Madrid : Acuarela & Antonio Machado, 2016 [02-29].
416 p.
ISBN 9788477743453 / 19,95 €
/ ES / FR* / ENS
/ 6805-50 / Crónicas / Historia – Siglo XX / Mayo del 68 / Memoria histórica / Movimientos sociales / Política / Sociología / Testimonios
Mayo del 68: quizá por primera vez en la historia se manifiesta una fuerza revolucionaria creada por la abundancia y no por la penuria, una fuerza que no quiere morir por la revolución, sino vivir gracias a ella, que quiere cambiar el mundo y la vida, pero rechaza tomar el poder para hacerlo. La novedad radical de esta motivación revolucionaria engendra una estrategia insólita e imprevista, que cuestiona tanto las estructuras asfixiantes del capitalismo como las del bloque comunista. Una estrategia que no razona en términos de poder y de tener, de espacio y de cantidad, de mediación y organización, sino de no-poder y de ser, de tiempo y de calidad, de aquí y ahora y autoorganización.
Mayo del 68 fue la revolución de la revolución. El acontecimiento no encaja en ningún esquema teórico conocido y, a partir de él, todos entraron en cuestión. ¿Cómo se encarnó esa novedad, en qué clase de palabras, de gestos, de hechos, de alianzas, de sujetos, de lugares, de dispositivos organizativos? Jacques Baynac, participante él mismo desde el primer minuto en los sucesos de Mayo, escribe en este libro su historia, toda la historia, y traza desde dentro el relato completo de los acontecimientos. Manifestaciones y barricadas. Facultades y fábricas ocupadas. La realidad cotidiana de la autogestión. «Campesinos rojos», militantes, trabajadores, estudiantes. Octavillas, Comités de Acción, esquiroles, barrios movilizados, viajes a provincias y al extranjero. Es difícil encontrar otro libro sobre Mayo del 68 donde se muestre, con semejante precisión y emoción, la historia y la materialidad misma del movimiento.
En 1960, Jacques Baynac rechaza combatir en la Guerra de Argelia y parte al extranjero. Vuelve a Francia en 1966, tras haber visto «siete países en tres continentes», ya vacunado contra el modelo leninista y autoritario de la revolución. Cuando estalla Mayo del 68, Baynac tenía tan solo veintiocho años, pero su pasado lo había preparado particularmente bien para reconocerse en el movimiento, en cuyo corazón participa desde la primera hasta la última hora, particularmente desde el centro de coordinación de iniciativas que fue Censier. Jacques Baynac se ha dedicado más tarde al estudio de los movimientos revolucionarios (ruso, chino, cubano, «la Baader-Meinhof», anarquista, etc.) y a publicar obras de historia y teoría, así como a escribir artículos de actualidad en el diario Libération y realizar y/o producir documentos televisados para la cadena ARTE. En su trabajo de investigación sobre el pasado, se ha esforzado especialmente en «pasar el cepillo a contrapelo» (como pedía Walter Benjamin) a la historia de la Revolución Rusa y de la Resistencia francesa, publicando varios libros sobre ellas.
Tomas Ibáñez. Su vida está marcada por el anarquismo desde su infancia: hijo del exilio libertario en Francia, participó en los años 60 en los circuitos estudiantiles anarquistas cuando aún casi nadie se atrevía a cuestionar la hegemonía del Partido Comunista. En Mayo del 68, integrado en el Movimiento 22 de Marzo junto a compañeros anarquistas como Daniel Cohn-Bendit o Jean-Pierre Duteuil, se sumerge en la cotidianeidad de los acontecimientos hasta que es detenido el 10 de junio y confinado en destierro por su condición de refugiado político. En 1973 volvió a España y participó en los fracasados intentos de reconstrucción de la CNT. Autor de referencia para las corrientes libertarias en España y el extranjero, ha enriquecido los planteamientos anarquistas básicos con las aportaciones del post-estructuralismo francés y, muy en concreto, de Michel Foucault. La trayectoria de Tomás Ibáñez es de enorme valor, porque rompe con la idea dominante que quiere hacernos ver a todos los protagonistas del 68 atrapados en la alternativa entre arrepentimiento, normalización, cinismo y/o autodestrucción. Y su pluma trabaja siempre para que la historia sea memoria viva y no lengua muerta, catapulta y no ancla, presente y futuro, no solo pasado.
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