Imagen: El Periódico / Xavi Tallón |
Xavi Tallón, el joven gay agredido en Sants-Montjuïc, critica la pasividad de las instituciones contra la homofobia. "Debemos organizarnos desde los barrios, desde la calle", apunta el vecino de L'Hospitalet, que ha interpuesto una denuncia por las heridas sufridas.
Imma Fernández | El Periódico, 2017-03-13
http://www.elperiodico.com/es/noticias/sociedad/tras-denunciar-la-agresion-homofoba-he-recibido-amenazas-de-muerte-5894552
Anda aún con el miedo en el cuerpo tras la agresión homófoba sufrida el viernes por la noche en el distrito de Sants-Montjuïc. "Físicamente estoy mejor pero a nivel emocional, no, he recibido tuits amenazándome de muerte, insultos y cosas muy graves", explica Xavi Tallón. "'Te voy a matar, maricón', me han tuiteado con fotos de pistolas. Ya ves qué gente más buena hay", ironiza este veinteañero -"25 años recién cumplidos"- de L'Hospitalet golpeado por la intolerancia. Esta mañana ha interpuesto una denuncia en la comisaría de Esplugues por las lesiones. "Las agresiones son habituales pero muchos tienen miedo a denunciar. Si no hubiera sido por el apoyo de los colectivos LGBTI que me han ayudado a ser fuerte y todos los apoyos recibidos, no habría puesto la demanda. Suceden muchos actos homófobos pero hay miedo. Muchas víctimas quedan en la invisibilidad".
Cuenta Tallón que el viernes por la noche estaba paseando solo cerca de la fuente de Montjuïc y al acercarse a un grupo de gais apareció de pronto un hombre al grito de "maricones de mierda, putos maricones" al verlos besándose. "Ellos se fueron y a mí me acorraló y me agredió. Me rompió la ceja, la boca por tres partes y me causó una dilatación en la oreja, además de otras contusiones", detalla. Un hombre le gritó para que detuviera los golpes y él aprovechó para escaparse. Da datos del agresor: "Era un hombre de unos 30-35 años, tirando a rubio y con una especie de chándal, y hablaba de manera rara, quizá bajo los efectos de estupefacientes o drogas".
Tallón sostiene que no es que estemos viviendo un repunte de la homofobia, sino que ahora "más casos se dan a conocer gracias al trabajo de los colectivos antihomofobia" y la difusión de los denigrantes ataques. A su juicio, la lucha, vista la inoperancia del poder, debe afrontarse desde la ciudadanía. "Debemos organizarnos nosotros desde las calles, desde los barrios, con redes de apoyo, y actuar cuando suceden estas cosas. La sociedad tiene interiorizada la homofobia y continuamente hay ataques similares o peores e incluso muertes", esgrime.
Mentiras y fachada
"Los políticos llevan muchos años poniéndose las medallas por hacer campañas, dicen que trabajan mucho por nuestro colectivo, pero no hacen nada. No dan ningún tipo de solución. Todo es fachada. No ponen medios para evitar esta grave intolerancia". Llevan muchos años abanderando la causa de boquilla, afirma. "Las instituciones han tenido la posibilidad de resolver este problema y no han hecho nada", reitera el joven. "Hoy mismo cuando he puesto la denuncia en la policía no había ningún grupo especializado en nuestra problemática. Debería haber más formación porque no saben ni cómo tratarlo. No conocen nuestras necesidades".
Y la intolerancia, asegura, acecha diariamente a la perseguida comunidad LGBTI en todos los rincones de la vida cotidiana. "Cada día sientes el desprecio en todas partes. En compañeros de trabajo, dependientes de las tiendas donde compramos, en las instituciones, en los espacios de ocio, en el sistema sanitario, en los centros sociales... ". Para algunos, peor aún, la humillación les llega desde los seres más próximos. "La sociedad no facilita la visibilidad. Tengo amigos que no denuncian sucesos parecidos por miedo a sus propias familias o a su entorno, que no aceptan su condición. Por suerte, yo con mis padres no tengo problemas".
Cuenta Tallón que el viernes por la noche estaba paseando solo cerca de la fuente de Montjuïc y al acercarse a un grupo de gais apareció de pronto un hombre al grito de "maricones de mierda, putos maricones" al verlos besándose. "Ellos se fueron y a mí me acorraló y me agredió. Me rompió la ceja, la boca por tres partes y me causó una dilatación en la oreja, además de otras contusiones", detalla. Un hombre le gritó para que detuviera los golpes y él aprovechó para escaparse. Da datos del agresor: "Era un hombre de unos 30-35 años, tirando a rubio y con una especie de chándal, y hablaba de manera rara, quizá bajo los efectos de estupefacientes o drogas".
Tallón sostiene que no es que estemos viviendo un repunte de la homofobia, sino que ahora "más casos se dan a conocer gracias al trabajo de los colectivos antihomofobia" y la difusión de los denigrantes ataques. A su juicio, la lucha, vista la inoperancia del poder, debe afrontarse desde la ciudadanía. "Debemos organizarnos nosotros desde las calles, desde los barrios, con redes de apoyo, y actuar cuando suceden estas cosas. La sociedad tiene interiorizada la homofobia y continuamente hay ataques similares o peores e incluso muertes", esgrime.
Mentiras y fachada
"Los políticos llevan muchos años poniéndose las medallas por hacer campañas, dicen que trabajan mucho por nuestro colectivo, pero no hacen nada. No dan ningún tipo de solución. Todo es fachada. No ponen medios para evitar esta grave intolerancia". Llevan muchos años abanderando la causa de boquilla, afirma. "Las instituciones han tenido la posibilidad de resolver este problema y no han hecho nada", reitera el joven. "Hoy mismo cuando he puesto la denuncia en la policía no había ningún grupo especializado en nuestra problemática. Debería haber más formación porque no saben ni cómo tratarlo. No conocen nuestras necesidades".
Y la intolerancia, asegura, acecha diariamente a la perseguida comunidad LGBTI en todos los rincones de la vida cotidiana. "Cada día sientes el desprecio en todas partes. En compañeros de trabajo, dependientes de las tiendas donde compramos, en las instituciones, en los espacios de ocio, en el sistema sanitario, en los centros sociales... ". Para algunos, peor aún, la humillación les llega desde los seres más próximos. "La sociedad no facilita la visibilidad. Tengo amigos que no denuncian sucesos parecidos por miedo a sus propias familias o a su entorno, que no aceptan su condición. Por suerte, yo con mis padres no tengo problemas".
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