Imagen: Código Público / Ramón Martínez |
Esta semana en Rompiendo Códigos entrevistamos a Ramón Martínez. ¨Si no hay una nueva generación que se meta en el movimiento y lo reconstruya de arriba abajo deberíamos echar el cierre y eso sería lo peor¨
Francisco Javier Rodríguez Lozano | Código Público, 2019-02-22
https://codigopublico.com/rompiendo-codigos/ramon-martinez-%c2%a8si-no-hay-una-nueva-generacion-que-se-meta-en-el-movimiento-y-lo-reconstruya-de-arriba-abajo-deberiamos-echar-el-cierre-y-eso-seria-lo-peor%c2%a8/
Nacido en Madrid, 1982 es doctor en Filología por la Universidad Complutense. Como experto en literatura española y diversidad sexual y de género, ha publicado diferentes artículos de investigación e impartido numerosas conferencias. Fue finalista del IX Premio Odisea con su primera novela, Esta noche tú decides (2007), y es columnista de opinión habitual en Cáscara amarga. Activista LGTB y feminista, ha participado en varios colectivos. En la actualidad forma parte de Arcópoli. Como autor destacan sus dos libros: 'Lo nuestro sí que es mundial' (2017) y 'La cultura de la homofobia y como acabar con ella' (2016). Actualmente es reconocido en la red social Twitter por crear el hashtag #Mariconesdeantaño, donde recoge la crónica de numerosas figuras influyentes a lo largo de la historia y su relación con el movimiento LGTBI.
¿Cómo surge la idea de crear el hashtag #Mariconesdeantaño?
Mi afán por investigar cuestiones LGTB ha permanecido siempre en mi y al realizar la carrera de Lengua y Literatura pude indagar sobre estas cuestiones en profundidad. Decidí acercar a todo aquel que tuviera Twitter aquellos datos que se escondían en grandes ensayos, poco accesibles para muchas personas. De esa manera, una noche mi amigo me comentó como hacer un hilo en esta plataforma y así empezó esta aventura.
¿Cómo surge el nombre?
El nombre de ¨maricones de antaño¨ surgió gracias a la inspiración del hilo homólogo realizado por Cristina Doménech, llamado: ¨Señoras que se empotraban hace mucho¨, aunque no me gusta mucho reivindicar la palabra ¨maricón¨.
¿Te imaginabas tal repercusión?
Para nada, en varios meses, crecieron exponencialmente los seguidores de mi cuenta de Twitter. Ahora casi tengo la responsabilidad de seguir ofreciendo esta información, y aunque hay información e historias hasta la infinidad, dejan de ser tan suculentas como las primeras, pero no por ello menos interesantes.
¿Qué piensas de la invisibilidad que han sufrido estas historias hasta el momento, tanto en temarios educativos, biografías o libros especializados?
Esto es una cuestión que me preocupa muchísimo, ya que yo, como profesor, procuro ser visible con mis alumnos y alumnas e intento siempre adaptar la visibilidad LGTBI, pero también la visibilidad de las mujeres, ambas cosas deben ir de la mano.
¿Crees que la invisibilidad, a la que han sido sometidos nuestros grandes literatos y figuras públicas, afecta hoy a la visión que se tiene del colectivo LGTBI?
Yo encuentro que hay un problema y es que hemos llegado a un punto tan complicado de la historia reivindicativa que, de un modo paralelo, la visibilidad es tan mala como la invisibilidad. Seguimos siendo invisibles para mucha gente por este motivo hay que seguir trabajando la idea de que manera cotidiana estamos presentes en todos los estamentos, pero al mismo tiempo hay diferentes discursos políticos que aprovechan nuestra visibilidad para cargar contra nosotros. Esto crea una paradoja, en la que ser visible es necesario, pero esa visibilidad puede ser usada contra nosotros.
¿Cómo salir de esta paradoja?
Esa es la gran respuesta del neoactivismo que estamos reconstruyendo. Tenemos que cambiar la tocata, para inventar nuevas formas de realizar trabajo social sin que sea contraproducente.
¿Te parece negativa la invitación que realiza la FELGTB en el Orgullo LGTBI a determinados partidos políticos que oprimen o ignoran al colectivo en sus políticas?
