Imagen: El País / Emilio del Valle |
El cabeza de lista de Vox por Cantabria, para el Congreso de los Diputados, reconoce y apoya en redes sociales la homosexualidad de su hijo, que también milita en la formación de Abascal.
Guillem Ruisánchez | El Confidencial, 2019-06-22
https://www.elconfidencial.com/espana/2019-06-22/vox-emilio-valle-canatabria-gay-lgtbi-hijo_2083576/
Emilio del Valle, cabeza de lista de Vox al Congreso de los Diputados por Cantabria en las pasadas elecciones generales del 28 de abril (no sacó el escaño), sorprendía hace unos días, el 3 de junio, al compartir en su perfil de Instagram un corazón arcoíris con un mensaje de tolerancia: ‘La orientación sexual de tu hija o hijo no te hace fallar como padre, rechazarlo sí’.
“En mi partido hay mucho afiliado que es gay, les conozco, en alguna lista iba alguno”, nos cuenta en conversación telefónica. Entre ellos su hijo, que también milita en Vox y fue candidato en las elecciones municipales de Santander. “Todo el mundo en Santander lo sabe, tengo un hijo gay”.
Del Valle, el padre, tiene bagaje en la política de Cantabria. Funcionario de la Consejería de Economía y Hacienda del Gobierno de Cantabria, jefe de servicio de Patrimonio, fue consejero de Presidencia con el PP de José Joaquín Martínez Sieso, en el año 1995. Y con el siguiente gobierno popular, tras la mayoría absoluta de Ignacio Diego en 2011, fue nombrado secretario general de la Consejería de Economía, Hacienda y Empleo, cargo que también había desempeñado entre 1991 y 1992, al principio del Gobierno de Juan Hormaechea, que se había separado del PP para crear la UPCA (Unión Para el Progreso de Cantabria) y luego contó con el apoyo de los populares para gobernar hasta que una sentencia del Tribunal Supremo en 1994 le condenó a prisión e inhabilitación.
Fue también secretario del ICAF (2008-2011), el Instituto Cántabro de Finanzas donde residen los secretos de operaciones como la de la intervención pública del Racing de Santander.
El pasado 25 de marzo, Del Valle fue la sorpresa en la lista de Vox, que presentó la candidatura a las 23.30 horas de la noche, a media hora del cierre. Sustituyó como número uno a Ricardo Garrudo, afín a Santiago Abascal y líder del partido en Cantabria. Los críticos de Garrudo censuraron que no llevaba tres meses de militancia y que se había premiado la fidelidad al PP. El 28 de abril, Vox no consiguió representación en la circunscripción de Cantabria. Obtuvo 39.945 votos, un 11%, por detrás del PRC de Revilla (creció en política desde su oposición a Hormaechea), que se llevó el quinto escaño en liza para entrar en el Congreso por primera vez en la historia de los regionalistas.
Orgullo de padre, pero no orgullo gay
Emilio del Valle tiene tres hijos, Emilio (30 años), Mercedes (29) y Álvaro (22). El pequeño de los tres, a los 17, les contó a sus padres que era homosexual. “Le dijimos que fenomenal, que nos alegrábamos de que nos lo dijera y que tenía todo nuestro apoyo”. La noticia cayó en una familia católica, pero ni se plantearon llevarle a ninguna terapia como las que Rocío Monasterio y otros miembros de Vox han defendido, aunque “cada uno es libre de pensar lo que quiera”, sostiene. Le parece bien la unión civil entre homosexuales pero no la consideración de matrimonio, que “etimológicamente significa la unión entre un hombre y una mujer” – procede del latín, de madre-. Pero, al tiempo, defiende que “los efectos civiles serían los mismos”. “Es un tema de nomenclatura”, minimiza. Y estaría de acuerdo con que su hijo pudiera adoptar, le parecería “perfecto”. “Allá ellos si lo desean, no le veo ningún problema”.
Ahora del Valle está en Vox, partido del que “se dicen cosas que no son verdad, como que somos homófobos, pero no es cierto”. “En absoluto”, sentencia categórico, “lo único que ha hablado el partido es de la celebración del Orgullo Gay y de la financiación pública a movimientos LGTB”, los “chiringuitos”, según el argumentario del partido, que van “más allá de lo que es una reivindicación igualitaria de derechos”.
