Imagen: El Mundo / Violeta y Achim, madre y hermano de Andra |
"Andrei la amenazaba continuamente y decía que si él no era feliz, Andra tampoco lo sería", explican familiares de la chica. Andra Violeta había roto la relación con su presunto asesino hace meses, al enterarse de que tenía antecedentes por robo, aunque nunca denunció las amenazas.
Miguel Cabrera | El Mundo, 2017-04-10
http://www.elmundo.es/andalucia/2017/04/10/58eba86322601d90758b45f0.html
La Policía Nacional ha encontrado sobre las 11.00 horas de este lunes en Almería el cuerpo sin vida y con signos de violencia de Andra Violeta, una joven rumana de 24 años, horas después de que los propietarios de un invernadero descubrieran ahorcado a su ex pareja, Andrei R., de 29 años y de la misma nacionalidad. Todo apunta a que el hombre se ha quitado la vida después de matar a la chica, con la que había mantenido una relación durante dos años, y una vez que ella decidiera cortarla, tal y como han apuntado familiares de mujer a este diario.
Alfredo F., el propietario del invernadero en el paraje de Rambla Lechuga, junto al barrio almeriense de El Alquián, encontró el cuerpo del hombre cuando entró junto a la cuadrilla de jornaleros para recolectar tomates, sobre las siete y media de la mañana, colgado de la estructura metálica, por lo que alertó inmediatamente al servicio de emergencias 112. Ni Alfredo ni el resto de trabajadores le conocía. El fallecido había accedido al interior haciendo un agujero en una banda del invernadero y a continuación trepó para atar una cuerda a una viga de metal y quitarse la vida. Se encontraba sin camisa, con vaqueros rotos, zapatillas de deporte y tenía en el cuerpo restos de sangre.
La Policía rastreó a continuación la zona y horas después encontró, en una acequia situada entre invernaderos y muy cerca del cortijo donde vivía la mujer fallecida con su familia, el cadáver de Andra Violeta, que presentaba señales de haber sido golpeada en la cabeza. Los agentes comunicaron el hallazgo a sus familiares, quienes proporcionaron datos sobre su vestimenta y de sus tatuajes en la espalda y una pierna, que llevaron a concluir inmediatamente que se trataba, sin duda, de ella.
El padre, quien trabaja como chapista en un taller, había denunciado el domingo su desaparición, que se produjo al mediodía en extrañas circunstancias, cuando la familia se preparaba en el cortijo para celebrar el día de la chica y de su madre con un almuerzo. Sin embargo, tras escuchar el fuerte ruido de un coche que abandonaba a toda velocidad la finca, no volvieron a verla.
"Estamos seguros de que se la llevaron por la fuerza, porque mi niña no se va sola", dice Violeta, la madre de la víctima, entre lloros, junto a su hijo Achim Vasile Lucian, de 17 años, quienes hablan un correcto español después de siete años en Almería.
Cuando advirtieron que Andra Violeta había desaparecido como por arte de magia, el padre la llamó por teléfono pero, para su sorpresa, cogió el móvil Andrei R. "Le dijo que Andra no quería hablar con nosotros, después colgó y ya no volvió a cogerlo más", apunta Achim Vasile, consternado por la muerte de su hermana.
Daniela, una buena amiga de Andra, explica que la chica había empezado una relación con Andrei R. hace dos años, pero que el pasado septiembre ella decidió cortarla, al enterarse de que él había estado en la cárcel por robo, algo que han confirmado los investigadores, aunque no tenía antecedentes por violencia de género.
Él, sin embargo, no aceptó nunca la ruptura y, según su madre y su hermano, no dudó en "amenazarla continuamente". Es más, a pesar de que el presunto agresor vivía en Roquetas de Mar, a más de 35 kilómetros de distancia de la casa de la chica, donde trabajaba con una empresa dedicada a la instalación de plásticos de invernaderos, acudía frecuentemente a Almería "a vigilarla". "Nos decía que si él no estaba feliz Andra y nosotros tampoco lo estaríamos", dice Achim. Pese a estas amenazas, ni Andra ni sus familiares habían presentado ninguna denuncia contra él.
La familia sospecha que Andrei no actuó solo, puesto que creen que en solitario no podía haberla forzado a entrar en el coche. "Además, no tenía carné de conducir", apunta la madre.
Alfredo F., el propietario del invernadero en el paraje de Rambla Lechuga, junto al barrio almeriense de El Alquián, encontró el cuerpo del hombre cuando entró junto a la cuadrilla de jornaleros para recolectar tomates, sobre las siete y media de la mañana, colgado de la estructura metálica, por lo que alertó inmediatamente al servicio de emergencias 112. Ni Alfredo ni el resto de trabajadores le conocía. El fallecido había accedido al interior haciendo un agujero en una banda del invernadero y a continuación trepó para atar una cuerda a una viga de metal y quitarse la vida. Se encontraba sin camisa, con vaqueros rotos, zapatillas de deporte y tenía en el cuerpo restos de sangre.
La Policía rastreó a continuación la zona y horas después encontró, en una acequia situada entre invernaderos y muy cerca del cortijo donde vivía la mujer fallecida con su familia, el cadáver de Andra Violeta, que presentaba señales de haber sido golpeada en la cabeza. Los agentes comunicaron el hallazgo a sus familiares, quienes proporcionaron datos sobre su vestimenta y de sus tatuajes en la espalda y una pierna, que llevaron a concluir inmediatamente que se trataba, sin duda, de ella.
El padre, quien trabaja como chapista en un taller, había denunciado el domingo su desaparición, que se produjo al mediodía en extrañas circunstancias, cuando la familia se preparaba en el cortijo para celebrar el día de la chica y de su madre con un almuerzo. Sin embargo, tras escuchar el fuerte ruido de un coche que abandonaba a toda velocidad la finca, no volvieron a verla.
"Estamos seguros de que se la llevaron por la fuerza, porque mi niña no se va sola", dice Violeta, la madre de la víctima, entre lloros, junto a su hijo Achim Vasile Lucian, de 17 años, quienes hablan un correcto español después de siete años en Almería.
Cuando advirtieron que Andra Violeta había desaparecido como por arte de magia, el padre la llamó por teléfono pero, para su sorpresa, cogió el móvil Andrei R. "Le dijo que Andra no quería hablar con nosotros, después colgó y ya no volvió a cogerlo más", apunta Achim Vasile, consternado por la muerte de su hermana.
Daniela, una buena amiga de Andra, explica que la chica había empezado una relación con Andrei R. hace dos años, pero que el pasado septiembre ella decidió cortarla, al enterarse de que él había estado en la cárcel por robo, algo que han confirmado los investigadores, aunque no tenía antecedentes por violencia de género.
Él, sin embargo, no aceptó nunca la ruptura y, según su madre y su hermano, no dudó en "amenazarla continuamente". Es más, a pesar de que el presunto agresor vivía en Roquetas de Mar, a más de 35 kilómetros de distancia de la casa de la chica, donde trabajaba con una empresa dedicada a la instalación de plásticos de invernaderos, acudía frecuentemente a Almería "a vigilarla". "Nos decía que si él no estaba feliz Andra y nosotros tampoco lo estaríamos", dice Achim. Pese a estas amenazas, ni Andra ni sus familiares habían presentado ninguna denuncia contra él.
La familia sospecha que Andrei no actuó solo, puesto que creen que en solitario no podía haberla forzado a entrar en el coche. "Además, no tenía carné de conducir", apunta la madre.
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