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Alemania ha sido el primer país europeo en reconocer legalmente el tercer sexo.
J. Galán / J. M. Abad Liñán | El País, 2017-11-11
https://politica.elpais.com/politica/2017/11/10/sepa_usted/1510306910_763741.html
Hay una tercera respuesta para la pregunta más normal de los padres: el sexo de su futuro hijo. La biología está cuajada de matices que la burocracia no entiende y, aunque ser hombre o mujer es lo normal, hay que reservar la cautela para una mínima parte de casos en los que el bebé nace con una anatomía reproductiva o sexual que a duras penas encaja en lo claramente masculino o femenino. Esta semana, Alemania ha dado un gran paso para reconocer a ese tercer sexo, el de los intersexuales.
A finales de 2018, como muy tarde, todos los marcos legislativos del país habrán permitido ya que un bebé se registre como "inter", "diverso" u otro término que describa su identidad de género en el Registro Civil. Y esa medida no implica solo que quien concibe los formularios administrativos se haya apeado por una vez de su espíritu cuadriculado, sino también ahorrarse operaciones innecesarias. Era habitual someter al bebé intersexual, con el apresuramiento que exigía la inscripción del recién nacido, a una intervención quirúrgica de asignación de sexo. Y, cuando menos, ahorrará procesos judiciales penosos para modificar los "marcadores de género" (la designación que aparece en la documentación oficial de una persona, como su partida de nacimiento o su carné de identidad, en la que figura el sexo consignado al nacer) de una persona a lo largo de su vida.
Alemania es el primer país europeo en reconocer esa opción explícitamente, aunque desde hacía cuatro años ya permitía dejar en blanco la casilla de sexo. En Dinamarca o Malta es posible marcar con una "x" la casilla del sexo en algunos documentos.
El reconocimiento de Alemania no solo es una rareza en Europa, sino prácticamente en todo el mundo. ILGA, una federación de asociaciones LGTBI (la i es, precisamente, de "intersexual"), publicó hace un año un análisis de las legislaciones nacionales, del que difundirá una actualización en unas semanas. El tercer sexo es un hecho legal en Australia y Nueva Zelanda, que fueron pioneras, aunque también en Nepal y Pakistán (con procedimientos que ILGA califica de "poco claros", eso sí). En Nepal se expiden pasaportes con sexo "o" (de "otros"), si bien quienes lo han logrado ha sido por perseverar ante la administración. En Pakistán, la Corte Suprema de Justicia dictó en 2009 una sentencia que permitía la inscripción de un "tercer género" en el registro de DNI. También es posible en Bangladés e India.
Canadá permite la tercera opción de género en el pasaporte y en Estados Unidos, el reconocimiento va por Estados: en Oregón y en Washington. En California se abre la posibilidad a los documentos de género neutro. La cuestión de la intersexualidad se ha puesto sobre la mesa en el país por iniciativas espontáneas para crear baños no binarios o la anulación por parte de la Administración Trump de las medidas de Obama para que los transgénero eligieran qué servicio utilizar.
¿Cuántos intersexuales hay?
No resulta fácil saber con exactitud cuántos niños podrán beneficiarse de la medida de Alemania (un cálculo somero de hace cuatro años establecía que unos 400 bebés al año), ni cuántos intersexuales nacen al año en el mundo. Porque ese mismo cuidado con los matices, esa conciencia de que no todo el mundo es hombre o mujer, es necesaria también para definir bien qué es una persona intersexual. "Intersexual" es un adjetivo cajón de sastre para incluir enfermedades o problemas médicos distintos, aunque con un denominador común: la persona intersexual nace con una anatomía sexual o reproductiva que no se corresponde exactamente con la definición típica de masculino o femenino. La controversia llega al decidir hasta qué punto un rasgo que se aleja de los dos sexos es suficiente por sí para clasificar a una persona como 'intersexual'. Y, para complicar el problema, resulta que no siempre esos rasgos asoman en el momento de nacer, sino que pueden aparecer durante el desarrollo de la persona.
Eso añade complicación al cálculo de los bebés intersexuales nacidos. Según un análisis de casos de 1955 a 1998 de la Universidad de Brown publicado hace ya 17 años podrían alcanzar hasta un 2% de todos los nacimientos. Algo más sencillo resulta contabilizar los casos de algunos de los problemas médicos específicos relacionados con la asignación de sexo. Por ejemplo, en uno en cada 6.000 casos los bebés padecen agénesis vaginal (la vagina no se desarrolla y el útero tampoco, o solo en parte), en uno de cada 13.000 del síndrome de insensibilidad genética. Los andrógenos, responsables de desarrollar el pene, los testículos o el vello no son asimilados por las células y un cuerpo con cromosomas XY se desarrolla como el de una mujer. Hay casos en que esta insensibilidad es parcial, pero es aún más rara (uno de 130.000 casos). En uno de cada 83.000 nacimientos se detectaban ovotestes (gónadas que comparten rasgos de testículos y de ovarios). El estudio titubeaba a la hora de calcular a cuántas personas se sometió a algún tipo de cirugía para ‘normalizar’ la apariencia de sus genitales: entre una y dos de cada 1.000 nacimientos.
Además del aspecto médico o del legal, la lenta batalla por el reconocimiento del sexo más desconocido tiene un frente lingüístico: qué género gramatical aplicarle. En inglés, donde la marcación de género en los nombres y adjetivos es cosa infrecuente, se libra en el terreno de los pronombres. "He", "she" e "it" ya no sirven. Surgen así "ze", "zie" y otras curiosas propuestas.
