué cree que a los gobiernos les cuesta tanto hablar sobre este tipo de programas, que ellos mismos impulsan?
– Por desconocimiento, indudablemente, como pasa en muchas cosas de la vida. La sociedad va siempre por detrás y nuestros representantes políticos, más atrás todavía. La transexualidad es algo con lo que se nace, no es que se vaya gestando o se trate de una moda, sino que hablamos de una realidad mucho más frecuente de lo que parece. Afortunadamente, el progreso social ha permitido que este tipo de prejuicios vaya desapareciendo; y lo que hace falta es que los que nos representan se den cuenta de que esto es una realidad, no un invento.
Distintos desde pequeños
– ¿Hasta qué punto? ¿Puede ser más concreto?
– Los papás acostumbran a contarnos en la consulta que ellos siempre los vieron distintos, pero desde edades muy tempranas. Desde los 2 o 3 años eran diferentes; y los chavales se expresan del mismo modo. Una vez que uno mira atrás en la pubertad, descubre que, efectivamente, lo que le pasaba desde niño, su dolor incluso, tenía una explicación: eran, biológicamente hablando, del sexo contrario.
– Dice usted «más frecuente de lo que parece». ¿Existe algún estudio epidemiológico?
– Los holandeses son los que más experiencia tienen. Hay varios estudios epidemiológicos, pero ninguno definitivo. Lo cierto es que en los últimos años está habiendo un incremento de la incidencia. No es tan baja como parece. Como se decía hace 20 años con la homosexualidad, a partir de ahora saldrán del armario muchos más.
– Detrás de un niño transexual, ¿hay un niño que sufre?
– ¡Indudablemente! Los psiquiatras utilizan un término que a las asociaciones de pacientes no les gusta. Disforia de género. Alude al malestar y la angustia que tiene un niño sintiéndose de un sexo contrario y no consiguiendo serlo. Sufren mucho.
«Entiendo a los padres, pero necesitamos a los psiquiatras»
La mejora de los servicios asistenciales a la transexualidad pasa en primer término, según Guerrero Fernández, por trabajar la conciencia social. «Tenemos que superar muchos prejuicios».
– ¿Hablamos de terapias caras?
– En absoluto. La terapia bloqueadora sí que es un poquito más cara, pero la incidencia no es tan grande como para que suponga un enorme gasto. Y la terapia cruzada es muy barata. Una receta de estrógenos o testosterona cuesta unos dos euros.
– Los padres no quieren psiquiatras en las consultas. Prefieren ‘endocrinos’ y pediatras. ¿A usted qué le parece?
– Entiendo que el diagnóstico que puede hacer un padre es muchas veces clarísimo, pero yo necesito un informe psiquiátrico que me autorice a empezar un tratamiento hormonal. Podría haber un porcentaje pequeño de niños que no fuesen transexuales y que comenzáramos a tratarles.
Cirugía complicada
– ¿Acaban operándose todos?
– Tampoco soy cirujano, pero sí puedo decirle que el 90% tienen deseos de hacerlo. Las intervenciones quirúrgicas se practican a partir de los 18 años.
– Tengo entendido que la cirugía no siempre queda bien.
– La cirugía de hombre a mujer está más desarrollada, pero al revés es más complicado. La creación de un pene resulta más compleja para un cirujano. Efectivamente, no es algo que resulte fácil.
– ¿Queda más camino por recorrer en la cirugía o en el ámbito social?
– Lo más importante de todo esto, más allá de otras consideraciones, es la concienciación social. En cuanto superemos muchos de los prejuicios que tenemos, como hemos hecho en otras ocasiones a lo largo de la historia, todo esto será mucho más fácil para las personas transexuales. Será, simplemente, una variante de la más absoluta normalidad.
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