viernes, 27 de marzo de 2020

#hemeroteca #saludpublica #lgtbi | Los de los balcones también son maricones

Imagen: El Salto
Los de los balcones también son maricones.
Hemos sabido que se aplaza la manifestación del Orgullo de Madrid, y es un acto de responsabilidad. Lesbianas, gais, personas trans y bisexuales volverán a salir a las calles y nos preguntarán que hemos estado haciendo además de dar palmas y de cancelar eventos.
Ramón Martínez | El Salto, 2020-03-27
https://www.elsaltodiario.com/mirada-rosa/balcones-tambien-maricones

Vivimos días extraños. La urgencia de dar respuesta a una pandemia ha transformado completamente nuestros hábitos, pero también está modificando sensiblemente nuestra manera de pensar. Después de más de una semana de encierro parece que nuestra principal prioridad es salir a los balcones a las ocho de la tarde a aplaudir al personal sanitario. Incluso todas aquellas personas que durante años han venido votando a quienes tanto se han esforzado por tratar de desmontar el sistema público de salud ocupan hoy, siempre a las ocho, terrazas y ventanas con sus aplausos. Uno se plantea que quizá antes de esa salida para dar las gracias debieran asomarse para pedir perdón, pero, por otra parte, no dejo de darle vueltas a la idea de qué sucede con el resto de nuestras preocupaciones, qué será de todas nuestras reivindicaciones cuando todo haya pasado, que pasará, como siempre.

Hemos sabido que se aplaza la manifestación del Orgullo de Madrid, y es un acto de responsabilidad que agradecer a FELGTB y COGAM, que año tras año lo convocan. Así lo ha manifestado la Fundación Triángulo, una de las entidades de mayor relevancia en nuestro estado que ha sido tradicionalmente apartada de la gestión del evento. Y así también lo secunda, aunque en primera persona, el conglomerado de empresas que organiza las diferentes fiestas que se convocan en torno a nuestra marcha.

Para ese futuro primer fin de semana de julio es posible que queramos celebrar haber vencido al virus, pero es igualmente probable que aún no sea seguro desplegar nuestra cercanía sin las debidas protecciones. Por eso es esta una decisión responsable, pero que también puede quedar abierta a mayores reflexiones. ¿Cómo y cuándo será el Orgullo? ¿Aprovecharemos la oportunidad de disponer de algunas semanas más para plantearnos de verdad si queremos, como sociedad civil, como lesbianas, gais, trans y bisexuales de a pie, mantener ese modelo de Orgullo mercantilizado?

Y, mientras tanto, mientras llega la manifestación de este año, ¿qué haremos para seguir avanzando en nuestro proyecto para erradicar la discriminación? ¿Ha pensado alguien en cómo afecta esta reclusión a las personas no heterosexuales?

Sería bonito imaginar que tras estas semanas de extraña inmovilidad cambiarán nuestras formas de relacionarnos, que muchas de esas personas e instituciones que llevan siglos persiguiéndonos encontrarán por fin un modo de encajar nuestra existencia en el limitado marco de su pensamiento. Pero parece que no será así: ya son varios los altos dignatarios de la Iglesia Católica los que, como cómplices de la muerte que tanto han renegado del preservativo para combatir otro virus, siguen arrojando sobre nuestra existencia la responsabilidad de todos los males que caminan por la tierra y culpan al feminismo y la visibilidad de las sexualidades heterodoxas de la aparición del virus en nuestras vidas. Sería bonito pensar que cambiarán su forma de tratarnos, pero sería necesario seguir haciendo cosas, como fuera, para avanzar, quizá más rápido ahora que todo se detiene, hasta alcanzar nuestros objetivos.

Porque, como cantamos en las manifestaciones desde hace ya varias décadas, “los de los balcones también son maricones” y “tras las ventanas también hay lesbianas”. Y esas lesbianas, esos gais, esas trans y bisexuales, siguen teniendo problemas sobre los que quizá no estemos parándonos a pensar. ¿Qué puede suceder cuando un chico de 17 años sale del armario, por decisión propia u obligado, en un entorno homófobo donde debe quedar confiando durante un mes? ¿Qué ocurre con nuestras parejas de mujeres lesbianas que quizá dejen de vivir juntas porque el ERTE de una y el despido de otra no les permiten una vida en común? Esas lesbianas, esos gais, esas trans y bisexuales, volverán a salir a las calles y nos preguntarán que hemos estado haciendo además de dar palmas, de cancelar eventos, de hacer videollamadas y directos en Instagram. Todas ellas volverán. Todas volveremos. ¿Tendremos preparadas las respuestas para todas las preguntas que nos harán, que quizá ahora mismo nos hacen sin que sepamos escucharlas?

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