Intersexual no es sinónimo de transgénero
No hay que confundir a un intersexual con un transgénero. El primer término alude a la anatomía física y el segundo a la identidad de género (como se siente una persona, con independencia de su sexo biológico). Para referirse a la condición intersexual en otros contextos se emplea la designación DSD (trastornos del desarrollo sexual).
A finales de 2018, como muy tarde, todos los marcos legislativos del país habrán permitido ya que un bebé se registre como "inter", "diverso" u otro término que describa su identidad de género en el Registro Civil. Y esa medida no implica solo que quien concibe los formularios administrativos se haya apeado por una vez de su espíritu cuadriculado, sino también ahorrarse operaciones innecesarias. Era habitual someter al bebé intersexual, con el apresuramiento que exigía la inscripción del recién nacido, a una intervención quirúrgica de asignación de sexo. Y, cuando menos, ahorrará procesos judiciales penosos para modificar los "marcadores de género" (la designación que aparece en la documentación oficial de una persona, como su partida de nacimiento o su carné de identidad, en la que figura el sexo consignado al nacer) de una persona a lo largo de su vida.
Alemania es el primer país europeo en reconocer esa opción explícitamente, aunque desde hacía cuatro años ya permitía dejar en blanco la casilla de sexo. En Dinamarca o Malta es posible marcar con una "x" la casilla del sexo en algunos documentos.
El reconocimiento de Alemania no solo es una rareza en Europa, sino prácticamente en todo el mundo. ILGA, una federación de asociaciones LGTBI (la i es, precisamente, de "intersexual"), publicó hace un año un análisis de las legislaciones nacionales, del que difundirá una actualización en unas semanas. El tercer sexo es un hecho legal en Australia y Nueva Zelanda, que fueron pioneras, aunque también en Nepal y Pakistán (con procedimientos que ILGA califica de "poco claros", eso sí). En Nepal se expiden pasaportes con sexo "o" (de "otros"), si bien quienes lo han logrado ha sido por perseverar ante la administración. En Pakistán, la Corte Suprema de Justicia dictó en 2009 una sentencia que permitía la inscripción de un "tercer género" en el registro de DNI. También es posible en Bangladés e India.
Canadá permite la tercera opción de género en el pasaporte y en Estados Unidos, el reconocimiento va por Estados: en Oregón y en Washington. En California se abre la posibilidad a los documentos de género neutro. La cuestión de la intersexualidad se ha puesto sobre la mesa en el país por iniciativas espontáneas para crear baños no binarios o la anulación por parte de la Administración Trump de las medidas de Obama para que los transgénero eligieran qué servicio utilizar.
¿Cuántos intersexuales hay?
No resulta fácil saber con exactitud cuántos niños podrán beneficiarse de la medida de Alemania (un cálculo somero de hace cuatro años establecía que unos 400 bebés al año), ni cuántos intersexuales nacen al año en el mundo. Porque ese mismo cuidado con los matices, esa conciencia de que no todo el mundo es hombre o mujer, es necesaria también para definir bien qué es una persona intersexual. "Intersexual" es un adjetivo cajón de sastre para incluir enfermedades o problemas médicos distintos, aunque con un denominador común: la persona intersexual nace con una anatomía sexual o reproductiva que no se corresponde exactamente con la definición típica de masculino o femenino. La controversia llega al decidir hasta qué punto un rasgo que se aleja de los dos sexos es suficiente por sí para clasificar a una persona como 'intersexual'. Y, para complicar el problema, resulta que no siempre esos rasgos asoman en el momento de nacer, sino que pueden aparecer durante el desarrollo de la persona.
Eso añade complicación al cálculo de los bebés intersexuales nacidos. Según un análisis de casos de 1955 a 1998 de la Universidad de Brown publicado hace ya 17 años podrían alcanzar hasta un 2% de todos los nacimientos. Algo más sencillo resulta contabilizar los casos de algunos de los problemas médicos específicos relacionados con la asignación de sexo. Por ejemplo, en uno en cada 6.000 casos los bebés padecen agénesis vaginal (la vagina no se desarrolla y el útero tampoco, o solo en parte), en uno de cada 13.000 del síndrome de insensibilidad genética. Los andrógenos, responsables de desarrollar el pene, los testículos o el vello no son asimilados por las células y un cuerpo con cromosomas XY se desarrolla como el de una mujer. Hay casos en que esta insensibilidad es parcial, pero es aún más rara (uno de 130.000 casos). En uno de cada 83.000 nacimientos se detectaban ovotestes (gónadas que comparten rasgos de testículos y de ovarios). El estudio titubeaba a la hora de calcular a cuántas personas se sometió a algún tipo de cirugía para ‘normalizar’ la apariencia de sus genitales: entre una y dos de cada 1.000 nacimientos.
Además del aspecto médico o del legal, la lenta batalla por el reconocimiento del sexo más desconocido tiene un frente lingüístico: qué género gramatical aplicarle. En inglés, donde la marcación de género en los nombres y adjetivos es cosa infrecuente, se libra en el terreno de los pronombres. "He", "she" e "it" ya no sirven. Surgen así "ze", "zie" y otras curiosas propuestas.
Intersexual no es sinónimo de transgénero
No hay que confundir a un intersexual con un transgénero. El primer término alude a la anatomía física y el segundo a la identidad de género (como se siente una persona, con independencia de su sexo biológico). Para referirse a la condición intersexual en otros contextos se emplea la designación DSD (trastornos del desarrollo sexual).
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