Imagen: ABC / Ilstración de Luisa Rivera |
En vísperas del centenario de la poeta madrileña recordamos el grupo cultural feminista que creó, junto con otras escritoras, en los años 50 y la efervescencia de aquellos recitales de café.
Carmen G. de la Cueva | ABC, 2017-04-15
http://www.abc.es/cultura/cultural/abci-gloria-fuertes-y-versos-faldas-201704150211_noticia.html
Fue días antes de que comenzara la primavera de 1951 cuando tres poetas revoloteaban por Madrid con sus versos bajo el ala: Gloria Fuertes, Adelaida Las Santas y María Dolores de Pablos. Empujadas por el deseo de acabar con el «si me lees te leo» de las tertulias literarias donde los señores ignoraban lo que estaban escribiendo las poetas de la época, crearon «Versos con faldas», un verdadero Grupo Cultural Feminista. En el prólogo de la antología de nombre homónimo, «Versos con faldas» (Aguacantos, 1983), Gloria Fuertes escribe que aquellos poetas «medio nos ignoraban e invitaban muy pocas veces para que pudiéramos leer nuestros poemas, que aun entonces, eran tan buenos o mejor que los de ellos». Decididas a acabar con aquella injusticia, formaron el grupo para reivindicar la autoría femenina de todas aquellas poetas que escribían no solo en Madrid sino también en las provincias. Según confiesa Fuertes, a ella lo único que se le ocurrió fue el título: «Versos con faldas». Fue Adelaida Las Santas la que buscó el espacio en un sótano en el número 5 de la Carrera de San Jerónimo y financió los programas de mano que se repartían en cada sesión.
El primer encuentro tuvo lugar el lunes 5 de marzo de 1951, a las siete de la tarde. Los «fotógrafos interrumpieron con sus "flashes"» y los poetas con cierta sorna llegaron a comentar: «Caramba con las poetisas, hasta han arrastrado a los fotógrafos». En ese primer acto, recitaron la poeta gallega Carmen Silveiro, la actriz María del Pilar Armesto con poemas de la sevillana Eva Cervantes y la propia Adelaida Las Santas que tuvo que «dar la cara» porque no sabían lo que podía suceder. Y fue todo un éxito.
Eclosión poética
Las Santas cuenta en la introducción a la antología que aquel fue un año de una gran eclosión poética. Cada día de la semana se celebraba un recital o tertulia en distintos cafés de la ciudad de Madrid: los lunes tenía lugar el recital de «Versos con faldas» (el único que se hacía con el local cerrado); los martes, «Tartesos» en el Café Barbieri; los miércoles, «Artis» en el Hotel Nacional; los jueves, «Adelfos» en el Café Lisboa; los viernes, «Versos a media noche» en el Café Varela; los sábados, «Rumbos» en la Cafetería Bambú y los domingos, después de misa de doce, «Alforjas para la poesía». Al año siguiente, los «poetas de café» -así era como se hacían llamar todos aquellos que recitaban en los cafés de la capital- lanzaron un manifiesto para instaurar el 21 de marzo como Día de la Poesía, manifiesto que llegaron a firmar poetas como Dámaso Alonso, Luis Rosales o Concha Espina.
«Ahora, ahora mismo / escribo esta página / en el ‘libro’ de España / por donde voy andando poco a poco». Estos versos proféticos los escribió la poeta valenciana María Mulet de la que apenas se sabe poco más que nació en 1930 y murió en 1982. Mulet formó parte de «Versos con faldas» al igual que cuarenta y seis poetas más de las que se desconoce todo -nacimiento y muerte, procedencia, obra- salvo algunos versos. Entre las poetas que pusieron voz a este grupo poético feminista hubo algunas cuyos versos han llegado hasta hoy, como Gloria Fuertes y Ángela Figuera Aymerich. Pero, ¿qué se sabe de Adelaida Las Santas, una de las fundadoras? Las Santas llegó a escribir una novela autobiográfica que es casi una crónica de aquellos años y que autopublicó en 1959 bajo el título de «Poetas de café» (Aguacantos, 1992). En ella, Adelaida es Lalia, una joven poeta y oficinista que se enamora de Gerardo, un poeta bohemio y borracho, inspirado en el que fuera su marido en la vida real, el escritor Guillermo Osorio. Pero también se incluye a ella misma como personaje y dice que «llamaba la atención por su tremenda sinceridad poética, abordando temas valientes y revolucionarios».
Recitales suspendidos
En «Poetas de café», destacaba el personaje de Gloria Fuertes, con unos versos «raros» que el público se tomó al pie de la letra: «Era pastor de gatos y tenía / una larga callada por respuesta. / Las noches las pasaba en los tejados, / jugando con las hebras». De Ángela Figuera escribe que era «la más discutida de todas por el lenguaje duro y tema agrio de su poesía». Y de María Dolores de Pablos que «se divertía jugando con el lenguaje de la poesía». Algunos nombres más: Acacia Uceta, Eduarda Moro, Elisabeth Mulder, Carmen Silveiro, Mercedes Abad, Josita Hernán, Clemencia Laborda y así hasta cuarenta y siete nombres de poetas olvidadas por el tiempo y por la historia.
Treinta y dos años después de que se celebrara el primer recital de «Versos con faldas», Gloria escribe a petición de Adelaida el prólogo a la única antología poética que lo conmemora. «Está bien que quede constancia», dice Fuertes, «de aquellas muchachitas que en los años 50 (sin porros ni discotecas) nos daba por escribir poesía». Y no cesa en su empeño de recordar que aquellas poetas «hoy bellas ancianitas llenas de nietos (las más), llenas de libros (las menos), y otras, ya en mejor vida» se emocionarían al ver sus poemas publicados. En 1952, los poetas quedaron desamparados porque los recitales de café fueron suspendidos por orden del director General de Seguridad.
