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Àngel Casals: "La represión homosexual del franquismo es clasista"
Ona Falcó | Público, 2024-06-22
https://www.publico.es/sociedad/angel-casals-represion-homosexual-franquismo-clasista.html
Entrevistamos a Àngel Casals, profesor de Historia Moderna en la Universitat de Barcelona y coordinador de la investigación publicada en la revista ‘Sàpiens’ bajo el título ‘Cuando la homosexualidad era delito. 1.000 años de represión en Catalunya’.
La revista ‘Sàpiens’ ha publicado este junio una exhaustiva investigación sobre la represión de la homosexualidad en Catalunya, desde la Edad Media hasta la actualidad. La persona encargada de coordinar esta investigación de larga duración –un año entero en varios archivos catalanes y estatales– es Àngel Casals (Barcelona, 1963), profesor de Historia Moderna de la Universitat de Barcelona.
Bajo el título ‘Cuando la homosexualidad era delito. 1.000 años de represión en Catalunya’, el dosier hace un retrato sociológico de las víctimas de la homofobia desde la época medieval, cuando la homosexualidad se castigaba con la pena de muerte, pasando por la Edad Moderna, hasta la lenta despenalización y normalización de las relaciones homosexuales a partir del siglo XIX. La investigación también analiza la opresión durante el franquismo, que, según Casals, era completamente "clasista".
P. ¿Estamos ante una investigación pionera a nivel catalán? Usted mismo ha asegurado que el colectivo LGTBI ha estado "bastante olvidado por la academia"...
Más que una investigación pionera, lo que es innovador es el planteamiento. Siempre se ha tratado la historia de la homosexualidad en secciones separadas: en la época de los romanos, en la Edad Media, en el siglo XX... Nosotros hemos sido de los primeros investigadores en Europa en analizarla como un fenómeno global. El título del dosier es la conclusión que hemos extraído. ¿Cuál es la gran característica de la homosexualidad a lo largo del tiempo? La represión. Yo esperaba encontrar más cosas además de eso, pero hay pocas y están muy escondidas. Lo que es pionero es la visión panorámica desde la época medieval hasta el momento actual.
P. ¿Han encontrado la causa concreta de esta represión a lo largo de la historia?
Básicamente, la construcción del poder. El sexo es poder. La posición ortodoxa y correcta dentro de la moral cristiana u occidental a la hora de tener relaciones sexuales coloca a la mujer abajo o de espaldas y al hombre arriba. Una relación sexual es una relación de dominio en la que está muy claro el rol de la figura masculina y la femenina. ¿Entonces qué pasa con dos hombres? ¿Un hombre puede ser dominado por otro? Sí, pero con condiciones. El hombre dominado debe ser socialmente inferior. La homosexualidad que han practicado los grupos privilegiados sobre esclavos, criados o niños es condenable, pero ha sido tolerada durante mucho tiempo porque no cuestiona la estructura de poder.
La homosexualidad escandalosa es aquella en la que la parte dominada es la que es socialmente superior y la dominante es un esclavo, un hebreo, un musulmán. El gran problema con la homosexualidad es que cuestiona los roles de género y de poder dentro de la sociedad. Por eso el lesbianismo es visto con perplejidad, porque representa que son dos figuras dominadas.
P. ¿Y cuál es el argumento que empleaban para efectuar la represión?
Está el argumento religioso, pero también hay uno pseudocientífico. Hasta el siglo XVIII se pensaba que la cantidad de esperma que un hombre podía generar era limitada. Por lo tanto, cada eyaculación que no tuviera fines reproductivos era un niño perdido. En la segunda mitad del siglo XIV comienza una gran persecución a los homosexuales porque había la peste negra, murió mucha gente y se establecieron políticas natalistas. El control de la fertilidad es otra de las causas de la represión contra los homosexuales.
En función del momento pesa más el factor religioso o el antropológico, pero hay que tener claro que los temas de fondo son el sexo como herramienta de dominio y la reproducción como objetivo final de las relaciones sexuales. Todo lo que salga de aquí, es una aberración y es pecado.
P. Como usted dice, durante la Edad Media era pecado todo aquello que no fuera sexo dentro del matrimonio con fines reproductivos, es decir, la masturbación, la eyaculación fuera de la vagina... ¿Por qué la sodomía era la práctica más mal vista? ¿Es por el factor de sumisión masculina?
