Imagen: Google Imágenes / Arguyu LGTBI |
Las contradicciones de los movimientos sociales deben subordinarse a la lucha por nuevos derechos.
Jara Cosculluela / Janni Rozada | La Nueva España, 2019-07-19
https://www.lne.es/suscriptor/sociedad-opinion/2019/07/19/alianza-feminista-lgtbi-futuro-inclusivo/2504562.html
Mientras se decía que las calles se estaban vaciando, el feminismo las ha estado ocupando en los últimos años: desde la lucha para paralizar la contrarreforma de la ley del aborto de exministro Gallardón, pasando por el 7N y su exigencia del fin de todas las violencias machistas, las multitudinarias concentraciones de rechazo a la sentencia de "la Manada" -que propugnaban el "solo sí es sí" y el "yo sí te creo"- hasta la eclosión del 8M, punto de inflexión para construir desde el feminismo un futuro en el que nadie quede atrás.
Al mismo tiempo, se producía un momento clave para el movimiento trans a nivel estatal e internacional: la promulgación de leyes de identidad de género en otros países puso de manifiesto la necesidad de hacer lo propio en el Estado español y más sangrantemente en Asturies, superando la legislación patologizante que aún sigue en vigor. Decimos de forma sangrante porque los comentarios contra las personas trans proferidos por varias de las ponentes de la Escuela Rosario Acuña a principios de este mes se producen en un contexto de ausencia de una legislación asturiana que garantice las libertades y los derechos más básicos de las personas trans. Asturies sigue siendo uno de los pocos territorios de todo el Estado que no cuentan con normas en este sentido.
En todo caso, estas dos potencias transformadoras han logrado formar parte del mismo horizonte de futuro plural e inclusivo y en ningún momento han caminado solas. La alianza entre los movimientos LGTBI y feminista existe de forma evidente y natural, por mucho que les pese a aquellas voces minoritarias que defienden desde el púlpito institucional un feminismo monocolor, cerrado a los diálogos que se establecen con otros movimientos. Sabemos que nuestras bases teóricas se ensanchan y enriquecen caminando juntas, juntes y juntos: lo hemos hecho y vemos que funciona.
La alianza feminista y LGTBI, además de exigir la consolidación y el desarrollo de derechos que hasta ahora estaban más en papel que en nuestras vidas, reclama nuevos derechos que reconozcan situaciones invisibilizadas hasta este momento, derechos que amplían nuestra noción de democracia y de justicia social.
Tanto el movimiento LGTBI como el feminista son las fuerzas que sostienen a día de hoy una defensa clara y unánime de lo público, trasladando sus planteamientos de justicia social a campos como la sanidad, la educación, la vivienda o el empleo. Dibujamos la sociedad del futuro, yendo más allá de planteamientos abstractos y proponiendo políticas y herramientas concretas para transformar la vida de las personas en el presente.
Sabemos que esta alianza supone y supondrá múltiples contradicciones, pero también que es necesario subordinarlas al horizonte de cambio social que entre todas, todes y todos hemos construido. Supone y supondrá generar, tal y como estamos haciendo con nuestras acciones, la base teórica que nuestro momento necesita.
No para el triunfo de una minoría concreta u otra, sino para lograr una sociedad que respete e integre la diversidad: que ponga en el centro del debate a las personas reales y no a los sujetos teóricos, y que entienda que lo normal es una entelequia imposible que, en todo caso, debería integrar todas las posibilidades de vivir.
Al mismo tiempo, se producía un momento clave para el movimiento trans a nivel estatal e internacional: la promulgación de leyes de identidad de género en otros países puso de manifiesto la necesidad de hacer lo propio en el Estado español y más sangrantemente en Asturies, superando la legislación patologizante que aún sigue en vigor. Decimos de forma sangrante porque los comentarios contra las personas trans proferidos por varias de las ponentes de la Escuela Rosario Acuña a principios de este mes se producen en un contexto de ausencia de una legislación asturiana que garantice las libertades y los derechos más básicos de las personas trans. Asturies sigue siendo uno de los pocos territorios de todo el Estado que no cuentan con normas en este sentido.
En todo caso, estas dos potencias transformadoras han logrado formar parte del mismo horizonte de futuro plural e inclusivo y en ningún momento han caminado solas. La alianza entre los movimientos LGTBI y feminista existe de forma evidente y natural, por mucho que les pese a aquellas voces minoritarias que defienden desde el púlpito institucional un feminismo monocolor, cerrado a los diálogos que se establecen con otros movimientos. Sabemos que nuestras bases teóricas se ensanchan y enriquecen caminando juntas, juntes y juntos: lo hemos hecho y vemos que funciona.
La alianza feminista y LGTBI, además de exigir la consolidación y el desarrollo de derechos que hasta ahora estaban más en papel que en nuestras vidas, reclama nuevos derechos que reconozcan situaciones invisibilizadas hasta este momento, derechos que amplían nuestra noción de democracia y de justicia social.
Tanto el movimiento LGTBI como el feminista son las fuerzas que sostienen a día de hoy una defensa clara y unánime de lo público, trasladando sus planteamientos de justicia social a campos como la sanidad, la educación, la vivienda o el empleo. Dibujamos la sociedad del futuro, yendo más allá de planteamientos abstractos y proponiendo políticas y herramientas concretas para transformar la vida de las personas en el presente.
Sabemos que esta alianza supone y supondrá múltiples contradicciones, pero también que es necesario subordinarlas al horizonte de cambio social que entre todas, todes y todos hemos construido. Supone y supondrá generar, tal y como estamos haciendo con nuestras acciones, la base teórica que nuestro momento necesita.
No para el triunfo de una minoría concreta u otra, sino para lograr una sociedad que respete e integre la diversidad: que ponga en el centro del debate a las personas reales y no a los sujetos teóricos, y que entienda que lo normal es una entelequia imposible que, en todo caso, debería integrar todas las posibilidades de vivir.
Jara Cosculluela. Responsable de Feminismos y Diversidad de Podemos Asturies. Janni Rozada. Activista de Transire,
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