Imagen: El Español / Aicha Ech-Channa |
Es una de las figuras militantes más emblemáticas en el país en defensa de las mujeres. En los años '60, habló por primera vez de planificación familiar.
Sonia Moreno | El Mundo, 2017-03-08
http://www.elespanol.com/mundo/africa/20170307/198980723_0.html
Aicha Ech-Channa es la fundadora y presidenta de la Asociación Solidaridad Femenina ('Solidarité Féminine', en francés), dedicada desde 1985 a ayudar a las madres solteras en Marruecos, rechazadas por sus familias y víctimas de los prejuicios de la sociedad. Un niño sin papeles es calificado como ilegítimo, un "bastardo", y se enfrenta a constantes obstáculos. Hoy el sexo fuera del matrimonio es oficialmente ilegal en Marruecos, y una madre soltera puede ir a la cárcel. Además es rechazada y se enfrenta a una serie de obstáculos.
Esta mujer, que pasa de los 70 años (nació en 1941), es una de las figuras militantes más emblemáticas en el país en defensa de las mujeres. El Español tuvo la oportunidad de visitar dos de las sedes de la asociación en Casablanca, donde forma a mujeres solteras con niños; y además acompañó a Aicha a recoger un cheque benéfico en el Raid solidario y femenino Sahraouiya en Dakhla.
Se quedó huérfana de padre a los 3 años y pronto asumió el papel de cabeza de familia. A los 16 años comenzó a participar en diferentes organizaciones sociales y, en 1959 se ofreció por primera vez a trabajar en un programa para proteger a los niños. Voluntaria durante 51 años, conoce la sociedad marroquí y "las partes que están escondidas bajo la negación y la vergüenza". Ella considera que es "una mujer de terreno, de meter los pies en los orfanatos y en las casas de los niños abandonados", y que tiene "un don especial al hablar con la gente".
Esta mujer sabe escuchar, es cercana y dulce, pero tiene un carácter fuerte por dentro y por fuera. Estamos ante una mujer robusta y directa que no tiene miedo a las autoridades. "Voy a seguir diciendo la verdad donde quiera que tenga la oportunidad", asegura. Y así lo hizo delante de los gobernantes de Dakhla al recoger un cheque benéfico para su asociación. Agradeció el donativo y recordó "la falta de ayudas gubernamentales".
Introdujo la planificación familiar en Marruecos
En los años 60, en época del rey Hassan II, habló por primera vez de la planificación familiar en Marruecos. "Cuando iba a los centros de salud y hospitales, veía a los niños delgados y que los padres eran pobres", lamenta Aicha. Además menciona una tradición común en el país, las mujeres se volvían a quedar embarazadas al mes y medio del parto "porque el hombre no tocaba a la mujer hasta 40 días después de dar a luz". Aicha era joven y no sabía muy bien lo que iban a significar aquellas acciones; simplemente había visto un libro sobre planificación familiar en francés e inglés encima de la mesa de su jefe en la asociación cultural donde trabajaba.
En 1965 se celebró la primera mesa redonda en Casablanca sobre este tema con el beneplácito del ministro de Sanidad, que invitó a la prensa y lo difundió "porque pensaba que teníamos que hablar las asociaciones; si lo hacía el Gobierno, la oposición se le echaba encima". Aicha recuerda los "trucos" que utilizaba para no mencionar ella las cuestiones tabúes porque "hablar de sexo fuera del contexto del matrimonio era y sigue siendo inaceptable". En una escuela, por ejemplo, hablar de anticoncepción debe ser enmarcado como algo que podría ser de interés después del matrimonio. "Le hacía preguntas a los invitados para que fueran ellos los que hablasen y no saliera nada de mi boca", explica a El Español.
De esta manera consigue que en 1967 entre oficialmente en Marruecos la planificación familiar y que la sanidad pública se interese "porque sensibilizábamos a la población en los centros de salud", donde se les ofrecían medios anticonceptivos. Sin embargo, todavía hoy "es inaceptable hablar de anticoncepción fuera del matrimonio, el aborto es ilegal, y aunque las mujeres recurren al aborto clandestino, el tema no puede ser discutido en público", se queja.
La reforma de la ley de la familia de 2004, conocida como Mudawana, ha ayudado a cambiar el derecho y la actitud, pero aún "está lejos de ser plenamente aplicada y tiene sus lagunas". "Las actitudes están cambiando, pero lentamente. Así que tenemos que actuar con cautela, pero también con coraje", asegura Aicha. Supuso cambios importantes al elevar la edad legal de casamiento a 18 años, y otorgó a las mujeres derechos que no habían tenido antes, como la posibilidad de solicitar el divorcio. Pero para Ech-Channa, "hay muchas áreas que la ley pasó por alto, como la ilegitimidad; y la aplicación de la ley es desigual".
