Imagen: El Mundo / Ilustración de Ale Apai |
España es uno de los países que parece aceptar mejor la homosexualidad. Sin embargo, ser 'diferente' requiere de mucho apoyo del progenitor. La actitud de afecto es fundamental.
Isabel Serrano Rosa / Jesús María Prada | Zen, El Mundo, 2017-06-23
http://www.elmundo.es/vida-sana/mente/2017/06/23/5942bd5b46163fe3118b4670.html
Madrid se convierte este mes por unos días en la capital mundial del Orgullo LGTB. A pesar de ello, un informe del Consejo General de la Abogacía destaca que en el 2014 se registraron casi 1300 delitos por homofobia. Así las cosas, ser gay o lesbiana no es algo plenamente integrado ni siquiera en las naciones más avanzadas en materia de derechos. Los homosexuales continúan luchando contra un muro de rechazo -explícito o silencioso- por parte de algunos sectores de la sociedad que aún piensan que las relaciones del mismo sexo son un tipo de trastorno o perversión, si bien, en el año 1972 fue eliminada de los manuales de psiquiatría al no considerarse una enfermedad.
Aún hoy, implica ser diferente a la mayoría y eso significa lidiar con el miedo al rechazo y la posibilidad, muy real, de exclusión por parte de terceros. Por eso, si su hijo o hija es homosexual su actitud de apoyo se torna fundamental.
Cómo reaccionar
En su interior, el joven puede sentirse confuso y poco preparado para hablar con sus familiares, aunque desee hacerlo. El miedo a decepcionar a sus padres, a "hacerles daño", a no sentirse aceptado y que esto revierta en una pérdida de amor está presente muchas veces. En cualquier caso, es mejor ser cuidadosos para no invadir su intimidad. Un hijo ha de procesar sus propios sentimientos y esto necesita su tiempo, pero sí debe mostrarse disponible para la comunicación y la aceptación. Según como responda veremos si se siente incómodo o va más allá.
Es preferible no forzar conversaciones que no fluyen. Cuando Pedro se lo contó a su madre, ésta sencillamente le abrazó y surgió el enorme cariño entre ellos. Llevaba meses con un nudo en la garganta. Sabía que su madre intuía lo que le pasaba pero agradeció su paciencia mientras duró la digestión de sus emociones. Su padre necesitó más tiempo pero también fue el afecto y no la homosexualidad lo que determinó su relación. A veces es mejor hablar con padre y madre por separado si sus posiciones son muy dispares. Lamentablemente, hay casos donde los padres, por dificultades o creencias propias, no pueden admitir la orientación sexual de su hijo/a y suele surgir un tenso silencio o entre ellos se instala la distancia.
La madre de Pedro, Pilar, intentaba saber si su hijo era homosexual. La sola sospecha hacía que su mundo se viniera abajo. No sabía cómo manejar una situación así y su entorno y religión no le servían de apoyo. Los padres pueden reaccionar de manera muy dispar pero, a menudo, surge el miedo a que sus hijos sufran el rechazo y las burlas, a que su vida se convierta en un valle de lágrimas. Los adultos no solemos tener referencias positivas en este asunto, por lo que, compartir lo que se siente con una persona fiable puede ayudar a desdramatizar, de lo contrario es mejor acudir a un profesional.
También hay que asumir que las expectativas sobre un hijo/a deben cambiar parcialmente y esto no resulta fácil al principio, pero es parte del apoyo incondicional que debe imperar por encima de cualquier otro factor. Aceptar a nuestros hijos es lo fundamental y pasa por elaborar nuestros sentimientos como padres: desconcierto, angustia, decepción, enfado y, sobre todo, culpa: "¿Qué he hecho mal?" es una pregunta que surge a menudo y que tiene una sola respuesta: "Nada".
Existe un caso en el que hablar explícitamente y sacar el tema puede que sea algo positivo. Sucede cuando todo el mundo "sabe" que su hijo es homosexual y nadie habla de ello. Son esas situaciones en las que se presenta a la pareja desde hace tiempo como "mi amigo" para no incomodar a los allegados. El tema está sobre la mesa pero todos evitan sentirse violentos. A la vez se construye un muro que dificulta la comunicación auténtica y la intimidad. El secreto familiar es un peso que hay que arrastrar y que se interpreta como desaprobación; es mejor darle luz para normalizar la situación. Basta con un "hijo/a, tu orientación sexual no va a cambiar nuestro cariño y apoyo".
La escritora Jeanette Winterson escribió en su autobiografía lo que le dijo su madre en relación a la felicidad que ella sentía al estar con su novia: "¿Por qué ser feliz cuando puedes ser normal?". Nuestro trabajo como sociedad es ser conscientes de que ser feliz no está reñido con ser bisexual, transexual u homosexual, pero sí es incompatible con ser intransigente y connotar como negativo lo que es una muestra de nuestra diversidad humana.
