Imagen: Google Imágenes / Hospital Clínic de Barcelona |
Los resultados proporcionan cierta evidencia de que la infección por el VIH no aumentaría el riesgo de progresión grave de la COVID-19, aunque cabe tener precaución al interpretar los datos, pues la serie es de solo cinco casos.
Francesc Martínez | gTt-VIH, 2020-04-20
http://gtt-vih.org/actualizate/la_noticia_del_dia/20-04-20
Un equipo de investigadores del Hospital Clínic de Barcelona (Cataluña, España) ha publicado en ‘The Lancet HIV’ una primera serie de casos de personas con el VIH infectadas por SARS-CoV-2 que requirieron hospitalización por COVID-19 (acrónimo en inglés de enfermedad por coronavirus 2019). La pequeña serie de 5 casos –todos ellos finalmente resueltos de forma satisfactoria – parece apuntar a que el VIH no supondría un factor de riesgo adicional respecto a la COVID-19, algo que la Asociación Británica del VIH (BHIVA, en sus siglas en inglés) –un organismo que representa a los profesionales sanitarios que trabajan en Reino Unido en el ámbito del VIH– ya había hecho público semanas atrás (véase La Noticia del Día 09/03/2020) y que recientemente fue manifestado también por parte de la Sociedad Clínica Europea del Sida (EACS, en sus siglas en inglés).
La presente serie de casos fue identificada en un grupo de los primeros 543 casos con COVID-19 admitidos en el Hospital Clínic de Barcelona hasta el día 9 de marzo. De ellos, un total de 5 (el 0,92%) tenían el VIH y fueron los seleccionados para el presente análisis.
Tres de las cinco personas eran hombres y las otras dos eran mujeres trans. Todas ellas tenían menos de 50 años y la menor tenía 29 años. Solo dos de ellas presentaban patologías de base además de la infección por el VIH (en un caso hipotiroidismo y en el otro asma).
En una de las personas la infección por el VIH fue diagnosticada tras la admisión al hospital, pues desconocía su estado serológico. Su recuento de CD4 era de solo 13 células/mm3. De forma llamativa, no fue la que tuvo que ser hospitalizada más días –aunque fue la segunda que precisó más días de hospitalización y cabe destacar que era una de las tres personas sin otra patología de base que la infección por el VIH–. Los otros cuatro casos se encontraban en tratamiento antirretroviral, tenían carga viral indetectable y sus niveles de CD4 eran superiores a 400 células/mm 3.
Las cinco personas fueron admitidas al hospital con tos y fiebre. En tres casos presentaban disnea (dificultad para respirar). Dos de los cinco casos –la persona que tenía hipotiroidismo (de 49 años) y la que previamente no tenía la infección por el VIH diagnosticada (de 31 años) – fueron clasificados como graves y las dos personas fueron ingresadas directamente en la unidad de cuidados intensivos (UCI). Estas dos personas presentaban neumonía vírica. La recién diagnosticada de infección por el VIH también presentaba neumonía por ‘Pneumocystis jirovecii’ (una enfermedad definitoria de sida que podría explicar por qué su caso evolucionó de forma más grave).
La persona con hipotiroidismo precisó de ventilación mecánica invasiva y seguía hospitalizada a los 21 días de su ingreso. La persona con diagnóstico reciente de infección por el VIH precisó de ventilación mecánica no invasiva y obtuvo la curación y fue dada de alta a los 12 días del ingreso. Las otras tres personas no precisaron de ventilación mecánica y pudieron regresar a su domicilio entre 1 y 4 días después del ingreso . Aunque las tres finalmente se curaron, dos de ellas siguieron un programa de atención domiciliaria supervisado durante 10 y 13 días, respectivamente.
En el caso de las 538 personas sin el VIH con COVID-19 del mismo hospital, el 12% precisaron de ingreso en la UCI y el 38% de atención ambulatoria supervisada.
En cuanto a los tratamientos antirretrovirales tomados por los pacientes de COVID-19 con el VIH, los médicos decidieron modificar la terapia antirretroviral en tres casos y comenzar el tratamiento en el recién diagnosticado para que incluyera darunavir/cobicistat (Rezolsta®) o lopinavir/ritonavir (especialidad farmacéutica genérica [EFG], Kaletra®), pues en aquel momento se pensaba que serían antirretrovirales con cierta eficacia frente al COVID-19, algo que fue descartado con posterioridad tanto en el caso de lopinavir/ritonavir (véase La Noticia del Día 23/03/2020) como en el de darunavir/cobicistat (en este caso a través de una nota de prensa de la compañía farmacéutica propietaria del fármaco). El quinto participante ya estaba tomando darunavir/cobicistat como su terapia antirretroviral de base, por lo que no fue modificada.
Cuatro de los cinco pacientes con el VIH recibieron hidroxicloroquina y tres de ellos recibieron el antibiótico azitromicina. La persona con ‘Pneumocystis jirovecii’ recibió otros antibióticos adicionales.
Para controlar la hiperreactividad del sistema inmunitario –principal responsable del agravamiento de la infección por el SARS-CoV-2– en dos pacientes se utilizaron corticoides y en un tercero, el más grave, se utilizó tocilizumab (un anticuerpo que inhibe el receptor de la interleuquina 6 [IL-6]) e interferón β-1b (que, al contrario que el interferón α utilizado años atrás en la hepatitis C, que potenciaba el sistema inmunitario, presenta una actividad inmunomoduladora) .
En cuanto a las posibles vías de adquisición, una persona había cenado con alguien diagnosticado de COVID-19, una era trabajadora sanitaria, otra trabajaba en un gimnasio y dos realizaban trabajo sexual (una de ellas había realizado una sesión de ‘chemsex’ –uso intencionado de drogas en contextos sexuales– seis días antes de su ingreso).