Las visitas de Aicha a las prisiones, donde se topaba constantemente con enfermedades de transmisión sexual, le hicieron entender que el país necesitaba una educación sexual para explicar de manera espontánea lo que era la concepción y todo lo relacionado con el sexo. Aicha visitó a un profesor de medicina para pedirle su ayuda y comenzó a explicar el sexo de manera científica. "Los estudiantes no se reían, eran serios, hacían preguntas, se interesaban", rememora Aicha. Sin embargo, no entiende "como en el año 2017 no tenemos educación sexual en los colegios". Les recuerda a los marroquíes reservados y más religiosos que "el primer verso coránico con la aparición del ángel Gabrielhabla de espermatozoides y de la concepción".
Considera que hay un retroceso en Marruecos y lo achaca a "la mentalidad". "Las tradiciones musulmanas, la cultura y la religión moldean las actitudes hacia las mujeres, y las relaciones entre hombres y mujeres", piensa. Dibuja una clara escala social. En la parte superior de esa jerarquía se sitúa una madre con hijos, luego una madre, después una viuda, más tarde una mujer divorciada, y a continuación una mujer soltera. "Al final está la madre soltera", recalca.
El drama de los niños abandonados
Se considera musulmana y creyente, aunque no cree en "un Dios exclusivo y un Dios para los marroquíes, o para los musulmanes". Ha trabajado con cristianos y judíos. De hecho Solidaridad Femenina fue fundada por tres personas: una monja católica, la hermana Marie-Jean; un hombre de la asociación 'Terre des Hommes' que era judío; y Aicha, musulmana.
Comienza a fijarse en el "drama de los niños abandonados" y a preguntarse "¿por qué las madres abandonan a sus hijos?". Un día en su puesto de trabajadora social, Aicha acababa de ser madre y una niña estaba en la oficina cerca de ella. "Tenía los hombros redondeados y encorvados, que he llegado a reconocer como el signo de la vergüenza que sufría. Ella tenía a su bebé en sus brazos, amamantándolo. La trabajadora social le dio un papel para firmar (con su huella digital, ya que era analfabeta), y luego extendió la mano para tomar al bebé", detalla Aicha. La niña estaba entregando a su bebé. "La trabajadora social retiró al bebé y un chorro de leche salió del pecho de la madre a la cara. El bebé lloró y la madre miró desesperada. Podía imaginar el dolor que sentiría en sus pechos, mientras yo amamantaba. Yo estaba decidida a hacer algo, aunque en ese momento no tenía idea de lo que podía o haría", confiesa Ech-Channa. En la actualidad sigue recordando este momento y la imagen le viene muy a menudo a la cabeza cuando no puede dormir.
Decidió actuar porque "el destino de un bebé abandonado era terrible". Un bebé nacido de una madre soltera tenía en su certificado de nacimiento simplemente "padre X", madre "X", y sería enviado al orfanato. Y Aicha explica el final, "allí la mayoría moría porque las condiciones eran terribles".
Hay otras muchas mujeres y niños que la han llevado a actuar y de hecho recoge los testimonios en dos libros. "Miseria" (1996) es un testimonio conmovedor del sufrimiento y la vida de las jóvenes madres solteras. Escribió el libro como una forma de dar vida a las experiencias de las jóvenes con las que trabajaba. Habló con un representante de la editorial durante casi 24 horas. "Lo que yo quería era contar las historias en frases muy cortas, porque así es como las jóvenes hablan", relata.
Veinte años después, si estuviera escribiendo hoy, "las historias tendrían más esperanza, aunque no hay muchos finales felices reales", a pesar de que "las cosas han cambiado para mejor en Marruecos". Las actitudes son más abiertas y hay más oportunidades, pero "sigue siendo una situación muy difícil y hay un largo camino por recorrer".
La casa de las madres solteras
Solidaridad Femenina lucha contra el abandono de los niños y niñas y ofrece a las madres solteras ayuda para cuidar de sus bebés y asumir su responsabilidad como mujer sola con niños. La asociación escucha a cada mujer para identificar su necesidad, comparar con las prestaciones que puede ofrecer, y trazar el camino por donde la van a acompañar, estimar el tiempo y diseñar el plan, y acompañarla hasta que llegue a superar las dificultades.