Pero Vox ha pasado de las palabras a los hechos. El 5 de junio, dos días después del corazón arcoíris que publicó Emilio del Valle en sus redes, el partido de Abascal fulminaba a una concejala del Ayuntamiento de Torremolinos, Lucía Cuín, por desplegar en un balcón la bandera LGTBI y apoyar a “un colectivo muy importante que defiende la libertad de las personas”.
El candidato cántabro de la formación traza la distinción entre la aceptación de la orientación sexual de su hijo, su orgullo de padre, y el Orgullo LGTBI.
“Hay gente como mi hijo que no están de acuerdo con esas manifestaciones públicas”. Y nos cuenta que su hijo Álvaro tiene pareja, que hacen su vida y que “no todos los gais piensan como los que están en el Orgullo, haciendo cosas que no son agradables”, como “ir en carrozas y desnudos y haciendo barbaridades como yo he visto alguna vez”, en Madrid, un año que se quedó “sorprendido”, y eso que se considera “una persona bastante sensata”.
Desde el punto de vista legal, se aferra a 40 años “viviendo en democracia”, con una Constitución Española que reconoce en el artículo 14 la igualdad de todos y la no discriminación por razón de sexo. “Se ha logrado ya muchísimo, muchísimo”.
Y al mismo tiempo que impugna las leyes que discriminen entre hombre y mujer o entre homosexuales y heterosexuales, pone el foco en la “violencia intragénero, entre homosexuales”, que no está tipificada. “Cuando un homosexual mata a su pareja se tramita como un homicidio normal y corriente. No tiene ventajas ni desventajas que recoge la ley de violencia de género”.
Álvaro del Valle, candidato de Vox en Santander
El hijo de Emilio se llama Álvaro del Valle, tiene 22 años y estudia Derecho en la Universidad Complutense de Madrid, donde vive desde hace cuatro años. Y también está en Vox. De hecho, fue el número 15 de la candidatura del partido de Santiago Abascal al Ayuntamiento de Santander el pasado 26 de mayo y asegura que se siente “totalmente identificado” con su partido, donde encuentra dirigentes a nivel nacional que son “abiertamente homosexuales”, “bastante intelectuales” y con una “trayectoria intachable”.
En concreto, cita a José María Marco, que fue el número dos de la lista encabezada por Monasterio en las elecciones a la Comunidad de Madrid, que después ha renunciado al acta de diputado “por motivos de salud”. Antes de su dimisión reivindicó que nunca había ocultado su homosexualidad y se pronunció a favor del matrimonio gay en una entrevista en 'El Mundo', por una “cuestión de derechos y de dignidad de los homosexuales”.
“Nos tachan de fachas"
Álvaro del Valle opina igual que su padre sobre el Orgullo Gay. Considera que se ha “institucionalizado” un discurso en el que “no todas las personas se sienten identificadas”. “Nos tachan de fachas, de fascistas, de homófobos... cuando somos personas con esas mismas preferencias sexuales”.
En su opinión, el Orgullo solo da “cabida” a PSOE y Podemos, y “da voz a gente que realmente me puede llegar a tratar mal por mi ideología”.
El manifiesto de COGAM -el colectivo de lesbianas y gais de Madrid- para la 40ª edición del Orgullo ha recibido críticas del PP, pero también de Ciudadanos, que se han visto desplazados de la cabecera de la manifestación por el primero de los diez puntos que contiene: "no valerse de los votos de partidos que defienden una ideología de extrema derecha para gobernar".
Para Álvaro del Valle es “sintomático de lo politizado que está el evento y de que no hay pluralidad”, y aunque concede que “tiene que tener una reivindicación política” la circunscribe a “una postura naturalista pura y dura de defender los derechos humanos de cualquier persona que habite la tierra”. “No tiene nada que ver con la lucha política cuando encima esos derechos están consagrados en nuestras leyes”.
