Imagen: El Periódico |
Los hospitales catalanes contratan especialistas en Andalucía, Castilla-La Mancha y Madrid. El aumento de los trastornos tratados y la escasez de profesionales crean esperas de un año.
Àngels Gallardo | El Periódico, 2017-11-16
http://www.elperiodico.com/es/sanidad/20171116/la-falta-de-psiquiatras-impide-aplicar-el-plan-de-salud-mental-catalan-6429007
El plan director de salud mental presentado por la Conselleria de Salut el pasado verano, con el que la Generalitat intenta reducir la pobre atención que históricamente han recibido en Catalunya, y el resto de España, las alteraciones psíquicas, resulta inaplicable en estos momentos porque no existen psiquiatras y psicólogos a los que contratar. El proyecto de Salut prevé incorporar a los centros de asistencia primaria (CAP) a 170 profesionales que ejercerían como refuerzo de los médicos de familia ante las recurrentes implicaciones psíquicas que subyacen en numerosas patologías orgánicas –la obesidad, la diabetes o la hipertensión, entre ellas-, influenciadas por trastornos derivados del estrés y los conflictos emocionales. También se planea reforzar las plantillas psiquiátricas de los hospitales.
La demanda que llega a los CAP, cuya cifra de afectados no deja de crecer, es atendida ahora por los médicos de familia, que recetan psicofármacos y ofrecen orientaciones de estilo de vida, siempre condicionados por una evidente limitación del tiempo imprescindible para profundizar en el trastorno afectivo o depresivo de sus pacientes. Quienes muestran signos de enfermedad psiquiátrica grave –esquizofrenia, psicosis o bipolaridad, entre ellas- son derivados o a un servicio de urgencias hospitalario, o a centros especializados, hundidos en estos momentos en unas listas de espera que pueden superar el año de demora.
Como un derecho humano
La gravedad de la situación es reconocida por los responsables del plan director de salud mental, que han diseñado un proyecto que prevé la integración de todos los aspectos que coinciden en las personas que sufren estos trastornos. Los adscriben a los derechos humanos. Pero la realidad se ha impuesto. “Tenemos grandes dificultades para encontrar psiquiatras y psicólogos clínicos dispuestos a implementar nuestro plan”, asegura Cristina Molina, que dirige la planificación sobre salud mental en la Generalitat.
La sanidad pública catalana y española han asumido en los últimos 15 años la atención de trastornos psíquicos que con anterioridad eran despejados sin mucha detención por los médicos de asistencia primaria, excepto si se vislumbraban signos de alguna enfermedad psiquiátrica grave.
“Hace un par de décadas, no se atendían las alteraciones vinculadas a la ansiedad, ni tampoco recibían atención la mayoría de niños con trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), o muchas formas de autismo. La psiquiatría geriátrica, no existía", enumera Miquel Bernardo, responsable de la unidad de esquizofrenia del Hospital Clínic y presidente de la Fundación Española de Psiquiatría y Salud Mental. La sanidad pública no asumía las drogodependencias, ni el alcoholismo como trastorno mental, ni el juego patológico, ni la dependencia a internet, que no existía. Quien sufría esos malestares y tenía recursos para pagar una terapia psicológica, recurría –y recurre- a un profesional privado.
Barcelona aún atrae
La escasez de profesionales ha ido creciendo a medida que la psiquiatría, sobre todo la infantil y juvenil –cuya especialización no está reconocida- ha ido asumiendo esas, y muchas otras, patologías antes desatendidas. Este cambio radical, además, no se ha visto reflejado en el sistema que promueve la formación de especialistas en psiquiatría y psicología clínicas que nutren la sanidad pública. La formación como especialistas en Psiquiatría –el sistema de médicos internos residentes que se preparan en los hospitales- proporciona cada año una muy insuficiente cifra de profesionales. En el 2017, han sido 42 para Catalunya, de los 227 para toda España, informa el Col.legi Oficial de Metges de Barcelona (COMB). Cifras idénticas a las de hace diez años. “Esos números se deberían doblar, como mínimo, sin ninguna duda”, considera Bernardo.