Cuentan con apoyo a través de las asistentes sociales, tienen prestaciones jurídica y sanitaria, aunque actualmente "no disponemos de los recursos y el presupuesto para pagar una plaza a un médico pediatra", pero sí trabajan en coordinación con los centros de salud y los hospitales cercanos a la asociación. Buscan una habitación para que la madre se instale con su niño, y asegurarle la tranquilidad económica y la protección para seguir el programa de formación.
El centro de formación ofrece espacios de aprendizaje relacionados con la restauración (cocina y pastelería marroquí e internacional), sobre máquinas industriales y de costura. Pero no solo se trata de aprendizaje, también recuperan lo invertido en los talleres con un restaurante, una pastelería, un centro de estética y un taller de costura abierto al público a precios más bajos pero con calidad. "La gente viene, consume y paga las comidas. Las mujeres hacen la formación y hacen la producción al mismo tiempo en los tres espacios: cocina, pastelería y costura", explica Aicha durante la visita al centro de Casablanca. Tiene un tercer centro en la población de Ain Sebaa.
Los pequeños se quedan en la guardería con personal especializado que cuida de ellos mientras sus madres estudian y trabajan. Para Aicha "los niños tienen que estar con sus madres"y los hombres hoy en día están más sensibilizados con la paternidad. Desde la asociación se dirigen a hablar con las familias para intentar conciliar y que se puedan casar o al menos reconocer al niño. "No hay que recurrir a los tribunales. es mejor que el padre conozca personalmente al niño para que se encariñe", explica Ech-Channa. La organización se ha enfocado en la pareja madre y niño, pero ahora también tienen en cuenta "las necesidades y las fortalezas de la madre soltera". "Durante mucho tiempo eso era impensable", recuerda Aicha.
Tampoco fueron fáciles los comienzos de Solidaridad Femenina. Se instalaron en un sótano, en un rincón que una organización de mujeres les prestó desinteresadamente. No tenían recursos y todos eran voluntarios. Aicha cree que "si hubiéramos presentado un proyecto, habría sido rechazado por todos". Y de hecho a veces piensa que "de conocer los obstáculos a los que nos enfrentaríamos, nunca hubiéramos tenido el coraje de comenzar".
Toda una vida dedicada a los demás haría creer a cualquiera que Aicha no tiene familia ni hijos. Sin embargo, está casada con un militar de la Marina retirado y tiene cuatro hijos, que siempre "me han echado en cara la plena dedicación a los más desfavorecidos pero con los años me apoyan e incluso recogen los premios por mí", sonríe Aicha.
El destacado e intenso trabajo de Aicha Ech-Channa ha tenido reconocimiento en el ámbito nacional e internacional. Recibió la Medalla de Honor del Reino de Marruecos en el año 2000 y el Premio Opus en 2009 como recompensa a su trabajo, específicamente centrado en el fomento y desarrollo de oportunidades para las mujeres marroquíes.
Esta mujer, que pasa de los 70 años (nació en 1941), es una de las figuras militantes más emblemáticas en el país en defensa de las mujeres. El Español tuvo la oportunidad de visitar dos de las sedes de la asociación en Casablanca, donde forma a mujeres solteras con niños; y además acompañó a Aicha a recoger un cheque benéfico en el Raid solidario y femenino Sahraouiya en Dakhla.
Se quedó huérfana de padre a los 3 años y pronto asumió el papel de cabeza de familia. A los 16 años comenzó a participar en diferentes organizaciones sociales y, en 1959 se ofreció por primera vez a trabajar en un programa para proteger a los niños. Voluntaria durante 51 años, conoce la sociedad marroquí y "las partes que están escondidas bajo la negación y la vergüenza". Ella considera que es "una mujer de terreno, de meter los pies en los orfanatos y en las casas de los niños abandonados", y que tiene "un don especial al hablar con la gente".
Esta mujer sabe escuchar, es cercana y dulce, pero tiene un carácter fuerte por dentro y por fuera. Estamos ante una mujer robusta y directa que no tiene miedo a las autoridades. "Voy a seguir diciendo la verdad donde quiera que tenga la oportunidad", asegura. Y así lo hizo delante de los gobernantes de Dakhla al recoger un cheque benéfico para su asociación. Agradeció el donativo y recordó "la falta de ayudas gubernamentales".
Introdujo la planificación familiar en Marruecos
En los años 60, en época del rey Hassan II, habló por primera vez de la planificación familiar en Marruecos. "Cuando iba a los centros de salud y hospitales, veía a los niños delgados y que los padres eran pobres", lamenta Aicha. Además menciona una tradición común en el país, las mujeres se volvían a quedar embarazadas al mes y medio del parto "porque el hombre no tocaba a la mujer hasta 40 días después de dar a luz". Aicha era joven y no sabía muy bien lo que iban a significar aquellas acciones; simplemente había visto un libro sobre planificación familiar en francés e inglés encima de la mesa de su jefe en la asociación cultural donde trabajaba.