Yo creo que hay varios problemas dentro del activismo y es que creo que el activismo institucional, el más reformista y moderado, ha dependido exclusivamente de los partidos políticos y ha llegado un momento en el que todo el mundo quiere sacarse la foto, sin hacer ninguna política concreta de transformación social. Es un problema que esta sobre la mesa. Ese problema consiste en que las propias instituciones reivindicativas, como La FELGTB, empiezan a caducar, toda entidad social tiene una vida y es sano y necesario saber que, como seres vivos sociales: naces, te reproduces y acabas muriendo. Ocurre que cuando alguien se resiste a la muerte pasan cosas curiosas y es la desideologización absoluta a favor de otros intereses. Llega el momento en el que hay entidades que con tal de seguir estando en el candelero son capaces de hacer cualquier cosa, incluso de abrir la puerta a opciones políticas que tradicionalmente han sido contrarias. Debemos mantener el brazo firme para no caer en estas cosas.
¿Por qué crees que a la mayoría de la juventud no les representan las diversas asociaciones LGTBI?
El problema de esto es que yo creo que viene una nueva generación basada en aquella proclama que dijo Harvey Milk: ¨Nuestro compromiso debe ser la esperanza¨. Debemos dar la esperanza de que todo irá mejor, poco a poco, y creo que en este momento hemos perdido la esperanza. Debemos escuchar a esta nueva generación porque de ellos es el futuro y al mismo tiempo tenemos que tener el compromiso absoluto de saber que decir y como aportar nuestra experiencia a sus reivindicaciones. En este momento la centralidad del discurso ya no pasa por las reivindicaciones de los mayores, que ya empiezan a ser cada vez más conservadoras, pensemos en la idea del vientre de alquiler, en qué momento una cosa tan patriarcal puede ser un objetivo del movimiento LGTBI. Hay mucha gente preocupada por sobrevivir en la calle, por poder pasear con su novio por donde le de la gana y si lo único que centra el discurso activista es una cuestión como el vientre de alquiler lo que hay que plantearse no solo es que es una práctica poco o nada ética, sino qué respuesta le estamos dando a la juventud que pretende esa libertad de no estar frente a la violencia continuamente. Creo que ahí tenemos muchísimo trabajo. Si la pregunta social es que podemos hacer para erradicar la violencia, la respuesta activista no puede ser el vientre de alquiler, tienen que ser qué estrategia vamos a implementar en nuestro movimiento para acabar con esa violencia.
¿Por qué crees que el colectivo se esta dividiendo ante temas como el vientre de alquiler?
Yo creo que se debe a una falta de empatía y formación feminista dentro del movimiento LGTBI. El feminismo también tiene sus problemas y ahora es casi tan fácil ponerse la etiqueta feminista sin tener que comulgar al completo con todas las ideas básicas del feminismo. Entonces ocurre que puedes ser feminista porque has escogido dos puntos de los cien necesarios, eso se acaba convirtiendo en un activismo poco útil y que no sigue la ética feminista. En la esfera LGTBI ocurre igual, uno puede considerarse activista porque sí, no porque lo demuestre defendiendo unas ideas determinadas. Hay tantos activismos ahora porque la idea propia del activismo sea banalizada y ahora cualquiera puede ser activista incluso contra los propios principios LGTBI. En qué momento alguien se considera activista, cuando está prostituyendo el discurso para conseguir otro fin.
¿Cuál es la respuesta educativa a la creciente LGTBIfobia que está viviendo nuestro país? ¿Estamos involucionando?
Yo de este aspecto puedo hablar en primera persona, ya que lo vivo todos los días. El gran problema que tenemos ahora, es que tenemos la primera generación adulta que ha recibido charlas ocasionalmente de algunos colectivos y casualmente según los datos de los informes de los observatorios contra la homofobia, es la primera generación que ha recrudecido su violencia contra el colectivo, esto nos hace pensar que esas charlas han sido poco eficientes o, incluso lo que decía antes, han fortalecido la idea de que hay que erradicar esto a través de la violencia. Entonces yo, ya me planteo como profesor que la herramienta principal no es tanto esa formación externa, de un colectivo que viene ocasionalmente, como convertir la diversidad sexual y de género en algo natural y cotidiano con el que conviven todos los estudiantes y profesores. Si yo soy visible como profesor LGTBI, mis alumnos podrán percibir que hay una posibilidad de vida más allá de un referente dentro de los contenidos, como Federico García Lorca. El hecho de ser visible ante los estudiantes es el hecho que más puede transformar su forma de interpretar el mundo, no tanto el ir a una charla ocasional, la cual no toman con la seriedad suficiente. Si los profesores nos implicamos el cambio será mucho más rápido. Evidentemente también debemos destacar el hecho de separar iglesia y estado y que no haya alguien en contacto directo con los obispados en cada instituto, que es para lo que sirve la asignatura de religión y no para impartir doctrina, sino para vincular y vigilar el procedimiento educativo. No obstante, yo sigo pensando que las charlas son importantes y ayudan ahondar en el tema y a incluir esta cuestión dentro de los contenidos, de forma transversal y especifica. También lo hacen asignaturas como Ciudadanía o Valores éticos. Ambas cosas ayudan a que la causa eche raíces.
