martes, 22 de enero de 2019

#hemeroteca #cofradias #politica | La nueva consejera de Igualdad: «La Semana Santa es un desfile de vanidad y rancio populismo»

Imagen: ABC / Rocío Ruiz
La nueva consejera de Igualdad: «La Semana Santa es un desfile de vanidad y rancio populismo».
La onubense Rocío Ruiz escribió un artículo en el que llegó a calificar a los costaleros como «gente que se autoinflige castigos y se destroza la columna por cargar a cuestas enormes trozos de madera».
Javier Macías | ABC, 2019-01-22
https://sevilla.abc.es/pasionensevilla/actualidad/noticias/la-nueva-consejera-igualdad-la-semana-santa-desfile-vanidad-rancio-populismo-139711-1548174113.html

Las hemerotecas le han jugado una mala pasada a la nueva consejera de Igualdad, Políticas Sociales y Conciliación de la Junta de Andalucía, Rocío Ruiz (Ciudadanos). Nada más tomar posesión del cargo, por las redes sociales se ha hecho viral un artículo que escribió en un periódico de Huelva en el que mostraba una visión negativa de las procesiones de Semana Santa, a las que calificó como «desfiles de la vanidad y rancio populismo cultural, rescatadas de la historia medieval como espectáculo incluso tenebroso».

La titular de Igualdad fue a más y criticó que las procesiones «nada tienen que ver con lo que dicen representar», ya que, según Ruiz, «son una exitosa puesta en escena turística y una penosa demostración de la necesidad que tiene la gente de “pan y circo”. Un entretenimiento de la plebe, devotos que confunden la religión con el protagonismo».

En el artículo, titulado «Las monedas de Judas» este fichaje de Ciudadanos opina que la Semana Santa es «tribuna, escaparate, hoguera de las vanidades», en referencia a los cofrades, a los que acusa de tener «doble moral», «grandes hombres inflados de autoestima piadosa a punto de reventar, especialistas en maquillar sus sombras tras una máscara o un capirote». De los costaleros dice que son «gente que se autoinflije (sic) castigos y se destroza la columna por cargar a cuestas enormes trozos de madera decorados con costosos vestidos, ofreciendo un inútil sufrimiento propio como si con ese absurdo acto se eximieran de sus pecados y se convirtieran de la noche a la mañana en mejores personas».

La consejera no sólo dispara contra los que viven con fe la Semana Santa, sino que lo hace contra sus sentimientos religiosos: «No cuando me intentan imponer un dios público, único y verdadero, conveniente y social y políticamente, con madre virgen o vírgenes según el gusto o el color de cada ocasión».

Por todo eso, ella se queda «sin más pretensiones, con la fiesta pagana que favorece el turismo y llena la caja de los bares y tabernas, la música escandalosa y bullanguera, el espectáculo frívolo y algún que otro espíritu puro. Pero ya está. No me vendáis la burra de la religiosidad profunda, de los llantos sentidos por el prójimo que sufre, de los que se llenan la boca con vivas y oles vacuos». Y, por tal motivo, su coherencia le lleva a escaparse «a otros mundos donde no haya ni un rastro de olor a incienso. Cruzando el mar hacia las tierras impías y herejes del otro lado del Atlántico, para no convertirme en una más de esos cínicos desmemoriados, para no olvidar que todos somos mestizos, que fuimos, afortunadamente, parte de esa espléndida, avanzada y culta civilización árabe». En definitiva, a la nueva consejera de Igualdad parece que no le gusta la Semana Santa.

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