En consecuencia, los gestores de los hospitales catalanes hace tiempo que buscan este perfil de profesionales fuera de Catalunya, y de España. De momento, la salida, insuficiente, la han encontrado entre los psiquiatras y psicólogos formados en Andalucía, Castilla la Mancha y la Comunidad de Madrid, profesionales a los que buscan y ofrecen atractivos contratos. Un 46,2% de los psiquiatras en ejercicio en Catalunya en el 2017 proceden de esas comunidades, frente al 43% de los nacidos en Catalunya. El 11% son extranjeros. “Venir a trabajar a Barcelona aún es un atractivo para los psiquiatras del resto de España –asegura Bernardo-. La salud mental catalana tiene prestigio y las plazas que se les ofrecen ya no son en un pueblo rural lejano, sino en pleno Eixample barcelonés. Estamos importando psiquiatras del resto de España”.
Pero todo tiene límites. A diferencia de un cirujano o un oncólogo, un psiquiatra y un psicólogo no pueden ejercer sin dominar el idioma de los pacientes que atenderán. Este requisito ha acotado las opciones de búsqueda emprendida fuera de España. Sudamérica, la aparentemente solución más lógica, no ha resuelto el problema. La titulación psiquiátrica de Argentina, por ejemplo, no es homologable en España, y así sucesivamente con el resto del continente. Solo unas exclusivas universidades de Chile y Colombia ofrecen una formación psiquiátrica equiparable a la española, que sus titulados deben homologar al llegar, acatando la pesada burocracia de la comisión nacional de especialidades del Ministerio de Sanidad.
Un millar en ejercicio
Los hospitales y centros de salud mental públicos y privados de Catalunya contratan en la actualidad a 1.090 psiquiatras, de los 4.500 que ejercen en toda España. La cifra, indica el psiquiatra Miguel Bernardo, presidente de la Fundación Española de Psiquiatría, es "muy inferior" a la de países como Gran Bretaña o lo países escandinavos. A la escasez de profesionales de la salud psíquica que ya adolecen los centros catalanes se suma la prevista jubilación en el próximo decenio de un 30% de los que están ahora en ejercicio. Estas ausencias deberían tenerse en cuenta hace mucho tiempo, ya que un psiquiatra invierte nueve años en su formación. Desde la Conselleria de Salut se pretende impular un tipo de asistencia psíquica integradora. "No existe salud, si no se tiene una buena salud mental", suele decir Cristina Molina, responasble del plan director de esta especialidad en la Generalitat.
La demanda que llega a los CAP, cuya cifra de afectados no deja de crecer, es atendida ahora por los médicos de familia, que recetan psicofármacos y ofrecen orientaciones de estilo de vida, siempre condicionados por una evidente limitación del tiempo imprescindible para profundizar en el trastorno afectivo o depresivo de sus pacientes. Quienes muestran signos de enfermedad psiquiátrica grave –esquizofrenia, psicosis o bipolaridad, entre ellas- son derivados o a un servicio de urgencias hospitalario, o a centros especializados, hundidos en estos momentos en unas listas de espera que pueden superar el año de demora.
Como un derecho humano
La gravedad de la situación es reconocida por los responsables del plan director de salud mental, que han diseñado un proyecto que prevé la integración de todos los aspectos que coinciden en las personas que sufren estos trastornos. Los adscriben a los derechos humanos. Pero la realidad se ha impuesto. “Tenemos grandes dificultades para encontrar psiquiatras y psicólogos clínicos dispuestos a implementar nuestro plan”, asegura Cristina Molina, que dirige la planificación sobre salud mental en la Generalitat.
La sanidad pública catalana y española han asumido en los últimos 15 años la atención de trastornos psíquicos que con anterioridad eran despejados sin mucha detención por los médicos de asistencia primaria, excepto si se vislumbraban signos de alguna enfermedad psiquiátrica grave.
