Ámsterdam no logra con el cambio de vestimenta acallar a los que opinan que su figura es un estereotipo del esclavo.
Isabel Ferrer | El País, 2017-11-17
https://elpais.com/internacional/2017/11/15/mundo_global/1510762705_608858.html
San Nicolás regresa el 5 de diciembre a Holanda cargado de regalos, como es habitual, y con la misma polémica que le ha acompañado en los últimos años. La tradición más antigua dicta que el personaje que recrea al obispo de Mira (Turquía) llega de España en barco de vapor acompañado de sus pajes, que responden al nombre genérico de Zwarte Piet (Pedro el Negro). La tradición más reciente incorpora una variación. Los ayudantes del obispo, con sus labios rojos, tez oscura, pendientes dorados, traje moruno y gorro de plumas, se han convertido para algunas asociaciones en el estereotipo del esclavo. Y todos los años, por estas fechas, se empeñan en recordarlo.
Este año, el Ayuntamiento de Ámsterdam ha tratado de desinflar a los críticos ante la tradicional cabalgata del 19 de noviembre, que protagonizan san Nicolás y sus pajes. La idea del Consistorio era vestir a los Zwarte Piet con ropajes más suntuosos, como se supone que lo hacía la nobleza española del siglo XVI. Y así, envueltos en más terciopelo y, ya de paso, con las caras menos tiznadas, alejarlos del estereotipo del esclavo.
Pero la polémica, lejos de acabar, se ha incrementado.
"Ahora recuerda la época en la que los poderosos abusaban de los derechos humanos". Las palabras son de Barryl Biekman, una política holandesa nacida en Surinam, la antigua colonia en el Caribe, que habla en nombre de la asociación que lucha por ‘blanquear’ la imagen del supuesto icono del racismo.
A Biekman le parece que el nuevo atavío de Zwarte Piet recuerda la "opresión de la Corona española en los Países Bajos. Es un error de cálculo". Biekman cree que vistiéndolo con ropa elegante, Ámsterdam "ha abrazado otro mal". Porque Biekman lo considera "una imagen negativa para la población de origen africano". Así, vestirlo de noble no evitará que los niños jaleen a un estereotipo racista, critica.
Pero los pequeños, en realidad, solo ven en la figura del paje a un tipo juguetón que no les castiga si han sido malos y reparte dulces y carga los regalos en un saco. Y cuyo poder de atracción, todo hay que decirlo, se deriva también de una vestimenta más atractiva que la indumentaria eclesiástica de san Nicolás, a pesar de que este monta un admirado caballo blanco de nombre ‘Amerigo’.
El aspecto de Zwarte Piet está en entredicho desde hace años. El debate era ya público y notorio incluso cuando Verene Shepherd, la consultora de la Comisión de Naciones Unidas para la Eliminación de la Discriminación Racial, que analizó la tradición en 2015, dijo que le parecía "una vuelta a la esclavitud en el siglo XXI". Un año antes, Geert Wilders, el líder populista de derechas, siempre atento al pulso de la calle, pidió en el Parlamento protección oficial para "una tradición nuestra".
El asunto llegó hasta el Consejo de Estado, que eximió en 2016 al Gobierno de "decidir el color de los Pieten (en plural, en neerlandés). Es competencia de la sociedad cambiarlo o no, dictó el organismo. Sí es verdad que el ‘tizne’ negro de la cara ha ido aclarándose. Algunas ciudades incluso los pintaron de colores, pero entonces parecían payasos, y la moda se apagó.
Para los comercios, la situación es delicada. La fiesta de San Nicolás es tan importante como la festividad de los Reyes Magos para las tiendas españolas. A los juguetes se suman dulces y chocolates decorados con la pareja: el santo y su paje. ¿Cómo acertar? La mayoría de la población es partidaria de mantenerlo como siempre, negro y vistoso, pero, últimamente, Pedro el Negro sale algo menos en envoltorios y paquetes. Una evolución impensable para Jan Schenkman, el autor local que presentó en 1850 el primer Zwarte Piet reconocible —un jovencito negro— como ayudante del santo, recogiendo una tradición hasta entonces folclórica y algo misteriosa que alcanza a Bélgica, Alemania, Suiza y Francia.
Este año, el Ayuntamiento de Ámsterdam ha tratado de desinflar a los críticos ante la tradicional cabalgata del 19 de noviembre, que protagonizan san Nicolás y sus pajes. La idea del Consistorio era vestir a los Zwarte Piet con ropajes más suntuosos, como se supone que lo hacía la nobleza española del siglo XVI. Y así, envueltos en más terciopelo y, ya de paso, con las caras menos tiznadas, alejarlos del estereotipo del esclavo.
Pero la polémica, lejos de acabar, se ha incrementado.
"Ahora recuerda la época en la que los poderosos abusaban de los derechos humanos". Las palabras son de Barryl Biekman, una política holandesa nacida en Surinam, la antigua colonia en el Caribe, que habla en nombre de la asociación que lucha por ‘blanquear’ la imagen del supuesto icono del racismo.
A Biekman le parece que el nuevo atavío de Zwarte Piet recuerda la "opresión de la Corona española en los Países Bajos. Es un error de cálculo". Biekman cree que vistiéndolo con ropa elegante, Ámsterdam "ha abrazado otro mal". Porque Biekman lo considera "una imagen negativa para la población de origen africano". Así, vestirlo de noble no evitará que los niños jaleen a un estereotipo racista, critica.
Pero los pequeños, en realidad, solo ven en la figura del paje a un tipo juguetón que no les castiga si han sido malos y reparte dulces y carga los regalos en un saco. Y cuyo poder de atracción, todo hay que decirlo, se deriva también de una vestimenta más atractiva que la indumentaria eclesiástica de san Nicolás, a pesar de que este monta un admirado caballo blanco de nombre ‘Amerigo’.
El aspecto de Zwarte Piet está en entredicho desde hace años. El debate era ya público y notorio incluso cuando Verene Shepherd, la consultora de la Comisión de Naciones Unidas para la Eliminación de la Discriminación Racial, que analizó la tradición en 2015, dijo que le parecía "una vuelta a la esclavitud en el siglo XXI". Un año antes, Geert Wilders, el líder populista de derechas, siempre atento al pulso de la calle, pidió en el Parlamento protección oficial para "una tradición nuestra".
El asunto llegó hasta el Consejo de Estado, que eximió en 2016 al Gobierno de "decidir el color de los Pieten (en plural, en neerlandés). Es competencia de la sociedad cambiarlo o no, dictó el organismo. Sí es verdad que el ‘tizne’ negro de la cara ha ido aclarándose. Algunas ciudades incluso los pintaron de colores, pero entonces parecían payasos, y la moda se apagó.
Para los comercios, la situación es delicada. La fiesta de San Nicolás es tan importante como la festividad de los Reyes Magos para las tiendas españolas. A los juguetes se suman dulces y chocolates decorados con la pareja: el santo y su paje. ¿Cómo acertar? La mayoría de la población es partidaria de mantenerlo como siempre, negro y vistoso, pero, últimamente, Pedro el Negro sale algo menos en envoltorios y paquetes. Una evolución impensable para Jan Schenkman, el autor local que presentó en 1850 el primer Zwarte Piet reconocible —un jovencito negro— como ayudante del santo, recogiendo una tradición hasta entonces folclórica y algo misteriosa que alcanza a Bélgica, Alemania, Suiza y Francia.
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