Desconocimiento de las leyes LGTBI
El segundo punto del manifiesto del Orgullo de este año sí habla de regulación, porque exige el desarrollo y cumplimiento de las leyes autonómicas relativas a la LGTBfobia y las personas 'trans'. Preguntamos a los Del Valle por las leyes LGTBI, en concreto por la de Cantabria que se quedó en el tintero de la anterior legislatura. “Desconozco el proyecto”, admite el padre.
Lo mismo su hijo, que primero se escuda en que vive en Madrid desde hace cuatro años: “no conozco la situación de Cantabria”. Ni conoce ALEGA, la Asociación LGTBI homóloga de COGAM, la organizadora del Orgullo Gay en Madrid. Pero cuando preguntamos por la Ley LGTBI de la Comunidad de Madrid responde: “Sí, la aprobó Cifuentes” – el PP con Ciudadanos-. Pero reconoce que tampoco se la ha leído.
La Ley establece la igualdad de derechos de lesbianas y gais y la lucha contra la discriminación y la homofobia en el acceso al empleo. Además, contiene un protocolo de atención a las víctimas de agresiones y delitos de odio. “Claro que es un problema” que “hay que erradicar en esta sociedad” porque la “homofobia no tendría que existir”, contesta Álvaro del Valle sobre la violencia homófoba.
Sin embargo, su discurso gradualmente se aleja de ver las desigualdades: “Yo no he tenido ningún problema. He visto noticias de parejas homosexuales que han sido agredidas pero también de heterosexuales que han sido agredidas. No es simplemente por la orientación sexual sino que habría que mirar el perfil psicológico de los agresores. En muchos casos tiene que ver con la homofobia, pero hay veces que uno sale a zurrar y zurra a quien sea”.
Con todo, no niega la violencia homófoba y centra las soluciones en la “educación en el respeto” y en “propagar esa tolerancia desde pequeños, igual que les enseñas matemáticas o lengua”.
Entonces sale a colación el autobús ‘del odio’ como fue bautizada la campaña de Hazte Oír (entidad a la que se retiró su declaración de utilidad pública, lo que conllevó la pérdida de los privilegios fiscales). El mensaje del autobús naranja decía ‘los niños tienen pene y las niñas, vagina: que no te engañen’. Álvaro no se muestra en desacuerdo: “A mí en las asignaturas de Conocimiento del Medio y Ciencias de la Naturaleza siempre me han enseñado eso”.
El manifiesto del Orgullo también incide en ‘promover acciones y medidas encaminadas a prevenir y erradicar el acoso a las personas LGTB+, así como promover la educación en la diversidad en todos los ámbitos’. Tampoco en esto está en sintonía con los organizadores: “No hay que liar a los niños tampoco: primero que aprendan otras cosas básicas y luego ya que vayan introduciéndose en otros temas que son más difíciles para un niño pequeño”.
Además, argumenta que “no es lo mismo la identidad de género que la orientación sexual”, pero el decálogo de COGAM también pide “medidas de empleo para las personas 'trans'”. Y la ley de Madrid, a la hora de blindar derechos del colectivo, establece el “deber” de comunicar a los cuerpos y fuerzas de seguridad del estado el conocimiento de cualquier situación de riesgo o sospecha fundamentada de discriminación o violencia “por razón de orientación sexual, identidad de género o expresión de género”.
El orgullo, a la Casa de Campo
Sobre los actos del Orgullo en Madrid, Álvaro del Valle hace suyo el argumentario de Vox y defiende que se lleve a la Casa de Campo, que podría ser “un gran lugar de encuentro”, un espacio “estupendo” que “se reformó”. “Ha quedado bastante bonito y no se está utilizando para nada”.
Le gustaría ver allí “casetas informativas, lugares para el ocio, escenarios para temas culturales, recitales de poesía y, sobre todo, poder rendir homenajes a personas que han formado parte de esa lucha y que cuenten testimonios sobre cómo ha sido su vida respecto a este tema”.
Una propuesta que defiende porque, opina, el desfile “se ha tergiversado bastante” para convertirse en un “macrobotellón” que “paraliza la ciudad durante unas semanas” y “genera más rechazo en los habitantes de Madrid”.