En 1965 se celebró la primera mesa redonda en Casablanca sobre este tema con el beneplácito del ministro de Sanidad, que invitó a la prensa y lo difundió "porque pensaba que teníamos que hablar las asociaciones; si lo hacía el Gobierno, la oposición se le echaba encima". Aicha recuerda los "trucos" que utilizaba para no mencionar ella las cuestiones tabúes porque "hablar de sexo fuera del contexto del matrimonio era y sigue siendo inaceptable". En una escuela, por ejemplo, hablar de anticoncepción debe ser enmarcado como algo que podría ser de interés después del matrimonio. "Le hacía preguntas a los invitados para que fueran ellos los que hablasen y no saliera nada de mi boca", explica a El Español.
De esta manera consigue que en 1967 entre oficialmente en Marruecos la planificación familiar y que la sanidad pública se interese "porque sensibilizábamos a la población en los centros de salud", donde se les ofrecían medios anticonceptivos. Sin embargo, todavía hoy "es inaceptable hablar de anticoncepción fuera del matrimonio, el aborto es ilegal, y aunque las mujeres recurren al aborto clandestino, el tema no puede ser discutido en público", se queja.
La reforma de la ley de la familia de 2004, conocida como Mudawana, ha ayudado a cambiar el derecho y la actitud, pero aún "está lejos de ser plenamente aplicada y tiene sus lagunas". "Las actitudes están cambiando, pero lentamente. Así que tenemos que actuar con cautela, pero también con coraje", asegura Aicha. Supuso cambios importantes al elevar la edad legal de casamiento a 18 años, y otorgó a las mujeres derechos que no habían tenido antes, como la posibilidad de solicitar el divorcio. Pero para Ech-Channa, "hay muchas áreas que la ley pasó por alto, como la ilegitimidad; y la aplicación de la ley es desigual".
Las visitas de Aicha a las prisiones, donde se topaba constantemente con enfermedades de transmisión sexual, le hicieron entender que el país necesitaba una educación sexual para explicar de manera espontánea lo que era la concepción y todo lo relacionado con el sexo. Aicha visitó a un profesor de medicina para pedirle su ayuda y comenzó a explicar el sexo de manera científica. "Los estudiantes no se reían, eran serios, hacían preguntas, se interesaban", rememora Aicha. Sin embargo, no entiende "como en el año 2017 no tenemos educación sexual en los colegios". Les recuerda a los marroquíes reservados y más religiosos que "el primer verso coránico con la aparición del ángel Gabrielhabla de espermatozoides y de la concepción".
Considera que hay un retroceso en Marruecos y lo achaca a "la mentalidad". "Las tradiciones musulmanas, la cultura y la religión moldean las actitudes hacia las mujeres, y las relaciones entre hombres y mujeres", piensa. Dibuja una clara escala social. En la parte superior de esa jerarquía se sitúa una madre con hijos, luego una madre, después una viuda, más tarde una mujer divorciada, y a continuación una mujer soltera. "Al final está la madre soltera", recalca.
El drama de los niños abandonados
Se considera musulmana y creyente, aunque no cree en "un Dios exclusivo y un Dios para los marroquíes, o para los musulmanes". Ha trabajado con cristianos y judíos. De hecho Solidaridad Femenina fue fundada por tres personas: una monja católica, la hermana Marie-Jean; un hombre de la asociación 'Terre des Hommes' que era judío; y Aicha, musulmana.
Comienza a fijarse en el "drama de los niños abandonados" y a preguntarse "¿por qué las madres abandonan a sus hijos?". Un día en su puesto de trabajadora social, Aicha acababa de ser madre y una niña estaba en la oficina cerca de ella. "Tenía los hombros redondeados y encorvados, que he llegado a reconocer como el signo de la vergüenza que sufría. Ella tenía a su bebé en sus brazos, amamantándolo. La trabajadora social le dio un papel para firmar (con su huella digital, ya que era analfabeta), y luego extendió la mano para tomar al bebé", detalla Aicha. La niña estaba entregando a su bebé. "La trabajadora social retiró al bebé y un chorro de leche salió del pecho de la madre a la cara. El bebé lloró y la madre miró desesperada. Podía imaginar el dolor que sentiría en sus pechos, mientras yo amamantaba. Yo estaba decidida a hacer algo, aunque en ese momento no tenía idea de lo que podía o haría", confiesa Ech-Channa. En la actualidad sigue recordando este momento y la imagen le viene muy a menudo a la cabeza cuando no puede dormir.
