Imagen: La Vanguardia / Trans dan sus testimonios en el Congreso estadounidense |
El presidente norteamericano piensa que suponen “tremendos costes médicos” para el Departamento de Defensa.
Edurne Concejo | La Vanguardia, 2019-02-28
https://www.lavanguardia.com/internacional/20190228/46758069435/guerra-trump-militares-trans.html
Esta semana, el Congreso norteamericano ha escuchado los testimonios de cinco militares transgénero que, ante la intención de Trump de prohibirles el acceso al cuerpo armado, han defendido su derecho de formar parte del Ejército de Estados Unidos.
Han sido invitados por la representante demócrata del Comité de Servicios Armados de la Cámara de Representantes, Jacky Speier, quien ha calificado la prohibición del Gobierno de Trump de “discriminatoria, inconstitucional y contraproducente” y ha alertado de que, en caso de que se prohíba su entrada en el cuerpo, ello repercutiría directamente “en los reclutas en un momento en el que tan pocos estadounidenses están dispuestos a servir” al país.
El enviado de Trump para defender la medida, el general retirado James N. Stewart -ahora subsecretario de Defensa para el Personal y la Preparación-, ha asegurado que “no es una prohibición para las personas transgénero”, argumentando que las personas trans pueden unirse al Ejército “si prestan servicio en su sexo biológico” y “no se les ha diagnosticado disforia de género” (ansiedad como consecuencia de la contradicción entre su identidad sexual, su identidad de género y su sexo biológico). “No se pueden hacer ajustes especiales para las personas con una condición médica de este tipo”, ha concluido.
El demócrata Anthony Brown ha comparado este pretexto con el empleado para evitar la entrada de personas negras en 1948 y de homosexuales en la década de los noventa y ha cuestionado una medida que ha resumido como: “Usted es transgénero y solo si acepta no hacer la transición puede servir. Eso es una política de ‘no pregunte, no diga’”.
Desde que llegó al poder, el presidente norteamericano, Donald Trump, ha tratado de impedir que los militares transgénero se puedan alistar en la Fuerzas Armadas del país. Ya lo advirtió en julio del 2017, pocos meses después de su nombramiento y por su vía de comunicación preferida: las redes sociales. Trump escribió en su perfil de Twitter: “Tras consultar con mis generales y con expertos militares, estad avisados de que el Gobierno de Estados Unidos no permitirá a los individuos transgénero servir en ningún cargo en el Ejército”.
Ahora, el Gobierno de Trump defiende con uñas y dientes esta medida. Entre los argumentos empleados se encuentran los costes médicos de los tratamientos de cambio de género. Según cifras del Departamento de Defensa de Estados Unidos, recogidas por el diario USA Today, se gastaron 8 millones de dólares en atender a las personas transgénero desde 2016, año en que el Gobierno de Obama derogó la prohibición de las personas trans de acceder a las Fuerzas Armadas.
En concreto, se realizaron 160 cirugías, por valor de 2 millones de dólares, y la gran mayoría del dinero fue a parar a sesiones de psicoterapia -5,8 millones de dólares-. A pesar de que Trump pretende hacer creer que las personas trans suponen un gasto elevado para el Departamento de Defensa, la realidad es que esta cifra tan solo supone un 1% del gasto médico de las Fuerzas Armadas, que ha contado con un presupuesto de 50 mil millones de dólares desde 2016.
Se estima que de los dos millones de militares norteamericanos, 14.700 soldados se identifican como transgénero, aunque no todos ellos buscan someterse al tratamiento para el cambio de sexo. Recientemente, el Tribunal Supremo ha autorizado al Departamento de Defensa a aplicar la prohibición de acceso al cuerpo a las personas trans, a pesar de contar con varios fallos judiciales que consideran que esta medida “atenta contra el principio de igualdad” recogido en la Constitución estadounidense. Por lo tanto, el Ejército norteamericano mantendrá este veto a los militares trans mientras se resuelven los litigios y se produce una sentencia en firme.
Han sido invitados por la representante demócrata del Comité de Servicios Armados de la Cámara de Representantes, Jacky Speier, quien ha calificado la prohibición del Gobierno de Trump de “discriminatoria, inconstitucional y contraproducente” y ha alertado de que, en caso de que se prohíba su entrada en el cuerpo, ello repercutiría directamente “en los reclutas en un momento en el que tan pocos estadounidenses están dispuestos a servir” al país.
El enviado de Trump para defender la medida, el general retirado James N. Stewart -ahora subsecretario de Defensa para el Personal y la Preparación-, ha asegurado que “no es una prohibición para las personas transgénero”, argumentando que las personas trans pueden unirse al Ejército “si prestan servicio en su sexo biológico” y “no se les ha diagnosticado disforia de género” (ansiedad como consecuencia de la contradicción entre su identidad sexual, su identidad de género y su sexo biológico). “No se pueden hacer ajustes especiales para las personas con una condición médica de este tipo”, ha concluido.
El demócrata Anthony Brown ha comparado este pretexto con el empleado para evitar la entrada de personas negras en 1948 y de homosexuales en la década de los noventa y ha cuestionado una medida que ha resumido como: “Usted es transgénero y solo si acepta no hacer la transición puede servir. Eso es una política de ‘no pregunte, no diga’”.
Desde que llegó al poder, el presidente norteamericano, Donald Trump, ha tratado de impedir que los militares transgénero se puedan alistar en la Fuerzas Armadas del país. Ya lo advirtió en julio del 2017, pocos meses después de su nombramiento y por su vía de comunicación preferida: las redes sociales. Trump escribió en su perfil de Twitter: “Tras consultar con mis generales y con expertos militares, estad avisados de que el Gobierno de Estados Unidos no permitirá a los individuos transgénero servir en ningún cargo en el Ejército”.
Ahora, el Gobierno de Trump defiende con uñas y dientes esta medida. Entre los argumentos empleados se encuentran los costes médicos de los tratamientos de cambio de género. Según cifras del Departamento de Defensa de Estados Unidos, recogidas por el diario USA Today, se gastaron 8 millones de dólares en atender a las personas transgénero desde 2016, año en que el Gobierno de Obama derogó la prohibición de las personas trans de acceder a las Fuerzas Armadas.
En concreto, se realizaron 160 cirugías, por valor de 2 millones de dólares, y la gran mayoría del dinero fue a parar a sesiones de psicoterapia -5,8 millones de dólares-. A pesar de que Trump pretende hacer creer que las personas trans suponen un gasto elevado para el Departamento de Defensa, la realidad es que esta cifra tan solo supone un 1% del gasto médico de las Fuerzas Armadas, que ha contado con un presupuesto de 50 mil millones de dólares desde 2016.
Se estima que de los dos millones de militares norteamericanos, 14.700 soldados se identifican como transgénero, aunque no todos ellos buscan someterse al tratamiento para el cambio de sexo. Recientemente, el Tribunal Supremo ha autorizado al Departamento de Defensa a aplicar la prohibición de acceso al cuerpo a las personas trans, a pesar de contar con varios fallos judiciales que consideran que esta medida “atenta contra el principio de igualdad” recogido en la Constitución estadounidense. Por lo tanto, el Ejército norteamericano mantendrá este veto a los militares trans mientras se resuelven los litigios y se produce una sentencia en firme.
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