Lágrimas
En «Poetas de café», justo en ese momento en que entraron con la orden de suspender los recitales, Lalia rompió a llorar y la garganta se le quedó agarrotada. Una amiga que estaba con ella le dijo que no derramara ni una lágrima más: «Se acabaron los recitales en el café, pero no los poetas, porque todavía no ha dado orden el director General de Seguridad de que se precinte la boca de los poetas». Y así fue como las poetas de «Versos con faldas» siguieron recitando sus versos por Madrid hasta la última sesión, que se celebró el 24 de marzo de 1983.
El primer encuentro tuvo lugar el lunes 5 de marzo de 1951, a las siete de la tarde. Los «fotógrafos interrumpieron con sus "flashes"» y los poetas con cierta sorna llegaron a comentar: «Caramba con las poetisas, hasta han arrastrado a los fotógrafos». En ese primer acto, recitaron la poeta gallega Carmen Silveiro, la actriz María del Pilar Armesto con poemas de la sevillana Eva Cervantes y la propia Adelaida Las Santas que tuvo que «dar la cara» porque no sabían lo que podía suceder. Y fue todo un éxito.
Eclosión poética
Las Santas cuenta en la introducción a la antología que aquel fue un año de una gran eclosión poética. Cada día de la semana se celebraba un recital o tertulia en distintos cafés de la ciudad de Madrid: los lunes tenía lugar el recital de «Versos con faldas» (el único que se hacía con el local cerrado); los martes, «Tartesos» en el Café Barbieri; los miércoles, «Artis» en el Hotel Nacional; los jueves, «Adelfos» en el Café Lisboa; los viernes, «Versos a media noche» en el Café Varela; los sábados, «Rumbos» en la Cafetería Bambú y los domingos, después de misa de doce, «Alforjas para la poesía». Al año siguiente, los «poetas de café» -así era como se hacían llamar todos aquellos que recitaban en los cafés de la capital- lanzaron un manifiesto para instaurar el 21 de marzo como Día de la Poesía, manifiesto que llegaron a firmar poetas como Dámaso Alonso, Luis Rosales o Concha Espina.
«Ahora, ahora mismo / escribo esta página / en el ‘libro’ de España / por donde voy andando poco a poco». Estos versos proféticos los escribió la poeta valenciana María Mulet de la que apenas se sabe poco más que nació en 1930 y murió en 1982. Mulet formó parte de «Versos con faldas» al igual que cuarenta y seis poetas más de las que se desconoce todo -nacimiento y muerte, procedencia, obra- salvo algunos versos. Entre las poetas que pusieron voz a este grupo poético feminista hubo algunas cuyos versos han llegado hasta hoy, como Gloria Fuertes y Ángela Figuera Aymerich. Pero, ¿qué se sabe de Adelaida Las Santas, una de las fundadoras? Las Santas llegó a escribir una novela autobiográfica que es casi una crónica de aquellos años y que autopublicó en 1959 bajo el título de «Poetas de café» (Aguacantos, 1992). En ella, Adelaida es Lalia, una joven poeta y oficinista que se enamora de Gerardo, un poeta bohemio y borracho, inspirado en el que fuera su marido en la vida real, el escritor Guillermo Osorio. Pero también se incluye a ella misma como personaje y dice que «llamaba la atención por su tremenda sinceridad poética, abordando temas valientes y revolucionarios».
Recitales suspendidos
En «Poetas de café», destacaba el personaje de Gloria Fuertes, con unos versos «raros» que el público se tomó al pie de la letra: «Era pastor de gatos y tenía / una larga callada por respuesta. / Las noches las pasaba en los tejados, / jugando con las hebras». De Ángela Figuera escribe que era «la más discutida de todas por el lenguaje duro y tema agrio de su poesía». Y de María Dolores de Pablos que «se divertía jugando con el lenguaje de la poesía». Algunos nombres más: Acacia Uceta, Eduarda Moro, Elisabeth Mulder, Carmen Silveiro, Mercedes Abad, Josita Hernán, Clemencia Laborda y así hasta cuarenta y siete nombres de poetas olvidadas por el tiempo y por la historia.
Treinta y dos años después de que se celebrara el primer recital de «Versos con faldas», Gloria escribe a petición de Adelaida el prólogo a la única antología poética que lo conmemora. «Está bien que quede constancia», dice Fuertes, «de aquellas muchachitas que en los años 50 (sin porros ni discotecas) nos daba por escribir poesía». Y no cesa en su empeño de recordar que aquellas poetas «hoy bellas ancianitas llenas de nietos (las más), llenas de libros (las menos), y otras, ya en mejor vida» se emocionarían al ver sus poemas publicados. En 1952, los poetas quedaron desamparados porque los recitales de café fueron suspendidos por orden del director General de Seguridad.
Lágrimas
En «Poetas de café», justo en ese momento en que entraron con la orden de suspender los recitales, Lalia rompió a llorar y la garganta se le quedó agarrotada. Una amiga que estaba con ella le dijo que no derramara ni una lágrima más: «Se acabaron los recitales en el café, pero no los poetas, porque todavía no ha dado orden el director General de Seguridad de que se precinte la boca de los poetas». Y así fue como las poetas de «Versos con faldas» siguieron recitando sus versos por Madrid hasta la última sesión, que se celebró el 24 de marzo de 1983.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.