¿Cuál sería la forma de volver a unir el activismo del colectivo LGTBI y devolver la esperanza? ¿Es la falta de referentes o el exceso de muchos que no realizan acciones significativas por el colectivo?
Yo creo que el truco para aunar todas las voces no es tanto los referentes, que ya son muchos, algunos de mucha calidad y otros de ninguna. Yo siempre digo que la visibilidad tiene el problema de que hay que buscar una visibilidad de buena calidad, porque hay visibilidades que son hasta contraproducentes. Nunca es contraproducente ser visible, pero depende de lo que quieras visibilizar detrás de tu identidad. Yo creo que el objetivo que aunaría a todo el movimiento es un nuevo objetivo. En el 2005 salíamos a la calle porque queríamos el matrimonio y no había duda, ahora no sabemos porque salimos a la calle. El feminismo salió a la calle el año pasado, y ha hecho un 8 de marzo histórico, porque sabia muy bien lo que quería hacer. Cuando salimos ahora a la calle, de las pocas veces que salimos ya, hay siempre duda de a que vamos, si a reivindicar los vientres de alquiler, la idea de familia, etc. Cada uno reivindica una cosa muy concreta, no hay un discurso que agrupe todas las reivindicaciones. El nuevo discurso es visibilizar que existen violencias contra nosotros y nosotras y que es necesario erradicar esas violencias, de ahí tenemos un punto de partida común, luego ya, cada uno podrá hacer un discurso más especializado y hablar de las violencias contra las familias, contra los jóvenes, etc., pero por lo menos tenemos algo común que nos une y que no cuestionamos. Hemos perdido el vinculo de la unidad en el discurso.
¿Qué mensaje mandarías a los jóvenes que nos estén leyendo?
Pues yo diría que hace 40 años Harvey nos dijo que había esperanza, yo diría ahora que la esperanza son ellos y ellas. Tienen que vapulear a los mayores, a los grandes referentes del activismo, hasta que soltemos todo nuestra capacidad y experiencia para que se puedan nutrir de ellas. Si no hay una nueva generación que se meta en el movimiento y lo reconstruya de arriba abajo deberíamos echar el cierre y eso sería lo peor. El libro que estoy escribiendo ahora mismo se titula 'Nos acechan todavía', por un poema de Lorca y es que ese el problema que tenemos, nos acechan todavía, ya están aquí y el problema es que no tenemos un discurso organizado. Hay que organizarse, tener un discurso y una ideología clarísima, además de una estrategia que poner en práctica para acabar con el discurso que nos sigue oprimiendo. No es que haya que dar una esperanza, la esperanza hay que construirla hasta el punto que ya no haga falta ninguna esperanza porque no haya ningún problema, pero para eso falta aún mucho.
¿Cómo surge la idea de crear el hashtag #Mariconesdeantaño?
Mi afán por investigar cuestiones LGTB ha permanecido siempre en mi y al realizar la carrera de Lengua y Literatura pude indagar sobre estas cuestiones en profundidad. Decidí acercar a todo aquel que tuviera Twitter aquellos datos que se escondían en grandes ensayos, poco accesibles para muchas personas. De esa manera, una noche mi amigo me comentó como hacer un hilo en esta plataforma y así empezó esta aventura.
¿Cómo surge el nombre?
El nombre de ¨maricones de antaño¨ surgió gracias a la inspiración del hilo homólogo realizado por Cristina Doménech, llamado: ¨Señoras que se empotraban hace mucho¨, aunque no me gusta mucho reivindicar la palabra ¨maricón¨.
¿Te imaginabas tal repercusión?
Para nada, en varios meses, crecieron exponencialmente los seguidores de mi cuenta de Twitter. Ahora casi tengo la responsabilidad de seguir ofreciendo esta información, y aunque hay información e historias hasta la infinidad, dejan de ser tan suculentas como las primeras, pero no por ello menos interesantes.
¿Qué piensas de la invisibilidad que han sufrido estas historias hasta el momento, tanto en temarios educativos, biografías o libros especializados?
Esto es una cuestión que me preocupa muchísimo, ya que yo, como profesor, procuro ser visible con mis alumnos y alumnas e intento siempre adaptar la visibilidad LGTBI, pero también la visibilidad de las mujeres, ambas cosas deben ir de la mano.
