jueves, 25 de febrero de 2016

#hemeroteca #transexualidad #menores | «Soy tu princesa, ¿no me ves?»


Imagen: Hoy / Anabel y Andrés
«Soy tu princesa, ¿no me ves?».
Transexuales y familiares asisten en Arroyo de San Serván a una charla organizada por la Fundación Triángulo. Los padres de un niño de cuatro años que se siente niña relatan su testimonio.
Celestino J. Vinagre | Hoy, 2016-02-25
http://www.hoy.es/extremadura/201602/25/princesa-20160225005411-v.html

Andrés y Anabel, que rondan los cuarenta años y se ganan la vida en un almacén de frutas, fueron ayer protagonistas de una charla en Arroyo de San Serván. Participaron más personas pero su testimonio sobre la pequeña Elsa, que en agosto cumplirá 5 años, es difícilmente superable. Es la historia de una persona que nació niño pero que se declara y actúa como una niña. El relato de la transexualidad se escuchó rotundo en una jornada organizada por la Fundación Triángulo a la que asistieron transexuales y familiares de Mérida y comarca. «¿Valiente nosotros, sus padres? Valiente ella. Lo menos que podemos hacer es ayudarla a ser feliz», relató su madre a Hoy.

«Desde que supo hablar ya sabíamos que era una niña. Tendría dos años y medio y lo dejó claro», relata Anabel, que se confiesa nerviosa al inicio de la entrevista con este periódico, pero que a medida que avanza la charla se relaja y muestra una gran determinación. «Me siento liberada por dar a conocer el caso de mi hija porque lo único que quiero es que crezca feliz», apostilla.

Su marido, Andrés, asiente. No añade nada más. Su mujer es la que asume el relato de su testimonio, el que ayer escucharon casi 200 personas en el salón de plenos de Arroyo de San Serván (4.200 vecinos, a 14 kilómetros de Mérida). Andrés y Anabel tienen una hija mayor que está a punto de cumplir diez años.

El miedo y el afecto

«Una cosa es que tengas una niña transexual y otra que lo traslades a la gente, que se sepa públicamente. Pero es que es lo que tenemos que hacer por ella. A nosotros como padres no nos ha costado porque lo hemos vivido casi desde que nació. Nos ha costado más por la gente, por el qué dirán. ¿La humillarán, le harán mucho daño? Es el miedo el que te frena pero mi hija es una pequeña que nació siendo niño», subraya emocionada. Cuenta Anabel que cuando empezó a atisbarlo buscó consejo en una tía a la que estima enormemente. «Tiene un hijo gay. Le conté lo que veíamos. Vino para el pueblo. Me dijo que el niño no era gay sino un transexual. A partir de ahí busqué ayuda en la Fundación Triángulo».

Esta organización no gubernamental tiene como objetivo la igualdad social de gais, lesbianas, transexuales y bisexuales. Según su información, dentro del programa de atención a transexuales que lidera, ayuda a 59 personas en Extremadura. De ellas, el 90% tiene menos de 30 años, y además el 60% de ese porcentaje son menores de edad. El último caso, el de Elsa. «Cuando la conocí le dijo a su madre que no me presentara como su niño porque era su niña», agrega Hugo Alonso, coordinador de Fundación Triángulo de este programa «que sobre todo quiere dar cariño y afecto».

«Elsa ha vivido una experiencia muy fuerte que le ha hecho madurar más de lo que debiera», comenta Anabel cuando se le inquiere sobre su certeza acerca de la transexualidad de su hija cuando todavía tiene cuatro años de edad.

«Ves en el día a día lo que hacía, lo que te expresaba. Ejemplos hay doscientos, aunque al inicio, claro, le decíamos que era un niño y le explicábamos por qué. Pero no es solo que en los catálogos de juguetes siempre se iba a los regalos de las niñas y se empeñara un año como regalo de Reyes en una muñeca Rapunzel. Le explicas todo el día que era niño porque se ponía calzoncillos, no bragas. «No mami, tú me pones calzoncillos, pero yo quiero que me pongas bragas», me dijo seria. «La prueba definitivamente llegó en Carnaval», cuenta la madre.