Son tres elementos: en primer lugar, una eyaculación que no debería ser. En segundo lugar, una penetración por un agujero que no corresponde y, en tercer lugar, la antinaturalidad que implica. La suma de estos factores hace que la sodomía sea un pecado mucho más grave que la masturbación, que era vista como una debilidad. De hecho, la masturbación era vista como el camino hacia la homosexualidad porque se trataba de un hombre dándose placer a sí mismo.
P. ¿El placer se consideraba un pecado?
Desde el punto de vista religioso y filosófico, el ser humano está formado por la parte material, sucia e impura, el cuerpo, y la parte pura y que se acerca a Dios, el alma. Aristóteles ya diferenciaba entre el mundo imperfecto y el mundo espiritual. Y los cátaros también decían que todo lo que provenía del cuerpo era malo y a la inversa, porque el cuerpo creaba debilidades. Cualquier rendición a la parte impura podía atacar el alma. Por lo tanto, la única manera aceptada de buscar el placer era a través de la vía contemplativa.
En el siglo XVII aparece en Francia el movimiento de los libertinos, con figuras como Cyrano de Bergerac, que son nobles, ateos y viven en un Carpe Diem constante. Lo que pasa es que estos, cuando se hacen viejos, comienzan a preocuparse por el alma y se convierten todos al cristianismo, donde siempre ha quedado excluido el placer.
P. ¿El machismo implícito en el sistema daba cierta impunidad a las relaciones lésbicas? ¿Las protegía de alguna manera?
En cierta medida, sí. En Catalunya no hemos encontrado casos de denuncias, pero en Castilla o València algunos. Son relaciones que se deben atrapar ‘in fraganti’ y que, a la hora de llegar a los tribunales, eran difíciles de juzgar porque no había eyaculación. La pregunta era si había habido penetración con algún objeto. Porque entonces sí, era pecado, pero si lo negaban no se podía demostrar.
P. ¿Estamos hablando solo de la Edad Media?
Y también la Edad Moderna. Las primeras lesbianas se presentan como tales a finales del siglo XVIII, principios del XIX. Las primeras mujeres inglesas que lo proclaman lo hacen a través de actos concretos, como montar a caballo, vestir pantalones... La sociedad las tildaba de desequilibradas. Mientras que un hombre vestido de mujer era un peligro, una mujer vestida de hombre era objeto de burla.
P. El dosier incluye una radiografía gráfica del perfil de las víctimas y acusados de sodomía en la Edad Moderna. Los datos extraídos del Archivo Histórico Nacional revelan que el porcentaje más alto de víctimas de la Inquisición tenía entre 10 y 19 años...
Los griegos y los romanos ya practicaban la pedofilia. Aquí hay un debate sobre cuándo a los homosexuales se les puede llamar como tal. Hay un historiador estadounidense, Randolph Trumbach, que tiene una teoría que dice que la sociedad concibe la homosexualidad o la heterosexualidad como un valor inmutable, es decir, que el que es homosexual es solo eso y a la inversa. La bisexualidad no se acaba de concebir. Posiblemente deberíamos entender que, en la Edad Media y parte de la Moderna, la sexualidad se expresaba independientemente del género y tenía más que ver con las condiciones socioeconómicas que con otra cosa.
Según Trumbach, un hombre joven que no tenía dinero para casarse acababa manteniendo relaciones homosexuales. Este chico iniciaba a otro chico aún más joven en el mundo del sexo. Ahora bien, esto duraba hasta que el hombre más adulto accedía al matrimonio y, entonces, se volvía exclusivamente heterosexual.
P. De hecho, los mismos gráficos revelan que la mayor parte de los acusados eran solteros o religiosos...
Casados hemos encontrado muy pocos. Esto hace pensar que esta idea de Trumbach tiene un fondo de verdad. Estamos hablando de relaciones oportunistas. ¿Por qué no pensamos que tenían un deseo sexual y que lo satisfacían con lo primero que tuvieran delante, fuera hombre o mujer? ¿Por qué tenemos que categorizar?
