viernes, 24 de mayo de 2019

#hemeroteca #iglesia #homofobia | Carta de un cura al colectivo LGTBI

Imagen: El Diario
Carta de un cura al colectivo LGTBI.
Ha sido llamativo el hecho de la existencia de terapias en algunas diócesis españolas cuyos promotores dicen que os quieren curar porque piensan que sois enfermos. Nosotros tenemos el gravísimo problema de la pederastia, que nos está hundiendo, sin obviar que un tanto por ciento significativo de clero es homosexual y lo cierto es que la homosexualidad no supone ningún impedimento para ser sacerdote. Os quieren ocultos, no visibilizados, que sufráis en silencio, condenados en la sociedad. ¿No sería mejor establecer puentes?
Joaquín Sánchez, 'el cura de la PAH' | El Diario, 2019-05-24
https://www.eldiario.es/murcia/murcia_y_aparte/Carta-cura-colectivo-LGTBI_6_902269787.html

Aunque en el título del artículo haya puesto colectivo, me dirijo a vosotros y vosotras como personas, con vuestras vidas llenas de amor y de sufrimiento, son vuestras luces y sombras. Me dirijo con todo el cariño y el respeto porque sois personas sin más calificativos y etiquetas.

Es normal que os agrupéis como colectivo LGTBI para poder defender vuestros derechos y de cualquier ataque originado desde el odio, el rechazo, la burla o la discriminación. Me vais a permitir una pequeña broma y es que no le añadáis más letras al colectivo. Si soy sincero, no acabo de entender del todo el significado de la 'I' para intersexualidad; antes era LGTB y ahora es LGTBI, es decir, lesbianas, gais, transexuales, bisexuales e intersexuales.

Me imagino, y es deseable, que desapareceréis como colectivo cuando la sociedad no etiquete y sea respetuosa en su dinámica social cotidiana con las diversas orientaciones sexuales, desvaneciéndose cualquier estigmatización. Aún recuerdo aquel matrimonio católico, amigos míos, que echaba fuego contra los homosexuales hasta que un día su hijo les confesó su homosexualidad porque se había enamorado de otro hombre. Su concepto cambió, sus vidas cambiaron y el rechazo dio paso al amor, al amor a su hijo.

Aunque tenía que haber empezado con un saludo, lo hago ahora, y os saludo desde la convicción de que tenéis el derecho a ser felices y no entiendo cómo hay gente y colectivos que os siguen atacando, faltando el respeto y hasta os consideran una amenaza o una enfermedad que hay que curar.

Le doy gracias a Dios por vuestra vida. Que la vida siempre os sonría y no os haga daño. Me encantó vuestra postura cuando Vox dio un mitin en Murcia y vosotros declinasteis ir a las puertas del Hotel Nelva a protestar porque creéis en la libertad de expresión, aunque os mostrasteis dispuestos a ejercer una denuncia en el caso de que se produjera alguna expresión de odio hacia vuestro colectivo.

Posiblemente este artículo hace años hubiera tardado en escribirlo, pero ante el resurgimiento con fuerza de la homofobia me he decidido a hacerlo ahora, además de reconocer la evidencia de que este rechazo siempre ha estado presente en nuestra sociedad, y aún más: hay países donde os siguen persiguiendo, encarcelando, torturando y asesinando. Hay 72 países miembros de la ONU que os criminalizan y, en algunos de ellos os condenan a la pena de muerte, como Irak, Irán, Arabia Saudí, Siria, Afganistán, Yemen, Pakistán, Nigeria, Sudan del Sur, Somalia y Mauritania. Se sabe que en Chechenia se secuestran a homosexuales y son conducidos a centros de detención no reconocidos oficialmente por el Gobierno ruso que se encuentra detrás de esta práctica que viola los derechos humanos.

Ha sido llamativo el hecho de la existencia de terapias en algunas diócesis españolas cuyos promotores dicen que os quieren curar porque piensan que sois enfermos, me imagino que mentales. Quien más ha destacado ha sido el Obispo de Alcalá de Henares, Juan Antonio Reig Pla, que tiene una obsesión con la homosexualidad. Me parece que estas terapias son un disparate; tal vez deberíamos hacer nosotros un curso de amor y respeto. Por cierto, me sorprendió negativamente las palabras del Papa Francisco cuando Jordi Évole le preguntó sobre esta cuestión y respondió que si un niño muestra cosas raras habría que llevarlo a un profesional, a un psicólogo, cuando él ha dicho en otras ocasiones que quién era él para juzgar a los homosexuales, deseando vuestra felicidad. No sé a qué se debe este cambio que no comparto en absoluto, aunque esto no quita que me maravillase la primera parte de la entrevista cuando habló de los refugiados, inmigrantes y los muertos enterrados en las cunetas que tan mal sentó en la derecha y la extrema derecha autodenominada católica.

En conversaciones con algunos de vosotros admiro vuestra capacidad de comprensión cuando sois capaces de decir que entendéis y respetáis a la Iglesia Católica en su concepto del matrimonio como una unión entre un hombre y una mujer, y me indicais que os daba lo mismo que se llamara matrimonio o unión civil, que lo único que deseabais es que el Estado legislara y os amparara y os diera carta de legalidad, pero que os duele cuando os sentís despreciados por la Iglesia Católica, con la cual algunos os sentís identificados.

Os duele cuando hay obispos que se dirigen a vosotros y a vosotras como depravados, pervertidos, como enfermos, hasta os han calificados como una epidemia, incluso, como una pandemia. Ya veis, cuando nosotros tenemos el gravísimo problema de la pederastia, que nos está hundiendo, sin obviar que un tanto por ciento significativo de clero es homosexual y lo cierto es que la homosexualidad no supone ningún impedimento para ser sacerdote.

Os hago una pequeña confesión: me produce mucha extrañeza escuchar a un sacerdote despotricar contra los homosexuales cuando él es homosexual ¿pretende de esta manera ocultar su homosexualidad? No sé la respuesta.

Me comentasteis que ibais a dar charlas como colectivo a centros educativos para hablar de la homosexualidad, de cómo expresarse en el caso de sentirse atraidos por personas del mismo sexo, el comportamiento y los “no compartimientos”, todo esto para ayudar y evitar un sufrimiento que vosotros conocéis muy bien. Al final se suspendieron por orden la consejería de Educación en el caso de la Región de Murcia. Os quieren ocultos, no visibilizados, que sufráis en silencio, condenados en la sociedad. ¿No sería mejor establecer puentes? ¿No sería mejor mostrar respeto y cariño?

Creo que el día 22 de junio tenéis un acto, una manifestación para reivindicar vuestro derecho a una vida digna, contra el odio y la discriminación, a ser felices y no os podré acompañar porque estaré fuera de España, pero quiero mostrar mi solidaridad con vosotros y vosotras, y desearos que se seáis felices, muy felices.

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