Imagen: El País / Blanca Evangelista en 'Pose' |
El uso del arte como herramienta de resistencia política para personas racializadas.
Chenta Tsai Tseng | El País, 2019-06-19
https://elpais.com/ccaa/2019/06/19/madrid/1560950049_460245.html
Los camareros le miraron con desprecio. Estaba en el Boy Lounge -un bar para hombres cis gais blancos menores de 35 años- y no era la primera vez que llamaban la atención: "Este no es un bar para mujeres trans negras", decían sus miradas. A pesar de ello, Blanca Evangelista, una mujer trans negra del Nueva York de 1987 y una de las protagonistas de la serie 'Pose', resiste. Y lo hace ocupando el espacio que pretendía anularla. Esa noche, ella acaba en la calabozo. Su rival de la ballroom culture -escena nacida en el Harlem en la década de los sesenta-, Elektra Abundance, la rescata. "¿Por qué me has ayudado?", pregunta Blanca. "Fuera del ball, las trans racializadas y disidentes sexuales no importamos. Por eso, en esta vida, los balls son lo único que importa".
Viajamos de la ficción a la realidad. En los sesenta, Crystal LaBeija salía enfurecida del concurso drag Miss All-America Camp Beauty Pageant. Había quedado en cuarto lugar y su ira quedó inmortalizada en el documental de 1968 'The Queen' dirigido por Frank Simon. LaBeija le hizo un reading a Rachel Harlow, ganadora del concurso y reina blanca de Filadelfia. El reading es una mofa en la que se resaltan y exageran los defectos de una persona. En ese momento, LaBeija no estaba siendo una mala perdedora, respondía a los prejuicios racistas del concurso. No ganó el concurso, pero a finales de los setenta formó la House of LaBeija.
Los houses eran espacios configurados por una madre o un padre que cuidaban y mentorizaban a gais jóvenes, en su mayoría negros o latinos, conocidos como hijos y que habían sufrido el rechazo de sus familias biológicas, así como abusos. También acogían a personas sin hogar o víctimas de las drogas. Las madres y padres de las casas brindaron un hogar y un lugar de pertenencia a muchas personas.
El uso del arte como herramienta de resistencia política para personas racializadas tiene una larga historia. En Madrid lo encontramos en colectivos como Negras Malas, proyecto de Navxja, creado para que hubiera un espacio para su grupo afectivo de amigas artistas negras y tejer vínculos y una red de apoyo para ellas. Otro es el colectivo Cangrejo Pro, que se autodefine como "un grupo de chicas de origen chino en España que trabajan en el ámbito comunitario y educativo desde el arte performance".
Formado por Jiaying Li, Shishi Zhu, Zhihan Chen, Fengfan Yang, Wanru Li, Bixia Xu, Qirui Wan, Jiakun Lu, Huixuan Kang, Jiaping Ma y obra de Xirou Xiao, a ellas les conocí por primera vez en la ‘performance’ que dieron en la Sala de Arte Joven en la Calle de Avenida de América. Presentaban su obra ‘Me Importa Un Pepino’, que repetirían en las jornadas de la diáspora china en las residencias del Matadero, y más recientemente en la puerta del sol en el festival Antirracista con la obra ‘Me Importa Una Cuerda’, un proceso formativo de creación comunitaria a partir de acciones y conversaciones que visibilizan las necesidades, inquietudes y preocupaciones de las jóvenes chinas desde la performance.
Un lenguaje que les permite comunicarse más allá de las palabras, reflexionar sobre el género, el cuerpo, la identidad, la diversidad y los estereotipos basados en el desconocimiento de la cultura china, para encontrar juntas el formato, los materiales y la partitura de acción final. No buscan una "acción colectiva" entendida como espectáculo en un escenario puntual. Quieren crear una situación, una experiencia que transmita las emociones, los sentimientos y las inquietudes de las mujeres chinas en Madrid. Una plataforma de comunicación cómplice y una red de apoyo mutuo.
Se centran en una serie de temas concretos, propuestos para activar y potenciar la conciencia política y el pensamiento crítico. Valoran sus propias fuerzas y la fuerza que resulta de la unión de las mismas, la sororidad. Espacios donde no hablan por ellas sino ellas son las protagonistas de su lucha. Espacios que responden a la violencia creando espacios de resistencia sin obviar la realidad. No solo son una plataforma de resistencia: a veces se nos olvida que el activismo, además de militancia, implica cuidados.
