Imagen: Google Imágenes / Las 'plumas' de la Amazonía en el Vaticano |
Un grupo de obispos ha propuesto a la Secretaría General que las 35 participantes del Sínodo de la Amazonía lo sean de pleno derecho. El cardenal Baldisseri ha pedido a algunos padres sinodales que valoren pros y contras a la propuesta, que debería ser aprobada por el Papa Francisco. En el anterior Sínodo ya se abrió el voto a los religiosos no obispos, pero los ultraconservadores presionan para que no se abra esta puerta a las monjas.
Jesús Bastante | El Diario, 2019-10-07
https://www.eldiario.es/sociedad/Podran-votar-mujeres-Sinodo_0_950155757.html
¿Podrán votar las mujeres en el Sínodo para la Amazonía? La pregunta, que hace pocos años sería considerada poco menos que una herejía, se ha convertido en una propuesta que tiene visos de convertirse en realidad. Según ha podido saber eldiario.es, un grupo de obispos presentes en el Aula del Sínodo han propuesto a la Secretaría General que se conceda el derecho a voto a las 35 mujeres (dos invitadas especiales, cuatro expertas —dos de ellas monjas— y 29 auditoras —18 de ellas religiosas—) que participan del encuentro.
Es más, el mismo secretario general del Sínodo, cardenal Lorenzo Baldisseri, está recabando opiniones sobre esta posibilidad entre los participantes en el Sínodo, antes de presentar la iniciativa directamente al Papa, que es quien debería aprobarla. Francisco ya hizo lo propio en el anterior Sínodo de la Juventud cuando, contra todo pronóstico, concedió el voto a los religiosos (varones) no sacerdotes. Hasta entonces —por eso aún se llama Sínodo de Obispos—, los únicos con capacidad de voto eran hombres, y dentro de los hombres, ordenados.
Una “evolución natural”
Las mujeres dentro de la Iglesia católica llevan tiempo intentando romper con la injusticia de estar relegadas siempre a un segundo plano, servicial y sin tomar parte en las decisiones. Algunas han conseguido incluso resquebrajar un poco el ‘techo de cristal': en esta reunión, varias mujeres han sido designadas consultoras de la Secretaría General del Sínodo. Entre ellas, la jesuitina española María Luisa Berzosa. En declaraciones a AlfayOmega, Berzosa apuntaba que este asunto no ofrece "dudas canónicas ni teológicas". Se trata, sostiene la monja española, de "una evolución natural".
Hasta 2018, el voto estaba reservado a los padres sinodales ordenados. Pero en el Sínodo de los Jóvenes Francisco alteró en el último momento de su puño y letra el reglamento para no discriminar a los dos únicos superiores religiosos no sacerdotes, los de Maristas y Lasalle. Cuando el primero de ellos, el mexicano Ernesto Sánchez, acudió a agradecerle el gesto, le preguntó a Francisco si contemplaba extender la medida a las superioras generales. Canónicamente —adujo— no existen diferencias. Con una sonrisa en los labios, el Papa respondió: "Piano, piano [despacio, despacio]". Ahora, diez de las mujeres presentes en el Sínodo son superioras generales. ¿Podrán al menos votar ellas? Un pequeño paso, pues las mujeres continúan, a día de hoy, estando discriminadas en la Iglesia. Pero un paso sin marcha atrás.
Monjas que confiesan y ofician bodas sin cura
De hecho, una de las participantes en el Sínodo se convirtió este lunes en protagonista de la primera sesión. Alba Teresa Cediel Castillo, de las Misioneras de la Madre Laura, confesó en plena Sala Stampa vaticana que ella y sus hermanas, que viven en plena Amazonía, bautizan, son "testigos del amor" cuando una pareja se quiere casar e, incluso, escuchan en confesión aunque no puedan dar la absolución.
"Acompañamos a los indígenas en los diferentes eventos, cuando el sacerdote no puede hacer presencia y se necesita que haya un bautismo, nosotras bautizamos, si alguien se quiere casar, nosotras hacemos presencia y somos testigos de ese amor, y muchas veces nos ha tocado escuchar en confesión, no hemos dado la absolución pero en el fondo de nuestro corazón hemos dicho: 'Con la humildad de que este hombre o mujer se acerque a nosotras, por situaciones de enfermedad o ya próximos a la muerte', nosotras creemos que Dios Padre también actúa ahí", explicó.
Cediel insistió en que "la presencia de la mujer es muy grande y fecunda" en la Amazonía y necesaria porque los sacerdotes y obispos tienen que estar de un lado a otro y "la Amazonía es demasiado grande" y eso genera "grandes costes". "¿Que la participación de la mujer tiene que ser mucho más grande en la vida eclesial? Yo creo que sí, pero poco a poco. Vamos a llegar allá, pero no podemos presionar ni pelear sino dialogar", subrayó la religiosa.
Y es que, entre otras muchas cuestiones relacionadas con la población indígena, el cuidado del medio ambiente, la lucha contra el cambio climático o la posibilidad de ordenar sacerdotes casados, sobre la mesa del Sínodo también se encuentra el papel de la mujer en la Iglesia católica. Así lo apuntó el relator general del Sínodo, el cardenal brasileño Claudio Hummes, quien admitió en su discurso inicia cómo "siendo hoy muchas las mujeres al frente de las comunidades amazónicas, han reclamado que su servicio sea reconocido y fortalecido mediante la creación de un ministerio para las mujeres que están al frente de las comunidades". Una petición que, tal y como apunta el instrumento de trabajo del Sínodo, "debe ser escuchado".