Los datos aportados por la siguiente serie de casos parecen apuntar a que la infección por el VIH no es un factor de riesgo adicional de progresión grave de la COVID-19. En todo caso, los investigadores destacan que ninguno de los 5 participantes pasaba de los 50 años, por lo que no cabía esperar una mala evolución.
Será necesario, pues, analizar datos de personas con el VIH de mayor edad y con comorbilidades para establecer de forma más consistente si el VIH puede excluirse definitivamente como factor de riesgo.
La presente serie de casos fue identificada en un grupo de los primeros 543 casos con COVID-19 admitidos en el Hospital Clínic de Barcelona hasta el día 9 de marzo. De ellos, un total de 5 (el 0,92%) tenían el VIH y fueron los seleccionados para el presente análisis.
Tres de las cinco personas eran hombres y las otras dos eran mujeres trans. Todas ellas tenían menos de 50 años y la menor tenía 29 años. Solo dos de ellas presentaban patologías de base además de la infección por el VIH (en un caso hipotiroidismo y en el otro asma).
En una de las personas la infección por el VIH fue diagnosticada tras la admisión al hospital, pues desconocía su estado serológico. Su recuento de CD4 era de solo 13 células/mm3. De forma llamativa, no fue la que tuvo que ser hospitalizada más días –aunque fue la segunda que precisó más días de hospitalización y cabe destacar que era una de las tres personas sin otra patología de base que la infección por el VIH–. Los otros cuatro casos se encontraban en tratamiento antirretroviral, tenían carga viral indetectable y sus niveles de CD4 eran superiores a 400 células/mm 3.
Las cinco personas fueron admitidas al hospital con tos y fiebre. En tres casos presentaban disnea (dificultad para respirar). Dos de los cinco casos –la persona que tenía hipotiroidismo (de 49 años) y la que previamente no tenía la infección por el VIH diagnosticada (de 31 años) – fueron clasificados como graves y las dos personas fueron ingresadas directamente en la unidad de cuidados intensivos (UCI). Estas dos personas presentaban neumonía vírica. La recién diagnosticada de infección por el VIH también presentaba neumonía por ‘Pneumocystis jirovecii’ (una enfermedad definitoria de sida que podría explicar por qué su caso evolucionó de forma más grave).
La persona con hipotiroidismo precisó de ventilación mecánica invasiva y seguía hospitalizada a los 21 días de su ingreso. La persona con diagnóstico reciente de infección por el VIH precisó de ventilación mecánica no invasiva y obtuvo la curación y fue dada de alta a los 12 días del ingreso. Las otras tres personas no precisaron de ventilación mecánica y pudieron regresar a su domicilio entre 1 y 4 días después del ingreso . Aunque las tres finalmente se curaron, dos de ellas siguieron un programa de atención domiciliaria supervisado durante 10 y 13 días, respectivamente.
En el caso de las 538 personas sin el VIH con COVID-19 del mismo hospital, el 12% precisaron de ingreso en la UCI y el 38% de atención ambulatoria supervisada.
En cuanto a los tratamientos antirretrovirales tomados por los pacientes de COVID-19 con el VIH, los médicos decidieron modificar la terapia antirretroviral en tres casos y comenzar el tratamiento en el recién diagnosticado para que incluyera darunavir/cobicistat (Rezolsta®) o lopinavir/ritonavir (especialidad farmacéutica genérica [EFG], Kaletra®), pues en aquel momento se pensaba que serían antirretrovirales con cierta eficacia frente al COVID-19, algo que fue descartado con posterioridad tanto en el caso de lopinavir/ritonavir (véase La Noticia del Día 23/03/2020) como en el de darunavir/cobicistat (en este caso a través de una nota de prensa de la compañía farmacéutica propietaria del fármaco). El quinto participante ya estaba tomando darunavir/cobicistat como su terapia antirretroviral de base, por lo que no fue modificada.
Cuatro de los cinco pacientes con el VIH recibieron hidroxicloroquina y tres de ellos recibieron el antibiótico azitromicina. La persona con ‘Pneumocystis jirovecii’ recibió otros antibióticos adicionales.
Para controlar la hiperreactividad del sistema inmunitario –principal responsable del agravamiento de la infección por el SARS-CoV-2– en dos pacientes se utilizaron corticoides y en un tercero, el más grave, se utilizó tocilizumab (un anticuerpo que inhibe el receptor de la interleuquina 6 [IL-6]) e interferón β-1b (que, al contrario que el interferón α utilizado años atrás en la hepatitis C, que potenciaba el sistema inmunitario, presenta una actividad inmunomoduladora) .
En cuanto a las posibles vías de adquisición, una persona había cenado con alguien diagnosticado de COVID-19, una era trabajadora sanitaria, otra trabajaba en un gimnasio y dos realizaban trabajo sexual (una de ellas había realizado una sesión de ‘chemsex’ –uso intencionado de drogas en contextos sexuales– seis días antes de su ingreso).
Los datos aportados por la siguiente serie de casos parecen apuntar a que la infección por el VIH no es un factor de riesgo adicional de progresión grave de la COVID-19. En todo caso, los investigadores destacan que ninguno de los 5 participantes pasaba de los 50 años, por lo que no cabía esperar una mala evolución.
Será necesario, pues, analizar datos de personas con el VIH de mayor edad y con comorbilidades para establecer de forma más consistente si el VIH puede excluirse definitivamente como factor de riesgo.
Fuente: Aidsmap / Elaboración propia (gTt-VIH).
Referencias: Blanco JL et al. COVID-19 in patients with HIV: clinical case series. Lancet HIV, online publication 15 April 2020. https://doi.org/10.1016/S2352-3018(20)30111-9.
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