Además, comprende que la gente reivindique que se celebre en el centro porque “históricamente se celebró en el centro”, pero considera que “el recorrido original se ha ido modificando para centralizarlo en la arteria principal de Madrid, con todos los obstáculos que eso supone”.
Habla de las molestias que supone para los vecinos, y aunque entiende que cualquier reivindicación tiene vocación de llamar la atención, de alterar la normalidad, matiza que “no todas las manifestaciones duran dos semanas”.
“En mi partido hay mucho afiliado que es gay, les conozco, en alguna lista iba alguno”, nos cuenta en conversación telefónica. Entre ellos su hijo, que también milita en Vox y fue candidato en las elecciones municipales de Santander. “Todo el mundo en Santander lo sabe, tengo un hijo gay”.
Del Valle, el padre, tiene bagaje en la política de Cantabria. Funcionario de la Consejería de Economía y Hacienda del Gobierno de Cantabria, jefe de servicio de Patrimonio, fue consejero de Presidencia con el PP de José Joaquín Martínez Sieso, en el año 1995. Y con el siguiente gobierno popular, tras la mayoría absoluta de Ignacio Diego en 2011, fue nombrado secretario general de la Consejería de Economía, Hacienda y Empleo, cargo que también había desempeñado entre 1991 y 1992, al principio del Gobierno de Juan Hormaechea, que se había separado del PP para crear la UPCA (Unión Para el Progreso de Cantabria) y luego contó con el apoyo de los populares para gobernar hasta que una sentencia del Tribunal Supremo en 1994 le condenó a prisión e inhabilitación.
Fue también secretario del ICAF (2008-2011), el Instituto Cántabro de Finanzas donde residen los secretos de operaciones como la de la intervención pública del Racing de Santander.
El pasado 25 de marzo, Del Valle fue la sorpresa en la lista de Vox, que presentó la candidatura a las 23.30 horas de la noche, a media hora del cierre. Sustituyó como número uno a Ricardo Garrudo, afín a Santiago Abascal y líder del partido en Cantabria. Los críticos de Garrudo censuraron que no llevaba tres meses de militancia y que se había premiado la fidelidad al PP. El 28 de abril, Vox no consiguió representación en la circunscripción de Cantabria. Obtuvo 39.945 votos, un 11%, por detrás del PRC de Revilla (creció en política desde su oposición a Hormaechea), que se llevó el quinto escaño en liza para entrar en el Congreso por primera vez en la historia de los regionalistas.
Orgullo de padre, pero no orgullo gay
Emilio del Valle tiene tres hijos, Emilio (30 años), Mercedes (29) y Álvaro (22). El pequeño de los tres, a los 17, les contó a sus padres que era homosexual. “Le dijimos que fenomenal, que nos alegrábamos de que nos lo dijera y que tenía todo nuestro apoyo”. La noticia cayó en una familia católica, pero ni se plantearon llevarle a ninguna terapia como las que Rocío Monasterio y otros miembros de Vox han defendido, aunque “cada uno es libre de pensar lo que quiera”, sostiene. Le parece bien la unión civil entre homosexuales pero no la consideración de matrimonio, que “etimológicamente significa la unión entre un hombre y una mujer” – procede del latín, de madre-. Pero, al tiempo, defiende que “los efectos civiles serían los mismos”. “Es un tema de nomenclatura”, minimiza. Y estaría de acuerdo con que su hijo pudiera adoptar, le parecería “perfecto”. “Allá ellos si lo desean, no le veo ningún problema”.
Ahora del Valle está en Vox, partido del que “se dicen cosas que no son verdad, como que somos homófobos, pero no es cierto”. “En absoluto”, sentencia categórico, “lo único que ha hablado el partido es de la celebración del Orgullo Gay y de la financiación pública a movimientos LGTB”, los “chiringuitos”, según el argumentario del partido, que van “más allá de lo que es una reivindicación igualitaria de derechos”.
Pero Vox ha pasado de las palabras a los hechos. El 5 de junio, dos días después del corazón arcoíris que publicó Emilio del Valle en sus redes, el partido de Abascal fulminaba a una concejala del Ayuntamiento de Torremolinos, Lucía Cuín, por desplegar en un balcón la bandera LGTBI y apoyar a “un colectivo muy importante que defiende la libertad de las personas”.
