Imagen: Notas Periodismo Popular / Sylvia Rivera |
Macarena Aspiroz | Notas Periodismo Popular, 2019-02-19
https://notasperiodismopopular.com.ar/2019/02/19/historia-sylvia-rivera-activista-trans-protagonizo-revuelta-stonewall/
El 19 de febrero del 2002 murió, a causa de un cáncer de hígado, la activista trans Sylvia Rivera. Ella fue uno de los pilares principales para los revueltas ocurridas en el bar Stonewall en Nueva York en 1969. Este evento logró un cambio rotundo en el colectivo LGBT y es por esa noche de revolución queer que se celebra el día del orgullo a nivel mundial.
Sylvia reconoció haber sido una de las primeras activistas en tirar una molotov a la policía cuando estos entraron a reprimir y querer llevarse encarcelados a varies jóvenes que estaban dentro del bar. Ella y su amiga Marsha Johnson, también activista e icono trans, fueron las caras visibles del hartazgo hacia una sociedad represiva y a una fuerza policial mucho peor.
Hija de dos inmigrantes procedentes de Puerto Rico y Venezuela, Sylvia tuvo una infancia llena de violencia y traumas. Quedó huérfana a los tres años de edad y se fue a vivir con su abuela, quien durante toda su infancia despreció y negó su identidad, obligándola a abandonar su casa a los 10 años. Durante toda su vida sufrió abusos por parte de la policía, quien la encarcelaba sólo por ser quién era y por cómo decidía transitar la vida. Hasta que un día ella y tantes otres dijeron basta.
El 28 de junio de 1969, en el bar gay Stonewall en Nueva York, ocurrió una redada policíal como solía suceder en todos los bares donde frecuentaban personas LGBT en esa época. Cansades de esa situación que tenían que vivir y de manera espontánea, los clientes que se encontraban ahí decidieron plantarse frente a la policía y luchar contra ellos.
Todo comenzó con varias molotov improvisadas con tragos que tenían a mano. Sylvia fue una de las primeras en contraatacar y ponerse frente a las fuerzas represivas. Durante varias entrevistas, ella señaló que cuando todo comenzó no quería perderse un minuto de lo que estaba sucediendo, dado que se daba cuenta de que estaban haciendo la revolución. Las revueltas duraron tres días y fueron el disparador para sentar las bases del orgullo LGBTIQ.
Luego de los disturbios en Stonewall, la revolución seguía en marcha, sobre todo para las mujeres trans que seguían sin ser respetadas dentro de su propia comunidad. En 1973 durante una marcha, Sylvia subió al escenario y desafió a todas las personas que estaban allí, en especial a los hombres gais blancos que parecían haberse olvidado de quiénes habían empezado el fuego para la liberación.
Mientras todes la abucheaban, ella dio su mítico discurso “Todos deberían callarse”, en donde señalaba la tibieza de sus compañeres a la hora de reivindicar los derechos de la T en LGBT. Después de ese día intentó suicidarse y se alejó por dos décadas de la militancia, pero siguió ayudando a jóvenes gais a tener un hogar y a impedir que se prostituyeran como su única salida.
La lucha de Sylvia y de tantas otras mujeres trans está más activa que nunca, ya que siguen siendo ninguneadas por una parte del feminismo y de la comunidad LGBT. Además, todavía se vulneran sus derechos, ya que su expectativa de vida sigue siendo mucho menor que la de las personas cisgénero, y el sistema las empuja a una vida de pobreza, drogadicción y prostitución. Su vida la dedicó a demostrar que la igualdad entre géneros tenía que ser un hecho y que los derechos no se piden prestados, se toman.
En un nuevo aniversario de su muerte, nada mejor que sus propias palabras, expresadas en 1973, para definir a una mujer luchadora como Sylvia Rivera: “Ustedes me dicen que vaya y esconda / Mi cola entre las piernas / Ya no aguantaré esta mierda / He sido golpeada / Me han roto la nariz / Me han echado en la cárcel / He perdido mi trabajo / He perdido mi apartamento / Todo para la liberación gay y todos ustedes me tratan de esta manera? / ¿Qué diablos les pasa a todos?”
Sylvia reconoció haber sido una de las primeras activistas en tirar una molotov a la policía cuando estos entraron a reprimir y querer llevarse encarcelados a varies jóvenes que estaban dentro del bar. Ella y su amiga Marsha Johnson, también activista e icono trans, fueron las caras visibles del hartazgo hacia una sociedad represiva y a una fuerza policial mucho peor.
Hija de dos inmigrantes procedentes de Puerto Rico y Venezuela, Sylvia tuvo una infancia llena de violencia y traumas. Quedó huérfana a los tres años de edad y se fue a vivir con su abuela, quien durante toda su infancia despreció y negó su identidad, obligándola a abandonar su casa a los 10 años. Durante toda su vida sufrió abusos por parte de la policía, quien la encarcelaba sólo por ser quién era y por cómo decidía transitar la vida. Hasta que un día ella y tantes otres dijeron basta.
El 28 de junio de 1969, en el bar gay Stonewall en Nueva York, ocurrió una redada policíal como solía suceder en todos los bares donde frecuentaban personas LGBT en esa época. Cansades de esa situación que tenían que vivir y de manera espontánea, los clientes que se encontraban ahí decidieron plantarse frente a la policía y luchar contra ellos.
Todo comenzó con varias molotov improvisadas con tragos que tenían a mano. Sylvia fue una de las primeras en contraatacar y ponerse frente a las fuerzas represivas. Durante varias entrevistas, ella señaló que cuando todo comenzó no quería perderse un minuto de lo que estaba sucediendo, dado que se daba cuenta de que estaban haciendo la revolución. Las revueltas duraron tres días y fueron el disparador para sentar las bases del orgullo LGBTIQ.
Luego de los disturbios en Stonewall, la revolución seguía en marcha, sobre todo para las mujeres trans que seguían sin ser respetadas dentro de su propia comunidad. En 1973 durante una marcha, Sylvia subió al escenario y desafió a todas las personas que estaban allí, en especial a los hombres gais blancos que parecían haberse olvidado de quiénes habían empezado el fuego para la liberación.
Mientras todes la abucheaban, ella dio su mítico discurso “Todos deberían callarse”, en donde señalaba la tibieza de sus compañeres a la hora de reivindicar los derechos de la T en LGBT. Después de ese día intentó suicidarse y se alejó por dos décadas de la militancia, pero siguió ayudando a jóvenes gais a tener un hogar y a impedir que se prostituyeran como su única salida.
La lucha de Sylvia y de tantas otras mujeres trans está más activa que nunca, ya que siguen siendo ninguneadas por una parte del feminismo y de la comunidad LGBT. Además, todavía se vulneran sus derechos, ya que su expectativa de vida sigue siendo mucho menor que la de las personas cisgénero, y el sistema las empuja a una vida de pobreza, drogadicción y prostitución. Su vida la dedicó a demostrar que la igualdad entre géneros tenía que ser un hecho y que los derechos no se piden prestados, se toman.
En un nuevo aniversario de su muerte, nada mejor que sus propias palabras, expresadas en 1973, para definir a una mujer luchadora como Sylvia Rivera: “Ustedes me dicen que vaya y esconda / Mi cola entre las piernas / Ya no aguantaré esta mierda / He sido golpeada / Me han roto la nariz / Me han echado en la cárcel / He perdido mi trabajo / He perdido mi apartamento / Todo para la liberación gay y todos ustedes me tratan de esta manera? / ¿Qué diablos les pasa a todos?”
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