¿Crees que la invisibilidad, a la que han sido sometidos nuestros grandes literatos y figuras públicas, afecta hoy a la visión que se tiene del colectivo LGTBI?
Yo encuentro que hay un problema y es que hemos llegado a un punto tan complicado de la historia reivindicativa que, de un modo paralelo, la visibilidad es tan mala como la invisibilidad. Seguimos siendo invisibles para mucha gente por este motivo hay que seguir trabajando la idea de que manera cotidiana estamos presentes en todos los estamentos, pero al mismo tiempo hay diferentes discursos políticos que aprovechan nuestra visibilidad para cargar contra nosotros. Esto crea una paradoja, en la que ser visible es necesario, pero esa visibilidad puede ser usada contra nosotros.
¿Cómo salir de esta paradoja?
Esa es la gran respuesta del neoactivismo que estamos reconstruyendo. Tenemos que cambiar la tocata, para inventar nuevas formas de realizar trabajo social sin que sea contraproducente.
¿Te parece negativa la invitación que realiza la FELGTB en el Orgullo LGTBI a determinados partidos políticos que oprimen o ignoran al colectivo en sus políticas?
Yo creo que hay varios problemas dentro del activismo y es que creo que el activismo institucional, el más reformista y moderado, ha dependido exclusivamente de los partidos políticos y ha llegado un momento en el que todo el mundo quiere sacarse la foto, sin hacer ninguna política concreta de transformación social. Es un problema que esta sobre la mesa. Ese problema consiste en que las propias instituciones reivindicativas, como La FELGTB, empiezan a caducar, toda entidad social tiene una vida y es sano y necesario saber que, como seres vivos sociales: naces, te reproduces y acabas muriendo. Ocurre que cuando alguien se resiste a la muerte pasan cosas curiosas y es la desideologización absoluta a favor de otros intereses. Llega el momento en el que hay entidades que con tal de seguir estando en el candelero son capaces de hacer cualquier cosa, incluso de abrir la puerta a opciones políticas que tradicionalmente han sido contrarias. Debemos mantener el brazo firme para no caer en estas cosas.
¿Por qué crees que a la mayoría de la juventud no les representan las diversas asociaciones LGTBI?
El problema de esto es que yo creo que viene una nueva generación basada en aquella proclama que dijo Harvey Milk: ¨Nuestro compromiso debe ser la esperanza¨. Debemos dar la esperanza de que todo irá mejor, poco a poco, y creo que en este momento hemos perdido la esperanza. Debemos escuchar a esta nueva generación porque de ellos es el futuro y al mismo tiempo tenemos que tener el compromiso absoluto de saber que decir y como aportar nuestra experiencia a sus reivindicaciones. En este momento la centralidad del discurso ya no pasa por las reivindicaciones de los mayores, que ya empiezan a ser cada vez más conservadoras, pensemos en la idea del vientre de alquiler, en qué momento una cosa tan patriarcal puede ser un objetivo del movimiento LGTBI. Hay mucha gente preocupada por sobrevivir en la calle, por poder pasear con su novio por donde le de la gana y si lo único que centra el discurso activista es una cuestión como el vientre de alquiler lo que hay que plantearse no solo es que es una práctica poco o nada ética, sino qué respuesta le estamos dando a la juventud que pretende esa libertad de no estar frente a la violencia continuamente. Creo que ahí tenemos muchísimo trabajo. Si la pregunta social es que podemos hacer para erradicar la violencia, la respuesta activista no puede ser el vientre de alquiler, tienen que ser qué estrategia vamos a implementar en nuestro movimiento para acabar con esa violencia.
¿Por qué crees que el colectivo se esta dividiendo ante temas como el vientre de alquiler?
Yo creo que se debe a una falta de empatía y formación feminista dentro del movimiento LGTBI. El feminismo también tiene sus problemas y ahora es casi tan fácil ponerse la etiqueta feminista sin tener que comulgar al completo con todas las ideas básicas del feminismo. Entonces ocurre que puedes ser feminista porque has escogido dos puntos de los cien necesarios, eso se acaba convirtiendo en un activismo poco útil y que no sigue la ética feminista. En la esfera LGTBI ocurre igual, uno puede considerarse activista porque sí, no porque lo demuestre defendiendo unas ideas determinadas. Hay tantos activismos ahora porque la idea propia del activismo sea banalizada y ahora cualquiera puede ser activista incluso contra los propios principios LGTBI. En qué momento alguien se considera activista, cuando está prostituyendo el discurso para conseguir otro fin.