En estos espacios se tejen relaciones. Igual que en las ‘houses’ y las ‘ballrooms’. Blanca Evangelista es rescatada de la cárcel por Elektra Abundance; son enemigas en el ‘ball’, pero aliadas fuera de allí. Pidamos otro Manhattan, uno por Blanca y otro por Elektra.
Viajamos de la ficción a la realidad. En los sesenta, Crystal LaBeija salía enfurecida del concurso drag Miss All-America Camp Beauty Pageant. Había quedado en cuarto lugar y su ira quedó inmortalizada en el documental de 1968 'The Queen' dirigido por Frank Simon. LaBeija le hizo un reading a Rachel Harlow, ganadora del concurso y reina blanca de Filadelfia. El reading es una mofa en la que se resaltan y exageran los defectos de una persona. En ese momento, LaBeija no estaba siendo una mala perdedora, respondía a los prejuicios racistas del concurso. No ganó el concurso, pero a finales de los setenta formó la House of LaBeija.
Los houses eran espacios configurados por una madre o un padre que cuidaban y mentorizaban a gais jóvenes, en su mayoría negros o latinos, conocidos como hijos y que habían sufrido el rechazo de sus familias biológicas, así como abusos. También acogían a personas sin hogar o víctimas de las drogas. Las madres y padres de las casas brindaron un hogar y un lugar de pertenencia a muchas personas.
El uso del arte como herramienta de resistencia política para personas racializadas tiene una larga historia. En Madrid lo encontramos en colectivos como Negras Malas, proyecto de Navxja, creado para que hubiera un espacio para su grupo afectivo de amigas artistas negras y tejer vínculos y una red de apoyo para ellas. Otro es el colectivo Cangrejo Pro, que se autodefine como "un grupo de chicas de origen chino en España que trabajan en el ámbito comunitario y educativo desde el arte performance".
Formado por Jiaying Li, Shishi Zhu, Zhihan Chen, Fengfan Yang, Wanru Li, Bixia Xu, Qirui Wan, Jiakun Lu, Huixuan Kang, Jiaping Ma y obra de Xirou Xiao, a ellas les conocí por primera vez en la ‘performance’ que dieron en la Sala de Arte Joven en la Calle de Avenida de América. Presentaban su obra ‘Me Importa Un Pepino’, que repetirían en las jornadas de la diáspora china en las residencias del Matadero, y más recientemente en la puerta del sol en el festival Antirracista con la obra ‘Me Importa Una Cuerda’, un proceso formativo de creación comunitaria a partir de acciones y conversaciones que visibilizan las necesidades, inquietudes y preocupaciones de las jóvenes chinas desde la performance.
Un lenguaje que les permite comunicarse más allá de las palabras, reflexionar sobre el género, el cuerpo, la identidad, la diversidad y los estereotipos basados en el desconocimiento de la cultura china, para encontrar juntas el formato, los materiales y la partitura de acción final. No buscan una "acción colectiva" entendida como espectáculo en un escenario puntual. Quieren crear una situación, una experiencia que transmita las emociones, los sentimientos y las inquietudes de las mujeres chinas en Madrid. Una plataforma de comunicación cómplice y una red de apoyo mutuo.
Se centran en una serie de temas concretos, propuestos para activar y potenciar la conciencia política y el pensamiento crítico. Valoran sus propias fuerzas y la fuerza que resulta de la unión de las mismas, la sororidad. Espacios donde no hablan por ellas sino ellas son las protagonistas de su lucha. Espacios que responden a la violencia creando espacios de resistencia sin obviar la realidad. No solo son una plataforma de resistencia: a veces se nos olvida que el activismo, además de militancia, implica cuidados.
En estos espacios se tejen relaciones. Igual que en las ‘houses’ y las ‘ballrooms’. Blanca Evangelista es rescatada de la cárcel por Elektra Abundance; son enemigas en el ‘ball’, pero aliadas fuera de allí. Pidamos otro Manhattan, uno por Blanca y otro por Elektra.
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