martes, 27 de junio de 2017

#hemeroteca #lesbianismo | Maria Giralt: "Subíamos la Rambla gritando: 'Detrás de las ventanas hay lesbianas'"

Ímagen: El Periódico / Maria Giralt
"Subíamos la Rambla gritando: 'Detrás de las ventanas hay lesbianas'".
Maria Giralt fue una de las cuatro mil personas que participaron en la primera manifestación LGTBI en Barcelona en junio de 1977. Tenía 18 años y fue una de las impulsoras de la primera coordinadora de lesbianas de la ciudad, reivindicando un feminismo radical.
Helena López | El Periódico, 2017-06-27
http://www.elperiodico.com/es/noticias/barcelona/subiamos-rambla-gritando-detras-las-ventanas-hay-lesbianas-6131050

En el paraninfo de la facultad de Psicología de la Universitat de Barcelona, una pancarta enorme -Maria la recuerda así, muy grande- anunciaba la presentación del Front d’Alliberament Gai de Catalunya (FAGC). Ella tenía 18 años y se había matriculado en Psicología para ver si le daban "alguna pauta". Se paseó arriba y abajo por delante de aquel cartel varias veces. No quería pararse justo enfrente para que no pareciera que le interesaba. Pero le interesaba, por supuesto que le interesaba. Y pasó por delante todas las veces que necesitó hasta tener claros el lugar y la hora de la presentación, que era en aquel lugar y a aquella hora, así que entró. "Si no hubiera sido por esa casualidad, seguramente no estaría aquí, ahora", recuerda, 40 años después, Maria Giralt, directora general de Gayles TV.

Ese aquí y ahora es la plaza Reial, este lunes, día en que se cumplían cuatro décadas de aquel 26 de junio de 1977 en el que más de 4.000 personas recorrieron con orgullo -no es ningún chascarrillo, es el sentir con el que lo hicieron- la Rambla, en la primera manifestación LGTBI de la ciudad, una manifestación convocada todavía al margen de la ley, pese a celebrarse casi dos años después de la muerte del dictador.

Al terminar la presentación, Maria se acercó a la mesa y preguntó a los ponentes, hombres, si tenían algún grupo de mujeres. Le respondieron que lo sentían, pero que no, aunque le abrieron una ventana. Le dieron una hoja mecanografiada en papel carbón con 30 nombres y 30 números de teléfono. Eran mujeres que, de una forma u otra, habían contactado con ellos. Maria se marchó a casa sujetando fuerte aquel papel entre las manos y empezó a llamar. ¿Qué podía perder? De las 30, logró que 10 le hicieran caso. Quedaron frente al Cine Catalunya -donde ahora está la FNAC- un sábado. Entraron en el bar Núria -que, como casi todo, entonces no era como ahora-, y allí y así nació el primer colectivo de lesbianas dentro de una organización gay.

Explosión de libertad
Aquella cita en el Núria, también en la Rambla, días antes de la manifestación, en la que por supuesto también participaron, supuso para Maria, y obviamente no solo para Maria, un punto de inflexión. "Ya no estaba sola. Éramos muchas. Aquello fue una explosión de libertad. Subíamos la Rambla gritando 'detrás de las ventanas, hay lesbianas'; 'detrás de los balcones, hay maricones'", rememora Giralt, quien odia la expresión "normalizar" desde que a los 17 la novia que, sin ponerle nombre, tuvo desde los 14, la dejó porque "quería ser normal".

Lo importante de aquella protesta -que la ciudad recuerda estos días en la exposición fotográfica 'Molt amor per fer'- es que la gente perdió el miedo. "El miedo lleva a la inacción y en aquel momento la gente decidió actuar. Ver, en la calle, a más de 4.000 personas gritando contra la ley de peligrosidad social y por el derecho al propio cuerpo nos sorprendió a muchos. Nos sirvió para decir, queremos esto. Queremos ir por la calle y ser como somos. Vivir con libertad", explica la mujer. Además, poco después, el gobierno sacó la homosexualidad de la ley de peligrosidad social. "Algo tendría que ver en ello que fuéramos tantos en la calle", añade esta pionera del activismo por los derechos de las mujeres.

Con el tiempo, poco, esta coordinadora -gran parte de ella- nacida en el Núria abandonó el FAGC y se acercó al feminismo radical. "Nos encontramos dentro del FAGC con una misoginia latente y patente por parte de algunos de sus miembros con la que se hacía difícil convivir. Ellos eran 100 y nosotras, 10. Éramos la minoría de la minoría. Nos peleábamos por cosas como el diseño los carteles de las fiestas que organizábamos, que no nos representaban. Pedíamos que dejaran de ser tan falócratas. Para ellos todo eran falos y nosotras entendíamos el falo como la representación del poder", ejemplifica Giralt, quien reivindica el papel histórico del feminismo en la lucha por la liberación sexual.

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