El candidato cántabro de la formación traza la distinción entre la aceptación de la orientación sexual de su hijo, su orgullo de padre, y el Orgullo LGTBI.
“Hay gente como mi hijo que no están de acuerdo con esas manifestaciones públicas”. Y nos cuenta que su hijo Álvaro tiene pareja, que hacen su vida y que “no todos los gais piensan como los que están en el Orgullo, haciendo cosas que no son agradables”, como “ir en carrozas y desnudos y haciendo barbaridades como yo he visto alguna vez”, en Madrid, un año que se quedó “sorprendido”, y eso que se considera “una persona bastante sensata”.
Desde el punto de vista legal, se aferra a 40 años “viviendo en democracia”, con una Constitución Española que reconoce en el artículo 14 la igualdad de todos y la no discriminación por razón de sexo. “Se ha logrado ya muchísimo, muchísimo”.
Y al mismo tiempo que impugna las leyes que discriminen entre hombre y mujer o entre homosexuales y heterosexuales, pone el foco en la “violencia intragénero, entre homosexuales”, que no está tipificada. “Cuando un homosexual mata a su pareja se tramita como un homicidio normal y corriente. No tiene ventajas ni desventajas que recoge la ley de violencia de género”.
Álvaro del Valle, candidato de Vox en Santander
El hijo de Emilio se llama Álvaro del Valle, tiene 22 años y estudia Derecho en la Universidad Complutense de Madrid, donde vive desde hace cuatro años. Y también está en Vox. De hecho, fue el número 15 de la candidatura del partido de Santiago Abascal al Ayuntamiento de Santander el pasado 26 de mayo y asegura que se siente “totalmente identificado” con su partido, donde encuentra dirigentes a nivel nacional que son “abiertamente homosexuales”, “bastante intelectuales” y con una “trayectoria intachable”.
En concreto, cita a José María Marco, que fue el número dos de la lista encabezada por Monasterio en las elecciones a la Comunidad de Madrid, que después ha renunciado al acta de diputado “por motivos de salud”. Antes de su dimisión reivindicó que nunca había ocultado su homosexualidad y se pronunció a favor del matrimonio gay en una entrevista en 'El Mundo', por una “cuestión de derechos y de dignidad de los homosexuales”.
“Nos tachan de fachas"
Álvaro del Valle opina igual que su padre sobre el Orgullo Gay. Considera que se ha “institucionalizado” un discurso en el que “no todas las personas se sienten identificadas”. “Nos tachan de fachas, de fascistas, de homófobos... cuando somos personas con esas mismas preferencias sexuales”.
En su opinión, el Orgullo solo da “cabida” a PSOE y Podemos, y “da voz a gente que realmente me puede llegar a tratar mal por mi ideología”.
El manifiesto de COGAM -el colectivo de lesbianas y gais de Madrid- para la 40ª edición del Orgullo ha recibido críticas del PP, pero también de Ciudadanos, que se han visto desplazados de la cabecera de la manifestación por el primero de los diez puntos que contiene: "no valerse de los votos de partidos que defienden una ideología de extrema derecha para gobernar".
Para Álvaro del Valle es “sintomático de lo politizado que está el evento y de que no hay pluralidad”, y aunque concede que “tiene que tener una reivindicación política” la circunscribe a “una postura naturalista pura y dura de defender los derechos humanos de cualquier persona que habite la tierra”. “No tiene nada que ver con la lucha política cuando encima esos derechos están consagrados en nuestras leyes”.
Desconocimiento de las leyes LGTBI
El segundo punto del manifiesto del Orgullo de este año sí habla de regulación, porque exige el desarrollo y cumplimiento de las leyes autonómicas relativas a la LGTBfobia y las personas 'trans'. Preguntamos a los Del Valle por las leyes LGTBI, en concreto por la de Cantabria que se quedó en el tintero de la anterior legislatura. “Desconozco el proyecto”, admite el padre.