"La Iglesia necesita caminar. Ella no puede permanecer sentada en su casa, cuidando sólo de sí misma, encerrada entre paredes protectoras. Y menos aún mirando hacia atrás, añorando los tiempos pasados. La Iglesia necesita abrir sus puertas de par en par, derrumbar los muros que la rodean y construir puentes, salir y echar a caminar a lo largo de la historia", reclamó Hummes al comienzo de un Sínodo que también abordará el celibato sacerdotal, pese a las reticencias de los ultraconservadores. Frente a ellos, Francisco pidió este lunes "orar ante las resistencias, es normal que las haya".
Es más, el mismo secretario general del Sínodo, cardenal Lorenzo Baldisseri, está recabando opiniones sobre esta posibilidad entre los participantes en el Sínodo, antes de presentar la iniciativa directamente al Papa, que es quien debería aprobarla. Francisco ya hizo lo propio en el anterior Sínodo de la Juventud cuando, contra todo pronóstico, concedió el voto a los religiosos (varones) no sacerdotes. Hasta entonces —por eso aún se llama Sínodo de Obispos—, los únicos con capacidad de voto eran hombres, y dentro de los hombres, ordenados.
Una “evolución natural”
Las mujeres dentro de la Iglesia católica llevan tiempo intentando romper con la injusticia de estar relegadas siempre a un segundo plano, servicial y sin tomar parte en las decisiones. Algunas han conseguido incluso resquebrajar un poco el ‘techo de cristal': en esta reunión, varias mujeres han sido designadas consultoras de la Secretaría General del Sínodo. Entre ellas, la jesuitina española María Luisa Berzosa. En declaraciones a AlfayOmega, Berzosa apuntaba que este asunto no ofrece "dudas canónicas ni teológicas". Se trata, sostiene la monja española, de "una evolución natural".
Hasta 2018, el voto estaba reservado a los padres sinodales ordenados. Pero en el Sínodo de los Jóvenes Francisco alteró en el último momento de su puño y letra el reglamento para no discriminar a los dos únicos superiores religiosos no sacerdotes, los de Maristas y Lasalle. Cuando el primero de ellos, el mexicano Ernesto Sánchez, acudió a agradecerle el gesto, le preguntó a Francisco si contemplaba extender la medida a las superioras generales. Canónicamente —adujo— no existen diferencias. Con una sonrisa en los labios, el Papa respondió: "Piano, piano [despacio, despacio]". Ahora, diez de las mujeres presentes en el Sínodo son superioras generales. ¿Podrán al menos votar ellas? Un pequeño paso, pues las mujeres continúan, a día de hoy, estando discriminadas en la Iglesia. Pero un paso sin marcha atrás.
Monjas que confiesan y ofician bodas sin cura
De hecho, una de las participantes en el Sínodo se convirtió este lunes en protagonista de la primera sesión. Alba Teresa Cediel Castillo, de las Misioneras de la Madre Laura, confesó en plena Sala Stampa vaticana que ella y sus hermanas, que viven en plena Amazonía, bautizan, son "testigos del amor" cuando una pareja se quiere casar e, incluso, escuchan en confesión aunque no puedan dar la absolución.
"Acompañamos a los indígenas en los diferentes eventos, cuando el sacerdote no puede hacer presencia y se necesita que haya un bautismo, nosotras bautizamos, si alguien se quiere casar, nosotras hacemos presencia y somos testigos de ese amor, y muchas veces nos ha tocado escuchar en confesión, no hemos dado la absolución pero en el fondo de nuestro corazón hemos dicho: 'Con la humildad de que este hombre o mujer se acerque a nosotras, por situaciones de enfermedad o ya próximos a la muerte', nosotras creemos que Dios Padre también actúa ahí", explicó.
Cediel insistió en que "la presencia de la mujer es muy grande y fecunda" en la Amazonía y necesaria porque los sacerdotes y obispos tienen que estar de un lado a otro y "la Amazonía es demasiado grande" y eso genera "grandes costes". "¿Que la participación de la mujer tiene que ser mucho más grande en la vida eclesial? Yo creo que sí, pero poco a poco. Vamos a llegar allá, pero no podemos presionar ni pelear sino dialogar", subrayó la religiosa.
Y es que, entre otras muchas cuestiones relacionadas con la población indígena, el cuidado del medio ambiente, la lucha contra el cambio climático o la posibilidad de ordenar sacerdotes casados, sobre la mesa del Sínodo también se encuentra el papel de la mujer en la Iglesia católica. Así lo apuntó el relator general del Sínodo, el cardenal brasileño Claudio Hummes, quien admitió en su discurso inicia cómo "siendo hoy muchas las mujeres al frente de las comunidades amazónicas, han reclamado que su servicio sea reconocido y fortalecido mediante la creación de un ministerio para las mujeres que están al frente de las comunidades". Una petición que, tal y como apunta el instrumento de trabajo del Sínodo, "debe ser escuchado".
"La Iglesia necesita caminar. Ella no puede permanecer sentada en su casa, cuidando sólo de sí misma, encerrada entre paredes protectoras. Y menos aún mirando hacia atrás, añorando los tiempos pasados. La Iglesia necesita abrir sus puertas de par en par, derrumbar los muros que la rodean y construir puentes, salir y echar a caminar a lo largo de la historia", reclamó Hummes al comienzo de un Sínodo que también abordará el celibato sacerdotal, pese a las reticencias de los ultraconservadores. Frente a ellos, Francisco pidió este lunes "orar ante las resistencias, es normal que las haya".
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