Hay un caso que explicamos en el dosier en el que un hombre, cuando ya es mayor y quiere salvar el alma ante la Inquisición, confiesa que cuando era joven e iba con los amigos a bañarse al río, mantenían relaciones sexuales. Y que nadie le había explicado en aquel momento que eso estaba mal. Un hombre que de mayor se casa y tiene una vida heterosexual honorable. No ha cambiado, simplemente no ha distinguido a la hora de mantener relaciones en su juventud.
P. ¿Qué tan significativo es el cambio de terminología? ¿De llamarlos sodomitas a llamarlos homosexuales y dotarlos de una identidad?
Es fundamental y es un proceso bastante lento. A partir del siglo XVIII, el mantenimiento del delito de la sodomía, a ojos de la Ilustración y del mundo de la razón, es bastante insostenible. Hay países como Inglaterra que lo mantienen hasta el siglo XX, pero el liberalismo en general cambia el pensamiento y dice que los pecados no pueden ser un delito.
P. ¿Este cambio en el marco mental proviene del pueblo o bien de los pensadores ilustres?
Los historiadores llevamos años discutiendo esto. La existencia de una cultura popular y una de élite y cómo se mezclan entre ellas. No te sabría contestar rotundamente. Quienes expresan todo esto son las élites, que saben escribir. La Edad Moderna se caracteriza por una progresiva laicización de la sociedad y por la misoginia. A partir del siglo XVII, en algunos lugares la homosexualidad es tolerada y en otros no tanto, y una mayor restricción moral comienza a crear una cultura homosexual. En los países protestantes hay una ola puritana que castiga mucho la homosexualidad y esto llevará a la creación de las primeras sociedades cerradas.
Ya hacia el siglo XVIII, a medida que se aparta a Dios de la teoría del mundo y que se sabe que el combustible de la eyaculación no es limitado, la homosexualidad masculina sigue siendo un comportamiento inaceptable porque juega con los roles de poder, pero no es un delito si no es un escándalo público y no tiene una vocación subversiva.
Cuando llegan los primeros regímenes liberales en el siglo XIX y se hacen las primeras constituciones, muchos países consideran que ya no se puede penalizar. Entonces, si no era un delito, pero no lo querían normalizar, ¿en qué lo convertían? En una enfermedad.
P. El hecho de tildar a los homosexuales de enfermos desvía la mirada de la culpabilidad. Un delito es culpa de la persona en cuestión, pero una enfermedad no se elige...
Hasta cierto punto. ¿Esta persona quiere curarse? Nos encontraremos con que, en vez de ingresar en la cárcel, los homosexuales ingresan en manicomios. Por eso es importante que a finales de los años sesenta del siglo XIX aparezca la palabra ‘homosexual’. Hasta el momento, se les llamaba sodomitas o uranitas.
La persona que utiliza por primera vez la palabra ‘homosexual’ en 1869 es un poeta, no un científico, que busca un término neutro que no haga referencia ni al pecado ni al delito. A partir del momento en que se crea una categoría objetiva, podemos pensar en la creación de una identidad colectiva para toda esta gente con la misma tendencia sexual. Desde entonces es cuando comienza el larguísimo proceso de normalización de la homosexualidad.
P. ¿Considera que históricamente España ha tenido un mayor grado de aceptación de la homosexualidad? Aquí se despenalizó antes que en Alemania o en Inglaterra y fue uno de los primeros países del mundo en legalizar el matrimonio homosexual en 2005...
A pesar de las apariencias, la homosexualidad era más perseguida en los países protestantes que en los países católicos durante los siglos XVI, XVII y XVIII. Si eres católico y cometes un pecado, te puedes confesar y arrepentir, pero si eres protestante, lo llevas contigo y lo tienes que resolver tú mismo con Dios. ¿Y qué pasa si no lo haces? Que lo resolverá la comunidad a través del control social.
A partir del siglo XIV, se instala en Europa la idea de que cuando hay una epidemia o una hambruna hay dos posibles causas que han despertado la ira divina: o bien se ha dejado vivir a los judíos entre cristianos –los asesinos de Jesús– o bien se ha permitido a los sodomitas. Como en los países católicos existía la posibilidad de arrepentirse, había una tolerancia displicente. Trumbach habla del régimen sexual antiguo, que es el que tolera la homosexualidad, y el régimen sexual moderno, que la condena.
