viernes, 27 de marzo de 2020

#hemeroteca #saludpublica | "Nos están mandando a la guerra con balas de fogueo"

Imagen: Noticias de Gipuzkoa
"Nos están mandando a la guerra con balas de fogueo".
Las enfermeras de Gipuzkoa luchan contra el COVID-19 en primera línea de fuego, ataviadas con la insuficiente protección de la que disponen y con el miedo de ser un foco más de contagio.
Iraitz Astarloa | Noticias de Gipuzkoa, 2020-03-27
https://www.noticiasdegipuzkoa.eus/actualidad/sociedad/2020/03/27/mandando-guerra-balas-fogueo/1021302.html

"Te levantas, te vas a trabajar y cuando entras se te olvida todo: sabes cuál es tu trabajo, que tienes que entrar en esa habitación, que tienes que estar a menos de un metro o metro y medio del paciente porque hay que lavarles y hay que darles de comer, pero no tienes miedo a contagiarte aunque sabes que las protecciones que llevas no son adecuadas. El miedo realmente llega cuando acaba tu turno y tienes que volver a tu casa". Quien habla es Pilar Mendia, enfermera del Hospital Donostia y secretaria territorial del sindicato Satse. Ella es una de los cientos de sanitarios que estas semanas trabaja a destajo en Gipuzkoa contra el coronavirus, una pandemia a la que se enfrentan con los "insuficientes" equipos de protección de los que disponen, arriesgando su salud y la de los suyos en cada turno.

"La situación es muy mala, nos están mandando a la guerra con balas de fogueo. No tenemos Equipos de Protección Individual (EPIs), los primeros días no teníamos ni mascarilla quirúrgica; íbamos a pelo", cuenta en un momento en el que el volumen de pacientes continúa en una curva ascendente y cada vez son más los sanitarios que se han contagiado –más de 5.400 en todo el Estado–, lo que disminuye el personal disponible para enfrentar al COVID-19.

"Todos sabemos que cuando tenemos un SARS o cualquier otro virus o bacteria dentro de una unidad, viene preventiva, ve qué bicho es y establece las medidas que hay que tomar: guantes, gafas, calzas, dependiendo del bicho que sea son unas u otras. Todos sabemos cuáles son las medidas para el COVID-19, todos los sabemos, sabemos que los protocolos son insuficientes", considera.

Cree que ha existido "falta de previsión" y lamenta que la globalidad de la pandemia está dificultando sobremanera la adquisición de material. "Todo el planeta está pidiendo lo mismo, las empresas son las que son y no dan abasto. Al ser una pandemia tan bestial, la demanda es tan alta que no hay fabricación que lo soporte", explica, al tiempo que censura que esta falta de equipos de protección está llevando a adoptar protocolos más laxos: "Cambian cada dos o tres días y van rebajando las medidas de seguridad para los trabajadores", con el consiguiente daño colateral que tiene en la salud de los sanitarios. "Aparte de que te puedes morir, sin ponernos en lo peor, esta enfermedad te puede producir unas secuelas graves, como fibrosis pulmonares severas que te pueden impedir volver a trabajar", advierte.

Mendia asegura que "lo veía venir". "Cuando empezaron a llegar las primeras noticias de China en enero, le decía a mi marido que no me encajaba. No puede ser que las chinas vayan como van vestidas y digan que es una gripe. Es que no podía ser cierto. Mi marido me decía que eran cosas mías, que siempre me pongo en lo peor, algo que por cierto siempre hacemos los sanitarios. Pero yo veía que a las enfermeras les rapaban el pelo, que llevaban los EPIs del ébola, eso no podía ser una gripe, no encajaba. Alguien no ha dicho la verdad", afirma.

La pandemia en un hospital: enfrentar el miedo y la soledad
Pese a toda la incertidumbre que rodea su trabajo estos días, continúan fieles a su vocación, dispuestas a "arrimar el hombro" en esta crisis sanitaria.

En los turnos, que por ahora mantienen los horarios –de 8.00 a 14.00, de 14.00 a 22.00 y de 22.00 a 8.00 horas– se enfrentan a muchos momentos de tensión, pero también al miedo y a la soledad que sufren los pacientes. "Los turnos son complejos. Estar con el EPI puesto es muy duro porque sudas mucho, no te puedes tocar, te molestan las gafas, la cara, la mascarilla... La incomodidad es alta. Y entre los pacientes hay de todo, gente asustada, gente más resignada... Lo más duro para ellos es no tener las visitas, la soledad es compleja", admite.

Sin embargo, para los sanitarios, lo más duro llega al salir del hospital. "Te baja la adrenalina y te entran hasta temblores. Te tienes que enfrentar a tu casa, a tus hijos, a tu marido, a tu pareja, a tus padres... El miedo real que tenemos los sanitarios es que seas la persona que les contagie por tu trabajo", reconoce.

Al menos han logrado que las condiciones de acceso al trabajo mejoren: la gerencia del hospital les ha habilitado 350 plazas gratuitas de parking para que puedan desplazarse con mayor facilidad y se han reforzado los autobuses que conectan con el hospital durante las entradas y salidas de los turnos.

Son algunos de los pequeños consuelos que tienen estos días, que se suman al aplauso sanitario que cada día a las 20.00 horas les otorga la población, que según reconoce esta profesional, les ha llegado a hacer "llorar de la emoción".

Están "agradecidas" por el reconocimiento, aunque piden al Gobierno gestos reales más allá de aplausos. "El reconocimiento está muy bien, pero no vivimos de aplausos. Te puedo decir que en Ifema a las enfermeras les están pagando 1,50 euros la hora. Es una vergüenza. Ahora vamos a arrimar el hombro, sí, pero cuando esto pase tendrá que haber un reconocimiento de verdad al personal sanitario y no me refiero a aplausos", concluye.

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