Imagen: 20 Minutos / Abdelá Taia |
Samir Bargachi Belkacem | 1 de cada 10, 20 Minutos, 2019-02-21
https://blogs.20minutos.es/1-de-cada-10/2019/02/21/la-comunidad-lgtb-en-marruecos-avanza-a-pesar-de-todo/
El jueves 31 de enero, Casa Árabe, Cabaret Voltaire y Kifkif organizamos en Madrid la presentación del último libro de Abdelá Taia, ‘El que es digno de ser amado’. Junto al autor, estuvimos Nessrin el Hachlaf, periodista, asesora jurídica de Kifkif y destacada activista de origen marroquí, Karim Hauser, coordinador de Relaciones Internacionales de Casa Árabe y servidor. Este encuentro diaspórico propició un interesante debate sobre la situación actual del colectivo LGTB en Marruecos, con testimonios que fueron personales pero también, e inevitablemente, políticos.
Abdelá Taia (Salé, 1973) hizo historia en 2006 al hacer pública su orientación sexual en una entrevista con la revista política Tel Quel, siendo el primer intelectual marroquí en hacerlo de esa forma. El contexto no era casual: dos años antes, en 2004, fueron detenidos 43 personas, 30 hombres y 10 mujeres, en Tetuán acusados de “incitar a la depravación y transgredir la moral pública”. Este hecho marcó un antes y un después en la historia de la comunidad LGTB del país; la conversación sobre la homosexualidad se trasladó de los reservados salones francófonos de Rabat a las terrazas populares de todo el país. Nunca más habrá silencio. La primera organización LGTB del país magrebí, Kifkif, nació ese mismo año.
La presentación de ‘El que es digno de ser amado’, 15 años después, fue sobre todo, una oportunidad para hacer balance. Un encuentro entre activistas que allanaron un camino, que aunque muchos quieren erosionar ya no es posible desandar. Ese cambio de narrativa alcanza hasta el gobernante PJD (democracia islámica), principal partido lgtbfóbico, así como machista, del país.
Lejos de los focos mediáticos, durante estos años ha habido una evidente victoria de la comunidad LGTB detrás de cada escándalo, agresión o intento de invisibilización. Por ejemplo, nadie imaginó que en 2019 cuatro policías se iban a sentar en el banquillo de los acusados por un delito de odio contra un travesti. Parecería contrario a la lógica en un Estado que mantiene en su código penal la criminalización de la homosexualidad. Pero ya en los Disturbios de Alcazarquivir en 2007 el gobierno emitió un duro comunicado contra las agresiones ciudadanas hacia las personas LGTB: la aplicación de esa ley solo le corresponde al Estado. Un paso más.
‘¡No soy embajador de Marruecos!’, se defendió Taia antes de profundizar en estos hechos. No es fácil destacar positividades en un sistema que nos sigue oprimiendo.
Esto mismo divide, 15 años después de su nacimiento, al activismo LGTB marroquí, atrapado entre el auge conservador y un ‘makhzen’ demasiado lento para la mayoría de nosotras. Hay quienes optan por enfrentarse a ambos y otros que creen necesario abrazarse al sistema para frenar al islamismo. Realidad práctica versus ideal ideales.
Paradójicamente, el acto en Casa Árabe fue apoyado por el Gobierno de Marruecos, que lejos de representar una mera anécdota, evidencia un cambio de rumbo de ese Marruecos que ya no existe. Nunca más.
Abdelá Taia (Salé, 1973) hizo historia en 2006 al hacer pública su orientación sexual en una entrevista con la revista política Tel Quel, siendo el primer intelectual marroquí en hacerlo de esa forma. El contexto no era casual: dos años antes, en 2004, fueron detenidos 43 personas, 30 hombres y 10 mujeres, en Tetuán acusados de “incitar a la depravación y transgredir la moral pública”. Este hecho marcó un antes y un después en la historia de la comunidad LGTB del país; la conversación sobre la homosexualidad se trasladó de los reservados salones francófonos de Rabat a las terrazas populares de todo el país. Nunca más habrá silencio. La primera organización LGTB del país magrebí, Kifkif, nació ese mismo año.
La presentación de ‘El que es digno de ser amado’, 15 años después, fue sobre todo, una oportunidad para hacer balance. Un encuentro entre activistas que allanaron un camino, que aunque muchos quieren erosionar ya no es posible desandar. Ese cambio de narrativa alcanza hasta el gobernante PJD (democracia islámica), principal partido lgtbfóbico, así como machista, del país.
Lejos de los focos mediáticos, durante estos años ha habido una evidente victoria de la comunidad LGTB detrás de cada escándalo, agresión o intento de invisibilización. Por ejemplo, nadie imaginó que en 2019 cuatro policías se iban a sentar en el banquillo de los acusados por un delito de odio contra un travesti. Parecería contrario a la lógica en un Estado que mantiene en su código penal la criminalización de la homosexualidad. Pero ya en los Disturbios de Alcazarquivir en 2007 el gobierno emitió un duro comunicado contra las agresiones ciudadanas hacia las personas LGTB: la aplicación de esa ley solo le corresponde al Estado. Un paso más.
‘¡No soy embajador de Marruecos!’, se defendió Taia antes de profundizar en estos hechos. No es fácil destacar positividades en un sistema que nos sigue oprimiendo.
Esto mismo divide, 15 años después de su nacimiento, al activismo LGTB marroquí, atrapado entre el auge conservador y un ‘makhzen’ demasiado lento para la mayoría de nosotras. Hay quienes optan por enfrentarse a ambos y otros que creen necesario abrazarse al sistema para frenar al islamismo. Realidad práctica versus ideal ideales.
Paradójicamente, el acto en Casa Árabe fue apoyado por el Gobierno de Marruecos, que lejos de representar una mera anécdota, evidencia un cambio de rumbo de ese Marruecos que ya no existe. Nunca más.
Samir Bargachi Belkacem. Presidente de Kifkif, Migraciones y Refugio LGBTI+
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