El régimen sexual antiguo dura más en los países católicos, en el mundo mediterráneo y, por eso, en España hay una tolerancia más alta respecto a otros países europeos, siempre que se cumpla la condición de la invisibilidad.
P. La burguesía del siglo XIX oculta la homosexualidad...
El mundo homosexual en Catalunya o en Barcelona tiene tres manifestaciones concretas. En primer lugar, la cultura homosexual de la cual hemos encontrado poco rastro, que implica la celebración de determinadas fiestas o la existencia de locales. En segundo lugar, la homosexualidad que busca las relaciones ocasionales y furtivas en teatros o en baños públicos. Y, por último, la homosexualidad socialmente "aceptada" que practicaba gente integrada y casada. De la misma manera que se permitía que los hombres poderosos tuvieran una amante.
Cuando un hombre tenía una relación homosexual permanente, no causaba desórdenes públicos y llevaba una vida formal, no había nada que decir. Esta era la más extendida, pero también la más invisible, porque sin documentación personal, cartas o diarios, es imposible de detectar.
P. Sin embargo, durante el franquismo hay un retroceso. La homosexualidad vuelve a ser delito y es motivo de "peligrosidad social"...
Aparte de toda la hipocresía moral y social que había, no es verdad que el franquismo persiguiera por igual a todos los homosexuales. Este régimen hace una distinción social muy clara. Cuando nosotros miramos los más de 400 procesos que hay en los tribunales de Barcelona, la inmensa mayoría son hombres jóvenes, solteros, sin trabajo conocido o poco cualificado, sin familia o que han venido de fuera. No encontramos catalanes casados con hijos.
La policía franquista reprime dos tipos de homosexuales: los chaperos, es decir, chicos jóvenes que ejercen la prostitución, y los travestidos que actuaban en locales y fiestas. La represión homosexual del franquismo es clasista: mientras el señor de buena familia recibía una reprimenda, el chapero era trasladado a la comisaría de Via Laietana.
P. Si los homosexuales de buena familia no tenían problemas con la justicia y vivían cómodos a la sombra, ¿cuándo nace la necesidad de reivindicarse públicamente como tal?
Aparece más o menos al mismo tiempo que el término ‘gay’. Los cambios de los años sesenta, el amor libre y el disfrute del propio cuerpo generan la reivindicación de ser uno mismo. Toda aquella gente que pensaba que era aceptable vivir su homosexualidad en privado para estar tranquila, de repente reivindica que forma parte de su identidad personal.
P. Por otro lado, el reconocimiento del lesbianismo viene de la mano de la segunda ola feminista...
Sí, porque la homosexualidad masculina, en general, es misógina. La reivindicación del lesbianismo no viene de los hombres homosexuales, sino del feminismo. No considero que sea igual el movimiento de las lesbianas que el de los gays, porque estos fueron más aceptados por el ‘establishment’.
P. ¿Cómo encaja la transexualidad en todo esto?
Transexualidad ha habido siempre. Pero hay pocos casos conocidos y la mayoría terminaron en la hoguera. Siempre ha sido muy mal tolerada y en el siglo XIX, cuando deja de ser un delito, pasa a ser considerada una forma de esquizofrenia.
P. Hemos visto cómo a lo largo de la historia la homosexualidad ha sufrido una represión más o menos fuerte. ¿Considera que actualmente estamos sufriendo una regresión a nivel social?
Hubo unos tiempos en los que la ley siempre iba detrás de la realidad social. Lo único que se esperaba era que se legalizara aquello que ya existía. Ahora estamos llegando a la situación contraria. Ya hay unas leyes de equiparación de derechos aprobadas, pero hay sectores de la sociedad que están involucionando. Una involución ideológica que lo afecta todo: es misógina, racista, homófoba, tránsfoba...
Esta reacción es una respuesta al miedo. Hasta hace 20 años había unas cuantas certezas: si estudiabas en la universidad el ascensor social funcionaba, encontrabas una pareja, un piso y un trabajo hasta la jubilación. Hoy en día, nadie se lo cree y nadie sabe cuál es la alternativa. Por este motivo, la gente mira hacia el pasado y piensa que era mejor. La sociedad culpa a los políticos y por eso surgen movimientos reaccionarios que fomentan la homofobia y el racismo. Son reacciones viscerales de miedo y si no sabemos gestionarlas, terminaremos teniendo consecuencias nefastas.
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