¿Cuál es la respuesta educativa a la creciente LGTBIfobia que está viviendo nuestro país? ¿Estamos involucionando?
Yo de este aspecto puedo hablar en primera persona, ya que lo vivo todos los días. El gran problema que tenemos ahora, es que tenemos la primera generación adulta que ha recibido charlas ocasionalmente de algunos colectivos y casualmente según los datos de los informes de los observatorios contra la homofobia, es la primera generación que ha recrudecido su violencia contra el colectivo, esto nos hace pensar que esas charlas han sido poco eficientes o, incluso lo que decía antes, han fortalecido la idea de que hay que erradicar esto a través de la violencia. Entonces yo, ya me planteo como profesor que la herramienta principal no es tanto esa formación externa, de un colectivo que viene ocasionalmente, como convertir la diversidad sexual y de género en algo natural y cotidiano con el que conviven todos los estudiantes y profesores. Si yo soy visible como profesor LGTBI, mis alumnos podrán percibir que hay una posibilidad de vida más allá de un referente dentro de los contenidos, como Federico García Lorca. El hecho de ser visible ante los estudiantes es el hecho que más puede transformar su forma de interpretar el mundo, no tanto el ir a una charla ocasional, la cual no toman con la seriedad suficiente. Si los profesores nos implicamos el cambio será mucho más rápido. Evidentemente también debemos destacar el hecho de separar iglesia y estado y que no haya alguien en contacto directo con los obispados en cada instituto, que es para lo que sirve la asignatura de religión y no para impartir doctrina, sino para vincular y vigilar el procedimiento educativo. No obstante, yo sigo pensando que las charlas son importantes y ayudan ahondar en el tema y a incluir esta cuestión dentro de los contenidos, de forma transversal y especifica. También lo hacen asignaturas como Ciudadanía o Valores éticos. Ambas cosas ayudan a que la causa eche raíces.
¿Cuál sería la forma de volver a unir el activismo del colectivo LGTBI y devolver la esperanza? ¿Es la falta de referentes o el exceso de muchos que no realizan acciones significativas por el colectivo?
Yo creo que el truco para aunar todas las voces no es tanto los referentes, que ya son muchos, algunos de mucha calidad y otros de ninguna. Yo siempre digo que la visibilidad tiene el problema de que hay que buscar una visibilidad de buena calidad, porque hay visibilidades que son hasta contraproducentes. Nunca es contraproducente ser visible, pero depende de lo que quieras visibilizar detrás de tu identidad. Yo creo que el objetivo que aunaría a todo el movimiento es un nuevo objetivo. En el 2005 salíamos a la calle porque queríamos el matrimonio y no había duda, ahora no sabemos porque salimos a la calle. El feminismo salió a la calle el año pasado, y ha hecho un 8 de marzo histórico, porque sabia muy bien lo que quería hacer. Cuando salimos ahora a la calle, de las pocas veces que salimos ya, hay siempre duda de a que vamos, si a reivindicar los vientres de alquiler, la idea de familia, etc. Cada uno reivindica una cosa muy concreta, no hay un discurso que agrupe todas las reivindicaciones. El nuevo discurso es visibilizar que existen violencias contra nosotros y nosotras y que es necesario erradicar esas violencias, de ahí tenemos un punto de partida común, luego ya, cada uno podrá hacer un discurso más especializado y hablar de las violencias contra las familias, contra los jóvenes, etc., pero por lo menos tenemos algo común que nos une y que no cuestionamos. Hemos perdido el vinculo de la unidad en el discurso.
¿Qué mensaje mandarías a los jóvenes que nos estén leyendo?
Pues yo diría que hace 40 años Harvey nos dijo que había esperanza, yo diría ahora que la esperanza son ellos y ellas. Tienen que vapulear a los mayores, a los grandes referentes del activismo, hasta que soltemos todo nuestra capacidad y experiencia para que se puedan nutrir de ellas. Si no hay una nueva generación que se meta en el movimiento y lo reconstruya de arriba abajo deberíamos echar el cierre y eso sería lo peor. El libro que estoy escribiendo ahora mismo se titula 'Nos acechan todavía', por un poema de Lorca y es que ese el problema que tenemos, nos acechan todavía, ya están aquí y el problema es que no tenemos un discurso organizado. Hay que organizarse, tener un discurso y una ideología clarísima, además de una estrategia que poner en práctica para acabar con el discurso que nos sigue oprimiendo. No es que haya que dar una esperanza, la esperanza hay que construirla hasta el punto que ya no haga falta ninguna esperanza porque no haya ningún problema, pero para eso falta aún mucho.
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