“Hace un par de décadas, no se atendían las alteraciones vinculadas a la ansiedad, ni tampoco recibían atención la mayoría de niños con trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), o muchas formas de autismo. La psiquiatría geriátrica, no existía", enumera Miquel Bernardo, responsable de la unidad de esquizofrenia del Hospital Clínic y presidente de la Fundación Española de Psiquiatría y Salud Mental. La sanidad pública no asumía las drogodependencias, ni el alcoholismo como trastorno mental, ni el juego patológico, ni la dependencia a internet, que no existía. Quien sufría esos malestares y tenía recursos para pagar una terapia psicológica, recurría –y recurre- a un profesional privado.
Barcelona aún atrae
La escasez de profesionales ha ido creciendo a medida que la psiquiatría, sobre todo la infantil y juvenil –cuya especialización no está reconocida- ha ido asumiendo esas, y muchas otras, patologías antes desatendidas. Este cambio radical, además, no se ha visto reflejado en el sistema que promueve la formación de especialistas en psiquiatría y psicología clínicas que nutren la sanidad pública. La formación como especialistas en Psiquiatría –el sistema de médicos internos residentes que se preparan en los hospitales- proporciona cada año una muy insuficiente cifra de profesionales. En el 2017, han sido 42 para Catalunya, de los 227 para toda España, informa el Col.legi Oficial de Metges de Barcelona (COMB). Cifras idénticas a las de hace diez años. “Esos números se deberían doblar, como mínimo, sin ninguna duda”, considera Bernardo.
En consecuencia, los gestores de los hospitales catalanes hace tiempo que buscan este perfil de profesionales fuera de Catalunya, y de España. De momento, la salida, insuficiente, la han encontrado entre los psiquiatras y psicólogos formados en Andalucía, Castilla la Mancha y la Comunidad de Madrid, profesionales a los que buscan y ofrecen atractivos contratos. Un 46,2% de los psiquiatras en ejercicio en Catalunya en el 2017 proceden de esas comunidades, frente al 43% de los nacidos en Catalunya. El 11% son extranjeros. “Venir a trabajar a Barcelona aún es un atractivo para los psiquiatras del resto de España –asegura Bernardo-. La salud mental catalana tiene prestigio y las plazas que se les ofrecen ya no son en un pueblo rural lejano, sino en pleno Eixample barcelonés. Estamos importando psiquiatras del resto de España”.
Pero todo tiene límites. A diferencia de un cirujano o un oncólogo, un psiquiatra y un psicólogo no pueden ejercer sin dominar el idioma de los pacientes que atenderán. Este requisito ha acotado las opciones de búsqueda emprendida fuera de España. Sudamérica, la aparentemente solución más lógica, no ha resuelto el problema. La titulación psiquiátrica de Argentina, por ejemplo, no es homologable en España, y así sucesivamente con el resto del continente. Solo unas exclusivas universidades de Chile y Colombia ofrecen una formación psiquiátrica equiparable a la española, que sus titulados deben homologar al llegar, acatando la pesada burocracia de la comisión nacional de especialidades del Ministerio de Sanidad.
Un millar en ejercicio
Los hospitales y centros de salud mental públicos y privados de Catalunya contratan en la actualidad a 1.090 psiquiatras, de los 4.500 que ejercen en toda España. La cifra, indica el psiquiatra Miguel Bernardo, presidente de la Fundación Española de Psiquiatría, es "muy inferior" a la de países como Gran Bretaña o lo países escandinavos. A la escasez de profesionales de la salud psíquica que ya adolecen los centros catalanes se suma la prevista jubilación en el próximo decenio de un 30% de los que están ahora en ejercicio. Estas ausencias deberían tenerse en cuenta hace mucho tiempo, ya que un psiquiatra invierte nueve años en su formación. Desde la Conselleria de Salut se pretende impular un tipo de asistencia psíquica integradora. "No existe salud, si no se tiene una buena salud mental", suele decir Cristina Molina, responasble del plan director de esta especialidad en la Generalitat.
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