Sugerencias y consejos para padres
Aún hoy, implica ser diferente a la mayoría y eso significa lidiar con el miedo al rechazo y la posibilidad, muy real, de exclusión por parte de terceros. Por eso, si su hijo o hija es homosexual su actitud de apoyo se torna fundamental.
Cómo reaccionar
En su interior, el joven puede sentirse confuso y poco preparado para hablar con sus familiares, aunque desee hacerlo. El miedo a decepcionar a sus padres, a "hacerles daño", a no sentirse aceptado y que esto revierta en una pérdida de amor está presente muchas veces. En cualquier caso, es mejor ser cuidadosos para no invadir su intimidad. Un hijo ha de procesar sus propios sentimientos y esto necesita su tiempo, pero sí debe mostrarse disponible para la comunicación y la aceptación. Según como responda veremos si se siente incómodo o va más allá.
Es preferible no forzar conversaciones que no fluyen. Cuando Pedro se lo contó a su madre, ésta sencillamente le abrazó y surgió el enorme cariño entre ellos. Llevaba meses con un nudo en la garganta. Sabía que su madre intuía lo que le pasaba pero agradeció su paciencia mientras duró la digestión de sus emociones. Su padre necesitó más tiempo pero también fue el afecto y no la homosexualidad lo que determinó su relación. A veces es mejor hablar con padre y madre por separado si sus posiciones son muy dispares. Lamentablemente, hay casos donde los padres, por dificultades o creencias propias, no pueden admitir la orientación sexual de su hijo/a y suele surgir un tenso silencio o entre ellos se instala la distancia.
La madre de Pedro, Pilar, intentaba saber si su hijo era homosexual. La sola sospecha hacía que su mundo se viniera abajo. No sabía cómo manejar una situación así y su entorno y religión no le servían de apoyo. Los padres pueden reaccionar de manera muy dispar pero, a menudo, surge el miedo a que sus hijos sufran el rechazo y las burlas, a que su vida se convierta en un valle de lágrimas. Los adultos no solemos tener referencias positivas en este asunto, por lo que, compartir lo que se siente con una persona fiable puede ayudar a desdramatizar, de lo contrario es mejor acudir a un profesional.
También hay que asumir que las expectativas sobre un hijo/a deben cambiar parcialmente y esto no resulta fácil al principio, pero es parte del apoyo incondicional que debe imperar por encima de cualquier otro factor. Aceptar a nuestros hijos es lo fundamental y pasa por elaborar nuestros sentimientos como padres: desconcierto, angustia, decepción, enfado y, sobre todo, culpa: "¿Qué he hecho mal?" es una pregunta que surge a menudo y que tiene una sola respuesta: "Nada".
Existe un caso en el que hablar explícitamente y sacar el tema puede que sea algo positivo. Sucede cuando todo el mundo "sabe" que su hijo es homosexual y nadie habla de ello. Son esas situaciones en las que se presenta a la pareja desde hace tiempo como "mi amigo" para no incomodar a los allegados. El tema está sobre la mesa pero todos evitan sentirse violentos. A la vez se construye un muro que dificulta la comunicación auténtica y la intimidad. El secreto familiar es un peso que hay que arrastrar y que se interpreta como desaprobación; es mejor darle luz para normalizar la situación. Basta con un "hijo/a, tu orientación sexual no va a cambiar nuestro cariño y apoyo".
La escritora Jeanette Winterson escribió en su autobiografía lo que le dijo su madre en relación a la felicidad que ella sentía al estar con su novia: "¿Por qué ser feliz cuando puedes ser normal?". Nuestro trabajo como sociedad es ser conscientes de que ser feliz no está reñido con ser bisexual, transexual u homosexual, pero sí es incompatible con ser intransigente y connotar como negativo lo que es una muestra de nuestra diversidad humana.
Sugerencias y consejos para padres
- Mostrar respeto. Ser pacientes, esperar a que su hijo quiera hablar del tema y hacerlo mostrando apertura y comprensión, aun si sus creencias religiosas o ideológicas dificultan este camino al principio. El mensaje es "cuenta conmigo".
- Informarse. Aprender lo más posible sobre la sexualidad en general y las distintas formas de vivirla. Conocer cómo pueden sentirse las personas que atraviesan por un período en sus vidas en el que se preguntan qué les atrae.
- Evitar prejuicios. Valoremos que estamos en una sociedad cada vez menos homofóbica y preguntémonos cómo afectan esos presupuestos culturales en nosotros. Es normal que se sienta incómodo al principio al desmontar estereotipos y prejuicios que dañan a todo el mundo.
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