Decidió actuar porque "el destino de un bebé abandonado era terrible". Un bebé nacido de una madre soltera tenía en su certificado de nacimiento simplemente "padre X", madre "X", y sería enviado al orfanato. Y Aicha explica el final, "allí la mayoría moría porque las condiciones eran terribles".
Hay otras muchas mujeres y niños que la han llevado a actuar y de hecho recoge los testimonios en dos libros. "Miseria" (1996) es un testimonio conmovedor del sufrimiento y la vida de las jóvenes madres solteras. Escribió el libro como una forma de dar vida a las experiencias de las jóvenes con las que trabajaba. Habló con un representante de la editorial durante casi 24 horas. "Lo que yo quería era contar las historias en frases muy cortas, porque así es como las jóvenes hablan", relata.
Veinte años después, si estuviera escribiendo hoy, "las historias tendrían más esperanza, aunque no hay muchos finales felices reales", a pesar de que "las cosas han cambiado para mejor en Marruecos". Las actitudes son más abiertas y hay más oportunidades, pero "sigue siendo una situación muy difícil y hay un largo camino por recorrer".
La casa de las madres solteras
Solidaridad Femenina lucha contra el abandono de los niños y niñas y ofrece a las madres solteras ayuda para cuidar de sus bebés y asumir su responsabilidad como mujer sola con niños. La asociación escucha a cada mujer para identificar su necesidad, comparar con las prestaciones que puede ofrecer, y trazar el camino por donde la van a acompañar, estimar el tiempo y diseñar el plan, y acompañarla hasta que llegue a superar las dificultades.
Cuentan con apoyo a través de las asistentes sociales, tienen prestaciones jurídica y sanitaria, aunque actualmente "no disponemos de los recursos y el presupuesto para pagar una plaza a un médico pediatra", pero sí trabajan en coordinación con los centros de salud y los hospitales cercanos a la asociación. Buscan una habitación para que la madre se instale con su niño, y asegurarle la tranquilidad económica y la protección para seguir el programa de formación.
El centro de formación ofrece espacios de aprendizaje relacionados con la restauración (cocina y pastelería marroquí e internacional), sobre máquinas industriales y de costura. Pero no solo se trata de aprendizaje, también recuperan lo invertido en los talleres con un restaurante, una pastelería, un centro de estética y un taller de costura abierto al público a precios más bajos pero con calidad. "La gente viene, consume y paga las comidas. Las mujeres hacen la formación y hacen la producción al mismo tiempo en los tres espacios: cocina, pastelería y costura", explica Aicha durante la visita al centro de Casablanca. Tiene un tercer centro en la población de Ain Sebaa.
Los pequeños se quedan en la guardería con personal especializado que cuida de ellos mientras sus madres estudian y trabajan. Para Aicha "los niños tienen que estar con sus madres"y los hombres hoy en día están más sensibilizados con la paternidad. Desde la asociación se dirigen a hablar con las familias para intentar conciliar y que se puedan casar o al menos reconocer al niño. "No hay que recurrir a los tribunales. es mejor que el padre conozca personalmente al niño para que se encariñe", explica Ech-Channa. La organización se ha enfocado en la pareja madre y niño, pero ahora también tienen en cuenta "las necesidades y las fortalezas de la madre soltera". "Durante mucho tiempo eso era impensable", recuerda Aicha.
Tampoco fueron fáciles los comienzos de Solidaridad Femenina. Se instalaron en un sótano, en un rincón que una organización de mujeres les prestó desinteresadamente. No tenían recursos y todos eran voluntarios. Aicha cree que "si hubiéramos presentado un proyecto, habría sido rechazado por todos". Y de hecho a veces piensa que "de conocer los obstáculos a los que nos enfrentaríamos, nunca hubiéramos tenido el coraje de comenzar".
Toda una vida dedicada a los demás haría creer a cualquiera que Aicha no tiene familia ni hijos. Sin embargo, está casada con un militar de la Marina retirado y tiene cuatro hijos, que siempre "me han echado en cara la plena dedicación a los más desfavorecidos pero con los años me apoyan e incluso recogen los premios por mí", sonríe Aicha.
El destacado e intenso trabajo de Aicha Ech-Channa ha tenido reconocimiento en el ámbito nacional e internacional. Recibió la Medalla de Honor del Reino de Marruecos en el año 2000 y el Premio Opus en 2009 como recompensa a su trabajo, específicamente centrado en el fomento y desarrollo de oportunidades para las mujeres marroquíes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.