Dice que ese día, en el pasacalles organizado por el colegio, Elsa llegó vestida de princesa. Era Carnaval, pensaron los padres, «y no iba a pasar nada», indican. En el fondo, de esta forma querían hacer visible la transexualidad de su hija. Sus compañeros de aula se rieron y hubo alguna que otra palabra despectiva. Elsa lloró y su madre, también.

«Se me cayó el mundo encima pero la niña acabó el pasacalles. Cuando llegó después a casa cogió una bolsa de la basura, abrió el armario y echó allí toda su ropa masculina. '¿Qué estás haciendo?', le pregunté. 'No me voy a vestir nunca más de niño. Soy tu princesa, ¿no me ves?', me respondió». Anabel dice que ahora ve apoyo y afecto en sus vecinos. Una alegría más para Elsa. 


«No se puede saber con exactitud si alguien es transexual a los cuatro años»
María Teresa Martínez, Equipo del SES que atiende a transexuales.
Celestino J. Vinagre | Hoy, 2016-02-25
http://www.hoy.es/extremadura/201602/25/puede-saber-exactitud-alguien-20160225005349-v.html

La psiquiatra María Teresa Martínez Rey forma parte del servicio que la sanidad pública extremeña tiene para abordar la atención a las personas transexuales o que presentan lo que, en términos médicos, se llama disforia de género. «Es un chico en un cuerpo de chica o al revés», concreta esta profesional del equipo de Salud Mental de Ciudad Jardín, en Badajoz.

El SES, en colaboración con la Fundación Triángulo, cerró un protocolo de atención con dos equipos para evaluar a los jóvenes de Extremadura que con probable diagnóstico de disforia de género.

Martínez relata que el protocolo dice que primero hay que acudir al médico de cabecera «y el pediatra o el médico de familia, en su caso, si considera que tiene una disforia de género nos lo deriva a nosotros. Nos encargamos de cotejarlo. Hacemos el diagnóstico clínico para ver si de verdad hay disforia porque a lo mejor no estamos ante eso sino ante travestismo o ante una persona fantasiosa que se viste de determinada forma». Una vez diagnosticado se hace un seguimiento para confirmarlo y pasa al endocrino. Es el que aborda los tratamiento hormonales futuros, que no se producen antes de los diez años normalmente.

La especialista señala que «muchos adultos transexuales se refieren a que ya de pequeño sabían que lo eran, que no estaban conformes con su cuerpo». Cuando se trata de personas menores pero que ya superan los 12-14 años «normalmente el diagnóstico es más fácil». Pero apunta más dificultades cuando se atiende a niños. Martínez indica que, a su juicio, no se puede saber si un niño de poca edad es de verdad transexual.

«No se puede saber. Yo no lo sabría con exactitud y no me atrevería a diagnosticarle a un niño de cuatro años disforia de género. Puede tener ciertas características que pueden apuntar a que puede en un futuro sea eso. Pero hay un porcentaje alto que en la adolescencia modifican y dejar de tener el deseo de tener otro cuerpo», relata.

La psiquiatra entiende que la transexualidad en menores y, más concretamente en niños, entra dentro del ámbito de la privacidad de la persona y de la familia. «Tienen que saber manejar eso. En estos casos más que con los niños se trabajan con los padres y con el ámbito familiar». Para eso reclama buenas dosis de prudencia.

Martínez Rey añade que «jugar con una barbie o con color rosa no es ningún problema. El problema es que el compañero de al lado le llame mariquita. Se trabaja más porque a un padre no le afecte».

La facultativa de la unidad del SES que atiende a personas transexuales insiste en que es clave que «el niño haga una vivencia normal de su sexualidad y cuando llegue el momento, si se confirma el diagnóstico en una edad para un tratamiento hormonal, nos lanzamos en esa atención. De trata de normalizar su situación, como se ha aceptado con normalidad la homosexualidad en la sociedad», finaliza.

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