Lo mismo su hijo, que primero se escuda en que vive en Madrid desde hace cuatro años: “no conozco la situación de Cantabria”. Ni conoce ALEGA, la Asociación LGTBI homóloga de COGAM, la organizadora del Orgullo Gay en Madrid. Pero cuando preguntamos por la Ley LGTBI de la Comunidad de Madrid responde: “Sí, la aprobó Cifuentes” – el PP con Ciudadanos-. Pero reconoce que tampoco se la ha leído.
La Ley establece la igualdad de derechos de lesbianas y gais y la lucha contra la discriminación y la homofobia en el acceso al empleo. Además, contiene un protocolo de atención a las víctimas de agresiones y delitos de odio. “Claro que es un problema” que “hay que erradicar en esta sociedad” porque la “homofobia no tendría que existir”, contesta Álvaro del Valle sobre la violencia homófoba.
Sin embargo, su discurso gradualmente se aleja de ver las desigualdades: “Yo no he tenido ningún problema. He visto noticias de parejas homosexuales que han sido agredidas pero también de heterosexuales que han sido agredidas. No es simplemente por la orientación sexual sino que habría que mirar el perfil psicológico de los agresores. En muchos casos tiene que ver con la homofobia, pero hay veces que uno sale a zurrar y zurra a quien sea”.
Con todo, no niega la violencia homófoba y centra las soluciones en la “educación en el respeto” y en “propagar esa tolerancia desde pequeños, igual que les enseñas matemáticas o lengua”.
Entonces sale a colación el autobús ‘del odio’ como fue bautizada la campaña de Hazte Oír (entidad a la que se retiró su declaración de utilidad pública, lo que conllevó la pérdida de los privilegios fiscales). El mensaje del autobús naranja decía ‘los niños tienen pene y las niñas, vagina: que no te engañen’. Álvaro no se muestra en desacuerdo: “A mí en las asignaturas de Conocimiento del Medio y Ciencias de la Naturaleza siempre me han enseñado eso”.
El manifiesto del Orgullo también incide en ‘promover acciones y medidas encaminadas a prevenir y erradicar el acoso a las personas LGTB+, así como promover la educación en la diversidad en todos los ámbitos’. Tampoco en esto está en sintonía con los organizadores: “No hay que liar a los niños tampoco: primero que aprendan otras cosas básicas y luego ya que vayan introduciéndose en otros temas que son más difíciles para un niño pequeño”.
Además, argumenta que “no es lo mismo la identidad de género que la orientación sexual”, pero el decálogo de COGAM también pide “medidas de empleo para las personas 'trans'”. Y la ley de Madrid, a la hora de blindar derechos del colectivo, establece el “deber” de comunicar a los cuerpos y fuerzas de seguridad del estado el conocimiento de cualquier situación de riesgo o sospecha fundamentada de discriminación o violencia “por razón de orientación sexual, identidad de género o expresión de género”.
El orgullo, a la Casa de Campo
Sobre los actos del Orgullo en Madrid, Álvaro del Valle hace suyo el argumentario de Vox y defiende que se lleve a la Casa de Campo, que podría ser “un gran lugar de encuentro”, un espacio “estupendo” que “se reformó”. “Ha quedado bastante bonito y no se está utilizando para nada”.
Le gustaría ver allí “casetas informativas, lugares para el ocio, escenarios para temas culturales, recitales de poesía y, sobre todo, poder rendir homenajes a personas que han formado parte de esa lucha y que cuenten testimonios sobre cómo ha sido su vida respecto a este tema”.
Una propuesta que defiende porque, opina, el desfile “se ha tergiversado bastante” para convertirse en un “macrobotellón” que “paraliza la ciudad durante unas semanas” y “genera más rechazo en los habitantes de Madrid”.
Además, comprende que la gente reivindique que se celebre en el centro porque “históricamente se celebró en el centro”, pero considera que “el recorrido original se ha ido modificando para centralizarlo en la arteria principal de Madrid, con todos los obstáculos que eso supone”.
Habla de las molestias que supone para los vecinos, y aunque entiende que cualquier reivindicación tiene vocación de llamar la atención, de alterar la normalidad, matiza que “no todas las manifestaciones duran dos semanas”.
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